La fiebre polar, la Tierra Hueca y sus influencias en Edgar Allan Poe

El Polo Sur, territorio legendario desde la antigüedad con una denominación usada por primera vez en el año 350 a. C. en la Meteorología de Aristóteles, no fue pisado por el mundo civilizado hasta 1821, gracias al marino estadounidense John Davis – aunque anteriormente el círculo polar antártico había sido cruzado por la expedición del británico James Cook entre 1773 y 1774, a bordo de los barcos HMS Resolution y HMS Adventure – y su tripulación.

Los pormenores de lo que se iba descubriendo en el inhóspito continente llegaban al siempre atento Edgar Allan Poe, que tenía en los avances científicos uno de sus fetiches. El hechizo fue instantáneo, lo que llevó al autor en un primer momento a escribir Manuscrito hallado en una botella, publicado por primera vez en el periódico Baltimore Saturday Visiter en octubre de 1833, siendo uno de sus primeros relatos.

Posteriormente llegaría su citada novela. publicada por entregas en el Southern Literary Messenger en el año 1837, dieciséis años después de que Davis pisara la Antártida. Las fuentes consultadas fueron muy variadas, según apuntaba el experto y traductor Julio Cortázar. El autor se inspiró, por un lado, en los muchos relatos de arriesgadas expediciones polares, muy de moda por aquel entonces. En cuanto a lo puramente literario, hay ecos del gran poema romántico de S. T. Coleridge, en concreto de La balada del viejo marinero. Se ha de tener en cuenta también al Robinsón Crusoe de Daniel Defoe.

La historia estaba narrada en primera persona, por el mismo Arthur Pym, aventurero que decide embarcarse a escondidas en el barco del padre de un amigo. Tras varias desventuras y el párrafo que aparece en la introducción, la nada. No se conocería el destino de Pym, al menos en la novela de Poe1.. Únicamente aparece la explicación de que Pym falleció sin escribir los últimos tres capítulos de la historia, además de algunos detalles de las inscripciones halladas en la isla escritas en diferentes lenguas (árabe o etíope). ¿Es este abrupto final la prueba de que Poe no terminó de escribir lo que quería relatar? Parece que simplemente es un final abierto. Una suerte de cliffhanger que no tuvo continuación.

Se dice que la realidad siempre supera a la ficción. Eso mismo ocurrió entre el Grampus y el Mignonette. En mayo de 1974, el novelista húngaro Arthur Koestler publicó una carta del lector Nigel Parker en The Sunday Times acerca de una sorprendente coincidencia entre la novela de Poe y caso del yate inglés. Una coincidencia a la que se ha hecho alusión en multitud de ocasiones en los siguientes años, hasta el presente.

El caso del Mignonette es el único en el que unos caníbales ocasionales, llevados por la extrema necesidad y el instinto de supervivencia, fueron condenados por las autoridades judiciales, pero las razones fueron políticas y la sentencia finalmente reconsiderada. Tras el hundimiento del yate y la falta de agua, Richard Parker comenzó a beber agua de mar, lo que llevó a que el joven entrara en coma el 20 de julio de 1884. Los tres marineros compañeros subsistieron con la sangre y la carne del desgraciado grumete – asesinado mientras seguía en coma – durante cuatro días, hasta que fueron rescatados el día 29 por el barco alemán Moctezuma2..

La novela de Poe es la fuente principal de esa temática presente en la obra del oriundo de Boston. Desde luego, existen varios textos más que dan fe de ese gusto por los misterios ofrecidos por los hielos dentro de su obra. Pero antes de llegar a esos otros textos, se dará un pequeño rodeo para hablar de un escrito de importancia capital para entender esa fijación por el Polo Sur, firmada por un tal capitán Adam Seaborn, a todas luces – aunque en esta cuestión también hay un debate abierto – un pseudónimo de John Cleves Symmes Jr.: Symzonia.

