Jasper Maskelyne y el Magic Gang vs Rommel: un ilusionista enfrentado al Afrika Korps

Uno de los aspectos más controvertidos de la II Guerra Mundial es el concerniente al denominado “Black Team” de Winston Churchill, formado por ocultistas y magos que debían contrarrestar a sus homólogos del bando nazi en la “guerra de los magos” paralela a la oficial. Dentro de ese selecto grupo, formado entre otros por Aleister Crowley o Louis de Wohl, había un hombre cuya importancia aun no ha sido reconocida, y cuyas hazañas serán leyenda hasta 2046, cuando se podrán desclasificar los documentos que aluden a su persona. Se trata de Jasper Maskelyne, el ilusionista encargado de batallar con Erwin Rommel.

Los años treinta del siglo XX fueron muy movidos en cuanto a personalidades extravagantes que hacían uso de la magia y la ilusión para atraer y fascinar a las masas. En el bando nazi hubo unos cuantos, entre los que destacó Erik Jan Hannusen, cuya controvertida historia acabó en un terrible asesinato perpetrado por los propios nazis, probablemente por ser conocedor de secretos del partido y sus dirigentes que lo habían convertido en un personaje incómodo, a pesar de contar con la simpatía del propio Adolf Hitler. Si trasladamos ese ambiente a Londres, con todas sus diferencias, el nombre señalado sería Maskelyne, cuya personalidad y forma de actuar era diametralmente opuesta a la del “profeta del Reich”. Se trataba de un hombre pulcro, muy alto, de maneras muy refinadas y sin ningún alarde sobre poderes sobrenaturales. Lo suyo era el ilusionismo, no los horóscopos ni los ritos que de todo tipo a los que asistían las capas altas de la sociedad (mediante pago de buenas cantidades y asegurándose participar en sesiones espiritistas o bacanales, según el día).

Es necesario señalar que la vida y las hazañas del ilusionista son objeto de debate entre los historiadores. El primer y obvio motivo es el mismo que se señala en la introducción: que los documentos que versan sobre su importancia en la guerra continúan clasificados y no será posible acceder a ellos hasta dentro de veintisiete años, en 2046. El siguiente es más mundano, pero igualmente controvertido y esgrimido por los detractores de la “guerra mágica”: la autobiografía quizá llena de exageraciones de Jasper.

Su título es Magic: Top Secret, publicada en 1949, y en ella se narran sus peripecias en la guerra, las mismas que le convierten en un soldado legendario, a pesar de no haber sido considerado como tal hasta bien avanzada la guerra. En ella se relatan algunas de sus intervenciones más famosas, que aparecerán más abajo. Pero al mago se le tacha de exagerado, cuando no directamente de mentiroso. Al parecer, buena parte de la obra – si no toda – es una creación de un escritor fantasma llamado Frank Stuart, conocido por firmar autobiografías combinando material a medio camino entre la realidad y la ficción.

Cierto o no, es esa la base usada por el también escritor David Fisher para crear el libro que prácticamente ha inmortalizado a Maskelyne como el Mago de la Guerra, título de ese segundo trabajo sobre la vida y los prodigios ilusionistas del británico, que ansiaba participar en la guerra y acabó encontrando la forma de ser útil. Una vía de acción que algunos superiores entendieron como fundamental y que permitió a Jasper llevar su arte a cotas nunca vistas.

Tanque falso, similar a un M4 Sherman. Solo fue una de las argucias de Maskelyne y sus compañeros del Magic Gang durante la campaña contra el Afrika Korps. Fotografía: Wikipedia Public Domain.

El cadete ilusionista

Parte de las leyendas que giran en torno a tan singular personaje tienen que ver con su familia. Son parte de las memorias de Jasper Maskelyne, por lo que están igualmente envueltas en la polémica, sin saber realmente dónde se encuentra la línea entre ficción y realidad. Su oficio se remonta a varias generaciones, con algunos antepasados insignes con anécdotas tan singulares como las del próximo soldado británico. Se habla de pactos brujeriles por parte de uno de esos ancestros, de nombre John Maskelyne, juez de paz en Cheltenham, cuyas tierras prosperaron a pesar del paso de plagas y la aparición de hambrunas. En una posterior generación, Nevil Maskelyne fue astrónomo real de la corte del rey Jorge III, además de director del Observatorio Astronómico de Greenwich y comisionado de la Royal Society para observar el tránsito del planeta Venus alrededor del Sol.

