“¿Qué puedo decir? Todo lo que sé es que si pasas por algo como la bomba atómica, entonces sabes que la guerra es un acto demasiado terrible que hay que evitar a toda costa, independientemente de las justificaciones que me puedas ofrecer.”
*Aclaración: las citas textuales de Keiji Nakazawa están extraídas de una entrevista realizada al mangaka por Alan Gleason y publicada en The Comics Journal 256, en octubre de 2003. Está traducida en cinco partes en el blog frog2000. El enlace completo se incluirá al final.
Hay movimientos virales que crecen de forma inesperada hasta el punto de superar cualquier expectativa. Incluso si para ello debe pasar por alto acontecimientos históricos que para determinados grupos de población pueden resultar incómodos, cuando no directamente dolorosos. En el pasado mes de julio se desató la fiebre del fenómeno denominado como “Barbenheimer”, término con el que probablemente se inmortalice el estreno simultáneo en salas de cine de dos películas que han despertado una gran expectación: Barbie (dirigida por Greta Gerwig) y Oppenheimer (dirigida por Christopher Nolan).
En una tesitura difícil para la industria de Hollywood, provocada por una huelga que no tiene visos de acabar a corto plazo, y en una crisis de recaudación global que afecta por igual a producciones pequeñas y a grandes blockbusters, este meme viral parece que ha revitalizado todo lo referente al séptimo arte.
Más allá de la calidad fílmica de ambas cintas, sobre todo de la de Nolan, hay una cuestión de fondo que se ha debatido mucho en Internet. No son pocos los que opinan que Oppenheimer blanquea en cierta forma una serie de acontecimientos, proyectos y decisiones que llevaron a un hito tristemente célebre: el bombardeo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki. La cercanía del estreno de la cinta con el 78° aniversario de aquellos bombardeos ha avivado la polémica, a la que hay una lógica reacción por parte de Japón. A día de hoy (esto se escribe en la madrugada del 9 de agosto de 2023) no hay fecha de estreno del nuevo trabajo de Nolan en Japón. Y lo cierto es que es totalmente lógico. No por nada, Japón es el único país del mundo que ha recibido impactos de esta magnitud sobre suelo habitado.
“Japón, como país que sufrió bombardeos atómicos, tiene derecho a evaluar este trabajo sobre el tema del desarrollo de la bomba atómica“, dijo hace muy pocas fechas el escritor Akihiko Reizei en un artículo de opinión para la revista Newsweek.
Mucha gente aduce que Oppenheimer trata con sumo cuidado todo este asunto y que tiene el tacto suficiente para ser expuesta sin problema en Japón. También están los que prefieren que no se reabran heridas que por otra parte siguen presentes en la memoria, la historia y la cultura de aquel país. Sin embargo, hay quienes opinan que todo se trata de una cuestión de fechas. Estrenas esta cinta en suelo nipón con este aniversario a las puertas podría ser visto como una ofensa.
Este no es el medio ni el lugar para juzgar estas cuestiones. No habrá valoraciones ni spoilers. La razón de escribir estas líneas es mostrar y reflexionar sobre una obra que desde aquí es muy apreciada y que muestra con una crudeza meridiana los efectos reales de la explosión que tuvo lugar en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Se trata de Hadashi no Gen (Pies Descalzos), manga de Keiji Nakazawa.
Pies Descalzos
Shōnen autobiográfico del autor, se publicó entre el n.º 25 de 1973 y el n.º 39 del año 1974 de la revista semanal Shōnen Jump. En la década de los ochenta se comenzaron a lanzar tomos recopilatorios en Japón, que alcanzaron un total de diez, siendo una parte de ellos relanzados en la primera década del siglo XXI. En 1983, el manga fue llevado a la animación como una película de dos partes, tituladas Barefoot Gen y Barefoot Gen 2, respectivamente. Curiosamente, los lectores pueden constatar que también se la conoce como Hiroshima, pues es el epicentro de la trama. Es precisamente el estreno de su primera parte la que acaba de marcar otra efeméride en este 2023, cuando se cumplen 40 años de su estreno, que se produjo el 21 de julio de 1983. Tanto el guion como parte de la producción corrieron a cargo del propio autor, Keiji Nakazawa.
