La reunión: Monteleone, Keel, Derenberger y Salkin.

«Si existe una mente universal, ¿debe estar necesariamente cuerda?». Esta frase ha sido normalmente atribuida a Charles Fort, pero John Keel – que fue quien originalmente se la adjudicó – reconoció su error después. La frase en cuestión es de Damon Knight, quien la recogió en su biografía sobre Fort1.. De una u otra forma, y más allá de este pequeño detalle, sirvió también para cerrar el libro de Las Profecías del Mothman. Resumen perfectamente su trabajo, con todos los acontecimientos que rodearon a Virginia Occidental en general y a la localidad de Point Pleasant en particular. El Mothman solo fue la punta del iceberg. Se necesitaron cinco capítulos para que el bueno de Indrid Cold hiciera su entrada triunfal en la trama, pero desde ese momento nada fue lo mismo.

Como libro, la obra de Keel no debe leerse como un relato cronológico de sucesos extraños, pues carece de ese orden. Tras empezar con la caída del puente en Point Pleasant, Keel relataba acontecimientos anteriores y posteriores, siendo los acontecidos a Woodrow Derenberger los que centraron la investigación que siguió al artículo original sobre Thomas Monteleone y su historia. Woodrow fue en aquel libro y también lo es en Ovni: Mitología de una emergencia (Editorial Guante Blanco, 2020) una persona bastante corriente, aunque quizá con ganas de notoriedad. En el relato de Keel aparece como un comercial de electrodomésticos ya entrado en la cincuentena, que tuvo la fortuna – o la desgracia, según se mire – de convertirse en el contactado por excelencia de Virginia Occidental durante años. Sus supuestos encuentros con Indrid Cold pasarían a formar parte de la cultura popular, siendo este extraño personaje comparado con otras figuras como Gwynplaine, protagonista de El hombre que ríeThe Man Who Laughs, película de 1928 dirigida por Paul Leni que adaptó la novela del mismo nombre de Víctor Hugo – o con una representación del arquetipo del burlón o trickster, manteniendo toda su fuerza con el paso de las décadas.

La figura de Indrid se ha convertido en una suerte de leyenda urbana, incluida igualmente en el mundo de los Creepypastas de Internet, y sobre su posible origen se han esgrimido algunas hipótesis interesantes. Como mero apunte mitológico, que no se desarrollará ahora, basta decir que muchos asocian al Mothman y al señor Cold con Indra y Garuda, siendo ambos dos versiones de un mismo ser o dios, en este caso el Indra hindú, dios del fuego. La cinta de 2002 basada en el libro de Keel jugaba con una idea parecida, en la que se convertía en uno u otro según la situación lo requiriese.

Pero hay una coincidencia curiosa en torno a Indrid que lo podría convertir en un personaje mucho más mundano, acercándolo a la ciencia ficción que tanto se ha retroalimentado con todo el fenómeno OVNI. El único problema es que se trataría de un ejemplo a posteriori, que haría de Cold otro personaje plantilla que daría pie a la aparición de ejemplos que siguiesen su estela. La mimetización entró en escena para llevar al extraño ser a otro nivel. Por tanto, el ejemplo que sacamos ahora a colación no redefine el avistamiento de Woodrow, pero sí que pudo influenciar en posteriores testimonios, e incluso haber sido tomada como inspiración para la película de Mark Pellington. Ha sido Nick Redfern, a través de mysteriousuniverse.org2., quien lanzó esta llamativa idea. Tiene que ver con la serie The Invaders3.. Concretamente, con el episodio catorce de su primera temporada, titulado Panic (Pánico). El capítulo se emitió por primera vez el 11 de abril de 1967. La estrella invitada fue Robert Walker, Jr., quien interpretaba a un extraterrestre que usaba el alias de Nick Baxter. Al parecer, Baxter estaba infectado con un virus mortal, uno que tenía un efecto extraño en cualquiera que le tocase. El virus literalmente los congelaba hasta la muerte. No pasaba mucho tiempo antes de que el protagonista David Vincent siguiera el rastro del alienígena infectado, que estaba causando estragos y muerte en las zonas rurales de Virginia Occidental. El extraterrestre de aspecto humano estaba vestido con una camisa a cuadros y hacía todo lo posible para parecer amigable en todo momento. Sin embargo su sonrisa distaba mucho de ser agradable. Era una sonrisa escalofriante y engañosa, como la de Indrid Cold.

