Esta estrella es la novena más brillante en el cielo nocturno, pero se encuentra actualmente en un proceso de declive que se comienza a observar atentamente por parte de la comunidad científica. Betelgeuse es una estrella anciana. Hace mucho tiempo ya que este sol a 643 años luz de la Tierra agotó todo el hidrógeno de su núcleo y comenzó a fusionar helio para seguir alimentando sus reacciones nucleares. Cuando esto ocurre la estrella aumenta exponencialmente su volumen hasta convertirse en una supergigante roja. Betelgeuse tiene el honor de ser la primera estrella cuyo tamaño pudimos medir mediante interferometría y su volumen (que no su masa) es simplemente enorme. Si la pusiéramos en el lugar de nuestro Sol, su diámetro abarcaría hasta más allá de la órbita de Marte.
Cuando una estrella se transforma en gigante roja también ve su brillo reducido, pero en los últimos meses (desde octubre) la magnitud de Betelgeuse ha caído tanto y tan rápido que ya no está entre las diez estrellas más brillantes de nuestro firmamento. No es la primera vez que el brillo de la estrella varía de forma brusca (este tipo de cambios son normales en una estrella de su tipo y edad). Sin embargo, desde que registramos el primer cambio en su magnitud (una medición hecha por Sir John Herschel en 1836) nunca antes se la había visto con un brillo tan bajo.
¿Por qué este cambio de brillo es tan importante? Porque es lo que se espera que ocurra cuando el núcleo de la estrella colapse y Betelgeuse explote en una Supernova de tipo II, un espectáculo de extraordinaria rareza y todo un regalo científico para los astrónomos.
Sin embargo, la reducción del brillo podría deberse igualmente a simples cambios químicos en su superficie o a una nube de polvo que esté oscureciendo nuestra visión. Pero si la variabilidad de la estrella significa que ha entrado en su fase de fusión del carbono la supernova podría tener lugar en algún momento de los próximos 100.000 años. Podría ser mañana, o podría ser dentro de mucho más tiempo. Es imposible saberlo con seguridad.
Si llegara a ocurrir, los astrónomos recibirían un increíble regalo navideño. Betelgeuse es la candidata a supernova más cercana a la Tierra y su evolución es continuo objeto de vigilancia. Poder ver el fenómeno desde tan cerca aportaría información única. En cuanto a la explosión, los últimos cálculos cifran en cincuenta años luz la distancia segura para que la radiación de una supernova no nos convierta en pollos asados. Como decíamos arriba, Betelgeuse está a más de 600 años luz. La única pérdida sería que, cuando el brillo de la supernova se apague, Orión se quedará con una estrella visible menos.