El abuelo de Jasper, John Nevil, fue conocido por inventar los baños de pago y desenmascarar a cuanto farsante encontrara en su camino en la época victoriana. Su cruzada contra los fraudes ilusionistas y espiritistas le llevaron a ser mal visto por esos colectivos, incluso tuvo choques sonados con algunos personajes ilustres. Su trabajo pormenorizado le permitió aprender cuanto truco existiera, lo que le llevó a practicar un tipo de magia sin ninguna intención de incidir en lo “sobrenatural” – siendo incluso miembro del club The Magic Circle, que quería desmentir la existencia de los poderes paranormales – cuya importancia fue tal que ha sido utilizada hasta hoy día. Sus autómatas, sus inventos y sus escritos bien demuestran que su apellido debía ser tenido muy en cuenta. Finalmente, encontramos a Nevil, padre de Jasper, que sirvió en la I Guerra Mundial en un rol muy parecido al que ejercería su hijo, y del que se cuenta que ayudó a Lawrence de Arabia en su guerra en el desierto.

Todas las artes de estas personas son legadas a Jasper, quien con su más de metro noventa se convirtió en un famoso mago londinense que protagonizó películas sonoras. Según cuenta Fisher en El mago de la guerra, Maskelyne intentó ser parte del ejército desde que estalló el conflicto, pero siempre era rechazado por presentarse bajo la misma premisa: quería usar sus artes, en vez de las armas. Obviamente, su edad – ya había sobrepasado la treintena – jugaba en su contra para ser soldado raso. Su estatura y sus problemas de movilidad derivados de ella tampoco jugaban a su favor. Tuvo que mediar en el asunto Hendley Lenton, amigo suyo de una familia acomodada. Lenton habló con Churchill sobre el interés del ilusionista en ofrecer sus conocimientos a Gran Bretaña, petición a la que hubo una contestación positiva, siempre según la autobiografía y el ensayo novelado de Fisher. Jasper tuvo igualmente un encuentro con Frederick Alexander Lindermann, ayudante personal de Churchill y célebre físico y consejero científico del gobierno, en el que explicó su plan contra el Reich. Parece ser que Lindermann quedó impresionado, pues desde aquel momento, el mago londinense entró a formar parte del “Black Team”, aunque con un destino diferente al de los otros ocultistas del grupo.

Despidiéndose de su querida esposa Mary, Jasper Maskelyne partió hacia el pueblo de Farnham, en cuyo castillo se adiestraban los nuevos reclutas. Allí se puso a las órdenes del jefe instructor Richard Buckley, parte de la unidad de camuflaje durante la I Guerra Mundial. Los miembros de ese pequeño grupo de uniformados al mando del Buckley tenían trabajos tan dispares como el de escultor, pintor, zoólogo, editor de revistas o poeta. Solo uno de aquellos hombres continuó posteriormente junto a Maskelyne, como cuenta Óscar Herradón en su trabajo Los magos de la guerra: Francis Knox, catedrático de Oxford.

La leyenda de Rommel

La guerra avanzaba. París ya había sido tomada, Göring se enfrentaba a diario a los pilotos de la RAF, y se bombardeaban constantemente varias ciudades británicas, incluida Londres. Por otra parte, Mussolini intentaba expulsar a los ingleses de Egipto. En un contexto tan delicado, Jasper Maskelyne deseaba ser destinado a El Cairo, mientras seguía formándose en un adiestramiento que se le hizo eterno, a pesar de aprender muchas nuevas aplicaciones que combinar con las mágicas, que le venían de cuna. Fue sometido a examen por el vizconde de Gort John Standish S. P. Vereker, que puso a prueba sus avances. Ciertamente logró su objetivo, junto a su ya inseparable Francis Knox, al ocultar un búnker con un nido de ametralladoras ficticias y simular la existencia de un acorazado nazi de bolsillo en medio del Támesis. Por fin llegaba el momento de partir hacia la guerra. Knox y Maskelyne embarcaron en el Sumaria, que zarpó en Liverpool el 19 de enero de 1941.

Erwin Rommel, cuyo genio militar despertaba un miedo casi supersticioso entre las filas de sus contrincantes. Wikipedia Public Domain.

