Lo que en muchos países de Occidente sigue siendo un asunto tabú, del que no se suele hablar a nivel gubernamental, en Japón es un problema de Estado que se tiene muy en cuenta. Tanto que se comienzan a tomar medidas para intentar paliarlos. La soledad y el suicidio se dan la mano en territorio nipón. La actual situación pandémica ha agravado la situación hasta niveles intolerables para una sociedad muy castigada por determinados movimientos culturales que aíslan a un porcentaje significativo de la población.
El número de suicidios en Japón aumentó el año pasado por primera vez en más de una década, y buena culpa de ello la tuvo la pandemia de la Covid-19, que dio al traste con los progresos en la lucha contra este fenómeno particularmente importante en el país.
El ministerio de Salud anunció el viernes 22 de enero que 20.919 personas se quitaron la vida en 2020 en el archipiélago, un aumento de un 3,7% interanual. En comparación, Japón registró el año pasado 3.460 muertes por coronavirus. Una comparación que muestra de forma bastante evidente la problemática con laque se está tratando.
Japón tiene la tasa de suicidio más alta de los miembros del G7 (16,6 por cada 100.000 habitantes en 2020), pero últimamente había tenido cierto éxito al brindar mejor apoyo a las personas frágiles psicológicamente. Esto había quedado reflejado en el descenso del número de suicidios, que había caído a 20.000 en 2019, su nivel más bajo desde 1978, tras alcanzar un pico de 34.000 en 2003.
Mujeres, niños y adolescentes fueron quienes más se suicidaron el año pasado y los expertos estiman que la pandemia y las restricciones por el virus parecen haberlos afectado en este particular. Tras haber bajado esa tasa en el primer semestre de 2020, los suicidios comenzaron a aumentar en julio. Esta evolución confirma un modelo de los expertos según el cual los suicidios tienden a disminuir en la fase inicial de un periodo de crisis para luego subir con fuerza.
Michiko Ueda, profesora asociada de Ciencias Políticas en la universidad Waseda de Tokio y especialista en el fenómeno del suicidio en Japón, ha realizado recientemente declaraciones a este respecto, señalando al pasado 2020 como un punto de inflexión en la lucha contra esa lacra:
“Ciertamente el coronavirus es un factor importante“, dice a la AFP, sin descartar que “las cifras aumenten de nuevo este año“.
Japón forma parte de un pequeño grupo de países en los que los suicidios durante la pandemia superaron a las muertes provocadas por el virus. Los suicidios de 2020 en Japón siguieron patrones diferentes a los de los años anteriores, según la profesora Ueda, que subraya el alza muy pronunciada del número de suicidios entre las mujeres (+14,5%), mientras que entre los hombres se registró una caída del 1%.
El aumento del desempleo entre las mujeres, más numerosas en los trabajos precarios (especialmente en la hostelería y la restauración, dos sectores muy afectados por la crisis), y la mayor carga de responsabilidad de cara a las tareas domésticas y parentales podrían ser algunos de los motivos tras este aumento.
“El coronavirus puso en evidencia las desigualdades de género en Japón“, agrega Yayo Okano, profesora de feminismo en la universidad Doshisha en Kioto (oeste), recordando que las tareas de las mujeres en los hogares continúan siendo muy desproporcionadas con respecto a las de los hombres en Japón. No hay que ser ningún analista para advertir que la brecha de género en Japón es inusitada, y que ese trato desigual es algo que permanece presente en todas las instituciones y clases sociales, sin distinción.
Por otra parte, hay otro colectivo muy dañado por estas cifras, y es el de los adolescentes. Las cifras de los suicidios de jóvenes de menos de 18 años en Japón son ciertamente alarmantes: más de 300 alumnos de primaria y secundaria se quitaron la vida entre principios de abril y finales de noviembre de 2020, un aumento de cerca del 30% con respecto al mismo periodo el año anterior.
“Los riesgos son elevados para los jóvenes“, que “sienten la ansiedad en cuanto al futuro” y sufren de manera particular la disminución de las relaciones sociales, dice Akiko Mura, consejera del centro de prevención del suicidio de Tokio.
