Thomas Francis Monteleone: los encuentros cercanos del cinco veces ganador del premio Bram Stoker

Escritor norteamericano, Thomas F. Monteleone ha publicado tanto novelas de ciencia ficción como de terror. Ganador de 5 premios Stoker, es autor más de un centenar de relatos cortos en revistas dedicadas al género fantástico, además de ser guionista puntualmente. A pesar de haber renegado posteriormente sobre lo ocurrido, a finales de la década de los sesenta vivió una serie de encuentros con uno de esos “malditos” de los que John Alva Keel hablaba. Su nombre era Vadig, y decía venir de Lanulos.

Revisitando lecturas antiguas en estos tiempos inciertos, de vez en cuando hay una grata capacidad de sorpresa cuando se cae en la cuenta de detalles que anteriormente se habían pasado por alto. Una cierta sincronicidad aparece cuando menos se espera, y una lectura concreta ha coincidido con un par de detalles que han llevado a la consecución del presente escrito. Con más tiempo y con la necesidad de distraer la mente o abstraerse del ambiente de estrés y miedo, hay quien encuentra en las actividades de ocio un bote salvavidas. En este escenario, y si los lectores gustan de las lecturas forteanas o heterodoxas en general, pueden adentrarse en la historia cuasi mitológica del Mothman y repasar eventos que fueron bastante más allá de lo evidente en la ya de por sí complicada saga.

Ya el pasado año se dedicó un artículo a los extraños avistamientos de ciertos personajes que pulularon por aquellos parajes 1 y su alta extrañeza en cuanto a su modus operandi. Los Hombres de negro, los curiosos, investigadores y charlatanes que pululaban por Virginia Occidental durante aquel periodo entre noviembre de 1966 y diciembre de 1967 fueron parte importante del relato de John Keel. Pero también esos “extraños”, como Indrid Cold, Apol o Tiny, que sembraron el desconcierto general con sus erráticas actitudes y sus absurdas preguntas.

En toda aquella escenificación de lo absurdo, hubo un personaje que sobresalió, y se trata de ese Indrid Cold que entabló una relación especial con Woodrow Derenberger, un simple comercial de electrodomésticos residente en Mineral Wells. De los encuentros de ambos se extrajo una de las subtramas más importantes del Mothman y de su posterior adaptación cinematográfica. Se ha de recordar un par de aspectos importantes a la hora de abordar e intentar esclarecer algo de los acontecimientos que investigó el investigador neoyorquino. El primero es evidente, y el mismo Keel lo hizo patente en sus escritos: por alguna razón, los sucesos anómalos le perseguían. Llamadas telefónicas con ecos metálicos, visitantes con absurdas preguntas e intenciones, profecías sin cumplir, mensajes cruzados con oscuras intenciones… Más allá de discutir sobre la veracidad o no de todas sus observaciones, lo claro es que aquellos años influyeron en la psique y la estabilidad emocional de Keel.

El otro elemento que se debe tener en cuenta es clave. Muchos de los casos a los que Keel se acercó estaban extrañamente conectados unos con otros, con una aparente ausencia de conexión entre testigos. Aunque en la actualidad la investigación se centra en el propio testigo o testigos, con las particularidades que cada caso plantea, también es cierto que hay una serie de factores, esquemas o detalles que se van repitiendo con mayor o menor puntualidad, y éste en concreto tiene que ver con Lanulos directamente.

Lanulos: de Indrid Cold a Vadig

Para poner en contexto el caso de Thomas F. Monteleone, que se narrará un poco más adelante, hay que resumir el origen del supuesto planeta que dijo visitar y del que procedía el personaje con el que contactó por primera vez el 10 de diciembre de 1967, y en ese punto hay que volver a Indrid Cold y Woodrow Derenberger. El primer encuentro entre ambos se produjo un año antes en la Interestatal 77 mientras el comercial volvía de su puesto de trabajo en Marietta, Ohio. La “nave”, la extraña apariencia – con sonrisa perversa incluida – del hombre que emergió de ella, y los mensajes telepáticos entre mensajero y contactado. Todos esos pormenores pueden repasarse en la propia obra o en el artículo mencionado en las fuentes, pero sí que se hará mención a Lanulos, elemento que surgió en posteriores encuentros y que se convirtió en eje vertebrador de la historia que Derenberger compartió con todo el que quiso oírle.

