Hace algún tiempo, los arqueólogos sacaron un palo de madera de una parte anegada de la orilla norte del río Támesis. Después de haberlo datado aproximadamente entre 3530 y 3340 a. C., lo denominaron Bateador del Támesis, porque aseguran que el instrumento había sido utilizado por una persona para vencer a otra durante el período neolítico. Ahora, los investigadores, de la Universidad de Edimburgo (Escocia, Reino Unido), ha encontrado evidencia de que el Bateador del Támesis podía matar a otra persona con solo con un solo golpe en la cabeza.
Medir la eficacia de un arma arqueológica es difícil. Por mucho que se haga en nombre de la ciencia, no está permitido usarlas en personas reales, así que el equipo creó sus propios mazos siguiendo el modelo del original, y también sus propias cabezas. Según su artículo publicado en la revista Antiquity, para ello usaron un modelo que había sido diseñado para pruebas militares de balística. Los cráneos estaban hechos de poliuretano que se llenaban con gelatina y se envolvían con una capa de goma.
Para golpearlas, los investigadores solicitaron la ayuda de un voluntario masculino de 30 años, que debía hacerlo con tanta fuerza como si estuviera peleando por su vida. Al examinar los resultados, los investigadores descubrieron que el Bateador del Támesis era, de hecho, un arma que podía usarse para romper el cráneo de un ser humano y matarlo.
Los investigadores compararon los cráneos falsos fracturados con los reales que habían sido desenterrados de los cementerios neolíticos y encontraron al menos uno que parecía muy similar, sugiriendo que la persona que había hecho el daño probablemente usaba un arma de este estilo. En conjunto, la evidencia sugiere que este palo era más letal de lo que se pensaba. También crea una mejor imagen de cómo era la violencia neolítica, agregaron los investigadores, señalando que el mazo probablemente se habría utilizado solo en escenarios en los que alguien estaba muy decidido a matar a otro.
La agresión intraespecífica, que lleva a asesinar a los de nuestra misma especie y que los humanos compartimos con otros primates, fue heredada parcialmente de algún antiguo ancestro. Los niveles de agresión en la sociedad humana variaron notablemente: crecieron con la llegada de la Edad de Hierro, alcanzaron su pico durante la Edad Media, pero cayeron dramáticamente en la Edad Moderna. A estas conclusiones llegó un equipo científicos españoles que analizó los niveles de violencia intraspecífica en distintos mamíferos y sociedades humanas. Los resultados del artículo fueron publicados el año pasado en la revista Nature.
https://www.nature.com/articles/nature19758