La detección de fosfina en Venus: ¿señal de vida o “química anómala”?

Es una de las cuestiones más debatidas de las últimas décadas. ¿Qué repercusiones tendría el hallazgo definitivo de cualquier tipo de vida más allá de las fronteras terrestres? Prácticamente todo se vería afectado, empezando por las creencias religiosas. Sería el mayor hito de la historia de la humanidad, sin duda. Muchos investigadores siguen empeñados en buscar señales anómalas procedentes del espacio, signos de inteligencia, o cualquier otro indicio en lugares más o menos alejados de la Tierra. Y quizá la ansiada respuesta esté mucho más cerca de lo que nos podríamos haber imaginado. Bien es sabido que, cuando se habla de vida, ésta no tiene por qué ser inteligente, a pesar de la insistencia de los creyentes en las visitas alienígenas y toda esa maraña de avistamientos, contactismo y demás derivados. Este podría ser ese caso.

Como se lleva rumoreando desde hace unos días, Nature acaba de publicar que hemos encontrado cantidades significativas de fosfina en Venus. Un equipo de investigadores de cuatro universidades anglo-americanas (la Universidad de Cardiff, la de Manchester, la de Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts) utilizaron el telescopio James Clerk Maxwell en Hawaii y el complejo radioastronómico de ALMA en Chile para identificar el gas dentro de la atmósfera de nuestro planeta vecino.

La fosfina — también conocida como fosfano (PH3) — es un gas incoloro e inflamable que que huele a ajo o a pescado en mal estado. Nada de eso es lo que lo hace interesante: lo fundamental es que se produce, de forma natural, cuando se degrada la materia orgánica. En la Tierra, de hecho, su fuente principal procede de materia orgánica. Por eso, en algunos contextos se ha propuesto como una señal de que en ese planeta hay vida; sobre todo, en exoplanetas templados.

Sin embargo, y a pesar del entusiasmo mostrado desde algunos sectores, no hay que cantar victoria de forma tan precipitada. El asunto de la fosfina no es nada nuevo, ni tan siquiera en lugares cercanos del Sistema Solar. Ya en 2009, la sonda Cassini encontró fosfina en Júpiter y Saturno o en la cola del cometa Chury. Incluso los autores del nuevo artículo, dirigido por la astrónoma Jane Greaves de la Universidad de Cardiff, no afirman que la fosfina detectada sea evidencia de vida en Venus. En cambio, los autores dicen que la sorprendente presencia de fosfina es ahora una pregunta que necesita una respuesta. Como explicaron los autores durante una conferencia de prensa, la fosfina está siendo producida por procesos químicos desconocidos, o quizás por formas de vida, sin que de momento pueda haber una respuesta contundente al respecto. La clave que debe investigarse ahora estaría en la cantidad encontrada.

Estoy de acuerdo con los autores en esto: es decir, esto no es evidencia de vida en Venus. Más bien es evidencia de que se está produciendo una química exótica”, escribió Dimitar Sasselov, director del Origins of Life Institute de la Universidad de Harvard, en un correo electrónico. “Soy un gran partidario de una mayor exploración de Venus; nuestro exótico vecino planetario ha sido descuidado durante demasiado tiempo”.

Por lo que sabemos, con una temperatura media que supera los cuatrocientos cincuenta grados y una presión atmosférica noventa veces superior a la de la Tierra, hoy por hoy es muy difícil que exista vida en la superficie de Venus. No obstante, esto es producto de un descomunal efecto invernadero que asola el planeta; en su momento, Venus sí fue habitable en algún momento de su historia. Quizá algún extremófilo pueda sobrevivir en un ambiente tan hostil, pero es sólo una posibilidad.

En cuanto a la fosfina en sí, las firmas espectrográficas que corroboraban su presencia en Venus fueron detectadas por primera vez por el equipo en 2017, las cuales recolectaron con el anteriormente mencionado telescopio James Clerk Maxwell, y luego nuevamente en 2019 con el también mencionado Large Millimeter/submillimeter Array de Atacama. Los investigadores afirman haber descartado la contaminación de los datos como una posible fuente de la señal química inesperada. La fosfina se detectó en la atmósfera superior nublada del planeta en un estimado de veinte partes por cada mil millones. El gas se concentra en las latitudes medias y no se detectó en los polos.