El trayecto no fue de color de rosa. Los soldados estaban hacinados, y el ilusionista tuvo que matar el tiempo haciendo espectáculos y enseñando a otros soldados parte de sus habilidades. En Sierra Leona, el barco ancló y los miembros del Sumaria recibieron el correo. En su correspondencia, junto a unas cartas de su esposa, Jasper recibió unos bombones que resultaron estar envenenados, como comprobó tras ingerirlos. Estuvo muy cerca de morir antes de llegar a Egipto. Parece que sus enemigos ya sabían que el ilusionista se había alistado, y se le temía más de lo que muchos imaginaban. Una vez superada la afección, y tras muchos contratiempos más – suicidios a bordo incluidos –, por fin se alcanzó el destino del viaje, secreto desde el primer momento: Oriente Próximo, y muy cerca del canal de Suez.

Aquel lugar estaba lleno de soldados abatidos, desconcertados y dispersos. Un escenario muy parecido al que se produjo anteriormente en las playas de Dunkerke, donde cientos de miles de soldados estuvieron atrincherados durante días y tuvieron que ser rescatados in extremis. El causante principal era Erwin Rommel, héroe alemán y un general extraordinario de la Wehrmacht. Entre sus diversas especialidades se encontraba la ocultación, que usaba en el campo de batalla causando derrotas continuas entre los británicos. Wavell, general británico, no sabía cuánto de mentira había en las estrategias de su enemigo, creyendo en la existencia de batallones alemanes que no existían. Tal era la influencia de Rommel que pronto corrió entre los soldados la creencia de que poseía poderes que le permitían adelantarse a los acontecimientos.

Jasper Maskelyne caló al alemán desde el primer momento. No poseía ningún poder, pero usaba el camuflaje como nadie. Pronto podría hacerle frente con las mismas armas, pero antes debía convencer al imán de la tribu de los derviches de que no declarara la yihad contra los británicos que pisaban su territorio. Yendo a Damasco, se encontró ante el príncipe Hassan y se presentó como “Teniente Maskelyne, del Cuerpo de Ingenieros de Su Majestad la Reina de Inglaterra”. Mantuvo una pugna “mágica” en la que el objetivo era desprestigiar al otro, en la que salió victorioso, logrando que el imán permitiera actuar a los británicos.

El Magic Gang

Tras el episodio con los derviches, entró en escena el mayor Geoffrey Barkas, jefe de camuflaje en Oriente Medio, que en secreto preparó al protagonista de estos párrafos y a Knox en El Cairo. La recién creada Sección Experimental de Camuflaje necesitaba nuevos miembros, y se abrió un insólito casting al que acudieron todos aquellos soldados que no se sentían aprovechados en sus puestos. De todos, solo cinco fueron los elegidos: el carpintero Theodore Albert Graham, alias “Clavos”, el pintor y cabo Philip Towsend, el artista y caricaturista William Robson, el guía de infantería Michael Hill y el sargento Jack Fuller. De los cinco, solo los dos últimos no parecían poseer destrezas “extrañas” dentro del ejército, pero uno era destacado por su valentía y otro por sus conocimientos del terreno y la lengua local.

El 11 de mayo de 1941, día después del misterioso vuelo del misterioso vuelo de Rudolf Hess, la Sección Experimental de Camuflaje recibió su primera misión: camuflar los tanques aliados para su uso en el desierto. La solución ante la falta de pintura y la complejidad de la petición estuvo a la altura de la legendaria unidad: salsa Worcester caducada que se hallaba en un vertedero local, mezclada con cemento, harina y heces de camello. Si bien el resultado no era agradable para el olfato, fue eficaz para cumplir el objetivo de tener los tanques listos para junio, a petición del general Archibald Wavell.

El éxito se celebró con fiestas, y el mayor Barkas rebautizó a su rocambolesca unidad como el Magic Gang, la Cuadrilla Mágica. Su siguiente misión fue hacer pasar tanques como camiones de transporte, cosa que se hizo usando “escudos solares”: lienzos pintados y extendidos sobre dos estructuras de madera plegables, además de un artilugio para borrar las huellas de los tanques, ideado por Knox. El truco de prestidigitación fue un éxito frente a la aviación del Afrika Korps, por lo que Wavell ordenó que ese escudo se produjera de forma masiva.

La siguiente gran prueba de fuego fue proteger el puerto y la ciudad de Alejandría del Zorro del Desierto, el general Rommel. La Operación Hacha de Guerra británica fue un rotundo fracaso que diezmó a su infantería y la aviación. Rommel lo había vuelto a hacer, parecía volver a hacer uso de su don de ver el futuro. El propio Maskelyne escribía a su mujer sobre ese terror sobrenatural que sus compañeros sentían hacia aquel hombre. Sabiendo que su próximo ataque se produciría en Alejandría, la Cuadrilla Mágica debía camuflar el puerto a los pájaros alemanes. ¿Cómo hacer desaparecer una extensión tan grande de terreno? Pues construyendo una “réplica” en la cercana bahía de Maryut.

