Si hay un personaje en la antigüedad que sea admirado y tratado casi como un mito, ese es Alejandro Magno. A pesar de su muerte temprana, acaecida en el 323 a.C. cuando aun tenía 33 años de edad, su historia continua siendo recordada con admiración. Precisamente, esa prematura muerte sigue inmersa en la polémica, a pesar del tiempo transcurrido y las diversas hipótesis que se han manejado.
Envenenamiento, indigestión fatal y, ahora, un síndrome raro. Porque un estudiuo de la Universidad neozelandesa de Otago ha dado un nuevo diagnóstico sobre e fallecimiento del conquistador: el Síndrome de Guillain-Barré. ¿Pero a qué se acogen los investigadores para sacar esta conclusión?
Según se conoce, Alejandro se puso gravemente enfermo tras haber participado en un banquete en el que se sobrepasó, tanto comiendo como bebiendo. Las fuentes señalan que padeció de fiebres y de fuertes dolores abdominales, a los que siguieron una parálisis progresiva de su cuerpo. Se certificó su fallecimiento, pero las crónicas atestiguan que su cuerpo no parecía descomponerse, signo que sus contemporáneos esgrimieron como prueba de su naturaleza sobrehumana.
Ahora, el equipo neozelandés relacionan estos síntomas con los del citado síndrome, en el que el sistema inmunitario ataca al sistema nervioso por error. El resultado es una inflamación de los nervios que ocasiona debilidad muscular o parálisis, entre otros síntomas. En un caso extremo, con una especie de coma, no sería de extrañar que los médicos de aquellos tiempos creyeran que Alejandro había muerto. Por lo que, si el diagnóstico dado actualmente es el correcto, habría sido enterrado vivo, lo que explicaría esa falta de signos de descomposición.
Algo que, de momento, no podrá ser probado, a falta de tener el cuerpo de Alejandro para ser sometido a pruebas. Un cuerpo que, por cierto, es de los más buscados. Su hallazgo sería, según la opinión de muchos expertos, el mayor hallazgo arqueológico de la historia.
https://www.sciencedaily.com/releases/2019/01/190122115006.htm