Sé lo que hicisteis el último verano y el dolor de Lois Duncan

En octubre de 1997 se estrenó en Estados Unidos uno de los últimos clásicos de los slashers de los noventa. Protagonizada por Jennifer Love Hewitt, Freddie Prinze Jr., Sarah Michelle Gellar y Ryan Phillippe, Sé lo que hicisteis el último verano se convirtió en un éxito de taquilla, que le valdría una secuela directa estrenada en cines, otra que llegó directamente al mercado doméstico y una suerte de remake en forma de serie, estrenada en el pasado 2021, pero que no ha funcionado como se esperaba. A priori, muchos podrían pensar que la autora original de la novela, la estadounidense Lois Duncan, se sentiría muy satisfecha por este éxito, pero nada más lejos de la realidad. Aquella adaptación hirió su sensibilidad, y no únicamente por el escaso parecido entre el resultado final de la película y su propio libro, sino por la propia desgracia familiar que tuvo que vivir ocho años antes, cuando su hija, Kaitlyn Arquette, fue asesinada a tiros en un tiroteo desde un vehículo cerca de la casa familiar en Albuquerque. Toda la familia quedó marcada por aquella muerte, cuya resolución no conocería la autora, que murió de un ataque cardíaco en 2016 a los 82 años de edad. Una historia trágica que parte de un libro escrito en 1973 y que cuenta con inesperadas ramificaciones que tratan de resumirse en los siguientes párrafos. Imagen: captura de la película de 1997.

Hace muy poco que se supo que la novela sería editada en castellano por parte de la editorial Dimensiones Ocultas. Desde ese momento, algunos fanáticos de la película pusieron su atención en este libro. La web de la editorial permite echar un vistazo a la portada del libro, que cuenta con una pequeña leyenda en la parte superior: «antes, un slasher de los 90. Ahora una serie de Prime Video. Por siempre, una historia sobre un verano que esconde un terrible secreto.»i

Es una suerte que alguien se atreva a traer a nuestro idioma una novela juvenil de estas características, que además había sido inmortalizada de una forma realmente curiosa a través del cine. Lois Duncan es una autora bastante desconocida en España, a pesar de que algunas de sus historias han sido adaptadas anteriormente al cine. Curiosamente, esta traducción que ha llegado recientemente de manos de Roberto Carrasco, editor de Dimensiones Ocultas, no se corresponde con la edición original de 1973, sino con una actualización que Duncan hizo de su historia en 2010. Los cambios que se introdujo en esa edición de hace 11 años no cambian el sentido original de la historia, pero sí que moderniza ciertos aspectos estéticos y tecnológicos. Una capaz de barniz que complementa muy bien el fondo ya existente, y qu difiere sustancialmente del que se trasladó a las salas de cine.

Desde este momento se lanza un aviso de spoilers. La película es bien conocida, pero eso es algo que quizá no ocurre con el libro. Al menos, no al mismo nivel. Por ello, se van a hacer comparaciones entre ambas tramas que quizá no interesen ahora a los potenciales lectores de la actual edición española. Si no deseáis conocer más, parad aquí e id directamente a la última parte del artículo. Si decidís continuar, veréis que ambos productos no tienen nada que ver el uno con el otro.

Kevin Williamson frente a Lois Duncan

El éxito que arrastró la cinta basada en el libro de Duncan estuvo precedido por la película que revitalizó los slashers a mediados de los noventa. Esa no es otra que Scream, el clásico dirigido por Wes Craven y escrito por Kevin Williamson, guionista que repetiría éxito al año siguiente con Sé lo que hicisteis el último verano. Tras el quizá inesperado éxito de la primera serie de asesinatos protagonizados por Ghostface, el productor Erik Feig se acercó a Williamson para adaptar la novela de Duncan. Williamson escribió el guion de Sé lo que hicisteis el último verano antes que el de Scream. Curiosamente, hasta que la segunda de las películas no tuvo éxito no consiguió vender el libreto de la primera. El padre del guionista fue pescador, lo que le llevó a trasladar la historia original de Lois Duncan a un pueblo pesquero, y hacer que el asesino tuviere esa apariencia tan llamativa. Ahí también entró en juego la leyenda urbana del hombre del garfio, que sigue siendo muy famosa en Estados Unidos y que sirvió para intentar hacer de aquel guion un slasher parecido a los que de rodaban en los ochenta.

