Los científicos utilizaron un escáner de fluorescencia de rayos X portátil para examinar el espejo de John Dee, que está hecho de una rara roca ígnea llamada ‘obsidiana’ y que actualmente se exhibe en el Museo Británico de Londres, así como otros tres objetos de obsidiana: dos espejos circulares y una losa rectangular, que fueron entregados al museo por coleccionistas en México durante el siglo XIX.
Los resultados del análisis mostraron características específicas para cada objeto en función de las proporciones de hierro, estroncio, titanio y otras sustancias que cada uno contenía. Gracias a esta ‘huella digital’ geoquímica, los investigadores determinaron que la obsidiana en el espejo de John Dee y en otro de los espejos solo podría provenir de la región de Pachuca, en el centro de México. La obsidiana del otro espejo y la de la losa, por otro lado, provenía de la vecina región de Ucareo.
“La obsidiana fue un recurso importante en el Imperio azteca y se usó para equipamiento militar y doméstico, así como en actividades religiosas“, señalan los autores del estudio. “Durante la etapa final del Imperio azteca, la producción de artículos de obsidiana fue realizada cada vez más por artesanos especializados controlados por la élite. Los espejos, hechos de obsidiana o pirita, tenían un simbolismo complejo y su fabricación requería mucho tiempo“.
Entre los fines religiosos y ‘mágicos’ con los que los aztecas usaban los espejos de obsidiana se incluyen la adivinación y la conexión con el mundo de los espíritus.
“El espejo de John Dee no solo está asociado con la creciente influencia europea en el Nuevo Mundo, sino que también llegó a simbolizar la relación entre la ciencia y la magia en el Renacimiento tardío“, concluyen los investigadores.