El planeta en cuestión estaba libre de guerra o miseria, y sus habitantes disfrutaban de una longevidad bastante superior a la que puede disfrutar cualquier humano. Según Cold, cada habitante de Lanulos podía vivir entre ciento veinticinco y ciento setenta y cinco años. Como contactado, Derenberger se convirtió en una celebridad, pero tuvo bastantes problemas. Lógico, si se tiene en cuenta que su privacidad pasó a mejor vida y era constantemente visitado por periodistas, ufólogos o de extraños personajes que pretendían vender cosas que parecían no saber presentar, mientras preguntaban por Woodrow o lo que sus interlocutores pensaban sobre los ovnis.

El comercial plasmó todas sus experiencias – visita a Lanulos incluida, aspecto compartido con Monteleone – en un libro publicado en 1971, que lleva por título Visitors from Lanulos2. Una curiosidad que se puede comprar vía Ebay y que curiosamente cuenta con una suerte de continuación publicada en 2017 por nada más y nada menos que Taunia Derenberger-Bowman, hija de Woodrow. En esa segunda historia corta – de menos de ochenta páginas –, titulada Beyond Lanulos: Our Fifty Years With Indrid Cold3 (Más allá de Lanulos: nuestros cincuenta años con Indrid Cold), se hace un repaso de algunos eventos posteriores a los recogidos en el primer libro. Aunque lo cierto es que muchos de los que la han leído aducen a que se trata de una compilación de detalles confusos y de acusaciones contra Gray Barker – otro personaje muy importante en la historia del Mothman en general y de los Hombres de Negro en particular – y otros personajes que influyeron negativamente en la vida familiar de los Derenberger4.

A pesar de ser uno de los eventos más llamativos que acontecieron en aquel binomio 1966-1967, hubo otro que reclama ahora su lugar en estas páginas, y es el acontecido a Thomas Francis Monteleone, que tuvo unas repercusiones negativas en su vida, como él mismo confesó a Keel a posteriori:

Desde mis apariciones públicas… he sido perseguido por hordas de desequilibrados. Llaman, escriben, me visitan. Me están volviendo loco. Algunos de mis amigos me advirtieron del peligro que todo este circo significaría para mi reputación. Decidí comunicarles de una vez por todas que no deseaba más exposición pública… Pese a que estas experiencias fueron absolutamente reales, me arrepiento de haberlas revelado. El único motivo por el que las di a conocer fue porque pensé que podrían contribuir a desvelar el misterio que envuelve al fenómeno ovni… Debería haber mantenido la boca cerrada, tal y como pensaba hacer la primera vez que me entrevistaste.5

Desde luego, Monteleone renegó totalmente de todo lo que tiene que ver con la parte pública de ser un contactado, aunque en aquel momento seguía manteniendo la veracidad de todo cuanto ocurrió. Luego adujo que todo era parte de un experimento sociológico de cara a comprobar la credulidad de la sociedad, aunque este punto no está nada claro. Y lo cierto es que tenía sus razones para desmarcarse del asunto, ya que su vida tomaría unos derroteros en los que quizá no era conveniente que se supieran ciertos detalles biográficos. Porque Thomas F. Monteleone se convirtió después de aquellos encuentros en prolífico escritor, y además de cierto prestigio, sobre todo en lo concerniente a la ciencia ficción y el terror. De hecho, a fecha de 2020 es ganador de 5 premios Bram Stoker6 en categorías como novela, no ficción o antología, en 1992, 2003 (en dos categorías), 2004 y 2016.

Unos 600 kilómetros aproximadamente separan Point Pleasant – epicentro del caso Mothman y derivados – del escenario donde se produjo el primer encuentro entre Monteleone y Vadig. En diciembre de 1967, el futuro escritor de éxito tenía 21 años. Universitario natural de Adelphi (Maryland), en aquella madrugada volvía hacia su casa, situada en las afueras de Washington DC, cuando vio un extraño objeto en medio de la carretera, mientras pasaba por una intersección de la Interestatal 70 que llevaba desde la ruta 70 hasta la 29. Según contó después, se trataba de un artefacto reflectante de color blanco con forma de huevo, sostenido sobre cuatro patas. Alguien esperaba al lado de ese objeto, y Thomas no pudo resistir la tentación, así que paró su coche.