El estudioso de cine Adam Rockoff escribió en su libro Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, 1978–1986 que en el momento de su estreno, muchos críticos calificaron a Sé lo que hicisteis el último verano como una imitación de Scream. Él opinaba que es una «película muy diferente», incluso a pesar del hecho de que sus respectivos guiones fueron escritos por el mismo guionista:

«Mientras Scream se basó en gran medida en las referencias autoconscientes y en su apariencia de cultura pop, Sé lo que hicisteis… fue un retroceso a las películas de los principios de los 80. Mientras que, al igual que Scream, empleaba los servicios de un grupo de actores jóvenes, sexys y con un aspecto casi increíblemente atractivos, Sé lo que hicisteis… era una cinta de horror. Quienes buscaban una buena película slasher a la antigua quedaron gratamente sorprendidos.»ii

La venganza es la motivación principal del pescador asesino que veíamos en pantalla. Es el mismo motivo que mueve a la persona que persigue a los cuatro jóvenes en la novela. Pero el hecho que inicia los acontecimientos varía sustancialmente. En la primera, es el propio pescador quien es atropellado y arrojado al mar por los chicos cuando le creían muerto. Sin embargo, en la segunda el atropellado es un niño pequeño que iba en bicicleta a oscuras por la carretera, siendo abandonado a su suerte tras el choque. Si los lectores recuerdan ese momento en el cine, es Ray Bronson – interpretado por el actor Freddie Prinze Jr. – quien conduce el coche. Ese detalle cambia en la novela, siendo Barry Cox quien deja malherido al niño. Williamson respetó los nombres de los cuatro personajes principales, además de sus personalidades y relaciones, pero alteró de forma clave el acontecimiento principal que da pie a que ocurra todo lo demás.

Poco antes de ese atropello, los cuatro jóvenes se encontraban en una playa y hablaban de la leyenda del hombre del garfio en tono jocoso. Algo que jamás ocurre con la novela, que comienza cuando Julie James recibe en su casa la famosa nota que da título a ambos productos. El director escocés Jim Gillespie, que fue contratado para dirigir la película tras ser sugerido por Williamson, declaró en 2008 que: «La alegría de esta película para mí como cineasta fue tomar [los] elementos que hemos visto antes y decirle a la audiencia: ‘Aquí hay algo que has visto antes’—sabiendo que están diciendo ‘hemos visto esto antes’—y todavía consiguiendo que salten [de miedo]». Afirmó que sentía que el guion de Williamson no se parecía a una «película de terror slasher», y que lo veía más bien como simplemente «una muy buena historia» con un relato de moralidad incrustado dentro de ella.iii Algo que acompaña en muchas ocasiones a las leyendas urbanas es esa moraleja educativa para quienes las oyen y comparten. Precisamente, la del hombre del garfio tiene mucho que ver con la sexualidad, algo que se ve perfectamente reflejado en el film. La historia cuenta con muchísimas versiones, pero en ese momento de la hoguera en la playa se contó una de sus variantes más famosas. Más adelante nos extenderemos en ese aspecto.

La postproducción sirvió para que el director incluyese sangre, ya que durante el rodaje original no quiso incluirla porque no le gustaba la violencia gratuita. Muy curioso, tratándose de una cinta slasher, al menos en esencia. En sus 101 minutos de duración mueren varios de sus protagonistas y algunos personajes secundarios, algo que jamás ocurre en el libro de Lois Duncan. Aquí el guionista fue con todo para acabar con las vidas de Barry Cox y Helen Rivers, interpretados por Ryan Phillippe y Sarah Michelle Gellar, hechos que no tienen cabida en la trama de suspense escrita por la autora estadounidense. Ahí está la gran diferencia entre cine y novela: su tono. Duncan era experta en crear misterio y en las novelas juveniles, por lo que Sé lo que hicisteis el último verano no es literatura gore ni sangrienta. Desde luego, su experiencia en las salas de cine no tuvo que ser nada agradable, como ella mima comentaría tras poder ver la adaptación de Williamson y Gillespie.