Además se da otra circunstancia que invita a acercarse a este manga. La editorial Distrito Manga acaba de recuperar Pies Descalzos en cuatro tomos. Una nueva oportunidad de leer y experimentar una obra de casi tres mil páginas y que está considerada una de las obras maestras del cómic mundial.
En nuestro caso, la primera toma de contacto con Pies Descalzos se ha dado con la adaptación anime de 1983, que también se viralizó en redes sociales como un pequeño movimiento de visibilización del efecto de las bombas atómicas en la cultura japonesa. De entre los ejemplos que pululan por Internet en estos días, es uno que destaca sobremanera.
Únicamente recordaremos que Little Boy, el artefacto que se lanzó sobre Hiroshima en agosto de 1945, causó más de 120.000 muertes y 360.000 heridos. En cuanto a Nagasaki, cuyo ataque sobrevendría tres días después de la explosión de Hiroshima, se calcula que las bajas totales serían de 140.000 personas, en un momento en el que en la misma vivían unas 240.000.
¿De qué trata Pies Descalzos? Como se escribió un poco más arriba, se trata de un relato con bastantes toques autobiográficos del propio autor. Keiji Nakazawa nació en Hiroshima en 1939 (murió en diciembre de 2012 debido a un cáncer de pulmón) y acababa de cumplir seis años cuando el Enola Gay cambió su vida para siempre. Aunque se encontraba a tan sólo una milla de distancia del epicentro de la explosión, sobrevivió milagrosamente con heridas mínimas. Parte de su familia no tuvo la misma suerte. Nakazawa perdió a su padre, a su hermano y a su hermana en el consiguiente holocausto. Creciendo entre la devastación y la pobreza en un Hiroshima post-guerra, encontró consuelo en los manga del legendario mangaka Osamu Tezuka. Vivió en los alrededores de Hiroshima hasta 1961, momento en que se mudó a Tokyo. Su madre murió cinco años después.
“Por mucho que fuese agosto, nunca disfrutábamos de vacaciones. Los niños teníamos que ir a clase todo el verano, la idea era la de que tenían que convertirnos en ‘ciudadanos fuertes’. Ese día me dirigía a la escuela primaria de Kanzaki por mi ruta habitual. Si hubiese cruzado la puerta de la escuela un momento antes puede que ahora no estuviese vivo. Una cosa tan insignificante y… a menudo suelo pensar en ello. La suerte o el destino son algo extraño. Según estaba entrando por la puerta la madre de uno de mis compañeros de clase me llamó. Me preguntó si nuestra clase se quedaría ese día en la escuela o si iríamos a un templo cercano como hacíamos a veces. Siempre cambiaban de sitio porque a veces, durante las incursiones aéreas bombardeaban algunas escuelas. Le dije que no lo sabía, que tenía que preguntárselo al profesor. Me quedé ahí plantado y la señora se adelantó como un metro por delante. Justo entonces pudimos ver a un solitario avión volando sobre nuestras cabezas. ‘¡Es un B-29!’, grité. ‘Si, lo es,’ respondió. Pero todavía no habían sonado las alarmas anti-aéreas, como era habitual. La señora dijo que era muy extraño. Y entonces, justo en ese momento se produjo un fuerte destello. Parecía como si se precipitase directamente sobre mí. Recuerdo que el centro era de color blanco puro, luego de blanco-azulado y rojo-anaranjado por los bordes. Pude ver el destello durante un instante y después ya no recuerdo nada más.”