Por otra parte, los expertos piensan que una serie de suicidios de celebridades en Japón en 2020 podría también haber influenciado a personas vulnerables. Hubo suicidios de varias celebridades femeninas a lo largo del pasado año, que coincidieron con aumentos en esa stasas de suicidio. Hana Kimura, luchadora profesional, se suicidó en mayo y la actriz Yuko Takeuchi se suicidó a finales de septiembre.
El suicidio de celebridades como factor de imitación
En el caso de Kimura, wrestler profesional de 22 años de edad, tuvo mucho que ver el cyberbullying. Kimura (que recibía el apodo de Dangerous Flower) era miembro del elenco del popular programa de televisión “Terrace House” (emitido en Netflix) y fue encontrada muerta tras hacer público que recibía mensajes de odio a través de Twitter. Los mismos fueron clave en su triste final. Varios de esos mensajes anónimos fueron sacados a la luz por la investigación, mostrando lo especialmente hirientes que pueden ser algunas personas que se esconden tras el anonimato de un nickname o una cuenta. Había mensajes como: “¿Tiene algún valor tu vida?” u “Oye, ¿cuándo vas a morir?“.
La policía encontró un total de 1200 mensajes dirigidos hacia ella, incluidos los positivos, publicados por alrededor de 600 cuentas dirigidas a ella. También se confirmó que se habían dejado alrededor de 300 mensajes de odio de alrededor de otras 200 cuentas hacia Kimura, entre la que destacaba una determinada cuenta perteneciente a cierto hombre con mayor peso en el desenlace de los acontecimientos. Se determinó que este individuo debía ser acusado de responsabilidad penal ya que sus publicaciones eran particularmente maliciosas.
Lo curioso es cómo comenzó el ciberacoso hacia la luchadora. Según los medios consultados, todo se precipitó tras una escena en un episodio de Terrace House emitido a finales de marzo, donde se mostró a Kimura perdiendo los estribos con un miembro del elenco masculino que accidentalmente encogió uno de sus trajes de lucha libre mientras lavaba la ropa.
El 23 de mayo, a la postre el día de su muerte, Kimura tuiteó: “Recibo casi 100 opiniones honestas todos los días y no puedo negar que hieren mis sentimientos“.
Algunos de los detalles sobre la muerte de Kimura fueron dados a conocer a través de Solowrestling, que cubrió con lógico interés y pesar la muerte de la prometedora wrestler nipona. Según recogieron en una nota publicada el día siguiente de la muerte, se informó que la luchadora publicó a través de Twitter varias imágenes gráficas de heridas autoinfligidas, lo cual despertó la preocupación de compañeros, amigos y fans. No obstante, Kimura podría haber fallecido por inhalación de gas. No quedó muy claro si Hana publicó imágenes con las heridas autoflingidas o esas fotografías fueron parte de un bulo. Muchos de sus compañeros reaccionaron y llamaron a las autoridades no por esas imágenes, sino por su último mensaje publicado en las redes sociales.
Según un vecino, “alrededor de las 4 de la mañana, algunos camiones de bomberos y una ambulancia se apresuraron a llegar. La causa fue el sulfuro de hidrógeno“. El Departamento de Policía del barrio de Jōtō también reconoció que “hubo un caso donde se generó sulfuro de hidrógeno en el distrito de Kōtō y se trató a una persona que terminó falleciendo“. Sin embargo, los detalles no fueron expuestos “por petición de la familia afectada“.
El hombre investigado por el asunto, que admitió un cargo de insulto público, le dijo a la policía durante el interrogatorio voluntario que “quería vengarse de [Kimura] después de verla actuar violentamente hacia un [miembro del elenco] masculino en el programa”. También envió un correo electrónico de disculpa a su familia en junio, según los investigadores.
El cargo conlleva un castigo de ser detenido por hasta 29 días o una multa que oscila entre los 1,000 y los 10.000 yenes (10 o 100 dólares, respectivamente), una cuantía a todas luces irrisoria.
