El séptimo arte es muy generoso con algunas de las personas que trabajan en él. Todos conocemos a muchas estrellas, directores o productores que convierten en oro todo lo que tocan. Incluso hay dinastías familiares muy poderosas dentro de la industria. Pero hay algunas personas, o en este caso familias, que dieron su vida mientras grababan o planificaban una película, en un golpe nefasto de mala fortuna. Es el caso de los Bruce y Brandon, padre e hijo unidos por un destino fatal.
No es plato de buen gusto en ciertos círculos comentar que una película está maldita. El cine es, ante todo, arte. Y como buen arte consigue transmitir emociones y sentimientos únicos a cada persona que se expone a ver una creación. Alegría, pena, emoción, furia o terror. Puede que todas a la vez, caso que se da en algunas películas consideradas verdaderas obras de arte inmortales. Pero hay ocasiones en las que estas creaciones parecen tener vida propia, dirigiendo los acontecimientos a determinado punto, pretendiendo que las grabaciones no se finalicen. Aquí entramos en el ámbito de la pura leyenda urbana, aunque basada – al menos en parte – en hechos completamente reales. En concreto, primero vamos a centrar nuestra atención en el mítico Bruce Lee.
Lee Jun-Fan, verdadero nombre del actor, nació en la Chinatown de San Francisco en 1940, pero pasó gran parte de su infancia en Kowloon (Hong Kong), donde pronto aprendió Taichí con su padre y luego el estilo Wing Chun con el no menos mítico maestro Ip Man, que supo encauzar a un muchacho que era calificado como pandillero por sus vecinos y profesores. La situación de guerra durante la II Guerra Mundial y la ocupación japonesa de China fueron una prueba de fuego para la familia Lee y para Bruce, pues se mostraba desafiante con los soldados, y su madre contaba que subía a la azotea de su casa para arrojar objetos a los cazas “Japanese Zero” que volaban a baja altitud. El propio Bruce reconoció su complicada niñez y adolescencia en la revista Black Belt de octubre de 1967: «Yo era un muchacho desubicado que iba en busca de peleas… Usábamos cadenas y bolígrafos con cuchillos ocultos en su interior». Un intento de paliza por parte de pandilleros rivales propiciaron que su padre comenzara su adiestramiento. A pesar de que muchos pensarán que Bruce era una persona dedicada a sus entrenamientos y con pocas inquietudes intelectuales, eso no es para nada cierto. La propia práctica de las artes marciales requiere de un entrenamiento mental activo, pero Bruce decidió también doctorarse en Filosofía.
Juego con la muerte
A pesar de hacerse famoso gracias a su papel de Kato en la serie The Green Hornet, en 1966, la carrera de Bruce comenzó siendo muy pequeño. Antes de su salgo a Hollywood ya había rodado más de una veintena de películas con su nombre artístico, Lee Siu Lung, el Pequeño Dragón Lee. Nada extraño teniendo en cuenta que su padre también era actor y además comediante de la ópera china. Tras su salto a Hollywood llegaron una serie de películas legendarias para los amantes de las artes marciales: Puños de Furia, El Furor del Dragón – con el inmortal Chuck Norris a su lado – o Operación Dragón.
Precisamente en esta, su última película antes de su fallecimiento, se produjeron una serie de acontecimientos que luego algunos relacionarían con su trágico final. Tanto el productor Fred Wintraub como los actores Bob Wall y Bobo Yeung han contado en muchas ocasiones que Bruce recibía desafíos por parte de extras de la película, algunos de ellos artistas marciales relacionados con las temidas tríadas. El actor las rechazaba siempre que podía, aunque alguna vez aceptó, ganando siempre. El propio Weintraub comentaba lo siguiente en el documental The Curse of the Dragon, en 1993: «Yo estaba preocupado de que alguien saliera lastimado porque había desafíos todos los días… Ellos tenían un rito con el que se desafiaban, donde cruzaban las manos y golpeaban los pies… Pero las peleas por suerte no duraban mucho porque Bruce ¡pa, pa, pa!, los noqueaba y seguía adelante».
