
“Las sociedades cohesionadas a menudo pueden encontrar formas de superar los desafíos climáticos”, explicó Tim Kohler, arqueólogo de la Universidad Estatal de Washington y coautor del estudio. “Pero las sociedades que están divididas por dinámicas sociales internas de cualquier tipo, que podrían ser diferencias de riqueza, disparidades raciales u otras divisiones, son frágiles debido a esos factores”, añadió, subrayando que en esos casos los desafíos climáticos pueden volverse “muy serios”.
Los expertos analizaron los anillos de árboles de vigas de madera utilizadas para la construcción, lo que proporcionó información importante sobre la tala de árboles en distintas épocas en las que vivió dicha civilización.
“Este registro es como un termómetro social”, afirmó Kohler. “La tala de árboles y la construcción son componentes vitales de estas sociedades. Cualquier desviación de lo normal te dice que algo está sucediendo”, agregó.
De este modo se percataron de que la recuperación debilitada de las interrupciones en la actividad de la construcción precedió a tres grandes transformaciones de las sociedades Pueblo. También notaron un aumento de los signos de violencia al mismo tiempo, lo que confirmó que la tensión probablemente había aumentado y que las sociedades se estaban acercando a un punto de inflexión.
Marten Scheffer, miembro de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) que lideró la investigación, dijo que “esas señales de advertencia resultan ser sorprendentemente universales” porque “se basan en el hecho de que la desaceleración de la recuperación de pequeñas perturbaciones indica pérdida de resiliencia”.
“Hoy enfrentamos múltiples problemas sociales, incluida la creciente desigualdad de la riqueza junto con profundas divisiones políticas y raciales, al igual que el cambio climático ya no es teórico”, aseveró Kohler. “Si no estamos preparados para enfrentar los desafíos del cambio climático como una sociedad cohesionada, habrá verdaderos problemas”, concluyó.