Aunque el hombre había borrado sus comentarios, la policía pudo identificarlo basándose en capturas de pantalla que Kimura había tomado en su teléfono inteligente. La madre de la luchadora también presentó documentación a la Organización de Mejoramiento de Programas y Ética de Radiodifusión en julio del pasado año, alegando que el reality show violaba los derechos humanos y personales de su hija.
Poco después de la muerte de la luchadora, concretamente el 26 de mayo, el Ministro de Asuntos Internos y Comunicación de Japón, Sanae Takaichi, prometió acelerar las discusiones del gobierno sobre la legislación de ciberacoso. Takaichi tenía la intención de liderar un panel gubernamental para discutir si los usuarios de Internet podrían ser identificados cuando sus publicaciones en las redes sociales incluyen “calumnias y difamaciones”. En julio, el Gobierno abrió una web destinada a ayudar a las víctimas a protegerse de comentarios no deseados en Internet. Varias empresas de tecnología dieron a conocer una “Línea directa de difamación y abuso” para ayudar a los usuarios que han sido víctimas y presentar solicitudes para que se eliminen las publicaciones. Twitter, con sede en Estados Unidos, también tomó medidas para permitir que los usuarios limiten la capacidad de responder a sus propias publicaciones.
Según una encuesta global de We Are Social, el 50% de las mujeres encuestadas y el 44% de los hombres de entre 16 y 64 años dijeron que han pasado más tiempo en las redes sociales desde que el brote comenzó a obligar a muchas personas a quedarse en casa. La muerte de Kimura y otras estrellas jóvenes ha provocado un debate sobre cómo frenar el discurso de odio en línea y otras formas de abuso.
En Japón, aquellos que han sido difamados a través de las redes pueden solicitar a los proveedores de servicios de telecomunicaciones y a los operadores de sitios web que revelen voluntariamente las direcciones IP, los nombres y las direcciones de los atacantes anónimos.
Sin embargo, muchas de las víctimas “en realidad renuncian a [tratar de obtener] la información de sus agresores“, dijo Yoshikazu Saisho, abogado de la Oficina de Derecho Internacional de Minato. Dado que pocas empresas divulgan voluntariamente la información personal de sus clientes, esas víctimas de acoso a menudo tienen que presentar múltiples demandas contra proveedores de servicios y agresores. Según Saisho, se necesitan aproximadamente entre seis y 12 meses y al menos 1 millón de yenes (unos 9.300 dólares) para obtener dicha información.
Kazuki Kitazawa, abogado de Cyber Law Japan Eichi Law Offices, enfatiza que la protección de objetivos debe “equilibrarse con la libertad de expresión” y que la regulación por ley “no puede solucionar todos los problemas que enfrentamos“.
Los investigadores señalan algo muy obvio, tanto en Japón como en el resto del mundo. Es necesario mejorar la educación sobre cómo utilizar Internet.
“Hay que enseñar a la gente que Internet es un lugar público y que existen huellas digitales“, dijo Jun Sakamoto, profesor de la Universidad Hosei de Japón, que pide un nuevo examen de la educación pública. “Muchos jóvenes no se dan cuenta de que los comentarios que haces en línea probablemente estarán ahí para siempre.”
Pero el ciberacoso, como es fácilmente constatable, no es solo un problema en territorio japonés. Casos como el de Kimura se pueden encontrar en todo el mundo, y destacadas figuras jóvenes de Asia también han sido y son víctimas víctimas. En 2019, las cantantes surcoreanas Sulli y Goo Hara, quienes habían sido estrellas del K-pop, se suicidaron después de enfrentar incontables agresiones a través de sus redes sociales. En Taiwán y Tailandia ha habido casos similares.