La grabación finalizó, y Bruce desconocía que solo le quedaban dos semanas de vida. Viajó a Hong Kong, donde permaneció esos últimos días revisando el guión de la que sería su siguiente película, Game of death, Juego con la muerte. El 20 de julio de 1973 estaba acompañado de su amante, Betty Ting Pei. Casado con Linda Emery desde 1964, las malas lenguas decían que esta no era el único escarceo del actor, pero en el mismo estaba cuando sufrió el desmayo que a la postre le causaría la muerte, a pesar de que el 10 de mayo sufrió otro desvanecimiento, seguido de convulsiones, que pudo superar. En cambio, no pudo superar este último bache. La autopsia dijo que se debió a un edema cerebral debido a una reacción alérgica a un medicamento para el dolor. Pero eso solo fue el principio de la especulación.
Hubo quien dijo que todo era un montaje y que Bruce no había muerto, sino que había vuelto a la China comunista para entrenar a sus soldados en las artes marciales, como si se tratase de otro Elvis que un día aparecería como si nada hubiese ocurrido. Otras personas apuntaron a las tríadas chinas, que se habrían vengado del actor por algún oscuro motivo. No olvidemos las anécdotas del rodaje de El Furor del Dragón. Quizá algún extra resentido por no poder doblegar al maestro. Se especulaba con el envenenamiento con alguna hierba misteriosa que no dejaba rastro alguno de cara a la autopsia. Incluso algunos apuntaron a alguna llave secreta que habría desencadenado la precoz muerte del intérprete. En concreto, se hablaba de la palma vibratoria, una detonación de aire que alteraba el organismo y causaba la muerte.
Antonio Luis Moyano, en Cine y música malditos, relata el colmo de la conspiración en torno a esta muerte, pues hubo acusaciones contra el mismísimo Charles Mnason, quien habría maldecido a Bruce Lee desde la cárcel. En concreto, se aseguraba que dijo en una ocasión: «¡Bruce Lee, me has traicionado, eres un puerco traidor. En lugar de irte a predicar al desierto te has aliado con los blancos, pero yo ajustaré cuentas contigo, pronto tu corazón dejará de latir…!».
Un edema acabó con la leyenda cuando solo contaba con treinta y dos años. Su legado, sin embargo, han permanecido y seguro que seguirá entre nosotros durante mucho tiempo. Un verdadero ícono – incluso para la prestigiosa revista Time, que incluyó a Bruce Lee entre los 100 hombres más influyentes del siglo XX – que tuvo tiempo de traer al mundo dos hijos, Brandon y Shannon, uno de los cuales trató de seguir sus pasos, con tanto infortunio que tuvo un final igual de trágico que el de su padre. Pasemos a revisar la leyenda del Cuervo.
Una película que no deseaba ser terminada
Brandon Lee vino al mundo el 1 de febrero de 1965, y era aun un niño cuando su padre perdió la vida. La falta de una figura paterna desde los nueve años, quizá unida a la falta de intimidad de un chico que ya nació siendo famoso, llevaron al adolescente Brandon a acercarse a malas compañías, convirtiéndose en el marginado que su progenitor fue en China durante los años cuarenta. Ni siquiera acabó sus estudios escolares debido a su mala actitud. Pero aun así, su apellido le abrió algunas puertas que permitieron su búsqueda de redención.
En el Emerson College de Boston recibió las nociones básicas de la interpretación, y luego se trasladó a Nueva York para estudiar en el Lee Strasberg Theatre and Film Institute. Pronto consiguió pequeños papeles, con los que Brandon pretendía hacerse su hueco en el mundillo, alejado de la fama que le otorgaba su apellido. Además de esto, reanudó las clases de artes marciales que abandonó tras el fallecimiento de Bruce. Varios papeles menores precedieron a Showdown in Little Tokyo, que protagonizó junto a otro de los incombustibles del cine de acción ochentero, Dolph Lundgren. Y en esas estaba cuando en 1992 llegó a sus manos un contrato para tres películas presentado por la productora Dimension Films. Brandon oyó hablar de la próxima adaptación del cómic de James O´Barr, El Cuervo. Tras unas breves negociaciones, el joven de 28 años consiguió el que a la postre sería su papel más relevante, y el último de su vida: el de Eric Draven. El rodaje comenzó el 1 de febrero de 1993, día de su cumpleaños. Una fecha feliz, pero que marcaría el fin de sus días.