«Lo convirtieron en una película de terror», dice sobre la mezcla de violencia y risas de la película. «Y no creo que el asesinato sea divertido».iv

El hecho de ver sangre en pantalla, ver cómo sus personajes morían y ser testigo del cambio tan tremendo que había sufrido su historia no debió sentarle nada bien. Sobre todo, después de lo que le ocurrió ocho años antes a su hija. ¿Lois Duncan no sabía lo que estaban haciendo con su libro? Al parecer, no supo nada hasta que llegó a un cine por sus propios medios, ya que ni siquiera tuvieron el detalle de invitarla a la première. Su intriga juvenil se transformó en sangre. La búsqueda de venganza por la muerte de un niño se convirtió en un trasunto de una leyenda urbana. El hombre del garfio devenido en pescador.

El garfio o el hombre del garfio. La leyenda urbana.

«La tradición… que a veces recupera la verdad que se le ha escapado a la historia, pero que con mayor frecuencia es el chismorreo incontenible que antes se practicaba alrededor del fuego del hogar y ahora toma cuerpo en los periódicos.»v

Esta elocuente cita fue recuperada por el folklorista Jan Harold Brunvand direcamente de Nathaniel Hawthorne y su novela de 1851 La casa de los siete tejados. Pone de manifiesto una característica clave de las leyendas urbanas. Más allá de los cuentacuentos o los narradores de antaño, en periodos más modernos han sido escritores, periodistas y los propios folkloristas los que se han dedicado a captar este tipo de historias y a someterlas a análisis en unos casos, a clasificarlas en otros, o directamente a difundirlas sin filtros, contribuyendo a mantenerlas vivas.

Su fuente suele ser “el amigo de un amigo”. Los relatos son anécdotas de las que se asegura su completa veracidad y que incluyen una advertencia sobre un peligro o algo que no va según lo esperado. Además, suelen incluir un giro final y una moraleja o aprendizaje que busca impactar al receptor o receptores del mensaje.

Existen muchas categorías de leyendas urbanas, que además se prestan a la maleabilidad, pudiendo adscribirse a más de una. Como no podía ser de otra forma, las de terror son las que más atención acaparan, y las que más rápidamente se extienden, al menos inicialmente. Aunque todas pertenecen a la tradición oral, ni la vida moderna ni las innovaciones tecnológicas suponen impedimento alguno para que sigan llegando a las nuevas generaciones, con sutiles cambios en los detalles, mientras se mantienen sus principales rasgos distintivos. A pesar de que antiguamente se solían trasmitir en un entorno comunitario y social, actualmente siguen teniendo el mismo efecto en quienes las leen o acceden a ellas. Si son en clave de terror, ese efecto puede incluso verse incrementado debido a las nuevas condiciones de mayor aislamiento social y menor interacción cara a cara con otras personas. El ambiente hogareño y las pantallas de ordenadores y teléfonos móviles son los nuevos medios y escenarios y medios fundamentales.