La primera novela norteamericana sobre la Tierra Hueca

En 2011, la editorial La Biblioteca del Laberinto ofreció la que hasta hoy es la última edición en castellano del curioso libro en el que se da tienda suelta a las ideas e hipótesis de Symmes. Puede que por apego a ellas (si se acepta que fue el propio Cleves quien escribió el libro) o con ánimo burlesco o caricaturesco (también hay versiones que apuntan en esta dirección), el libro es incapaz de dejar indiferente a quien se acerca a sus páginas y conoce un poco el contexto en que fueron escritas. Esa cuidada edición, que además contiene algunos textos polares de Poe, supone la fuente principal de este artículo. A este respecto, la labor de traducción y anotación de Óscar Mariscal merece un sobresaliente reconocimiento, así como su prólogo, donde resume a la perfección esa curiosa relación que une a Symmes con Poe.

Entrando en materia, se acepta casi universalmente que Symzonia (publicada por primera vez en 1820 por Jonathan Seymour, 49 John Street; Southern District of New York) fue escrita por Symmes (1779-1829). Óscar Mariscal cita en el prólogo de la edición de 2011 de Symzonia3. a Victoria Nelson, que señala este trabajo como la primera novela utópica norteamericana, además de la primera sobre la Tierra Hueca, siendo además un precedente a ficciones posteriores. Si bien libros posteriores versan sobre todo sobre distopías subterráneas, Symzonia ofrece un viaje de conocimiento sobre una sociedad idílica, en la que la meritocracia era justa y equilibrada, siendo únicamente amenazada por el terrible capitalismo asociado al comercio. El hecho de que la forma de gobierno fuese una República también sirvió para mostrar buena parte de la ideología de su creador.

Mariscal tiene el buen tino de señalar que este libro no se trata del primero cuya acción transcurre en lugares subterráneos, pues ese mérito pertenece a Relation d’un voyage du Pôle Arctique, au Pôle Antarctique (1721), donde se habla sobre un ballenero tragado por un remolino al norte de Groenlandia y que es arrastrado desde el interior de la Tierra hasta el Polo Sur4.. Hubo varias novelas con este leitmotiv durante el siglo XVIII, pero no hay dudas sobre el carácter novedoso de la novela de Seaborn/Symmes en territorio norteamericano.

Su autoría sigue dando que hablar a pesar del tiempo transcurrido. Mariscal se hace eco de las declaraciones e ideas del profesor de la Universidad de Carolina del Norte James Osler Bailey (1903-1979), gran experto en la obra de Poe y que supo establecer muchos paralelismos entre Symzonia y La narración de Arthur Gordon Pym. En 1977, un par de años de antes de morir, Bailey publicó una edición facsímil de la obra del supuesto capitán Seaborn, donde decía que «la Biblioteca del Congreso catalogó el libro con una interrogación: “Seaborn [¿pseudónimo?]”, pero sin referencia alguna a Symmes», para luego revelar que la ficha de la Universidad de Carolina del Norte «cataloga el libro como “Symmes, J. C.”, sin mencionar a Seaborn en absoluto»5.. Bailey aludía a evidencias internas del texto sobre su relación con las teorías defendidas por Symmes. Solo había un problema: la novela introducía el nombre de John “Cleve” Symmes. ¿El autor escribió mal su nombre a propósito?

Esto contrasta con la otra gran hipótesis sobre la autoría del trabajo, que para otros expertos no sería más que una sátira sobre las creencias en torno a la Tierra Hueca. Hans-Joachim Lang y Benjamin Lease señalaron a Nathaniel Ames (1796-1835), marino profesional con estudios de teología, como el verdadero autor de Symzonia6..