Redfern también conectó este episodio con otro detalle de la saga que se daría a conocer tanto por Keel en su libro como por Gray Barker en The Silver Bridge. En ese mismo episodio de The Invaders, Madeline Flagg – interpretada por Lynn Loring, la esposa del actor protagonista – tenía un pastor alemán que acababa siendo congelado por Nick Baxter. Keel y Barker hicieron mención en sus escritos a Bandit, un pastor alemán desaparecido el 14 de noviembre de 1966 cerca de su casa en Salem, Virginia Occidental. Su dueño, Newell Partridge, vio unos ojos rojos cerca de su granero esa noche, siendo este avistamiento relacionado a partir de entonces con el Mothman. La muerte del Gordon de la película de 2002 coincide con el modus operandi de Nick Baxter en Panic, si es que interpretamos que realmente murió asesinado de alguna forma y no congelado por pasar muchas horas a la intemperie.

La película de 2002 basada en el libro del neoyorquino (y que en España se tituló Mothman: la última profecía), dirigida por Mark Pellington y escrita entre otros por Richard Hatem, presenta una versión de esos acontecimientos – aunque con licencias, claro está – que sirvió para mostrar a un Derenberger distinto, que roza la locura. En esa cinta, el actor Will Patton interpretaba a Gordon Smallwood, figura que hacía las veces del Woodrow Derenberger del relato original. Si bien sus destinos son distintos – Smallwood acababa trastornado y “suicidado” –, el metraje supo captar la extrañeza ante los avistamientos del Mothman y de Cold, que desde luego que fueron inquietantes.

– La semana pasada, mi amigo recibió una llamada telefónica extraña de… un ente, un espíritu; lo que fuera… parecía saberlo… todo.

– ¿Cómo Dios? ¿Y hacía predicciones que se han confirmado?

– Sí. Le llamó un tal Indrid Cold.

– Es percepción, John. A cada cual se le aparecen de forma diferente: una voz, una luz, un hombre, un monstruo… Si tu amigo piensa que está hablando con Dios, está totalmente equivocado…

Esta conversación entre John Klein y Alexander Leek, dos de los personajes de la cinta (y el desdoblamiento que se hizo en la misma para retratar a John Keel), pone en pie muchas de las teorías que se ofrecen al respecto a este caso plantilla, pequeño paradigma que se introduce en el libro recientemente aparecido para explicar el proceso de replicación de cierto tipo de narrativas vinculadas a eventos aparentemente anómalos.

A Woodrow Derenberger se le achacaron muchas cosas desde el primer momento. Posibles problemas con el alcohol, quizá algún estado alterado de conciencia como el “síndrome de carretera”, o que simplemente estaba dormido. Por supuesto, todo fue negado por el testigo, que desde luego no guardó en secreto tan fascinante historia. Lo contó a las autoridades en cuanto llegó a casa y se convirtió rápidamente en una celebridad. Con el tiempo cambió de teléfono, queriendo evitar así la continua presión a la que era sometido por parte de periodistas, investigadores y curiosos. pero eso no pudo evitar que fuera telefoneado continuamente durante bastante tiempo. Si su intención era ganar un poco de notoriedad, a la larga fue algo que le salió caro.