«Esta historia la oí en una fiesta de una hermandad. Era algo así. Un chico tenía una cita con una chica realmente preciosa y en toda la noche no pudo dejar de pensar en llevársela a las afueras, aparcar el coche y pasarlo bien, total, que por fin se la lleva a un descampado, aparca, apaga las luces, pone en la radio una música agradable; ya la tiene en el bote cuando, de repente, dan por la radio un boletín informativo que viene a decir que un maníaco sexual acaba de escaparse de un manicomio estatal y uno de sus rasgos más característicos es que tiene un garfio en lugar de una de sus manos, y la chica al principio se pone muy, muy nerviosa, porque está convencida de que el sujeto en cuestión va a aparecer e intentará entrar en el coche, así que el chico cierra las puertas y le dice que no pasa nada, pero ella dice que puede romper el cristal con el garfio y tal y no para de llorar y llorar y se pone totalmente histérica y el tío al final accede a llevarla a casa, pero está muy furioso porque, claro, él tenía otros planes para la chica, pero pone en marcha el coche y sale de allí a toda velocidad y llegan a casa de ella y él está muy, muy enfadado, y no piensa salir del coche para abrirle la puerta, y ella sale por su lado y cuando sale y se vuelve ve que hay un garfio colgando de la puerta.»

(Brunvand, Jan Harold: El fabuloso libro de las leyendas urbanas, volumen I, Alba editorial, 2005, pp. 121-122.)

Esta es solo una de las múltiples versiones que se siguen contando sobre la historia de El Garfio, o del Hombre del garfio. Ambos títulos sirven para identificar al mismo tipo de relato. Una variante parecida fue la que se escenificó en 1998 en la película Leyenda Urbana, concretamente para escenificar la muerte del personaje de Damon Brooks, interpretado por Joshua Jackson. En aquel ejercicio cercano al metacine, un asesino utilizaba métodos descritos en algunas leyendas urbanas como medio para matar a sus víctimas. Siendo nuestro relato uno de los más famosos en territorio estadounidense, como se viene insistiendo en estos párrafos, es lógico que una de las muertes que se ven en la cinta tuviera que ver con él.


Portada de la edición española de Sé lo que hicisteis el último verano. Imagen: Dimensiones Ocultas.

La premisa básica de la leyenda suele repetirse en base a una serie de factores que pivotan en torno a una pareja. Suele tratarse de jóvenes abrazados en un automóvil con la radio encendida. Un boletín informativo informa que un asesino en serie acaba de escapar de una institución más o menos cercana a donde se encuentran. El asesino porta un gancho. Por una u otra razón, deciden irse rápidamente. Finalmente, el gancho del asesino suele ser encontrado colgando de la manija de la puerta o incrustado en la puerta misma. Las diferentes variaciones incluyen un sonido de raspado en una de las puertas del automóvil. Otras versiones comienzan de la misma manera, pero la pareja ve en algún momento al asesino, advierte a otra gente y luego escapa por poco con el asesino agarrado al techo del coche. En otra variante, la mujer ve una figura oscura que les observa desde cerca. El hombre sale para enfrentarse a la figura, que luego desaparece repentinamente. Pensando que su cita simplemente lo imaginó, el hombre regresa al auto solo para ver que la mujer ha sido brutalmente asesinada con un gancho.

En otra alternativa, la pareja conduce por una parte desconocida del país a altas horas de la noche y se detiene en medio del bosque, porque o el hombre tiene que orinar o el coche se avería. La mujer enciende la radio y escucha el informe de un paciente psiquiátrico que se ha fugado. Después, suele ser molestada por un golpe en el techo del automóvil. La chica finalmente sale y ve al paciente fugitivo sentado en el techo, golpeando la cabeza cortada del hombre. Quizá acabe viendo el cuerpo descuartizado del hombre suspendido boca abajo de un árbol con las uñas raspando el techo. O puede que el pobre infeliz esté colgado boca arriba y su sangre gotee en el techo, o sus pies raspen contra el techo. La chica puede o no morir, encontrarse o no con la policía, ser o no escoltada por agentes hasta su casa. Hay muchísimas posibilidades…

