A simple vista, parecían simples agujeros de conejo, algo habitual para la zona rural de Shropshire. Pero en ese condado inglés ubicado a 272 kilómetros de Londres, Michael Scott hizo como Alicia en el país de las Maravillas. Tras haber visto un documental sobre el tema, el fotógrafo encontró una cueva que usaron seguidores de la Orden de los Caballeros Templarios.
«Caminé sobre un campo para encontrarla. Si no hubiera sabido que estaba ahí, habría seguido de largo», le explicó Scott al diario The Sun. El fotógrafo llegó al lugar desde Birmingham y describió que tuvo que agacharse para ingresar. Algunas cámaras tuvo que explorarlas gateando.
Para entrar a las cuevas de Canynton hay que descender un metro y medio. Allí, contemplando el absoluto silencio, el fotógrafo registró arcos tallados, una fuente y una red de pasarelas subterráneas.
Las cuevas estuvieron vinculadas a los seguidores de los Caballeros Templarios, una orden que jugó un rol fundamental en la Edad Media y que protegían las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. Se estima que su antigüedad supera los 700 años y, por su forma circular similar a la Iglesia del Santo Sepulcro, las habrían construido para venerar.
En 2012, los dueños del terreno habían cerrado la entrada a las cuevas para evitar que las arruinen con velas, graffitis y basura. Desde el portal Shropshire Star aseguran que el lugar también era frecuentado por sacerdotes druidas y de religiones paganas.