Más allá de que la novela fuese o no obra de Symmes, lo cierto es que su influencia es capital. Nacido en el condado de Sussex, Nueva Jersey, hijo de Thomas y Mercy (de soltera Harker) Symmes, fue nombrado de esa forma en honor a John Cleves Symmes, delegado al Congreso Continental, coronel en la Guerra Revolucionaria, presidente del Tribunal Supremo de Nueva Jersey, suegro del presidente estadounidense William Henry Harrison y pionero en el asentamiento y desarrollo del Territorio del Noroeste. Aunque el juez Symmes no tuvo hijos varones, al joven John Cleves Symmes se le conocía a menudo por su último rango militar, o con el sufijo “Jr.”, para distinguirlo de su famoso tío. Symmes obtuvo una comisión como alférez en el ejército de los Estados Unidos (con la ayuda de su tío) el 26 de marzo de 1802, a la edad de veintidós años.

Fue comisionado en el 1er Regimiento de Infantería y fue ascendido a Segundo Teniente el 1 de mayo de 1804, a Primer Teniente el 29 de julio de 1807 y a Capitán el 20 de enero de 1813. El 25 de diciembre de 1808, Symmes se casó con Mary Anne Lockwood, una viuda con seis hijos, todos los cuales debía criar junto a sus propios hijos con Mary.

Durante la Guerra de 1812, Symmes estuvo inicialmente estacionado en el Territorio de Missouri hasta 1814 cuando su 1er Regimiento de Infantería fue enviado a Canadá, llegando justo a tiempo para brindar alivio a las fuerzas estadounidenses en la Batalla de Lundy Lane. Symmes también sirvió durante el Asedio de Fort Erie, y continuó en su carrera en el Ejército hasta que fue dado de baja honorablemente el 15 de junio de 1815.

Después de dejar el ejército, Symmes se mudó a St. Louis y se hizo comerciante. Vendió suministros al Ejército y obtuvo una licencia para comerciar con los indios Fox. Sin embargo, su empresa no tuvo éxito y en 1819, Symmes trasladó a su familia a Newport. Pero mientras fracasaba como comerciante, Symmes estaba contemplando los anillos de Saturno y desarrollando su teoría de la Tierra Hueca, una teoría que pasaría el resto de su vida promoviendo.

El 10 de abril de 1818, Symmes anunció su teoría de la Tierra Hueca al mundo, publicando su Circular No. 1 con bastante poco éxito. Mientras, unos pocos partidarios entusiastas finalmente alabarían a Symmes como el “Newton de Occidente”.

Declaro que la tierra es hueca y habitable por dentro; que contiene una serie de esferas sólidas concéntricas, una dentro de la otra, y que está abierta en los polos 12 o 16 grados; Prometo mi vida en apoyo de esta verdad y estoy listo para explorar el hueco, si el mundo me apoya y ayuda en la empresa.7.

Symmes había enviado su declaración a “cada gobierno extranjero notable, príncipe reinante, legislatura, ciudad, colegio y sociedades filosóficas, a través de la unión, y a miembros individuales de nuestra legislatura nacional…“. El hijo de Symmes, Americus, escribió sobre la reacción a la Circular No. 1 en 1878, relatando que “su recepción por parte del público se puede imaginar fácilmente; fue abrumado por el ridículo como la producción de un imaginación desordenada, o el resultado de una locura parcial. Fue durante muchos años una fuente fructífera de broma con los periódicos“. Symmes, sin embargo, no se detuvo.

Originalmente, la teoría de la Tierra Hueca de Symmes describía el mundo como compuesto por cinco esferas concéntricas, con nuestra tierra exterior y su atmósfera como las más grandes. Visualizó la corteza terrestre con un grosor aproximado de 1.610 km (1.000 millas), con una abertura ártica de 6.450 km (4.000 millas) de ancho y una abertura antártica de 9.650 km (6.000 millas) de ancho. Symmes propuso que la curvatura del borde de estas aberturas polares era lo suficientemente gradual como para que fuera posible entrar al interior de la Tierra sin darse cuenta de la transición. Argumentó que debido a la fuerza centrífuga de la rotación de la Tierra, la Tierra se aplanaría en los polos, lo que conduciría a un vasto pasaje hacia el interior de la Tierra. El concepto de Symmes de las aberturas polares que conectan la superficie de la Tierra con la Tierra interior iba a ser su contribución única a la tradición de la Tierra Hueca. Tales aberturas polares llegarían a ser conocidas como “Symmes Holes” en Tierras Huecas literarias8..

