Hace alrededor de 70.000 años, la estrella de Scholz rozó nuestro Sistema Solar y, a pesar de que apenas poseía el 9 % de su masa, originó cambios en las órbitas de decenas de cometas. En 2015, cuando los astrónomos descubrieron ese suceso, supusieron que no había tenido muchas consecuencias. Sin embargo, investigadores de las universidades de Cambridge (Reino Unido) y Complutense (Madrid, España) han demostrado que hoy en día todavía se aprecian sus consecuencias.
Al analizar las posiciones de unos 340 objetos del Sistema Solar exterior, esos especialistas descubrieron que varias decenas no estaban donde esperaban. Además, percibieron que varios cometas seguían trayectorias que ubican sus orígenes en lugares diferentes. A falta de nuevas investigaciones, estos hechos difundidos por la Real Sociedad Astronómica británica plantean nuevas preguntas sobre nuestro Sistema Solar, como cuánto material se encontraba antes en otra parte de la galaxia.
Entre los estudiosos del controvertido e hipotético Planeta X, también llamado Nibiru, algunos sostienen que por el gran tamaño y aspecto —cuatro veces el tamaño de Júpiter y rojizo— que se le achaca, no podría ser un planeta sino más bien una estrella, más precisamente una enana naranja o roja. Actualmente, la estrella de Scholz es una pequeña enana roja, oscura en la constelación de Monoceros, a unos veinte años luz de distancia y alejándose —para regresar alguna vez—. Sin embargo, en el punto más cercano en su paso por el sistema solar, la estrella de Scholz habría sido una estrella de magnitud diez, cerca de cincuenta veces más débil de lo que normalmente se puede ver a simple vista en la noche. Sin embargo, es activa magnéticamente y puede registrar estallidos que la hagan brevemente miles de veces más brillante. Así que es posible que la estrella de Scholz fuera visible a simple vista por nuestros antepasados hace tan solo 70.000 años.
https://www.sciencealert.com/small-mass-red-dwarf-binary-affects-radial-velocity-oort-cloud-objects