Científicos han destacado en un nuevo estudio que la capacidad visual u ‘ojo rápido’ de Leonardo da Vinci podría haberle ayudado a dibujar la misteriosa sonrisa de la Mona Lisa, informa AFP. Según Thaler, esta capacidad podría ser la clave para explicar una de las pinturas más conocidas del artista.
“La sonrisa de Mona Lisa es tan enigmática porque representa el momento cuando empieza la sonrisa. Y el ojo rápido de Leonardo capturó eso y lo mantuvo“, ha subrayado Thaler.
El científico ha estudiado el concepto psicofísico de frecuencia de fusión de parpadeo (flicker fusion frecuency o FFF en inglés), lo que es muy parecido a fotogramas por segundo en cinematografía y lo ha comparado con la capacidad visual de Leonardo da Vinci.
Su teoría se basa en en los propios escritos de Da Vinci, donde dejó registro de su observación del vuelo de las libélulas: “La libélula vuela con cuatro alas y cuando las del frente están elevadas, las traseras están bajadas“, según se lee en el libro Leonardo Da Vinci: la biografía (Debate), de Walter Isaacson, famoso por haber sido autor también de volúmenes sobre la vida de Einstein y Steve Jobs. Las libélulas baten sus alas a una velocidad de entre 10 y 20 milisegundos. Para ser capaz de observar su vuelo, una persona debe tener una capacidad de entre 50 y 100 fotogramas por segundo.
Según Thaler, un ser humano medio tiene una frecuencia de fusión de parpadeo de entre 20 y 40 flashes por segundo; mientras que algunos deportistas, como el jugador de béisbol Ted Williams, pueden ver hilos rojos en una pelota de béisbol que se mueve con una velocidad de entre 30 y 50 imágenes por segundo.
Con la visión normal, los fotogramas se unen en una imagen completa, pero la visión de Leonardo da Vinci le permitió congelar las imágenes individuales, aislando un momento especial, ha explicado el investigador. En el caso de Da Vinci, Thaler ha estimado que para ver la diferencia en las alas de libélula, el artista tendría que tener un rango de entre 50 y 100 fotogramas por segundo.
“A menudo nuestros recuerdos son de una imagen fija, no de un movimiento. Leonardo y tal vez otros artistas tenían esa capacidad de captar el punto cuando empieza una sonrisa” o emoción, ha notado el autor principal de estudio.
Por estas latitudes, un estudioso de la figura de Da Vinci como es el ensayista e historiador José Emilio Burucúa pone paños fríos al hallazgo: “El argumento de la agudeza visual implícita en una observación imposible para la inmensa mayoría de los seres humanos, como hubo de ser la volcada a la descripción del vuelo de la libélula, es prima facie convincente. Pero de ahí a concluir que Leonardo, en un cine del siglo XX, hubiese visto cada cuadro del film de modo independiente, me parece una conclusión que el pensamiento científico no debería aceptar. Es un argumento radicalmente contrafáctico y carente de base experimental (hasta ahora). Leonardo no vio nunca nada parecido a la secuencia veloz de imágenes en una película. La psicología experimental ¿ha encontrado algún ser humano capaz de aquella destreza, natural o adquirida, en más de los ciento veinte o ciento treinta años de trabajo que lleva la disciplina? No lo creo. Ahora bien, que Leonardo tenía una agudeza visual muy entrenada y refinadísima es un fenómeno que uno puede concluir, sin mayores dificultades, a partir de los procedimientos técnicos aplicados a la creación del sfumato en sus cuadros, o de la descripción visual de movimientos que él mismo logra mediante el dibujo, o de la presencia del aire entre los objetos sólidos que detectamos en sus paisajes“.
Da Vinci era un consumado observador. Sumó a esa capacidad una reflexión analógica y un desarrollo racional En el caso de la libélula, probablemente usó algún modelo mecánico de las alas del insecto y se percató de que la única forma en que las alas podían funcionar como sistema era la alternancia del movimiento de sube y baja por parte de las alas delanteras y las traseras. Leonardo combinaba magistralmente la percepción y el dibujo de los objetos con un razonamiento acerca de cómo podían moverse, apoyado en las leyes más elementales e intuitivas de la mecánica de pesos, equilibrios y engranajes naturales.
La conclusión de Burucúa está lejos de la hipótesis del ojo biónico: “La excepcionalidad residía en el ejercicio sin descanso del ojo y de la mente raciocinante, no en la posesión de un aparato perceptivo más allá de las limitaciones biológicas propias de nuestra especie“.
https://news.yahoo.com/leonardos-quick-eye-may-key-mona-lisas-magnetism-140637911.html?guccounter=1
https://www.thetimes.co.uk/edition/news/how-sharp-eyesight-smiled-on-leonardo-da-vinci-z62rx37xs