Curioso detalle. La persona que se acercó a su coche tenía una sonrisa amplia que le causó desazón, algo que recuerda mucho a Indrid Cold. Vestía mono de trabajo azul y botas de suela gruesa. Tenía ojos saltones y cutis bronceado, y le dijo a Thomas que no tuviera miedo, y que se llamaba Vadig. Luego vinieron las típicas preguntas carentes de sentido a priori, todas sobre cuestiones más o menos concretas de la vida del testigo, como su ocupación o procedencia. Luego se montó en aquel aparato mediante una escalerilla emergida de una pequeña puerta. El objeto se alzó y desapareció. En la cabeza del ensimismado Thomas debía rondar esa expresión que Vadig usó a modo de despedida, según cuenta Keel: “Te veré en el tiempo”.

Debieron pasar un par de meses para que aconteciera un segundo encuentro. Los compañeros de piso de Monteleone se tomaron aquello como una simple broma, así que el chico decidió guardar silencio al respecto y no compartir su experiencia con su familia. Comenzó a trabajar a tiempo parcial en un restaurante, y fue allí donde vio entrar a Vadig a principios de febrero de 1968, un domingo por la noche, reconociéndolo al instante. Esta vez no llevaba mono, sino traje y abrigo negro. Tras compartir impresiones, Vadig le citó para el siguiente domingo, cita que Monteleone aceptó. La despedida fue la misma que la primera vez, con la misma expresión tan peculiar.

El domingo siguiente, Thomas estaba a punto de entrar en casa tras acabar su jornada y ser llevado a su hogar por una compañera. En esos momentos, un Buick antiguo de color negro paró junto a él, y reconoció a Vadig como uno de sus ocupantes, ya que al parecer había otro más, que no dijo una palabra en todo el encuentro. Sin saber por qué, Thomas se montó en el Buick y acompañó a sus ocupantes en una travesía de una media hora que acabó en un lugar apartado de una carretera secundaria de Maryland. Allí vio el mismo artefacto del primer encuentro, y se subió a él junto a sus acompañantes. Dentro había más, pero ni Keel ni Thomas comentan más al respecto, al menos en el testimonio recogido en Las profecías del Mothman. Sí que puede saberse que aquel objeto despegó y Thomas contó su experiencia mientras salía de la Tierra y la observaba, menguando en su camino al espacio. Tras tres o cuatro horas, llegaron a su destino: ni más ni menos que Lanulos, el planeta natal de Indrid Cold.

Curiosamente, a primera vista se parecía mucho a la Tierra. Junto a Vadig, se montó en un vehículo sin ruedas y circularon hasta una ciudad enorme, con carteles que contenían caracteres que Thomas asimiló a tipos orientales. La gente allí iba desnuda, como dijo Woodrow Derenberger en sus diversas declaraciones y en su libro, Visitors from Lanulos7.

Sin más detalles conocidos sobre su estancia en aquel insólito lugar, volvieron a la nave, donde Thomas volvió a quedar en solitario en una sala mientras sus compañeros emprendían el viaje de vuelta. El chico, al igual que en el viaje de ida, únicamente contaba con un monitor como compañía, donde observaba el tránsito de la nave. La vuelta en el Buick fue por el mismo lugar por el que se produjo la ida, y la despedida entre ambos protagonistas fue la misma: “Te veré en el tiempo”.

Lo más insólito se produjo cuando Thomas entró en su casa y se encontró con sus compañeros de piso. Al comprobar la hora, descubrió que eran las 1:15 de la madrugada. Su compañera de trabajo le dejó en la puerta de casa a media noche. Un viaje que para él fue de muchas horas, había transcurrido en menos de dos.

Mucho se ha especulado sobre la posible vinculación entre Derenberger y Monteleone, De hecho, el propio Keel participa de esa duda, para luego creer en la honestidad del segundo. A pesar de ello, Thomas estudiaba psicología, y su futuro desempeño profesional en cuanto al mundo editorial se refiere, bien podrían demostrar un incipiente interés por este tipo de cuestiones en su adolescencia y etapa universitaria. Él mismo se retractó años después de sus experiencias, aduciendo a un experimento social. ¿Pero es una certeza y, por lo tanto, un hoax8?