Symmes sostuvo que las superficies internas de las esferas concéntricas de su Tierra Hueca estarían iluminadas por la luz solar reflejada en la superficie exterior de la siguiente esfera hacia abajo y serían habitables. También creía que las esferas giraban a diferentes velocidades y sobre diferentes ejes, y que la aparente inestabilidad del norte magnético en el Ártico podría explicarse por los viajeros que se movían desprevenidos a través y a lo largo del borde entre la tierra interior y exterior.

Symmes generalizó su teoría para usarla en otros cuerpos celestes, afirmando que “la Tierra, así como todos los cuerpos orbiculares celestes existentes en la inversa, visible e invisible, que participan en cualquier grado de naturaleza planetaria, desde el más grande al más pequeño, desde el sol hasta el más diminuto meteorito resplandeciente o estrella fugaz, están todos constituidos, en mayor o menor grado, por una colección de esferas”.

En última instancia Symmes simplificaría su teoría, abandonando esa serie de esferas internas concéntricas y abreviándola a solo una esfera concéntrica (una tierra hueca), no cinco.

Pero la teoría de Symmes no eran del todo novedosas. Si bien la idea de las aberturas polares que conducen a una Tierra Hueca fue una innovación de Symmes, el concepto de Tierra Hueca tenía un pedigrí intelectual que se remonta al siglo XVII y Edmund Halley. Halley propuso su teoría de la Tierra Hueca como una explicación de las diferentes ubicaciones de los polos geográficos y magnéticos de la Tierra. Si bien los contemporáneos de Halley consideraron interesantes los datos geomagnéticos que había reunido, su propuesta de una Tierra Hueca nunca fue ampliamente aceptada.

Algunos estudiosos han propuesto que Symmes pudo haber aprendido de Halley’s Hollow Earth a través del libro de Cotton Mather, The Christian Philosopher, un estudio popular de la ciencia como teología natural. En un capítulo concreto, que hablaba sobre el magnetismo terrestre, Mather dedicaba tres páginas a resumir un artículo de Halley. Mariscal señala en el citado prólogo a la edición española de Symzonia del 2011 que muchos artículos de Internet atribuyen erróneamente la idea de las aperturas polares al matemático Leonhard Euler (1707-1783). Realmente, Euler se oponía claramente a las ideas de Halley sobre las esferas interiores y el magnetismo terrestre, dejando testimonio de ello en sus Letters to a Princess of Germany, que publicó en tres volúmenes entre 1768 y 1772.

Otra posible inspiración para Symmes pudo ser Sir John Leslie (1766-1832), matemático y físico escocés. Mariscal cita al propio Leslie, quien en 1823 publicó Elements of Natural Philosophy, donde decía lo siguiente:

Nuestro planeta debe tener una estructura cavernosa muy amplia. Pisamos sobre una corteza cuyo espesor no es sino un porcentaje muy pequeño del diámetro de su esfera. […] La gran concavidad central no es ese abismo oscuro y triste que habían imaginado los poetas. Por el contrario, esta espaciosa bóveda interior debe contener la más pura esencia etérea: luz en su estado más concentrado brillando con intenso e intimidante esplendor.9.

Poe y su Atlántida

En el interés de Poe sobre estos viajes polares tuvo mucha culpa Jeremiah N. Reynols (1799-1858), quien se unió a Symmes como conferenciante cuando se convenció de que todo aquel asunto de las esferas concéntricas era algo real. La relación entre ambos no acabó bien, pues Reynolds tenía tendencia a cambiar ciertos matices de la teoría de Symmes, algo que a este último no le sentaba nada bien. Ciertamente eran los últimos años de vida del adalid de la teoría (Reynolds y él se pelearon en 1825), que murió en 1929, siendo su hijo Americus el único entre sus vástagos que continuó con su labor de forma más o menos continuada.