Su historia ganó popularidad cuando la policía de Parkersburg estuvo convencida de su veracidad, y eso se produjo casi desde el principio, a pesar de lo extraño que sonaba todo. El 3 de noviembre fue presentado en televisión en vivo en esa localidad, siendo luego igualmente interrogado por la policía estatal, la policía de la ciudad y representantes de la base de la Fuerza Aérea de Dayton, Ohio. Pero fue esa entrevista del día 3 dirigida por Glenn Wilson y Ronald Maines la que continúa siendo ineludible para los curiosos que se interesan por el primer testimonio sobre Indrid Cold. Cuenta la historia que Glenn Wilson tuvo estas cintas durante casi tres décadas. Se iba a deshacer de ellas una vez jubilado, pero una mujer salvó estas cintas de la destrucción y las transfirió de las viejas cintas de carrete a cintas de audio y luego a CD. Las cintas ahora se encuentran en el Museo Mothman, en Point Pleasant. Una consulta de correo con Jeff Wamsley – quien dirige el museo desde hace décadas y que es autor de varios libros donde se recogen eventos de la saga Mothman – corrobora esta versión, aunque nunca sabremos con certeza si todo ocurrió así o de otra forma. A pesar de ese detalle, los originales y sus conversiones posteriores están allí, para aquellos que lo visiten y quieran oírlas, previo permiso de los dueños. Sin embargo, es posible consultar ese audio vía Internet.

Durante casi tres semanas, The Parkersburg News relató la historia de Derenberger y varios testigos próximos, muchos de los cuales pidieron permanecer en el anonimato o que se ocultaran sus nombres. Mientras tanto, el comercial siguió con su particular relación con el hombre que usaba la telepatía y no dejaba de sonreír.

La granja de Derenberger se convirtió en un punto de reunión de personajes de todo tipo, incluidos ufólogos del NICAP (National Committee on Aerial Phenomena). Los exámenes psiquiátricos a los que Woodrow se sometió voluntariamente no arrojaron resultados negativos, logrando así que el NICAP incluyera su historia en sus registros en Washington. Fue probablemente en aquellas visitas del NICAP donde Harold Salkin entabló contacto con Woodrow. Salkin sería posteriormente el enlace entre éste, Monteleone y una serie de ufólogos que se afanaron en entrevistar a este último, siendo John Keel el último de ellos.

Salkin, el publicista

Hablar de Harold Salkin es sinónimo de marketing y de publicidad. No por nada, estuvo muy cerca de algunos de los contactados más insignes de la época dorada de los platillos volantes. Era el publicista no oficial de George Adamski, Dan Fry, Wayne Aho y otros contactados del movimiento New Age. Cada vez que alguno de ellos acudía a Washington, Harold les conseguía entrevistas en radio y televisión. A pesar de lo que se pueda pensar a priori, al parecer no fue alguien que se moviera por motivos estrictamente económicos, pues nadie le pagó por hacer de contacto entre los contactados y los medios de comunicación.

En todo evento ufológico que se precie, y con más importancia aún cuanto más retrocedamos en el tiempo hacia esa edad dorada de los platillos volantes, los investigadores y la prensa jugaron un papel fundamental a la hora de hacer de todo el fenómeno lo que hoy se estudia por parte de quienes se inician en él. Una vez unidos testigos, investigadores, curiosos y corresponsales de prensa, en no pocas ocasiones se desataba esa misteriosa fuerza que daba forma a lo extraño y lo fantasioso como un solo hecho. Aparte del público en general, tenemos por una parte a quienes viven o dicen haber experimentado lo imposible, por otro a quienes intentan averiguar las circunstancias y la forma en que se produjo ese extremo y finalmente a quienes gestionan la fantasía, construyendo alrededor de un caso una serie de capas de desinformación, exageraciones, malentendidos y mentiras que a veces hacen muy complicado dilucidar qué hay de cierto o no en ellos. Pues bien, siendo benévolos, a Harold Salkin se le podría colocar quizá en el segundo grupo, aunque perfectamente podríamos hacerlo en esa última categoría. Aunque se ha de matizar que estamos tratando con un verdadero creyente.