Lo cierto es que no hay ninguna certeza clara sobre los orígenes de la leyenda de El Garfio, aunque según el folclorista e historiador Jan Harold Brunvand, la historia comenzó a circular en algún momento de la década de 1950 en los Estados Unidos. Según Brunvand escribió en The Vanishing Hitchhiker: American Urban Legends and Their Meanings, la historia se había generalizado entre los adolescentes estadounidenses en 1959 y continuó expandiéndose durante la década de 1960. El fundador de Snopesvi, David Mikkelson, ha especulado que la leyenda podría tener sus raíces en los asesinatos de Texarkana de 1946. Los asesinatos a la luz de la luna de Texarkana, un término acuñado por los medios de comunicación, fueron una serie de asesinatos sin resolver y otros crímenes violentos cometidos en Texarkana y sus alrededores en la primavera de 1946 por un asesino en serie no identificado conocido como Phantom Killer o Phantom Slayer. Al asesino se le atribuye haber atacado a ocho personas en diez semanas, cinco de las cuales murieron.vii

Brunvand transcribió en el citado volumen sobre leyendas urbanas la versión que una estudiante de la Universidad de Indiana le contó a su compañera de habitación en 1967. Lo hizo literalmente, palabra por palabra. Ese fue el primer texto publicado en el primer número de un periódico que se ha dedicado a recopilar y estudiar leyendas urbanas y que desde entonces se edita desde el Instituto de Foklore de la Universidad de Indiana. Su editora principal fue Linda Dégh, que incluyó en ese primer número de Indiana Folklore (1968), pp. 92-100, una lista de 44 versiones de la leyenda, recogidas en los alrededores de la universidad desde 1959viii. El garfio fue publicado en una columna de Querida Abby el 8 de noviembre de 1960ix y sigue siendo una leyenda tremendamente popular en Estados Unidos. En 1992, ese hombre del garfio se convirtió en el afamado Candyman, otro slasher que tuvo varias continuaciones y cuya última entrega – ahora sí una continuación directa – vio la luz el pasado 2021.

Los folkloristas no se ponen de acuerdo en si la leyenda es una historia admonitoria sobre los peligros de estar por la noche en un entorno desconocido, o si sus detalles tienen connotaciones sexuales, tales como la castración simbólica de lo amenazador y símbolos fálicos deformes fuera del coche, mientras en el interior el chico “intenta meterle el garfio a la chica” (un chiste malo de Brunvand).

El asesinato de Kaitlyn Arquette

Anteriormente se ha mencionado que hubo un suceso luctuoso en la vida de Lois Duincan que marcó un antes y un después en su vida profesional y personal. Ocurrió ocho años antes del estreno de Sé lo que hicisteis el último verano y llevó a la autora a odiar ña adaptación cinematográfica. Esta circunstancia fue la muerte de su hija, Kaitlyn Arquette, que acababa de cumplir la mayoría de edad cuando perdió la vida.

La pesadilla de Lois Duncan y su marido Don Arquette comenzó el 16 de julio de 1989. Ese día, Kaitlyn visitó a una amiga en su casa en Albuquerque y estuvo con ella de las 9:30 a las 10:45 de la noche. Luego, la chica subió a su coche sola y circuló por la calle Lomas Boulevard North West hasta que, de repente, desde otro auto, le dispararon varios tiros. La muchacha perdió el control del coche y chocó. Otros conductores que pasaban por la zona se detuvieron a ver qué había pasado. El matrimonio Arquette fue puesto en aviso hacia medianoche. Veinte horas después, el 17 de julio, la joven murió.

Según Duncan, en el momento de la muerte de su hija, ésta estaba a punto de romper con su novio del último año y medio, un inmigrante vietnamita de 26 años llamado Dung Ngoc Nguyen. Pero casi inmediatamente después del asesinato, Duncan también se enteró de que Dung había sido parte de una red criminal que organizó accidentes simulados usando coches de alquiler y luego presentaba reclamaciones a diferentes seguros por lesiones fingidas. Una actividad que el chico reconoció.

Aunque Duncan y su marido no creían que Dung estuviera directamente involucrado en el asesinato – y nunca fue acusado de cometerlo – sí creen que Kaitlyn estaba a punto de delatar tanto a Dung como a otros miembros de su pandilla, y que su conocimiento de estas actividades delictivas pudieron ser lo que provocó que alguien la asesinara.

