Un equipo de investigadores ha hallado las pruebas directas más antiguas del consumo de sustancias psicoactivas en europeos en Menorca

Investigadores de la UAB y la UVa han logrado detectar el consumo de diferentes drogas por parte de las poblaciones prehistóricas que habitaron la isla de Menorca hace 3000 años, en el yacimiento de la Cova des Càrritx. Se trata de la primera evidencia directa de estas prácticas en Europa, basada en el análisis químico de cabellos humanos. Imagen: ASOME-UAB.

Reproducción parcial del comunicado de la UAB.

La investigación se ha centrado en el análisis científico de una muestra de cabellos humanos de la Edad del Bronce recuperados en la Cova des Càrritx (Ciutadella, Menorca, Islas Baleares).

El lugar en cuestión fue utilizado como espacio ritual y funerario durante gran parte de la Edad del Bronce. En 1995 se descubrió, en una de sus salas más recónditas (la número 5), un enigmático depósito formado por varios envases de madera y de cuerno repletos de mechones de cabello. Procedían de algunos de los cadáveres enterrados en otra de las salas (la número 1), y habían sido teñidos de rojo y peinados antes de ser cortados.

Un desprendimiento que tuvo lugar hacia el año 800 antes de nuestra era taponó el acceso a la Cueva des Càrritx, propiciando unas condiciones ambientales estables y constantes. La cavidad quedó sellada hasta que en 1995 los espeleólogos menorquines Pedro Arnau y Josep Márquez, tras localizar un pequeño hueco en la vertiente occidental del barranco de Algendar (Ciutadella, Menorca) lograron acceder al interior. Los restos arqueológicos aparecieron a lo largo de los 170 metros de la cueva y en siete salas comunicadas por angostos pasadizos y con numerosas estalactitas y estalagmitas.

Gracias a unas condiciones de conservación extraordinarias, los cabellos y todo el instrumental empleado en su tratamiento han llegado a nuestros días y han podido ser analizados científicamente”, señala Cristina Rihuete, quien ha investigado junto a otros miembros del grupo ASOME-UAB el yacimiento y realizó su tesis doctoral sobre el mismo.

El análisis químico de una muestra de esos cabellos, mediante cromatografía líquida de ultra alto rendimiento acoplada a espectrometría de masas de alta resolución, detectó los alcaloides efedrina, atropina y escopolamina.

La efedrina es un estimulante natural, mientras que atropina y escopolamina tienen efectos alucinógenos”, explica Elisa Guerra Doce.

Entre las especies de la flora menorquina que contienen esos alcaloides, figuran la efedra (Ephedra fragilis), la mandrágora (Mandragora autumnalis), el beleño blanco (Hyoscyamus albus) y el estramonio (Datura stramonium).

Los datos contextuales indican que las drogas fueron consumidas tiempo antes de morir. Además, parece que solo un pequeño grupo de personas tuvo acceso a estas sustancias. El estudio plantea la posibilidad de que dichas personas desempeñasen un papel similar al de los chamanes. En este caso, su carácter “especial” no conllevó privilegios políticos ni económicos, ya que la sociedad menorquina de la época era básicamente igualitaria.

La investigación ha desvelado un aspecto insospechado de la vida de una comunidad prehistórica milenaria, y abre nuevas líneas de trabajo para el futuro. Además, es un ejemplo de los beneficios de la colaboración entre disciplinas científicas, en este caso entre arqueología y química.

La Sala 1, que comunica directamente con el exterior, comenzó a usarse como cementerio hacia el 1450 antes de nuestra era. El análisis antropológico de los restos esqueléticos determinó que allí fueron inhumadas más de 200 personas a lo largo de unos 600 años, estando representados individuos de ambos sexos y todas las edades, si bien no se enterraron individuos menores de tres meses ni tampoco mujeres embarazadas.

Gracias a la preservación de un insólito conjunto de objetos, escondidos en un lugar muy recóndito de la cueva y a más de 80 metros del recinto funerario, se pudo conocer un singular ritual funerario de Càrritx, reservado, aparentemente, a ciertos miembros de la comunidad.

En una oquedad de no más de 60 cm de longitud máxima y tapada con una losa se recuperaron varios vasos, espátulas, cucharas y un peine, todo ello de madera, dos ollitas de cerámica, una cuchilla de bronce y otros elementos de este metal, así como varios artefactos de hueso y, lo más sorprendente, abundantes mechones de cabello humano que también rellenaban el interior de pequeños envases cilíndricos hechos de madera de boj, brezo y olivo y de asta de bóvido.

El examen forense de los cabellos reveló que todos habían sido cortados en mechones de hasta 13 cm de longitud y teñidos de rojo. Posiblemente esta coloración fue obtenida a partir de alguna de las sustancias vegetales identificadas en los estudios botánicos del cementerio, especialmente rubia brava, una de las plantas más indicadas para la obtención de colorantes rojos.

Al no conservarse los folículos capilares, no ha sido posible determinar el perfil biológico (sexo y edad) de las personas que recibieron este tratamiento funerario. Poco antes del año 800 antes de nuestra era, se escondieron las últimas cajitas de cabello y los objetos relacionados con este culto, y poco después la cueva quedó sellada.

https://www.nature.com/articles/s41598-023-31064-2

https://www.uab.cat/web/sala-de-prensa/detalle-noticia/hallan-en-menorca-la-primera-evidencia-directa-de-consumo-de-drogas-en-poblaciones-prehistoricas-de-europa-1345830290069.html?detid=1345885379654

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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