Este papel de enlace entre contactado y medios de comunicación fue el que puso en contacto directo a Salkin con Tom Monteleone, después de que este último interviniera de forma espontánea en un programa de radio en el que Woodrow Derenberger compartía de nuevo su historia. Aunque en las declaraciones de Monteleone que se pudieron rastrear en un primer momento no se daba el nombre de aquel programa, luego este detalle se pudo concretar. Thomas no mencionaba el nombre de Salkin ni el de ese programa en su columna en la revista OMNI en 19794.. Fue Karl Pflock en su artículo Anatomy of a UFO hoax (Fate, 1980) quien dio el dato, recogido en el libro de Guante Blanco. Tom Monteleone tuvo su primer contacto con el dúo Derenberger-Salkin en Comment Call, programa presentado por Fred Gale para la WWDC en Washington D.C. La llamada de Tom al programa de Fred Gale concluyó con la petición de Harold Salkin de hablar con él, aunque en ese momento el publicista no conociese su nombre real. El artículo de Pflock daba algún detalle más sobre el escurridizo hombre que se presentaba como agente de contactados. Decía ser propietario de Space Age Communications y editor de The Little Listening Post. Esta revista se publicó periódicamente entre 1954 y 1965. Se vendía por un dólar y su dirección era el 4811 de Illinois Avenue, en Washington.

Una semana después, y habiendo dado su nombre y dirección reales, Tom encontró en la puerta de su casa a Harold Salkin y a Woodrow Derenberger, ambos acompañados por la mujer de este último, Marjorie. Salkin dijo tener muchos contactos, algunos incluso en las altas esferas ufológicas, periodísticas o políticas. Pidió permiso para contar su historia a otros investigadores, con la condición de que no se diese su nombre real, cosa que a la postre nunca se cumplió. Entre los muchos que pasaron por la casa en aquellos meses estuvo Timothy Green Beckley, que posteriormente escribió muchos artículos al respecto presentando el caso como un hecho real.

Aquel encuentro duró unas horas, y luego Salkin escribió la historia de Tom y pasó su nombre, teléfono y dirección a diversos investigadores. Monteleone afirmaba que sus amigos, que en un primer momento colaboraron activamente en la historia que se inventó para los investigadores, se cansaron rápidamente de todo el asunto cuando empezaron las continuas llamadas telefónicas y las visitas a la casa. Todos trataron de desmarcarse de aquello, delegando toda la responsabilidad en él. En cuanto al comercial, Tom no volvió a tratar con él. O eso afirmaba, pues el artículo de Pflock habla de una reunión donde estuvieron implicados todos los protagonistas de estos párrafos.

Volviendo a Salkin. Y durante la Segunda Guerra Mundial, al parecer fue ayudante personal de Douglas McArthur. Igualmente, fue uno de los impulsores del NICAP. Hay varias fuentes que le señalan como uno de los primeros miembros. Por ejemplo, Thomas N. Hackney le menciona en Alien Memos, catalogando a Salkin como el “hombre de las mil notas”:

Uno de mis compinches más antiguos en aquellos días era Harold Salkin. Un creyente acérrimo de los ovnis, Harold cofundó NICAP con Donald Keyhoe en 1953 con el ordenado nido que le dio su padre. Keyhoe fue ampliamente considerado como el líder en el campo de la ufología en la década de 1950 hasta mediados de la década de 1960. Harold y yo solíamos hablar casi todos los días sobre los ovnis y los eventos actuales relacionados con su estudio. Conocido en el campo OVNI como el hombre de las mil notas (que no debe confundirse con Antonio Huneeus, el hombre de las mil diapositivas, nuestro amigo), Harold era una enciclopedia virtual de información poco conocida sobre el tema. Cuando le hablé sobre el meteorito Peekskill y los eventos del impacto de Shoemaker-Levy – el primero cayó el 9 de octubre de 1992 en un Chevrolet Malibu rojo en Peekskill (Nueva York) y el segundo colisionó con Júpiter en 1994 – no significó nada para él, y entendí por qué. La idea de que los extraterrestres usaran los meteoritos y cometas para contactos beta con nuestra especie le parecía ridícula…5.

Otra persona que hace de Salkin uno de los miembros fundadores del NICAP es Timothy Green Beckley, que señala que fue Harold quien donó los primeros mil dólares que recibió el grupo, como dijo a Brent Raynes en una entrevista publicada en el número 117 de Alternate Perception Magazine6.. En su libro Riddle of Hangar Eighteen (Beckley, Timothy G.: Riddle of Hangar Eighteen. Mokelumne Hill Pr., 1987), Beckley amplía algo de su relación con Salkin, una figura en la sombra que conseguía poner en contacto a testigos e investigadores, como ocurrió con Derenberger o Monteleone. En el citado libro, el propio Salkin declara que alrededor de 1950 comenzó a suscribirse a todos los boletines y publicaciones, tanto estadounidenses como extranjeros, referidos al tema OVNI. Ex corresponsal de Associated Press, Salkin escribió más tarde un artículo sobre el fenómeno para la entonces prestigiosa revista Argosy, en colaboración con el Mayor Donald E. Keyhoe, sobre el secreto gubernamental.