Los ciberacosadores no limitan sus ataques a las celebridades. Según una encuesta realizada en 2018 por la empresa francesa de investigación de mercado Ipsos, el 17% de los padres de todo el mundo dijeron que sus hijos habían sufrido ciberacoso. En India, el 37% de los padres respondieron que sus hijos habían sido víctimas de acoso cibernético. Esa fue la cifra más alta entre los países asiáticos. En china, el porcentaje fue del 17%, En Corea del Sur llegó al 13% y únicamente al 4% en Japón, aunque el director de Ipsos, Mallory Newall, señala que muchos padres japoneses de niños acosados siguen sin ser conscientes del problema. Este factor debería ser muy tenido en cuenta por las autoridades japonesas a la hora de cambiar su estrategia de lucha contra los suicidios y la soledad.
La segunda muerte que ha sido recogida por varias voces autorizadas como posible factor desencadenante en el aumento de los suicidios femeninos se produjo el 28 de septiembre. Se trató de Yuko Takeuchi, popular actriz de 40 años de edad, que se ahorcó y fue encontrada por su marido, el también actor Taiki Nakabayashi. Famosa desde muy joven, Takeuchi alcanzó su cénit de popularidad internacional con apenas 18 años, cuando protagonizó ‘Ringu’, la aclamada película de terror que se haría aún más famosa a principios de este siglo gracias a su remake, ‘The Ring’. Los mensajes de la propia actriz no hacían presagiar su triste final. De hecho, parecía mostrarse feliz ante los medios de comunicación. A finales de enero de 2020 tuvo a su segundo hijo, lo que hizo que su muerte fuese aún más impactante de cara a la opinión pública.
Michiko Ueda encontró un factor oleada en estas muertes, y dijo que en su investigación encontró que los suicidios aumentaron del 5 al 6 por ciento después de que esas personas famosas se suicidaran. Además, ese aumento duraba unos diez días.
“Hay un efecto de imitación“, dijo al respecto Toshio Sakamoto, de la Universidad de Nanzan, en Nagoya. “Inmediatamente después de suicidios como ese, el número de llamadas a las líneas de ayuda se duplica. Takeuchi tenía 40 años y el rango de edad en el que aumentaron los suicidios fue en mujeres de 40 años“.
Sin embargo, Sakamoto advirtió que una lectura simplista y con una perspectiva únicamente económica era un error, y señaló que los suicidios comenzaron a aumentar cuando el sector de servicios volvió a funcionar. También hubo grandes variaciones regionales. Algunos expertos apunta a la errada estrategia del gobierno nipón en cuanto al apoyo a trabajadores en paro. Las ayudas irían orientadas hacia subsidios, y no hacia la promoción del trabajo y la activación económica, lo que ayudaría a explicar en parte por qué esos aumentos en la tasa de suicidios no fue tan acusada en el caso de los hombres y sí en las mujeres, que parecían volver a la actividad con esa apertura del sector servicios. Japón también puede necesitar repensar su estrategia de prevención del suicidio, dijo Ueda. Habiendo dirigido principalmente sus líneas telefónicas de ayuda y otras medidas asistenciales a reducir el alto número de suicidios masculinos, con un éxito considerable, el gobierno deberá considerar también cómo llegar a las mujeres.
Para buscar soluciones a estos problemas cada vez más acuciantes, el ministro Tetsushi Sakamoto trabajará con varias agencias estatales, entre ellas las que se dedican a la prevención de suicidios, el cuidado de ancianos y la pobreza infantil. Todas estas circunstancias se dan de la mano y dibujan un panorama terrorífico en territorio japonés, con titulares que de cuando en cuando muestran esa cara tan amarga de la sociedad.
