El descubrimiento acaba de ser difundido por científicos del Laboratorio de Mente Molecular (MoMi Lab), perteneciente a la Escuela de Estudios Superiores IMT de Lucca, en la Toscana italiana. Este último paso supone la constatación de que la realidad emocional es más compleja de lo que se suponía hasta hace poco. En 2017 se descubrió que ese mundo emocional estaba compuesto por, al menos, veintisiete emociones diferentes y no seis, como se suponía. Además, las emociones se pueden reflejar en un mapa interactivo multidimensional para ilustrar la forma en que están conectadas entre sí.
La nueva investigación ha conseguido identificar que cuando se siente alegría, enfado, tristeza, euforia o melancolía, entre otras emociones, el cerebro procesa la experiencia a través de una pequeña región de la corteza llamada unión tempo-parietal. Es una región que se difumina en la frontera de los lóbulos temporal y parietal, que es la que procesa la información procedente de los sistemas visual, auditivo y somatosensorial, relacionado con el tacto, la temperatura, la propiocepción (posición del cuerpo) y la nocicepción (dolor). Esa región también está relacionada con las decisiones éticas que tomamos y con la ilusión de experiencias extracorporales, así como con la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas.
Según la nueva investigación, esta región cerebral también es capaz de representar topográficamente la complejidad de lo que sentimos: qué emociones se sienten en un momento preciso y cuán intensamente son percibidas. Dada su relación con los cinco sentidos tradicionales, los investigadores proponen la definición de emototopía como el principio de codificación de emociones en el cerebro.
La ciencia afectiva está considerando en la actualidad que las emociones no constituyen procesos aislados que ocurren al margen del resto de la actividad mental de la persona. Por el contrario, establece que la dinámica emocional está implicada en otros procesos de índole cognitiva como la atención, la memoria o la toma de decisiones. La nueva investigación confirma que las emociones no son algo diferente de los procesos cognitivos, ya que los procesos cerebrales que rigen la percepción de las emociones son los mismos que procesan la información de los sentidos.
Este descubrimiento es significativo porque la percepción sensorial es algo objetivo, basado en estímulos procedentes del mundo exterior, mientras que las emociones son estados subjetivos que tienen consecuencias biológicas. Para el cerebro, ambos procesos son análogos.
Esta investigación se valió de una película icónica como Forrest Gump para comprobar la reacción emocional de un grupo de quince voluntarios a las diferentes escenas, cuya intensidad debían calificar entre una escala de 1 a 100. Este resultado se combinó con los datos obtenidos por unas quince personas de Alemania que habían visto la misma película mientras sus cerebros eran observados mediante imágenes de resonancia magnética funcional. Estos datos adicionales estaban disponibles a través del movimiento “ciencia abierta”, que permite compartir resultados de investigación entre diferentes colectivos de científicos.
Comparando los resultados de ambos grupos, los científicos italianos pudieron comprobar que la polaridad, la complejidad y la intensidad de las experiencias emocionales están representadas por transiciones suaves (gradientes) que se registran en los territorios de la unión tempo-parietal. También comprobaron que la disposición espacial de las emociones permite al cerebro cartografiar una variedad de estados afectivos dentro de una misma y discreta zona de la corteza.
En consecuencia, concluyen que existen regiones cerebrales capaces de predecir los estados de ánimo que nos involucran en un momento determinado.