Como ya se ha dicho, Salkin fue un entusiasta creyente que colaboró con el NICAP durante mucho tiempo. Más tarde, sintiendo que el grupo tenía un alcance limitado y se dedicaba casi en exclusiva a investigar informes de luces en el cielo, Salkin unió fuerzas con Clara John7., una investigadora conocida en todos los aspectos de lo paranormal, y juntos publicaron durante muchos años un boletín científico llamado The Little Post, que estaba dirigida principalmente a los medios de comunicación y proporcionó a muchos corresponsales importantes datos orientados a los ovnis.

Beckley contaba que Salkin también colaboró con Albert Johnson de The Voice of America en la producción de un documental sobre ovnis que se transmitió en todo el mundo, llegando a trescientos millones de oyentes. Igualmente, contribuyó en libros como “UFO-Top Secret” del periodista Mort Young, y era el único publicista a tiempo completo que se especializó en poner a la prensa en contacto con figuras importantes del panorama ufológico.

Salkin fue durante un tiempo corresponsal de la agencia AP. En alguna ocasión se presentó a sí mismo como representante de la revista Argosy. A finales de los ochenta fue editor gerente de UFO Review y gerente general de la firma de relaciones públicas con sede en Nueva York, World Media Group.

La figura de Timothy Green Beckley estuvo y está íntimamente ligada a la de Salkin, al menos en lo que a informaciones sobre las andanzas del segundo se refieren. Editor, productor de películas, investigador y escritor, siempre ha declarado sentirse atraído por los fenómenos extraños, teniendo durante su vida un historial de declaraciones al respecto a cada cual más impresionante. Ha tocado prácticamente de todo, desde el podcast hasta los canales de Youtube, pasando por multitud de revistas que intentó impulsar sin éxito. Sin embargo, se le considera una voz autorizada a la hora de tratar determinados temas, y desde luego fue alguien cercano a Salkin casi hasta el final de sus días. Se puede rastrear su relación mediante sus publicaciones. Por ejemplo, en el número de julio de 2016 de Phenomena Magazine, donde se hace eco de los avistamientos protagonizados por Muhammad Ali. En alguna ocasión acudió junto a Salkin a entrevistar al boxeador, que en más de una ocasión declaró haber tenido hasta dieciséis encuentros con extrañas luces.

Rastreando la historia de Thomas Monteleone y posteriores eventos, puede constatarse que Harold Salkin y John Keel tuvieron contacto durante finales de los sesenta, y de una forma u otra ese contacto se mantuvo, de forma más o menos puntual, hasta casi el final de sus días. De hecho, puede buscarse alguna imagen en las que Beckley, Salkin y Keel comen juntos, con la compañía de Jim Moseley, íntimo amigo de Gray Barker, a quien éste vendió la revista Flying Saucer en 1959, integrándola Moseley en su fanzine Saucer News – Barker volvió a comprar la por entonces Saucer News en 1968, un año después de que Moseley organizara en el Hotel Commodore de Nueva York la 1ª Convención Mundial sobre Ovnis, que arrancó el 24 de junio de 1967 –, siendo la estampa la muestra de que un grupo de lo más variopinto y teóricamente con puntos de vista muy distintos pueden sentarse a la mesa juntos. Las andanzas de Moseley o Barker podrían dar para un libro aparte, como ya hemos podido comprobar anteriormente, quedándonos ahora con la constatación de que en estos fueros ufológicos, todo está relacionado de cierta forma.

La vida del publicista no es fácil de rastrear, pero sí que se sabe a ciencia cierta cuándo murió. Su deceso ocurrió el 13 de julio de 2007, a la edad de 87 años. Hay un obituario en el New York Times, publicado el 15 de julio de 2007, que así lo certifica.

