Michio Kaku pasa por ser una de las voces más autorizadas en el campo de la física en la actualidad, al igual que en la futurología, entendida como la predicción de la vida y sucesos futuros para la Humanidad en general. Y las palabras que se ven en el encabezado las lanzó en el programa radiofónico Coast to Coast, uno de los espacios más seguidos por los norteamericanos, que llega a millones de personas. Por lo tanto, no se trata de algo dicho a la ligera, sino una redundancia en una idea que sobrevuela las mentes de muchos expertos en los últimos tiempos. De hecho, el propio ejército estadounidense, el Consejo Nacional Asesor para las Infraestructuras Críticas o el Foro Económico Mundial también se han pronunciado al respecto. Una llamarada solar catastrófica es una de las grandes amenazas para el modo de vida actual.
Para quien no sepa a qué se refiere exactamente, el evento Carrington tuvo lugar en 1859, y se trató de una enorme llamarada solar que hizo caer la red de telégrafos, causando cuantiosos daños e incendios. Hubo auroras boreales en sitios totalmente insólitos, como Roma o Madrid, e incluso en latitudes muy bajas, como en La Habana. Estaríamos ante la llamarada solar más fuerte de cuantas se han registrado hasta ahora. Si aquello no causó un mayor impacto tecnológico fue por el aun escaso desarrollo en este aspecto. Imaginen un evento así con las redes de Internet actuales. Satélites, redes sociales, todo caería.
Kaku insistía en su idea: «Hablo de un worst-case scenario. Hasta ahora hemos esquivado la bala, hasta ahora hemos podido evitar llamaradas de saldo, pero que no se olvide que esas grandes llamaradas solares son como balas y las manchas solares son como rifles. Piensen en rifles disparando balas al espacio exterior y fallando el blanco de la Tierra. Por supuesto que el espacio exterior es bastante grande, pero uno de estos días una de estas llamaradas solares golpeará la Tierra, como sucedió en 1859, y todo el infierno puede desatarse».
Desde España la organización de protección civil que lleva ocho años ya tratando de concienciar a instituciones públicas y ciudadanos de la necesidad de adoptar medidas de resiliencia y autoprotección es la AEPCCE, la Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial y el EMP.
A su trabajo y previsión se debe que ya desde 2011 exista, al menos, un Decálogo de Autoprotección para la ciudadanía ante los fenómenos extremos de la meteorología espacial. Ha sido tomado como ejemplo de buena práctica por el propio Congreso de los Diputados en su primera resolución reconociendo la amenaza de este riesgo natural, adoptada por unanimidad.
A ellos se debe, también, que contemos ahora con un completo manual de autoprotección familiar ante este tipo de fenómenos extremos “Tormenta solar: Guía de Autoprotección Familiar”.
El propio Parlamento Europeo acaba de admitir a trámite su petición para que, por primera vez, sea la Unión Europea la que defina una Estrategia de la UE ante el clima espacial y el EMP”, como ya hizo EE.UU, y se aborden numerosas cuestiones pendientes para mejorar la seguridad de los 500 millones de ciudadanos europeos ante este tipo de grandes emergencias.
Kaku hablaba en el programa de radio de un “infierno en la Tierra”. Desde la AEPCCE rechazan hablar en esos términos, pero sí que reconocen que es un riesgo de muy alto impacto potencial “ante el que no podemos seguir actuando en nuestro país como si no existiera en términos de planificación de emergencias”. Estamos, por tanto, ante una amenaza real, muy real. Teniendo en cuenta el riesgo, ¿creen que estamos preparados? Es más, ¿estamos siquiera concienciados?