Derenberger estuvo en Washington en marzo, concediendo entrevistas sobre Indrid Cold y Lanulos, y los compañeros de Monteleone alertaron a éste sobre su testimonio. ¿Pero Thomas conocía ya todo aquello mediante prensa o tras haber escuchado alguna entrevista televisiva o radiofónica? Lo cierto es que, según el futuro escritor, él y sus amigos contactaron con Woodrow tras escucharle en marzo. Ese fue el primer paso en la exposición pública de su caso, que le trajo muchos problemas, como sus propias palabras señalan un poco más arriba. ¿Ésto es así, o había un background anterior que no se conoce? A pesar de los intentos por tender puentes entre ambos contactados y sus respectivas historias, y de las declaraciones contradictorias de Monteleone, aún no se ha aclarado este aspecto del, por otra parte, otro de esos casos de “extraños” que se pusieron tan de moda entre los sesenta y los setenta.

Fuentes:

  • Alva Keel, John. Las profecías del Mothman, Reediciones Anómalas, 2019.
  • Derenberger, Woodrow. Visitors from Lanulos, New Saucerian Press, 2014.
  • Derenberger-Bowman, Taunia. Beyond Lanulos: Our Fifty Years With Indrid Cold, New Saucerian Press, 2017.
  • Ruiz Herrera, Félix, 2019. Los “malditos” de John A. Keel: el otro misterio de Las profecías del Mothman. Misteriored.com https://www.misteriored.com/los-malditos-de-john-a-keel-el-otro-misterio-de-las-profecias-del-mothman/
  • http://forteania.blogspot.com/2014/03/the-case-of-indrid-cold.html
  • http://weekinweird.com/2012/09/11/mothman-man-called-cold/

Notas

1 Ruiz Herrera, Félix, 2019. Los “malditos” de John A. Keel: el otro misterio de Las profecías del Mothman. Misteriored.com https://www.misteriored.com/los-malditos-de-john-a-keel-el-otro-misterio-de-las-profecias-del-mothman/

2 Derenberger, Woodrow. Visitors from Lanulos, New Saucerian Press, 2014.

3 Derenberger-Bowman, Taunia. Beyond Lanulos: Our Fifty Years With Indrid Cold, New Saucerian Press, 2017.

4 Taunia Derenberger-Bowman vive actualmente en Parkersburg (Virginia Occidental). Concretamente, a poco más de veinticinco kilómetros de Mineral Wells, lugar de residencia de su familia cuando acontecieron los supuestos encuentros entre su padre e Indrid Cold. Igualmente, su actual residencia dista unos noventa kilómetros de la mítica localidad de Point Pleasant.

5 Keel, 2019: 204. Las profecías del Mothman, Reediciones Anómalas.

6 El Premio Bram Stoker (Bram Stoker Award) es un reconocimiento de la Asociación de Escritores de Horror (HWA, Horror Writers Association) a las mejores creaciones en los escritos de horror y ciencia ficción. Los premios se han entregado anualmente desde 1987 y los ganadores se eligen por votación de los miembros activos de la HWA. Entre sus ganadores se encuentran Stephen King, Neil Gaiman, J.K. Rowling o el recientemente célebre gracias al coronavirus, Dean Koontz.

7 Es necesario recordar que Visitors from Lanulos se publicó por primera vez en 1971, años después de los acontecimientos narrados por Derenberger y Monteleone.

8 Monteleone describió su supuesto fraude en un artículo en la ya desaparecida revista OMNI, concretamente en mayo de 1979, en la página 146, bajo el título de Last Word: The Gullibility Factor. OMNI Magazine se publicó en Estados Unidos y Reino Unido entre 1978 y 1995, con una continuación en formato digital que perduró hasta 1998. Mezclaba la divulgación científica con la ciencia ficción e incluso abarcaba temas considerados por muchos como limítrofes, cercanos a la pseudociencia, pero la publicación siempre se mantuvo en una línea editorial seria. Tuvo versión española, que contó con catorce números. Entre sus páginas desfilaron nombres como Orson Scott Card, Isaac Asimov, William Gibson, George R. R. Martin o H. R. Giger, entre muchísimas otras personalidades.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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