Todo estuvo tan milimétricamente medido y controlado en cada momento que el engaño fue un éxito sin precedentes. Durante ocho noches, los aviones alemanes bombardearon el escenario, hasta perder interés ante su supuesta destrucción. La guerra no se ganaba con la prestidigitación, pero ayudó a mermar el armamento enemigo y a salvar miles de vidas. Las obras del Magic Gang continuaron dando que hablar, hasta que el mayor Barkas les pidió el más difícil todavía: ocultar el canal de Suez. Solo se les ocurrió una forma de evitar el bombardeo: que los alemanes no pudieran acercarse por aire. ¿Cómo? Con una barrera óptica compuesta por potentes focos que harían imposible el acierto rival: el Spray de Maskelyne.

Los soldados británicos avanzan en el campo de batalla de la Segunda Batalla de El Alamein, donde lograrían la victoria. En las fases previas, Maskelyne y el resto del Magic Gang recibirían el encargo de hacer funcionar la Operación Bertram con la creación de un ejército ficticio.

Solo un invento más de los muchos que facilitó al ejército, sobre todo centrados en la defensa y la orientación en el terreno de los soldados. Sus labores no eran gratis, pues recibía gratificaciones del Ministerio de Guerra. Mientras tanto, los prodigios continuaron con la creación de falsos submarinos y acorazados, asunto que no arrugó al grupo en el que estaba enrolado Jasper. Tristemente, hubo pérdidas, entre ellas la de Francis Knox, cuyo avión se estrelló tras ser atacado por dos cazas nazis. Aun restaba un último desafío, que tendría lugar en la batalla de El Alamein.

Tras nuevas batallas entre los dos bloques, con nuevas victorias para el ya entonces Mariscal y Amado de la Nación Rommel, Churchill puso al mando del VIII ejército a Bernard Law Montgomery, el único que parecía empatar con su homólogo en cuanto a la brillantez táctica. Fue él quien pidió a Maskelyne y los suyos hacerse cargo de la Operación Bertram, previa a la Segunda Batalla de El Alamein. El objetivo era crear un ejército falso que engañase a la Inteligencia alemana y que la convenciese de que el ataque final vendría de dirección sur. A pesar de que suene increíble, se lo tragaron.

Hubo de todo: barracones falsos, depósitos de agua, tanques hinchables, una falsa vía férrea pintada por Stephen Sykes, un oleoducto con bidones vacíos, y toda una hondanada de falsa propaganda, con emisiones de radio trucadas y grabaciones de una base militar que parecía estar atestada cuando no cobijaba a nadie. Por fin, a todo el ingenio del Magic Gang se unía la estrategia militar de Montgomery, quien llevó a los aliados a la victoria.

Rommel fue “obligado a suicidarse” por sus propios compañeros nazis, al parecer acusado de participar en el complot contra Hitler del 20 de julio de 1944. Jasper Maskelyne se separó de sus compañeros y volvió a casa, donde nunca fue reconocido por sus méritos en el frente. Se retiró y se mudó a Kenia, viviendo en una granja hasta el fin de sus días, en 1973.

Su vida, así como su leyenda, están sujetas al secreto gubernamental. Exageraciones, disparates o verdades, parece que solo el tiempo ofrecerá respuestas sobre el verdadero papel de Maskelyne y sus compañeros del Magic Gang en la II Guerra Mundial. Aún restan décadas para que llegue ese 2046 en el que los documentos que aluden a estos episodios podrían ser desclasificados. ¿Pero lo serán? ¿Se conocerán entonces los verdaderos trucos del ilusionista?

Fuentes

  • Fisher, David. El mago de la guerra, Almuzara, 2007.
  • Herradón, Óscar. Los magos de la guerra, Timun Mas, 2014.
  • https://www.independent.co.uk/arts-entertainment/books/reviews/the-phantom-army-of-alamein-by-rick-stroud-8219360.html
  • https://www.historyextra.com/period/victorian/a-brief-history-of-camouflage/
  • https://www.scoopwhoop.com/inothernews/tricks-during-wars/#.8c0eg9bme

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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