Por su parte, Reynolds abogaba por una expedición polar, un sueño al que dedicó buena parte de sus conferencias. Centrándose en el interés científico que podría suscitar una expedición, buscaba que el asunto llegase al Congreso. De hecho, tanto Mariscal como otros expertos señalan a este hombre como el principal responsable del interés estadounidense en las expediciones hacia territorio polar.

Son cuatro las obras de Poe que recibieron esa influencia directa: Manuscrito hallado en una botella (Baltimore Saturday Visitor, 1833), Un descenso al Maelström (Graham´s Magazine, 1841), La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall (Southern Literary Messenger, 1837) y la ya citada La narración de Arthur Gordon Pym (Southern Literary Messenger, 1837).

Mariscal vuelve a citar al profesor Bailey para establecer paralelismos entre esta última novela y Symzonia. Por ejemplo, que Pym hablase de descubrimientos científicos que no localiza geográficamente. En la obra de Seaborn, la curvatura terrestre cerca de las supuestas aberturas distorsionaba las latitudes, cosa que usó Poe cuando en su libro se busca las islas Auroras sin éxito. Otra muestra es que tanto los tripulantes del Explorer como de la Jane Guy disparan contra animales que les parecían peligrosos (en Seaborn era “un gigantesco monstruo” y en Poe un “oso gigantesco”). Los ejemplos siguen, pero Bailey apuntaba a la escena final de Pym, donde la cima que vislumbra podría ser un guiño la tierra hueca de Symmes. Los seres que habitaban la sociedad perfecta de Symzonia tenían la piel muy blanca, y puede que Poe hiciese una alusión a esto en la gran figura blanca que se muestra justo cuando la narración se corta abruptamente. Según Mariscal, Bailey situaba la novela de Poe en una saga sobre la exploración del mundo interior, compuesta por la propia Symzonia, el libro de Poe, A Strange Manuscript Found in a Copper Cylinder de James DeMille (1888) y The Secret of teh Earth de Charles Willing Beale (1899)10.

La Atlántida aparece entre septiembre de 1838 y junio de 1839, y supone un misterio en sí mismo. Según se puede leer en eapoe.org:

Esta fantasía satírica serializada fue atribuida por Arthur Hobson Quinn como posiblemente obra de Poe. La afirmación de Quinn es que “la evidencia de la autoría de Poe es en gran parte interna” (véase A. H. Quinn, págs. 757-761). Thomas Ollive Mabbott, sin embargo, sintió que era más probable que el autor fuera Nathan Covington Brooks, quien fue uno de los editores del Museo Americano (ver Heartman & Canny, p. 145). La primera atribución a Poe fue probablemente el argumento hecho en 1922 por Margaret Alterton (Principios críticos de Poe: sus fuentes y desarrollo, disertación, Universidad de Iowa, capítulo VI, págs. 2-22). Aparentemente, se había vuelto menos segura de esta afirmación cuando publicó Origins of Poe’s Critical Theory (Estudios Humanísticos de la Universidad de Iowa, 1925), ya que solo hace una mención mínima del asunto, en una nota al pie.

La sucesión de capítulos aparece de la siguiente forma:

  • “The Atlantis, a Southern World [parte I – capítulos I-V]” — septiembre de 1838
  • “The Atlantis, a Southern World [parte II – capítulos VI-VIII]” — octubre de 1838
  • “The Atlantis, a Southern World [parte III – capítulos IX-X]” — noviembre de 1838
  • “The Atlantis, a Southern World [parte IV – capítulos XI-XIII]” — diciembre de 1838
  • “The Atlantis, a Southern World [parte V – capítulos XIV]” — enero de 1839
  • “The Atlantis, a Southern World [parte VI – capítulos XV]” — junio de 1839

La Biblioteca del Laberinto incluyó en la edición de Symzonia de 2011 parte del material reeditado por el crítico Sam Moskowitz en 1969, concretamente en The Man who Called Himself Poe (Doubleday, 1969). Únicamente son cuatro entregas, por lo que la trama está lógicamente sesgada. Como apunte, una traducción precedente de ese material apareció en la revista Delirio. Ciencia ficción y fantasía, número 4, junio de 2009, pp- 12-23, con introducción y traducción del propio Óscar Mariscal.