En Hadashi no Gen, el protagonista es Gen Nakaoka, un niño de 7 u 8 años que vive en Hiroshima con sus padres, sus tres hermanos y su hermana. El relato se inicia cuando el Imperio Japonés ya está en guerra con Estados Unidos. El mangaka recrea con detalle el ambiente belicista y patriótico que imperaba en Japón durante esa oscura época. Una mayoría muy importante del pueblo nipón estaba a favor de aquella guerra, al menos de puertas para fuera, de cara a sus vecinos y otros allegados. Esa no era la situación del padre de Gen, que era un artista tradicional profundamente antibelicista que insistía en transmitir sus ideas a sus hijos. Siendo estas ideas de conocimiento público, la familia de Gen es mal vista por muchos de sus conocidos.
La escuela es otro gran factor de adoctrinamiento. La fe ciega en el Emperador y en la victoria sobre sus despreciables enemigos no se pone en duda, y cualquiera que lo haga recibe un castigo. Los hermanos Nakaoka sufren las consecuencias de las heterodoxas ideas de su padre, cosa que no se muestra en la adaptación en anime, por cuestiones obvias. No había espacio ni tiempo para ello, pero sí que se muestra ese cariz antibelicista del padre.
Nakazawa no escatima en detalles sobre los excesos que se produjeron entre el pueblo japonés en aquellos tiempos. Paralelamente, el mangaka introduce una explicación histórica del Proyecto Manhattan y de la decisión norteamericana de utilizar la bomba atómica contra Japón. Enfrentando estas dos realidades, Pies Descalzos hace una captura muy fiel de la realidad diaria de millones de personas, que se vieron abocadas a participar directa o indirectamente en un conflicto que iba a acabar de forma abrupta de la forma más terrible que se podría imaginar.
El 6 de agosto de 1945, Gen Nakaoka se salvó por pura casualidad, igual que le pasó a Nakazawa. El muro de hormigón de la escuela lo protegió de la onda expansiva y tan solo sufrió quemaduras leves en el cuello y la cabeza. Gen, desorientado y sin saber qué ha pasado, vaga asistiendo al desfile de los horrores en que se convirtió Hiroshima. La explosión y sus primeros efectos sobrecogen, tanto en el manga como en el anime de 1983. Quienes leen o ven alguna de las formas en que este trabajo ha sido adaptado, será guiado desde este momento a través de un desfile horrendo y pesadillesco, que es sumamente incómodo de ver y que provoca verdadera angustia y sufrimiento, algo totalmente intencionado por parte del autor. Gente que se volatiliza al instante; otras personas que vagan por las calles mientras su piel, sus órganos y sus ojos cuelgan; muchísimos heridos que se arrojaban a las aguas o que trataban de encontrar algo para beber desesperadamente. Y eso es solo el principio…
Tras eso asistimos a la muerte de parte de la familia de Gen, a los efectos letales de la radiación, a la forma en que los supervivientes tratan de huir de la ciudad indicando a sus parientes dónde pueden encontrarlos, al trato vejatorio a las víctimas o al ambiente de absoluto derrotismo (también alivio) en que se sume la población tras conocer que Japón se rendía de forma incondicional pocos días después.
“En algún momento la lluvia empezó a caer sobre nosotros. Tenía la consistencia pesada del petróleo. Nadie sabía lo que era. Alguien dijo que los estadounidenses debían estar tirando petróleo sobre Hiroshima para hacer que el fuego se propagase más rápido. Pero tuvimos mucha suerte. Si hubiésemos huido hacia el oeste, nos habríamos quedado completamente expuestos a la lluvia negra y habríamos muerto por culpa de la radiactividad. Pero nos marchamos hacia el sur, y sólo unas pocas gotas cayeron sobre nosotros. Algunos huyeron hacia el oeste, por lo que muchas personas murieron de enfermedad por grave envenenamiento radioactivo o de leucemia. Así que nos pasamos el resto del día sentados allí mismo. Luego, por la noche, la gente a nuestro alrededor comenzó a gemir de sed. No podíamos dormir. Mi madre se apiadó de ellos y se dirigió hasta la bomba para sacar agua para dársela. Ellos agarraban la cuchara y se la metían en la boca lo más rápido que podían, y a continuación, en cuestión de segundos, caían muertos. Tal vez se produjese un shock en su sistema o tal vez hubiesen estado esperando ansiosamente el agua con un hilo de vida, así que cuando finalmente algunos la conseguían, ya podían dejarse ir y fallecer.”
