La mujer de Isdal: medio siglo del misterio de la muerte en Bergen

Durante el presente año 2020 se cumple medio siglo del hallazgo del cuerpo de una mujer en un lugar remoto, el conocido como Valle de Hielo, a 460 kilómetros al oeste de Oslo, concretamente en las montañas alrededor de la localidad de Bergen. Los años no han servido para resolver las múltiples incógnitas que hay sobre el caso, un fascinante dossier en el que cabe de todo. Incluso una posible trama de espías.

La historia que se comparte hoy es la misma que se lleva contando desde el 29 de noviembre de 1970, momento en el que un hombre y sus dos hijas hallaron el cuerpo totalmente calcinado. El apartado paraje, en consonancia a la grotesca estampa del cuerpo tendido sobre unas rocas y con los brazos extendidos, dio nuevos aires a la denominación que los lugareños daban a ese valle de Isdalen. Al parecer, los nativos del lugar han contado durante generaciones que era un sitio propicio para el suicidio de muchos desgraciados durante la Edad Media. Además, a lo largo de los años se habían producido en aquellos mismos rincones varios accidentes mortales, lo que acrecentaron la funesta fama del “Valle de la Muerte”, que contaba con una suerte de maldición que seguía vigente y al que únicamente le restaba un caso de un importante alcance mediático para ser tenido en cuenta durante finales del siglo XX y sobre todo en este inicio del XXI como marca propia de ese “turismo Dark” en auge.

La identificación de aquel cadáver sigue siendo una incógnita, y desde el primer momento los investigadores supieron muy bien por qué. Además de los signos evidentes, tanto las etiquetas de la ropa que portaba como las marcas distintivas de sus otras pertenencias habían sido cortadas o rasgadas premeditadamente. Aunque había algo que quedó bastante claro casi desde el primer momento: aquella mujer no era una excursionista ni tampoco una lugareña. ¿Por qué? Sobre todo por la ropa que llevaba.

Durante los cincuenta años transcurridos desde el crimen criminólogos, periodistas y otros investigadores han intentado sacar algo en claro de todo el asunto, que se fue complicando a la par que hallaban nuevos indicios, que no hicieron más que complicar una trama que sigue sin acto final.

Lo que se supo en base al cuerpo

No han sido pocos los intentos por contestar a las muchas preguntas que suscita el caso, aunque la más importante sigue sin respuesta. Obviamente, se trata de la identidad de aquella víctima que fue calcinada. Los mayores esfuerzos vinieron de propio suelo noruego. Hace unos años, el portal de noticias NRK decidió reabrir el dossier de esta investigación, tratando de reconstruir los acontecimientos y de tirar de los cabos sueltos para deshacer el entuerto. También la BBC se interesó, contactando con varias de las personas que tuvieron acceso a los indicios en un primer momento.

«Estaba fuera del camino, era un lugar inusual para dar una caminata», le dijo a la BBC Carl Halvor Aas, un abogado policial que estuvo entre los primeros funcionarios llamados al lugar. «La parte de adelante del cuerpo estaba toda quemada», incluyendo «el rostro y la mayor parte del cabello», indica.

Hubo un par de detalles que Halvor Aas indicó. Al ser noviembre, mes muy frío en aquellos lares, no pudo determinar cuánto tiempo llevaba la víctima en el lugar. Tampoco pudo descifrar el modo en que fue quemada, pero sí que reparó en que no había quemaduras en su espalda. Esto le llevó a razonar que quizá se lanzó de espaldas, evitando esos graves daños por el fuego en esa zona.

Había varios objetos en el lugar concreto donde se llevaron a cabo las primeras investigaciones. Entre ellos se pudieron contar joyas, algunas botellas, una sombrilla rota y un reloj. Asimismo, había unas medias de nylon y un par de boyas de goma. Aunque había algo que no encajaba, como señaló uno de los forenses, que se convenció de que algunas de esas pertenencias no eran de la mujer. Él lo tenía claro: ni el reloj ni las joyas eran de la víctima. Parte de la escena del crimen había sido adulterada para confundir. Por no hablar del detalle del rasgado de marcas o el corte de las etiquetas de la ropa.