Este resultado “fue realmente emocionante y bastante inesperado”, dijo Greaves en la conferencia de prensa.

Los autores del estudio consideraron múltiples escenarios para explicar la presencia de fosfina en la atmósfera de Venus, incluyendo fuentes en la superficie (como actividad volcánica), micrometeoritos, rayos y procesos químicos dentro de las nubes. La fosfina, por ejemplo, se puede producir en el laboratorio calentando ácido fosfórico, pero este proceso se descartó para Venus ya que las “temperaturas y presiones requeridas necesitarían de condiciones bastante poco realistas, como una atmósfera compuesta casi en su totalidad de hidrógeno”, escribieron los autores del estudio. Se descubrió que otros escenarios, como rayos y micrometeoritos, producen fosfina, pero a tasas de muchos órdenes de magnitud por debajo de lo que se observa en Venus.

Curiosamente, se pueden encontrar grandes cantidades de esta sustancia en las atmósferas de Júpiter y Saturno, pero en estos casos, la fosfina se forma bajo condiciones ambientales extremas, como altas temperaturas y presión del aire, las cuales no se replican en Venus. Por tanto, los autores señalan que las cantidades que han encontrado son tan grandes que, pese a que han revisado “todos los procesos posibles que podrían producir fosfina en un planeta rocoso“, no han sido capaces de explicarlas sin incluir algún tipo de vida en la ecuación.

Esto significa que se trataría de vida o de algún tipo de proceso físico o químico que no esperaríamos que ocurriera en planetas rocoso”, explicaba el astrobiólogo Janusz Petkowski, coautor del estudio. “Si no se trata de vida, entonces nuestra comprensión de los planetas rocosos es muy deficiente”.

En este sentido, y apuntando a la posibilidad de que la fuente de fosfina sea una forma de vida, Sara Seager, astrobióloga del MIT y coautora del nuevo estudio, dijo que los biólogos que han participado en los trabajos están en general de acuerdo en que el gas proviene de alguna bacteria. La investigadora sospecha que es producida por la E.coli, pero esto aún no se ha probado.

Igualmente Petkowski, junto a otro equipo de investigadores, publicaba en Astrobiology un modelo sobre cómo esa vida podría articularse. Se habla de vida microorgánica. Hace mucho tiempo, un posible efecto de gases de efecto invernadero descontrolado hizo que toda el agua de Venus se evaporara a la atmósfera. En la Tierra se pueden encontrar microbios flotando en las nubes, pero las nubes de nuestro planeta no son permanentes, al contrario que en Venus, como explicó Seager. La capa de nubes media e inferior de Venus, que se ubica alrededor de los cincuenta y tres a sesenta y dos kilómetros sobre la superficie, es una zona templada en la que la temperatura ronda los treinta grados Celsius.

Según los cálculos de los investigadores, si los microbios venusianos están trabajando a aproximadamente el 10% de la eficiencia máxima de los de la Tierra, la tasa observada de fosfina a veinte partes por mil millones es posible. Se necesitaría una población continua de estos microorganismos hipotéticos, ya que la fosfina se degrada rápidamente y debe reponerse.

Quedan muchas preguntas sin respuesta. Por ejemplo, si bien existe una zona templada en la atmósfera, el 80% de esta capa de nubes es ácido sulfúrico, que fácilmente destruiría la fosfina. Es “muy difícil saber cómo algo podría sobrevivir en este entorno”, dijo Greaves.

El siguiente paso lógico sería mandar misiones a Venus para ahondar en estas cuestiones y probar la posible presencia de microorganismos en su atmósfera. ¿Es esta vez real la posibilidad de responder a la gran pregunta sobre si estamos solos en el Universo? Lo es. ¿Quiere decir que ya tenemos las suficientes pruebas? Eso queda aún lejos. Pero sí que se puede decir que estamos más cerca. Esperemos que esta vez haya resultados positivos y no nos encontremos ante otra falsa alarma. No sería la primera vez…

https://www.liebertpub.com/doi/10.1089/ast.2020.2244

https://www.nature.com/articles/s41550-020-1174-4

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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