A pesar de que el manga continúa contando muchas peripecias más de Gen, su madre, su hermana recién nacida y muchos personajes más, Barefoot Gen se desmarca y acorta todos estos acontecimientos, acabando poco después de que ese bebé muera debido a la falta de alimentos adecuados a su edad.
Los jóvenes cambiaron
Keiji Nakazawa pretendió mostrar al mundo qué pasó en Hiroshima en 1945 y compartió sus recuerdos de forma sincera. Igualmente, le sirvió para reflexionar sobre los efectos que el período posterior de la guerra tuvo en la población nipona, sobre todo en los más jóvenes. A pesar de que él era apenas un niño de 6 años cuando todo aquello pasó, sí que tuvo recuerdos vívidos de los años posteriores durante el resto de su vida. Precisamente, esa nueva realidad social tuvo un peso fundamental en la creación de obras como esta o como la inmortal Akira, de Katsuhiro Ōtomo, cuya adaptación animada cumple 35 años en este 2023.
“En Hiroshima había muchos niños que eran huérfanos por culpa de la Guerra, y cuando lo eres, significa que para sobrevivir vas a tener que integrarte en la Yakuza. Así eran las cosas. Hiroshima fue quemada hasta los cimientos. Con esa ciudad se había hecho borrón y cuenta nueva, lo que ofrecía oportunidades ilimitadas para la Yakuza. Se movían a toda velocidad y perpetraron furiosas guerras territoriales. Por su parte, los huérfanos de guerra eran reclutas perfectos: no tenían parientes a los que les importase su muerte, y ellos querían a alguien que cuidase de ellos. Si mi madre no hubiese estado para cuidar de mí, también me habría unido a la Yakuza. No tengo ninguna duda.”
Seguro que todo esto suena de algo a quienes conocen el manga de Ōtomo, el otro gran ejemplo en los ámbitos del manga y el anime del peso que todo lo escrito anteriormente tuvo en el desarrollo cultural japonés en las décadas posteriores.
La amenaza nuclear nunca ha sido olvidada desde entonces. En mayor o menor medida, los conflictos geopolíticos y armados que se han sucedido desde 1945 hasta hoy han tenido en esa nueva tecnología un método de disuasión definitivo. Diversos países han desarrollado su propia carrera armamentística, ha habido crisis graves en las que se ha temido por su uso sobre más enclaves, se han firmado tratados de desarme (estériles, por desgracia), y se han instaurado cosas como ese cuasi metafísico Reloj del Juicio Final que actualmente está más cerca que nunca de la medianoche.
Y así llegamos a este verano de 2023, en el que un evento cinematográfico ha servido para que algunas personas vuelvan a debatir sobre la pertinencia o no de acudir a determinados eventos y personajes históricos para hacer cine. Más allá de los argumentos que los distintos grupos de opinión puedan esgrimir, todo este asunto también permite acercarse a estas realidades desde prismas diferentes. Desde aquí, invitamos a los lectores a que no tomen el asunto a la ligera, y a que sean conscientes del privilegio que supone no conocer el terror que gente como Keiji Nakazawa vivió en sus carnes. El peligro es real, y la incertidumbre parece mayor que nunca, pero Pies Descalzos es un canto a la vida a pesar de mostrar el lado más oscuro del ser humano. Ojalá todos nos quedásemos con esa faceta optimista.
http://frog2000.blogspot.com/2015/07/entrevista-con-keiji-nakazawa-pies_20.html