Cinco horas después del ataque a la chica, la policía llegó al apartamento que compartía con Dung. El joven estaba solo en casa y no decía saber nada sobre el tiroteo. Dijo que había salido con amigos. Sobre una mesa, un investigador encontró una nota escrita por Kaitlyn, que decía que estaría en casa a una hora determinada.

Dung aseguró a los investigadores que discutió con su novia, pero que no sabía que ella tuviera intención de dejarle. Más tarde, se reunió con el matrimonio Arquette en el hospital. Seis meses después de su asesinato, los investigadores anunciaron que todo había ocurrido debido a un “acto aleatorio de violencia”. Sin embargo, Lois Duncan jamás creyó esa versión.

La autora creía firmemente que Kaitlyn fue asesinada por un asesino a sueldo porque sabía demasiado sobre las actividades delictivas de Dung. Dos meses antes de su asesinato, la pareja hizo un viaje al sur de California. Durante ese tiempo, al parecer el chico se involucró en una lucrativa estafa de seguros de automóviles. Una de las hermanas de la chica se enteró de que Dung había organizado un accidente unos meses antes. Había usado un coche que Kaitlyn había alquilado con la tarjeta de crédito de su madre.

El accidente supuestamente fue orquestado por una organización compuesta por miembros poderosos de la comunidad vietnamita del sur de California. Todos los involucrados se quejaron de lesiones en los tejidos blandos y fueron tratados por un médico que también era miembro de la organización. Kaitlyn y Dung recibieron 1.500 dólares en aquel accidente fingido. La escritora creía que, como estaba rompiendo con Dung, los otros pandilleros temían que delatara a toda la organización ante la policía.

Unas semanas después del asesinato, Lois descubrió que se habían realizado tres llamadas telefónicas desde el apartamento de Kaitlyn prácticamente a la misma hora en que ella murió. En ese momento, Dung estaba con sus amigos, o eso aseguraba. Las llamadas se hicieron a un asistente legal vietnamita que trabajaba en el Condado de Orange. Al parecer se trataba del mismo tipo que había preparado los accidentes y que consiguió los 1.500 dólares a la pareja en ese viaje a California.

Un investigador privado contratado por Lois habló con el casero de Kaitlyn. Él creía que ella tenía miedo de los amigos de Dung. Solo hablaban vietnamita a su alrededor y, a menudo, se burlaban de ella. El investigador también comparó la nota que supuestamente dejó Kaitlyn la noche de su asesinato con muestras conocidas de su letra. No creía que fuera escrita por la joven. El propietario también afirmó que tres de los amigos de Dung estaban en su apartamento la noche del 17 de julio, cuando ella murió.

Seis meses después del asesinato, cuando la policía de Albuquerque lo achacó todo a un acto esporádico, un informante llevó a los investigadores hasta un hombre llamado Robert García. Lo interrogaron durante dos horas antes de que confesara que en la coche del 16 al 17 de julio había estado en un coche con tres amigos. Afirmó que uno de ellos le disparó a una mujer.

Paul Apodaca, autor confeso del asesinato de Kaitlyn Arquette. Imagen: Albuquerque Journal.

En base al testimonio de Robert, la policía arrestó a Dennis Martínez, Juvenal Escobedo y Miguel García, quien no era pariente de Robert. Según Robert, Miguel fue el hombre que disparó. La policía descubrió que Juvenal había vendido recientemente su coche, un Chevrolet Camaro marrón. Este detalle sobre el coche fue unido al testimonio de un testigo ocular, que afirmó que había visto un Chevrolet Camaro persiguiendo un coche conducido por una mujer joven la noche del asesinato de Kaitlyn.

Sin embargo, el caso se vino abajo cuando se descubrió que Robert estaba en la cárcel la noche del asesinato de Kaitlyn. Finalmente, en abril de 1991, se retiraron los cargos contra los tres sospechosos por falta de pruebas.

