Un desconocido objeto (otro) de «masa planetaria» podría estar ocultándose en los bordes exteriores de nuestro Sistema Solar, según afirma un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona tras analizar las órbitas de varios planetas menores. El nuevo objeto, a no confundir con el famoso «Planeta 9», anunciado en 2016 pero aún no confirmado, estaría mucho más cerca de nosotros que ese otro hipotético mundo, informa New Scientist. En el estudio, Kat Volk y Renu Malhotra, ambos del Laboratorio Planetario y Lunar de la Universidad de Arizona, presentan evidencias muy convincentes de la existencia, más allá de Neptuno, de un cuerpo planetario con una masa similar a la de Marte.
El misterioso objeto, según los autores de la investigación, ha revelado por ahora su presencia solo a través del control que ejerce sobre los planos orbitales de una población de rocas espaciales conocida como KBOs, u objetos del Cinturón de Kuiper, en las gélidas regiones externas de nuestro Sistema Solar. Mientras que la mayor parte de los KBOs (que son los escombros sobrantes de la formación del Sistema Solar) orbitan alrededor del Sol con unas inclinaciones orbitales que no se salen del promedio de lo que los astrónomos llaman «el plano invariable» de nuestro sistema planetario, los objetos más distantes del cinturón de Kuiper se comportan de un modo muy diferente.
De hecho, Volk y Malhotra descubrieron que sus órbitas se inclinan, como media, hasta unos 8 grados con respecto del plano invariable. En otras palabras, algo de origen desconocido está alterando el plano orbital promedio en el sistema solar exterior.
«La explicación más probable para nuestros resultados —explica Volk, autor principal de la investigación— es que ahí se oculte una masa nunca vista hasta ahora. Según nuestros cálculos, se necesita algo que sea por lo menos tan masivo como Marte para causar las desviaciones que hemos observado».
Para llevar a cabo su estudio, los científicos analizaron los ángulos de inclinación de los planos orbitales de más de 600 objetos en el Cinturón Kuiper con el fin de determinar la dirección común de todos ellos. Los KBOs se comportan, según Malhotra, de forma similar a una peonza: «imagine que tiene usted un enorme número de peonzas girando, y que le da a cada una de ellas un pequeño empujón. Si después toma una foto de las peonzas, verá que sus ejes de rotación siguen diferentes orientaciones, pero como media, apuntarán al campo gravitatorio local de la Tierra».
La investigadora asegura que en el caso de los KBOs sucede lo mismo: «Sabemos que los ángulos de inclinación orbital de los KBOs pueden tener orientaciones diferentes, pero su valor promedio estará apuntando perpendicularmente al plano determinado por el Sol y los planetas más grandes». De esta forma, los científicos se dieron cuenta de que el valor medio de los planos orbitales de los objetos del cinturón de Kuiper se desviaba de forma significativa del plano invariable. Para Malhotra, «no hay más de un 1 ó 2 por ciento de probabilidades de que lo que hemos medido sea fruto de una casualidad estadística».
O, en otras palabras, lo más probable es que el efecto observado se deba a la presencia real de un objeto con una masa similar a la de Marte orbitando al Sol a una distancia de unas 60 Unidades Astronómicas y con una órbita que estará inclinada unos 8 grados con respecto al plano de rotación de los demás planetas del Sistema Solar. Un cuerpo así tendría la suficiente influencia gravitacional como para deformar el plano orbital de los KBOs hasta una distancia de aproximadamente 10 AU a cada lado.