«La colocación y ubicación de los objetos que rodeaban el cuerpo eran extrañas, parecía como si hubiese habido un tipo de ceremonia», dijo Tormod Bønes, el forense en cuestión. «Había estado vistiendo muchas prendas de ropa – de materiales sintéticos – y toda esa ropa había sido quemada».

Más allá de esos detalles, los investigadores dieron una serie de claves sobre la fallecida. Su altura era de 1’64 metros, tenía el pelo largo y de color marrón, recogido en una cola con una cinta azul y blanca, ojos igualmente marrones, orejas pequeñas y cara redonda. Su edad oscilaba entre los veinticinco y los cuarenta años. Poco más podían añadir los responsables del caso, que trataron de encontrar en la cercana localidad de Bergen algunos testimonios que sirvieran para saber más sobre aquel sospechoso crimen.

Mientras los investigadores hacían avances que se detallarán un poco más adelante, el cuerpo siguió mostrando evidencias. Se encontró una contusión inexplicable en el lado derecho del cuello, que podría haber sido el resultado de un golpe o una caída. No había señales de que la mujer hubiera estado enferma. La autopsia mostró que la mujer nunca estuvo embarazada o tuvo hijos. Además, la víctima presentaba unos dientes de oro, algo bastante inusual en aquellos lares. Este último detalle, por cierto, no se usó durante la investigación. Es bastante probable que tuviera una muerte dolorosa, pues había sido quemada viva. De ahí que, por algún motivo que se desconoce, se arrojara de espaldas donde fue encontrada, evitando las quemaduras en esa zona.

«Había partículas de humo en sus pulmones… lo que demuestra que la mujer estaba viva mientras se estaba quemando», dice Bønes.

Encontraron un rastro de gasolina en el suelo debajo del cuerpo de la mujer, por lo que las autoridades confirmaron que se uso el combustible para generar aquel fuego. La sangre tenía una alta concentración de monóxido de carbono. Los expertos también notaron que tenía entre cincuenta y setenta pastillas para dormir, de una marca extranjera llamada Fenemal, en el estómago, aunque no habían sido totalmente absorbidas en su torrente sanguíneo antes de morir.

La autopsia concluyó que la mujer murió a causa de una combinación de envenenamiento por monóxido de carbono y la ingestión de una gran cantidad de pastillas para dormir. En un principio se habló de suicidio, versión apoyada por el jefe de la policía de Bergen. Sin embargo, muchas personas encuentran esta hipótesis difícil de creer. Sobre todo si se apoyan en los múltiples indicios y en el extraño comportamiento de la víctima en los días previos a su muerte. A pesar de ello, el caso fue cerrado pocos meses después, en febrero de 1971.

La mujer fue enterrada bajo el rito cristiano, en un ataúd hecho de zinc, que no se descompondrá, y junto a un álbum del entierro. Todo para que en un futuro se pudiera esclarecer su identidad si era reclamada por algún familiar, cosa que no ha ocurrido hasta el momento.

¿Una trama de espías?

Lo cierto es que aquellas fechas fueron muy ajetreadas, y la desconocida mujer se convirtió en la comidilla de los vecinos del pueblo. No hizo falta mucho tiempo para dar con las primeras claves. La estación de tren guardaba un par de maletas que hicieron levantar las sospechas de los investigadores, y efectivamente se pudieron relacionar con la mujer. En una de ellas había unas gafas con huellas que coincidían con las de la víctima. En la otra había pelucas, ropa, cosméticos, bolsas de té, crema para eczemas, cepillo y peine, y moneda de varias nacionalidades. El detalle del dinero llamó la atención, además del de la ropa y el resto de pertenencias, cuyas etiquetas y marcas habían sido igualmente retiradas o rasgadas a conciencia. También había una nota codificada misteriosamente, la cual la policía no pudo descifrar hasta un tiempo después, y que supone una de las claves más misteriosas del caso, pues se trataba de anotaciones sobre los movimientos de la víctima en los días previos a su muerte. Por ejemplo, el código O22 O28 P significa las fechas (22-28 de octubre) de que se encontraba en París; O29PS es el día en que viajó de París a Stavanger; O29S coincide con la fecha de su llegada a Stavanger (29 de octubre); y O30BN5 coincide con su estancia en Bergen, del 30 de octubre al 5 de noviembre.