Frustrada, Lois Duncan comenzó a tomar notas detalladas sobre el crimen, y en 1992 publicó ¿Quién mató a mi hija?, libro en el que destapó múltiples fallos en la investigación y en el que trató de solucionar el asesinato por sus propios medios. Por desgracia, la autora no pudo ver cómo la investigación avanza aun a día de hoy. Murió en 2016 sin saber que unos pocos años después se arrestaría a Paul Apodacax, concretamente en julio de 2021. Al parecer, el hombre de 53 años ha confesado los crímenes de tres chicas: Stella Gonzáles, Althea Oakeley y Kaitlyn Arquette, aconteciendo todos entre 1988 y 1989. Apodaca continúa a la espera de juicio, en el que se le juzgará por los tres asesinatos. Puede que, una vez que se pruebe su autoría y se le condene por ello, la escritora pueda finalmente descansar en paz.

Cuarenta y nueve años después de escribir uno de sus mayores clásicos y veinticinco después del estreno de aquella adaptación que tanto la disgustó, Lois Duncan sigue siendo una autora leída en buena parte de los institutos de Estados Unidos. Reivindicada ahora por la editorial Dimensiones Ocultas, quizá sea este el momento de que encuentre su sitio entre los lectores hispanohablantes. Más allá de la leyenda urbana o de la polémica que sobrevoló la muerte de su hija, se encuentra una autora de cuentos, poesías, ensayos o novelas que sufrió un verdadero varapalo en uno de los momentos más fructíferos de su vida y que merece ser rescatada de ese aparente olvido al que se ha visto abocada.

Notas:

ihttp://editorialdimensionesocultas.es/site/se-lo-que-hicisteis-el-ultimo-verano-lois-duncan/

iiEn Rockoff, Adam: Going to Pieces: The Rise and Fall of the Slasher Film, 1978–1986. Macmillan, 2016, p. 182.

iiiGillis, Michael (prod., dir.) (2008). «Now I Know What You Did Last Summer». I Know What You Did Last Summer (Blu-ray) (Documentary short) (Sony Pictures Home Entertainment).

ivhttps://es.people-lifestyle.com/8087494-and-who-killed-my-daughter

vHarold Brunvand 2005, 27.

viSnopes es una página web usada como fuente para validar o refutar leyendas urbanas, rumores de Internet, hoax, cadenas de mensajes, y otras historias de procedencia incierta. Anteriormente era conocida como Urban Legends Reference Pages y fue fundada en 1994. Sigue siendo dirigida por Bárbara y David Mikkelson.

viiRuiz Herrera, Félix: Texarkana Moonlight Murders: 75 años después, Misteriored.com https://www.misteriored.com/texarkana-moonlight-murders-75-anos-despues/

viiiEse primer número de Indiana Folklore puede consultarse íntegramente en https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=inu.30000116555404&view=1up&seq=5&skin=2021

ixQuerida Abby o Dear Abby es una columna de consejos estadounidense fundada en 1956 por Pauline Phillips bajo el seudónimo ” Abigail Van Buren ” y continuada hoy en día por su hija, Jeanne Phillips , quien ahora posee los derechos legales del seudónimo. En cuanto a la columna en cuestión, puede encontrarse una cita en Leeder, Murray J.D.: Halloween (Devil’s Advocates), Auteur, 2015. Murray Leeder es doctor en Mediaciones Culturales de la Universidad de Carleton y ha sido profesor en la Universidad de Manitoba. La cita está en https://www.goodreads.com/quotes/7340781-on-november-8-1960-abigail-dear-abby-van-buren-printed

xEl Albuquerque Journal ha elaborado varias notas de prensa en las que se sigue la investigación en torno al supuesto asesino confeso de Arquette. Dejo los enlaces a dos notas distintas. Una del 19 y otra del 24 de agosto de 2021 https://www.abqjournal.com/2420779/man-charged-in-1988-slaying-of-unm-student.html https://www.abqjournal.com/2422394/apd-cold-case-suspect-also-confessed-to-infamous-homicide.html

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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