Hasta ahora, se creía que todos los neandertales tenían el mismo tipo de sangre: tipo O. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Aix-Marseille, en Francia, analizaron los genomas de tres individuos y descubrieron variaciones polimórficas en su sangre. En su artículo en la revista PLOS One revelan que en la sangre neandertal también existía el sistema de grupos sanguíneos ABO.
Los grupos sanguíneos son marcadores antropológicos muy tenidos en cuenta de cara a la investigación. De hecho, fueron los primeros marcadores fenotípicos usados en la antropología para descifrar el origen de los humanos, sus migraciones y sus mezclas pero, pese a su relevancia, en los últimos tiempos no ha recibido tanta atención de parte de la ciencia.
Los avances tecnológicos de los últimos tiempos han omitido la importancia de explorar este aspecto para la reconstrucción de la historia evolutiva de la humanidad y la comprensión de nuestros orígenes.
“Casi no se ha prestado atención a los principales polimorfismos de los glóbulos rojos en los estudios paleogenéticos”, dijo la autora principal del nuevo trabajo, Silvana Condemi de la Universidad de Aix-Marseille en Francia. Por tanto, se sabe poco de los grupos sanguíneos de glóbulos rojos en poblaciones arcaicas, como los neandertales y los denisovas.
En esta oportunidad, analizaron las secuencias de alta calidad disponibles en tres individuos neandertales y un denisovanos con referencia en siete sistemas de grupos sanguíneos clasificados hoy para las transfusiones. Estos son: ABO, incluidos H / Se, Rh (Rhesus), Kell, Duffy, Kidd, MNS, Diego.
Los investigadores descubrieron que los neandertales y los denisovanos, al igual que los humanos modernos, mostraban polimorfismo de glóbulos rojos para el sistema ABO, lo que quiere decir que sus tipos de sangre y la de nosotros son más parecidas de lo que se creía.
Asimismo, el análisis genómico reveló que estos grupos arcaicos compartían alelos de grupos sanguíneos recurrentes documentados para las poblaciones subsaharianas modernas.
Con ello, los investigadores obtuvieron nueva evidencia que apoya la opinión de que los neandertales y los denisovanos surgieron originalmente de África.
Como indican en su artículo, “estas características están de acuerdo con un acervo genético neandertal y denisovano anterior a la salida del Homo sapiens de África”.
“Los genes subyacentes a los grupos sanguíneos en estos humanos arcaicos consolidan la opinión de que los neandertales y los denisovanos surgieron originalmente de África, debido a la ausencia de ciertos antígenos en su sangre y la presencia de grupos sanguíneos ancestrales vinculados a las poblaciones africanas”.
Sin embargo, algunos rastros genéticos ofrecen pistas que apuntan a un origen aún más tardío. Como ejemplo, el gen RHD, que codifica la proteína en el grupo sanguíneo Rh. En general, este en particular no se encuentra en los humanos modernos, pero se ha documentado en dos individuos: un aborigen australiano y un indígena papú.
Pero, en lugar de evidencia de un vínculo más antiguo, los investigadores creen que podría tratarse de una evidencia de mestizaje entre neandertales y el Homo sapiens. Esta no es la primera vez que se sugiere algo así; de hecho, un estudio previo también lo consideró al encontrar evidencia de potencial cognitivo en los neandertales. Puede que esto pasara antes de que el H. sapiens migrar al sudeste asiático.
A pesar de que presentaban los tipos de sangre identificados en los humanos modernos, la de los neandertales también arrastraba variantes genéticas particulares. Los investigadores dicen que la presencia de estas pudo haberlos hecho mucho más propensos a desarrollar la enfermedad hemolítica del recién nacido.
Se trata de una afección aloinmune en la que el sistema inmunológico de la madre percibe al feto como un agente peligroso y envía células sanguíneas para atacar al feto. Es probable que esto limitara los nacimientos y, por consiguiente, la prosperidad de la especie. Como escriben los autores:
“Estos elementos podrían haber contribuido a debilitar a los descendientes hasta el punto de conducir a su desaparición, especialmente combinado con la competencia con H. sapiens por el mismo nicho ecológico”.
Además, la gran cantidad de alelos compartidos en los genomas de estos grupos arcaicos sugieren que tenían una baja diversidad genética. En caso contrario a las posibles mezclas, puede que esto se relacionara con la endogamia, lo que también pudo haber contribuido en su declive.
https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0254175