La muerte en soledad
Un reciente ejemplo se produjo a finales de enero de este 2021, cuando la policía de Japón detuvo a una mujer después de que el cuerpo de su madre muerta fuera descubierto en un congelador de su apartamento. La detenida fue Yumi Yoshino, mujer de 48 años que se encontraba en un hotel de la cercana ciudad de Chiba cuando fue interceptada por los agentes. Yoshino dijo a los agentes que encontró a su madre muerta y decidió esconder el cuerpo porque “no quería mudarse” de la casa de Tokio que ambas compartían. Ante la lógica investigación en torno a las circunstancias de la muerte, no se pudo determinar cuánto tiempo llevaba muerta la anciana, ni tampoco la causa. El estado del cadáver ni siquiera permitió aclarar sin género de dudas que la muerte no fuese violenta, pero los medios aclaran que no hay sospechas por parte de los investigadores en este aspecto. Lo llamativo es que el cuerpo de la anciana había sido colocado de tal forma que cupiese dentro del congelador, donde ha permanecido por tiempo indeterminado. Puede que el motivo de ese ocultamiento fuese económico, ya que la inquilina dejó de pagar el alquiler poco después. Al parecer, la anciana simplemente murió y su hija decidió no dar a conocer este extremo para no tener que abandonar su casa por los impagos. La situación habría permanecido oculta de no haber sido por el persona de limpieza, que entró en el domicilio una vez que la inquilina fue expulsada del mismo tras no pagar las cuotas del alquiler.
A finales de 2020 se informó de que el Partido Liberal Democrático de Japón, que se haya al frente del gobierno, había decidido crear un grupo especial de trabajo sobre el problema de los llamados ‘hikikomori’, personas que llevan un estilo de vida asocial y buscan el aislamiento. Un fenómeno que, por otra parte, no es exclusivo de Japón, ya que hay quienes denuncian el aumento significativo de comportamientos parecidos en países occidentales. Algo que no ha hecho más que aumentar debido a las restricciones causadas por la pandemia global. Por otra parte y ligado a todo ello, se haya el fenómeno del kodokushi, que se usa para hablar de personas que viven y mueren en absoluta soledad.
No hay estadísticas oficiales que permitan cuantificar el kodokushi y las consecuencias que acarrea, pero una investigación publicada en 2011 por el instituto NLI estimó que cada año mueren de esta manera entre 8.000 y 26.000 personas en Japón. El año pasado, una encuesta de la Oficina del Gabinete japonés reveló que al 50,7% de los mayores de 60 años que viven solos les angustia la posibilidad de terminar así.
La expectativa de vida en Japón es de 84,1 años, una marca superada solo por Hong Kong, donde es 84,6. La edad lleva asociada consigo la aparición de enfermedades neurodegenerativas que degeneran en versiones aún más extremas de esta problemática: es el caso de personas que viven con otra persona, pero su muerte no es reportada, estando su cuerpo varios días sin ser descubierto, porque su conviviente no se entera o no está en condiciones de reportarlo. O no quiere, como en el caso de Yumi Yoshino y su madre. Según el periódico Mainichi Shimbun, se produjeron al menos 538 casos en Tokio y Osaka entre 2017 y 2019.
Y esto es algo que es igualmente extrapolable a buena parte del mundo, al menos en el ámbito europeo, en el que la cultura de la individualidad y las tasas de natalidad a la baja hacen que haya mayor porcentaje de población en la tercera edad y que necesitan cada vez más medidas asistenciales para combatir los males que acompañan a esa etapa, con la soledad ganando enteros a una velocidad alarmante.
Fuentes:
- https://www.japantimes.co.jp/news/2021/02/12/national/loneliness-isolation-minister/
- https://www.france24.com/en/live-news/20210122-pandemic-raises-japan-suicide-rate-after-decade-of-decline
- https://www.swissinfo.ch/spa/los-suicidios-vuelven-a-aumentar-en-jap%C3%B3n-con-la-pandemia-de-covid-19/46309096
- https://www.scmp.com/news/asia/east-asia/article/3118825/suicides-japan-first-time-11-years-coronavirus-stress-hits
- https://www.bbc.com/mundo/noticias-55872867
- https://www.ft.com/content/e7f1d6a7-d56e-423f-a7c8-0803af9a6f02
- https://www.sponichi.co.jp/entertainment/news/2020/05/24/kiji/20200524s00041000022000c.html
- https://solowrestling.mundodeportivo.com/new/89783-hana-kimura-fallecimiento-inhalacion-gas
- https://www.japantimes.co.jp/culture/2020/09/27/films/yuko-takeuchi-found-dead/
- https://theconversation.com/hikikomoris-forzados-por-la-pandemia-el-sindrome-de-la-puerta-cerrada-135577