La policía intentó con persistencia rastrear las pertenencias de la mujer. Incluso contactó varias tiendas por departamentos en el exterior, como las Galerías Lafayette en París, para saber si los establecimientos reconocían alguno de los envases del maquillaje de la mujer. Ninguna de las tiendas pudo encontrar una coincidencia.

Había una importante evidencia en la maleta: una bolsa de plástico de la zapatería Oscar Rørtvedt, ubicada en la ciudad noruega de Stavanger. El hijo del propietario, Rolf Rørtvedt, recuerda haber vendido un par de botas de goma a “una mujer atractiva y muy bien vestida, de cabello oscuro”.

Las botas que le vendió parecían coincidir con las botas encontradas en el cuerpo del valle de Isdalen. La policía también creía que el paraguas encontrado cerca del cuerpo había sido comprado en esa tienda. Rolf recuerda que la mujer le había llamado la atención porque “tardó” escogiendo las botas más de lo que tardaba un cliente promedio.

Este testigo dio varios detalles que sirvieron a la policía a rastrear a la mujer hasta el hotel St. Svithun, donde dieron con un nombre, Fenella Lorch. Fue con el que se registró la misteriosa mujer, aunque las razones para pensar que se trataba de un nombre falso eran muy evidentes. Tirando de ese hilo, se constató que ya se había hospedado en varios hoteles de Noruega, siempre usando diferentes alias. Además, el hecho de tener que mostrar pasaportes para los registros en los diferentes establecimientos probó que todos eran falsos. La calcinada hizo uso de varios nombres, como Genevieve Lancier, Claudia Nielsen o Alexia Zarne-Merchez, entre otros.

Había registro de sus movimientos, y también fueron apareciendo testigos oculares que dieron descripciones sobre la mujer de Isdal. En el hotel anteriormente mencionado, varios trabajadores dieron fe de que hablaba inglés y alemán. Al parecer, pidió cambiar de habitación en varias ocasiones, una actitud sospechosa que llamó la atención de los investigadores. Uniendo todos estos indicios, hubo una tesis que empezó a cobrar fuerza: aquella mujer podría ser una espía, aunque se desconocía cuales podrían ser sus motivaciones u objetivos.

«Esto fue durante la Guerra Fría, y sin duda había un montón de espías en Noruega, incluidos espías rusos», dice Gunnar Staalesen, escritor de Bergen quien en ese momento era un estudiante universitario.

También hubo agentes israelíes que operaban en Noruega, como se supo tiempo después, cuando los agentes del Mossad mataron a un hombre en Lillehammer que habían confundido con un terrorista. Los servicios de inteligencia de Noruega la estaban investigando también, pero no lo admitirían hasta décadas después. De acuerdo con NRK, los servicios de seguridad estaban interesados en los informes que apuntaban a que la mujer había sido vista observando una prueba militar de nuevos cohetes en el oeste de Noruega, pero no había ninguna conclusión clara en ellos.

Últimos indicios

Los dientes de oro que tenía la mujer de Isdal sirvieron para que en la pasada década hubiera nuevos intentos de avanzar en la investigación. Durante 2016 se dieron pasos para reabrir el caso. El médico forense Inge Morild, que heredó los archivos de la “mujer de Isdal”, señaló que la mandíbula había sido desechada porque “estaba podrida”. Pero después de que periodistas de NRK indagaran al respecto, el profesor Morild encontró la mandíbula en un sótano de archivos forenses del Hospital Universitario Haukeland. El hallazgo dio a la policía noruega la oportunidad de volver a abrir el caso y usar las últimas técnicas forenses para tratar de identificar a la mujer.

El Servicio Noruego de Investigaciones Criminales (Kripos) y la Universidad de Bergen hicieron análisis de isótopos en sus dientes para identificar la “firma” química que dejan los elementos que componen sus piezas a medida que se forman. El análisis de ADN se convirtió en una de las herramientas clave de la policía en los casos de identificación forense. En 1970 no existía, pero resulta que la investigación guardó muestras de tejido de los órganos de la mujer, incluidas de los pulmones, el corazón, las glándulas suprarrenales y los ovarios. Todas estaban estaban en el Hospital Universitario de Haukeland.