La reunión

Karl Pflock dio jugosos detalles de la trama Monteloene que solo aparecieron en Anatomy of a UFO hoax. Quizá la amistad entre Monteleone y Pflock influyera en este aspecto. Al parecer, Salkin le preguntó a Tom si estaba dispuesto a ser hipnotizado por un dentista de Washington. Después de consultar a uno de sus profesores universitarios y que éste le asegurase que todo aquello era pura charlatanería, el estudiante aceptó la invitación. Una vez más, o eso aseguró, fue capaz de engañar a alguien. En este caso, a un hipnotizador amateur o con una experiencia relativamente corta.

La visita de Keel a Tom Monteleone llegó a finales de marzo o principios de abril de 1968. El neoyorquino acudió acompañado por Harold Salkin y el matrimonio Derenberger y estuvo allí unas dos horas. Eso, por supuesto, tampoco sería mencionado posteriormente en las fuentes más conocidas sobre el caso. Ni tan siquiera por los propios Keel y Tom. Fue en esa visita cuando se completó la historia que estaría incluida en el trabajo original de la saga Mothman, la del famoso Buick negro y la visita de Vadig al restaurante donde el testigo trabajaba.

Sabes – acabó diciendo Keel –, hasta que me dijiste esto, estaba convencido de que era solo una broma de universitarios y que vendría aquí y te expondría como un hoaxer. Sin embargo, no puedo descartar una información como esa”.

Fue un continuo en la huida hacia adelante de Tom. Tras su llamada al programa de Fred Gale, dio a cada investigador nuevos detalles de su invención, cada vez más fantásticos y rocambolescos. No pudo destapar las mentiras de Woodrow – en esa primera llamada pretendía echarse unas risas con sus compañeros de la universidad a costa del contactado y su experiencia con Cold – y además se vio empujado, quizá por curiosidad, a una espiral de la que no le fue fácil salir. Salkin llevó hasta su casa a muchos investigadores, la mayoría amateurs, a los que daba detalles nuevos. Pero luego llegó John Keel, a quien Tom consideraba alguien serio. Sentía que sería incapaz de mentirle, y el neoyoquino casi consigue destapar toda la verdad, ya que acudió a aquella reunión predispuesto a poner en evidencia tanto al estudiante como a Derenberger. En aquel encuentro, Keel confesó al comercial que no creía en todo lo referente a Lanulos e Indrid Cold hasta que Tom mencionó el relato del Buick negro, que desmontó totalmente las defensas del investigador. Esa mención, que Keel relacionó con los relatos de los esquivos Hombres de Negro, fue la carta ganadora de Monteleone.

Una vez acabado aquel encuentro, el caso fue introducido por el investigador en varios artículos y libros. En este punto, el escrito de Pflock tiene una pequeña errata, o al menos así se desprende de la búsqueda posterior. El artículo de Keel en el Flying Sacer Review de 1969 no se publicó en el mes de marzo, sino en el número de mayo-junio. Se titulaba The Time Cycle Factor, En el mismo se hacía referencia a dos entrevistas diferentes con Monteleone, ambas en marzo del 68, aunque tuvo el detalle de no mencionar su nombre. El relato del viaje del testigo fue aprovechado en ese artículo para incidir en lo que para él eran los dos efectos principales de distorsión de tiempo (TDE): compresión de tiempo, en el que el testigo experimenta una experiencia de duración aparentemente larga, pero corta en tiempo real; y lapsos de tiempo, o eventos en los que el testigo sufre amnesia parcial o total y no puede recordar cómo pasó períodos específicos de tiempo. El artículo no tiene desperdicio, pues en él se muestra una parte del recorrido teórico de las ideas que el autor desarrollaría en Operación Caballo de Troya, libro en el que el nombre de Thomas Monteleone aparece por primera vez. La antimateria, universos paralelos, eventos simultáneos, distensiones de tiempo, la relatividad o un esquema de una teoría de inversión temporal son parte de ese artículo de finales de los sesenta.

