Eran varias las especies humanas que poblaban la Tierra hace cientos de miles de años: los neandertales (Homo neanderthalensis), que habitaban las estepas europeas; los denisovanos, parientes cercanos suyos, asentados en Asia; y otros algo más primitivos, como el Homo erectus y el Homo rhodesiensis, cuyos restos han sido hallados en los territorios de las actuales Indonesia y África Central, respectivamente.
Posiblemente hubo más, que aún quedan por ser descubiertas, pero el hecho determinante es que en el sur de África evolucionó una nueva especie: el Homo sapiens, que de forma violenta acabó con esa diversidad. Así lo sugiere un artículo publicado en The Conversation por Nicholas R. Longrich, profesor titular de Biología Evolutiva y Paleontología en la Universidad de Bath, Reino Unido.
La división de la humanidad en dos grandes especies se produjo hace unos 600.000 años. Un grupo se quedó en África y evolucionó hacia lo que somos nosotros. El otro se dirigió por tierra hacia el Asia y luego a Europa, convirtiéndose en los neandertales. Fue una especie hermana, que evolucionaba en paralelo.
Lejos de convivir ambas como Adán y Eva en el jardín del Edén, la “biología y la paleontología pintan un panorama más oscuro“, plantea el científico. Los neandertales, luchadores hábiles y guerreros peligrosos, no tenían en la escala evolutiva más rival que los humanos modernos. Y esa guerra por la supremacía duró unos 100.000 años, señala Longrich.
Al igual que otros mamíferos depredadores, como los leones, los lobos y el propio Homo sapiens, los neandertales eran territoriales y también cazadores ‘cooperativos’ cuando se trataba de piezas mayores.
Los neandertales eran muy parecidos a nosotros, tanto en el cráneo y la anatomía en general como en el ADN, que ambas especies compartían en un 99,7 %. De cualquier manera, los registros arqueológicos confirman lo agresivo de las guerras que emprendían unos y otros por el terreno. De ello hay señales reveladoras, sea en forma de garrotazos en la cabeza o brazos rotos (modalidades con las que intentaban defenderse los neandertales), o de heridas de lanza en el pecho. Hábiles cazadores, los neandertales resistieron frente a la expansión del Homo sapiens durante unos 100.000 años.
“¿Por qué tardamos tanto en salir de África?“. La pregunta es pertinente no porque allí “el ambiente fuera hostil, sino porque los neandertales ya estaban prosperando en Europa y Asia“, sostiene el profesor al atribuir esa primacía a la complexión robusta de los neandertales.
Finalmente, la situación cambió de forma drástica a favor de los sapiens. Quizás fue la invención de armas arrojadizas más avanzadas (arcos y flechas, lanzas, garrotes) lo que permitió al Homo sapiens eliminar a los robustos neandertales valiéndose de la distancia corporal.