Para apoyar aquellos intentos y mientras se esperaban las pruebas de ADN, la agencia NRK publicó un documental sobre el caso y recibió más de 150 mensajes de personas interesadas. Finalmente, los resultados obtenidos a partir de esas muestras de ADN que se encargaron fueron publicados en 2017, mostrando que la mujer era europea, concretamente de la región de Nuremberg, en Alemania, y podía tener unos cuarenta años.

Estos detalles sirvieron de antesala para lo que fue el último gran capítulo de toda esta historia, acontecido en 2018, cuando la BBC decidió hacer un podcast titulado “Death in Ice Valley” (Muerte en el Valle de Hielo), que permitió que varios oyentes ofrecieran pistas sobre el caso. Algunas ya eran conocidas, pero otras ofrecieron nuevos matices.

Dentro de las múltiples pesquisas de los años setenta, hubo un pequeño dato que algunos trabajadores del hotel donde se hospedó la mujer en Bergen ofrecieron. Al parecer, la mujer desprendía cierto aroma a ajo, lo que llevó a varios oyentes del podcast a aseverar que ese detalle era cierto, y que algunos hablaron con ella en su momento. Estas personas podían recordar otros detalles sobre ella, como ese inglés con acento extranjero, en concreto alemán.

Una nueva prueba salió a la luz. Se trataba de un bolso de mano que fue llevado a la policía. Estaba a escasos cuarenta metros del lugar exacto donde se encontró el cadáver quemado. El bolso no tenía nada dentro, únicamente tierra. Tras una limpieza a fondo, se pudo observar un bolso azul con rayas rojas, de unos treinta y cinco centímetros de largo.

Hubo personas que durante aquel programa dieron testimonio de lo frustrante que fue para los investigadores el hecho de no hacer avances significativos. Los detalles relativos a las sospechosas actividades de la mujer de Isdal fueron igualmente planteados, nombrando las sospechas de que podría ser parte de unas trama de espías que acabó con un asesinato para encubrir o destruir pruebas. A ese respecto, surgió una pregunta interesante. Se debe recordar que hubo quienes señalaron que la mujer había acudido al lugar para observar ciertas pruebas de misiles en suelo noruego. ¿Estaba esta mujer monitoreando los ensayos, súper secretos, de los misiles noruegos Penguin que se realizaron a finales de la década del 60?

Documentos obtenidos por la BBC señalan que la policía secreta había investigado esa posibilidad. Una tesis apoyada por varios de los oyentes primeros de aquel programa de 2018, que incluyó a un grupo de jóvenes investigadores que tenían y mantienen su propia tesis al respecto. Para ellos, era una espía que en un momento determinado decidió suicidarse, sin que se sepa cuándo ni por qué.

«Comenzamos escuchando el podcast y llegamos a varias teorías sobre lo que ocurrió», explicó Thomas Hayes, uno de los jóvenes del grupo. «Creemos que era una espía o algo parecido porque nos dimos cuenta que hubo crímenes similares en algunas bases militares en Bergen. Mi teoría es que estaba cansada de hacer ese trabajo y se suicidó», añadió.

Thomas Hayes es reconocido porque protagoniza Skam, un drama que se emite por Internet, dirigido a adolescentes que trata la vida de un grupo de estudiantes de último año de secundaria. Hayes es parte del club pero tiene cuidado a la hora de compartirlo en sus redes sociales, donde tiene miles de seguidores.

Un día, un miembro del club, Sindre Bratli, llegó a la reunión con una caja. Uno de sus tíos, que era periodista, había investigado el caso.

«Él trabajaba en un periódico en Bergen en los 90. Unos 25 años después del caso, había escrito un artículo sobre el asunto. Y tenía documentos que le había facilitado la policía en Bergen y nunca los había devuelto», dijo Sindre.