En cuanto a los otros textos polares de Poe recogidos en esa edición de La Biblioteca del Laberinto, uno es Un viaje de exploración a los mares del Sur (reseña de Southern Literary Messenger, 1837) y El viaje de exploración de Estados Unidos (reseña del Graham´s Magazine, 1843). Estos, unidos a ese relato atlántico que continúa siendo imposible de rastrear en su conjunto y a los relatos mencionados anteriormente, dan testimonio de un Poe que estaba muy atento a los avances de su época y cuya imaginación se mostraba muy receptiva a posibles descubrimientos en los confines del mundo conocido. Su temprana muerte dio al traste con una vida que quizá podría haber dado mucho más de sí en lo que a la creación literaria se refiere, pero que a la postre le encumbró como uno de los escritores más leídos y admirados de los siglos siguientes.

Fuentes:

  • Goldstern, Débora: Tierra Hueca. Madre de todas las conspiraciones, Editorial Guante Blanco, 2018.
  • Heartman, Charles F. y James R. Canny: A Bibliography of First Printings of the Writings of Edgar Allan Poe, Hattiesburg, MS: The Book Farm, 1943.
  • Moros Peña, Manuel: Historia natural del canibalismo, Nowtilus, 2008.
  • Peck, John Weld: Symmes’ Theory. Ohio Archaeological and Historical Quarterly, 1906, 18: 28–42. Disponible en https://archive.org/stream/ohioarchological18ohio#page/28/mode/2up
  • Poe, Edgar Allan: La narración de Arthur Gordon Pym, Libros del zorro rojo, 2015.
  • Quinn, Arthur Hobson: Edgar Allan Poe: A Critical Biography (New York: D. Appleton, Co.), 1941.
  • Seaborn, Adam: Symzonia seguida de otros textos polares de E. A. Poe, La Biblioteca del Laberinto, 2011.
  • Ruiz Herrera, Félix: Arthur Gordon Pym y un destino ajeno a Poe. Misteriored.com, 2020
  • Ruiz Herrera, Félix: Tabú o necesidad: cuando practicar canibalismo es la única forma de sobrevivir. Misteriored.com, 2019.

Notas:

1. Ruiz Herrera, Félix: Arthur Gordon Pym y un destino ajeno a Poe. Misteriored.com, 2020

2. Ruiz Herrera, Félix: Tabú o necesidad: cuando practicar canibalismo es la única forma de sobrevivir. Misteriored.com, 2019.

3. Mariscal, Óscar, 2011: 17. En Seaborn, Adam: Symzonia seguida de otros textos inéditos de E. A. Poe, La Biblioteca del Laberinto, 2011.

4. El autor de esta obra no es conocido.

5. Mariscal, Óscar, 2011: 18.

6. Lang, H. J. Y Lease, Benjamin: The Authorship of Symzonia: The Case for Nathaniel Ames, 1975.

7. Lubin, Dan; Massom, Robert: Polar Remote Sensing: Volume I: Atmosphere and Oceans. Chichester, UK: Springer Science & Business Media/Praxis Publishing, Ltd, 2006.

8. Peck, John Weld: Symmes’ Theory. Ohio Archaeological and Historical Quarterly, 1906, 18: 28–42. Disponible en https://archive.org/stream/ohioarchological18ohio#page/28/mode/2up

9. Mariscal, Óscar, 2011: 17.

10. Mariscal, Óscar, 2011: 14.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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