Aunque los expertos secuenciaron el ADN de ambas víctimas de Pompeya, solo pudieron secuenciar el genoma completo de los restos del hombre. Esto debido a las lagunas en las secuencias obtenidas de la mujer. Antes de este estudio, solo se habían secuenciado tramos cortos de ADN mitocondrial de restos humanos y animales encontrados en Pompeya.
El hombre tenía entre 35 y 40 años cuando murió en la violenta erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Los científicos compararon el ADN de este hombre con códigos genéticos obtenidos de 1030 humanos antiguos, así como 471 individuos modernos de Eurasia occidental. Tras la comparación determinaron que su ADN compartía la mayoría de las similitudes con los individuos modernos del centro de Italia y aquellos que vivieron durante el período romano antiguo.
Por otra parte, el análisis del ADN mitocondrial y del cromosoma Y de la víctima también identificó grupos de genes que se encuentran comúnmente en Cerdeña. Sin embargo, no entre los que vivieron en Italia durante el imperio. Esto sugiere que pueden haber altos niveles de diversidad genética en toda la península italiana en ese momento.
Un análisis posterior del esqueleto del hombre también identificó lesiones en una de las vértebra. Mientras que las secuencias de ADN sugirieron que pudo haber tenido tuberculosis antes de su muerte. En cuanto a la mujer, esta tenía más de 50 años y se creía que estaba afectada de osteoartritis.
La hipótesis que manejan los científicos es que ambas víctimas decidieron permanecer en su hogar en lugar de escapar debido a sus problemas de salud.