El programa de la BBC sirvió para remover estos y otros testimonios. Jóvenes que quieren ayudar a resolver el misterio, pero también personas que se cruzaron con la mujer, o que creen haber contactado con ella en aquellos días de 1970. Fue el caso de Ketil Kversoy, quien alude haber visto a la víctima acompañada de más personas.

«Me sorprendió que algunas personas subieran a esta parte de la montaña. Eso no era normal, porque había estado por allí como dos horas y no había visto a nadie», recordó.

Entonces contó que vio a una mujer seguida de dos hombres, que estaban vestidos más para una reunión ejecutiva que para caminar al aire libre.

«Cuando nos cruzamos ella me miró a los ojos. Me pareció que estaba entre asustada y rendida. Los hombres estaban a unos veinte metros», añadió. «Al mirarme creí que ella iba a decir algo, pero no lo hizo y entonces miró detrás suyo y miró a estos hombres que estaban a su espalda. Estoy seguro que sabía que la estaban persiguiendo».

Kversoy dio una descripción que coincidía con la hecha por los investigadores en los setenta, y también con los dibujos y retratos que se conservan. Dio pocos detalle sobre los hombres que acompañaban a la mujer, pero no pudo ahondar al respecto.

«Recuerdo su cabello negro, oscuro, no muy largo. Los hombres que la seguían también tenían pelo negro. No lucían para nada como noruegos. Para mí eran del sur de Europa».

A pesar de que este último testimonio podría resultar muy interesante de cara a futuras pesquisas, tiene un contratiempo importante. El cuerpo fue hallado en la mañana del domingo 29 de noviembre de 1970, pero Ketil Kversoy dijo haber visto todo lo anterior en la tarde de ese mismo día. ¿Pudo haber sido el domingo anterior? Esa confusión de fechas podría ser clave, ya que al parecer la mujer fue vista con vida por última vez el lunes 23. Si el encuentro se produjo el día 22, todo tendría mucho más sentido. A pesar de todo, es imposible aseverar que este hombre se cruzara con la protagonista de esta historia

Lo último que se sabe respecto al caso es que hay investigadores independientes que han ofrecido su ayuda para resolverlo. Es el caso de Coleen Fitzpatrick, experta en análisis de ADN y que colabora con el proyecto DNA Doe, organización que utiliza bases de datos genéticas y genealógicas para dar con personas desaparecidas.

El grupo ha copado titulares durante los últimos compases de 2019 y las primeras semanas de 2020, tras identificar el cadáver del criminal centenario Joseph Henry Loveless. Los restos del cuerpo fueron hallados en Idaho, concretamente en unas cuevas no muy alejadas de la localidad de Dubois. Los primeros restos se recuperaron, al parecer, en 1979. Posteriormente se hallaron más en 1991, aunque en ninguna de las dos ocasiones se encontró la cabeza de esta persona. Tuvieron que pasar dos décadas para que la ciencia diera respuestas concretas. Tras examinar a más de 31.730 personas, el Proyecto DNA Doe identificó a este hombre como Joseph Henry Loveless e incluso rastreó a su nieto, de 87 años.

«Leí que le habían practicado un test de isótopos para determinar la edad y el origen y eso llamó mi atención», explicó Coleen Fitzpatrick en referencia al caso de la mujer de Isdal. «Nosotros manejamos muchos casos a los que les hemos aplicado el test de isótopos», agregó.

La legislación noruega respecto al uso de este tipo de pruebas es bastante estricto. Quizá por eso aún no ha sido posible dar punto final a cincuenta años de incógnitas. Una mujer quemada, un escenario adulterado, una serie de indicios que apuntan a una trama internacional y muchas piezas que esperan a que la gran pregunta sea respondida: ¿Quién era la mujer de Isdal?

Fuentes:

  • https://www.nrk.no/dokumentar/do-you-remember-this-woman_-1.13215629
  • http://www.bbc.com/news/world-europe-39369429
  • https://www.bbc.co.uk/programmes/p060ms2h
  • https://www.facebook.com/groups/deathinicevalley
  • https://www.nbcnews.com/news/us-news/human-remains-found-idaho-cave-identified-outlaw-who-died-over-n1109111
  • https://www.facebook.com/DNADoeProject/posts/2499035500355220

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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