En 1971 volvió a publicar en el Flying Saucers, esta vez en el número de junio, un artículo donde hubo espacio para el caso Vadig. Pflock menciona el título, A Question of Responsability. En ese mes, lo que encontramos de Keel fue otro escrito, en el Flying Saucer Review, The Perfect Apparition. En él, habla de las características que según su opinión debe tener un avistamiento para que reciba atención y sea merecedor de un estudio pormenorizado. Ahondaba en sus planteamientos sobre la naturaleza del fenómeno, con los lapsos temporales, y hacía referencia al ingeniero aeronáutico J. W. Dunne, cuyas ideas principales se llevó hacia la casuística ufológica para darle respaldo teórico.

Luego llegaron los desmentidos de Tom, tanto en su columna de OMNI como en su libro M.A.F.I.A y en las páginas de Ovni: Mitología de una emergencia. A pesar del más de medio siglo que ha transcurrido desde la génesis de aquellos falsos encuentros con Vadig, aún había investigadores y curiosos que daban veracidad a aquella subtrama que aparecía en Las Profecías del Mothman y que su protagonista se afanó en desmentir y olvidar. Su aportación y su buena predisposición se antojó fundamental para resolver de una vez por todas el asunto, a pesar de que ello implicase exponer los mayores defectos de un investigador tan querido como John Keel. El libro de Guante Blanco es, entre otras cosas, el colofón al asunto de los supuestos visitantes de Lanulos. El relato completo de Tom, además de todo el recorrido histórico de su historia – vaivenes de Keel incluidos – están disponibles en sus páginas. Si además se quiere asistir a toda una revisión del fenómeno ovni moderno en sus primeras décadas desde un punto de vista cultural e histórico y conocer un nuevo enfoque basado en la sociología y la epidemiología, este libro es una buena herramienta de estudio.

Fuentes:

Keel, John: Las profecías del Mothman, Reediciones Anómalas, 2019.

The Tyme Cycle Factor, Flying Saucer Review, 1969.

Monteleone, Thomas Francis: The Mothers and Fathers Italian Association, Crossroad Press First Digital, 2015.

The Guillibility Factor, OMNI Magazine, 1979.

Pflock, Karl T.: Anatomy of a UFO hoax, Fate magazine, 1980.

Ruiz Herrera, Félix: “Te veré en el tiempo”: introducción a la historia de Thomas Monteleone y Vadig, Phenomena Magazine número 36, 2020.

Thomas Francis Monteleone: los encuentros cercanos del cinco veces ganador del premio Bram Stoker, Misteriored.com, 2020.

Vergel, Pablo y Ruiz Herrera, Félix: Ovni: Mitología de una emergencia, Editorial Guante Blanco, 2020.

Notas:

1. Knight, Damon: Charles Fort: Prophet of the Unexplained, Garden City, N.Y. Doubleday, 1970.

2. Redfern, Nick: Indrid Cold and The Invaders, Part 1 e Indrid Cold and The Invaders, Part 2 [en línea].https://mysteriousuniverse.org/2015/07/indrid-cold-and-the-invaders-part-1/

3. Lanzada en enero de 1967 por la cadena estadounidense ABC. Creada por Larry Cohen y traída a la vida por QM Productions, fue protagonizada por el actor Roy Thinnes, que daba vida a David Vincent. El protagonista se encuentra inmerso en un mundo lleno de pesadillas y paranoia en el que extraterrestres hostiles intentan en secreto apoderarse de la Tierra. En el transcurso de dos temporadas y 43 episodios, vemos a Vincent haciendo todo lo posible para frustrar la invasión y advertir al público, los medios, los militares y el gobierno de la creciente amenaza extraterrestre.

4. La columna en cuestión apareció en mayo de 1979, en la página 146, bajo el título de Last Word: The Gullibility Factor.

5. Hackney, Thomas N.: Alien Memos: Tidings, Quips and Warnings from Beyond the World, Page Publishing, Inc., 2018.

6. Raynes, Brent: An interview with Timothy Green Beckley [En línea] http://mysterious-america.com/timbeckleyinterv.html

7. Clara John escribió el libro de Adamski Inside the Spaceships (Adamski, George: Dentro de los platillos voladores. México, Editorial Posada, 1984.), según Beckley.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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