Todos hemos oído alguna que otra vez alguna amenaza más o menos velada por parte de nuestros padres o abuelos al respecto. Que si comes tal o cual fruta o verdura crecerás más fuerte, que no comerlas te hará mucho daño, que si haces caso y las incorporas a tu dieta te darían premios, y tantos otros ejemplos parecidos. Algo de razón sí que tenían, aunque el caso sobre el que versa esta noticia es extremo. Por supuesto, hay muchas clases de alimentación equilibrada y sana, pero una ausencia total de ella puede devenir en problemas de salud muy graves, como el de este chico, que llevaba al menos una década alimentándose a base de comida rápida y ultraprocesada.
El adolescente en cuestión, del condado inglés de Brístol, ha sido diagnosticado con un cuadro severo de síntomas que incluyen daños irreversibles en el nervio óptico (una condición denominada neuropatía óptica nutricional) y pérdida completa de audición, entre otros muchos problemas de salud. Y todo por esa falta total de equilibrio.
El caso es bastante extremo, eso es cierto. Pero debe servir como advertencia ante la tendencia al alza en países como España, en el que una de cada tres personas padece un sobrepeso evidente. Este mal en particular tiene su origen en un peligroso trastorno alimentario llamado Trastorno de la Ingesta de la Alimentación Selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés). Las personas que sufren esta patología (casi siempre niños y adolescentes) sienten horror ante la mera idea de comer ciertos alimentos y se niegan en redondo a hacerlo, comiendo solo un puñado de platos, generalmente muy pobres desde el punto de vista nutricional. El ARFID se ha comenzado a diagnosticar recientemente y es una patología psiquiátrica en el mismo grupo que otras tan peligrosas como la anorexia o la bulimia.
Según informa el diario The Independent, la familia ha hecho todo lo posible por combatir el trastorno del joven, pero no lograban evitar que este se escapara a alimentarse de comida rápida y en casa rechazara platos convencionales más sanos y equilibrados.
“Los problemas empezaron cuando descubrimos que regresaba del colegio con el almuerzo sin tocar”, explicó la madre que ha declinado dar su nombre o el de su familia. “Le hacía sandwiches y añadía fruta, pero no tocaba nada de ello. En lugar de ello solo comía patatas fritas, salchichas, carne procesada y pan blanco.”
El trastorno comenzó a los siete años de edad, pero durante tiempo lo confundieron con simples manías porque el joven parecía tan sano y saludable como sus dos hermanos (que se alimentan con normalidad). Sin embargo, a los catorce años comenzó a perder la audición debido a la mala alimentación y ahora ha perdido la vista. Los médicos están tratando al joven con suplementos vitamínicos, pero su patología es complicada de rectificar después de tantos años. Eso por no mencionar que muchas de sus lesiones son ya irreversibles.