Xipe Totec era uno de los dioses más importantes en el México prehispánico, y fue adorado en una ceremonia llamada Tlacaxipehualiztli, que en la lengua indígena náhuatl significa “vestir la piel del desollado”. Los sacrificados eran asesinados, bien en combate de gladiadores, cuerpo a cuerpo, o bien mediante flechas. Luego eran desolladas ritualmente para alabar al dios.
Al parecer, los sacerdotes sacrificaban ritualmente a sus víctimas en uno de los dos altares circulares del templo, luego los desollaban en el otro y se cubrían con sus pieles, según un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México.
Los historiadores saben desde hace mucho tiempo que Xipe Totec (“nuestro dios desollado”) fue adorado por numerosos pueblos en lo que ahora es el centro y oeste de México y la costa del Golfo. Pero el descubrimiento, hecho entre las ruinas del sitio arqueológico de Ndachjian-Tehuacan en el estado central de Puebla, es el primer caso de un templo dedicado al dios.
Los artefactos descubiertos en el sitio incluyen tres esculturas de piedra de Xipe Totec: dos cabezas con piel y un torso, cuya espalda está cubierta de grabados que representan las pieles de sacrificio que usa el dios.
«Hablando de la escultura – señala Castillo Tejero, que encabezó el hallazgo –, es una pieza muy hermosa. Mide aproximadamente 80 centímetros de altura y tiene un agujero en el vientre, que según fuentes históricas, es donde se colocó una piedra verde para “darle vida durante las ceremonias».
Los cráneos miden unos 70 centímetros de altura y pesan unos 200 kilogramos. El templo habría sido utilizado desde alrededor del año 1000 hasta aproximadamente 1260.