El productor ejecutivo de aquella película, Robert L. Rosen, dijo de la misma: «Las películas están dotadas de personalidad propia, y hay algunas que no desean ser terminadas. Yo incluiría El Cuervo dentro de esta última categoría».
Con estas palabras en mente, volvamos a la película, dirigida por Alex Proyas a partir del cómic de O´Barr, publicado en 1981. Si uno ve la película hoy en día, sabedor de su trágico final, quedará impresionado por la ambientación oscura de la misma. Brandon desplegó su gran carisma en la misma, e hizo gala de sus dotes para la interpretación en cada momento del film. Al verla, se desata una sensación parecida a la que se tiene a ver a Heath Ledger interpretar al Jóker en El Caballero Oscuro, aunque esta interpretación es muy subjetiva, teniendo en cuenta que ambos casos son muy diferentes.
En la película, tanto Eric Draven con su novia Shelly son asesinados en la noche de Halloween por un grupo de matones. Con una sed de venganza insaciable, Draven vuelve de entre los muertos de manos de un cuervo, un animal totémico entre algunas culturas de la antigüedad. La oscuridad dominaba a Draven, ya convertido en El Cuervo, como también estaba presente en el rodaje. El mismo 1 de febrero, uno de los carpinteros del equipo técnico se electrocutó con un cable de iluminación. Esa noche, un camión de la producción ardió sin motivo aparente. En otro día de rodaje, un operario resbaló con un destornillador y se produjo varias lesiones. Un escultor, preso de un ataque de ira, rompió varias estatuas del plató, incluida la principal del Cuervo. En marzo, una tormenta acabó con todo el plató exterior. Todos pequeños accidentes, pero que poco a poco minaban la moral del equipo, desconocedor aun del final que les esperaba.
Ocurrió en la noche del 30 a 31 de marzo de 1993, cuando Brandon rodaba la última toma en la que caía después de que Funboy – interpretado por Michael Massee – le disparara con un revolver Magnum del calibre 44. Todos parecían impresionados con la interpretación del protagonista, pero pronto cayeron en la cuenta de que allí nada había sido fingido, sino que una bala real alcanzó el abdomen del actor, que fue trasladado al New Hanover, donde fallecería horas después.
¿Accidente, negligencia o asesinato? Para no desatar una leyenda urbana en toda regla, se dijo en un principio que Brandon murió en un accidente de coche, hecho que jamás tuvo lugar. Se dice que la secuencia fue conservada en la cinta original, y que la policía la devolvió a Alex Proyas tras la investigación, procediendo el director a quemarla. La filmación pudo acabarse gracias a la informática, tapando el trágico suceso. La verdad es que todo quedó en accidente, a pesar de que se apuntara de nuevo a las tríadas o a alguien del equipo de efectos especiales. Para mayor habladuría en torno a las maldiciones, la película se estrenó un viernes 13 de marzo de 1994 en Estados Unidos.
Con Brandon Lee perdimos al posible Neo original de Matrix o al Johnny Cage de Mortal Kombat, además de las posibles secuelas de El Cuervo – película cuyo remake también parece maldito, pues recientemente también han renunciado a ella sus protagonistas, Jason Momoa (Juego de Tronos, La Liga de la Justicia) incluido –, una película que parece no querer volver a repetirse. Una suerte funesta que unió a dos actores, padre e hijo, representantes del lado más oscuro del cine.
Fuentes:
– Moyano, Antonio Luis. Cine y música malditos: leyenda y verdad de un mundo oculto, Edaf, 2003.
– http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,26473,00.html
– http://www.historylink.org/File/3999
– La leyenda de Bruce Lee, documental. https://www.youtube.com/watch?v=VfQHcCZPUfw
-https://www.telegraph.co.uk/films/0/brandon-lee-michael-massee-and-the-curse-of-the-crow/
– http://moviehole.net/201478668remembering-brandon-lee-twenty-years-after-his-death
– https://web.archive.org/web/20051130042027/http://www.thecrow.info/bl_docs.html