El sueño: la zona liminal y su papel creativo

¿Hasta dónde llega la importancia del sueño en el genio creativo de determinadas personas? ¿Puede una experiencia onírica determinar el devenir de los acontecimientos y cambiar una vida? ¿Nos puede mostrar el camino a seguir y ofrecer la solución a un problema? El genio y el soñante se pueden dar de la mano y crear algo único. Misteriosos mecanismos se desatan y aun no se comprende cómo ni por qué.

Albert Einstein, Isaac Newton, Abraham Lincoln, Nikola Tesla, Philo Taylor Farnsworth, Percy Spencer, Charles Dickens, Gérard de Nerval, Edgar Alla Poe, Friedrich von Hardenberg (Novalis), Homero, Aristóteles, san Agustín, santo Tomás de Aquino, Thomas Reid, Jean Paul, Friedrich Nietzsche, Léon d’Hervey de Saint-Denys, Piotr Demiánovich Ouspenski, Charles Tart, Johannes Kepler, James Cameron, Christopher Nolan, Salvador Dalí y tantos otros. ¿Qué comparten todos estos nombres, y aun más? Lo primero que debe señalarse es que todos son genios en sus respectivos cambios, y son recordados y admirados por sus creaciones, acciones o pensamientos, únicos a su manera.

Unos datos rápidos: Matthew Walker, profesor de neurociencia y psicología de la Universidad de Berkeley, señala que entre el 20 y el 30% de la población son soñadores lúcidos naturales, y se muestra tentado a pensar que quizá quienes dominan esa habilidad podrían estar a la vanguardia del siguiente paso evolutivo. Otros estudios muestran que hasta el 50% de las personas recuerdan haber vivido un sueño de este tipo, aunque sea de forma vaga, y de forma apegada a la definición ortodoxa, sin ningún tipo de control. Es, por tanto, un fenómeno bastante común, a la vez que bastante desconocido. Por supuesto, el resto de los mortales tampoco pueden escapar al mundo onírico, tan importante como el “real”.

Tampoco hay que descartar que el sueño pueda ser un fenómeno universal. Aristóteles estaba en lo cierto cuando en su Historia de los animales decía que los peces duermen, ya que se agitan cuando algo o alguien turba su reposo. «Se lanzan como arrancados de un sueño». Y a pesar de que varios experimentos lo han corroborado desde principios de este siglo XXI, aun hay muchos escépticos al respecto. Distinto es aclarar hasta qué punto esos sueños son complejos o no, pero parece que el sueño es una característica bastante extendida, quizá incluso universal. Hoy que la mayor parte de los mamíferos terrestres experimentan la fase MOR (movimiento ocular rápido) del sueño, etapa en la que se presentan las ensoñaciones con mayor frecuencia e intensidad. Recientemente, el profesor Stanley Coren, de la Universidad de Columbia Británica, aseguraba que los perros atraviesan las mismas etapas del sueño que los humanos,con una velocidad mayor. Según su hipótesis, el mejor amigo del hombre comienza su ensoñación transcurridos unos veinte minutos desde que se queda dormido. Los perros grandes soñarían más tiempo, mientras los pequeños lo harían de forma súbita.

Más allá de las dudas, lo cierto es que estas experiencias tienen un peso especial dentro de la vida y el desarrollo de la misma, y que pueden darse una serie de circunstancias que, unidas entre sí, den como resultado algo nuevo. Puede ser un avance científico, un libro, una canción o una solución a un problema. Las posibilidades son tantas como la capacidad de imaginar y comprender que determinada persona muestre. Y si hablamos de una mente creativa, de un genio, esas opciones aumentan exponencialmente. ¿La inspiración aparece durante el sueño? Sí, al igual que lo hace súbitamente durante la vigilia. Es ahí donde entra en acción el efecto Eureka, conocido desde hace milenios pero aun con muchos secretos que desvelar.

Un efecto genial

El efecto Eureka se define como una experiencia humana que permite comprender de repente un problema o concepto previamente incomprensible. Los estudios psicológicos, sociológicos y neurocientíficos están tratando de averiguar cómo funcionan exactamente estos procedimientos, que siempre se han atribuido a cuestiones tan difusas pero repetidas como epifanías o milagros. Las leyendas medievales hablan de prácticas esotéricas, conjuros, pactos demoníacos o regalos sobrenaturales para explicar el talento. El mito bohemio acudía a las drogas para dar ese salto diferencial para alcanzar la inspiración. Incluso hay leyendas en torno a determinadas personas que no necesitaban ningún tipo de reflexión, ensayo o ayuda para crear, como si se trataran de una suerte de semidioses creativos. Quizá el más famoso de ellos- al menos en el campo de la música – es Wolfgang Amadeus Mozart, de quien se dice que jamás componía con preparación previa. Él le dio nombre al llamado mito de Amadeus, que se incentivó en su vida y se inmortalizó tras su muerte, pero que no es del todo cierto, a pesar de todo.

Ante la investigación hecha al respecto no hay más remedio que señalar que nada de esto supone el factor clave. A pesar de ser menos llamativo, Hay que mirar al trabajo, la práctica, el perfeccionamiento a través del ensayo y error.

El lóbulo temporal derecho parece esconder la clave del esquivo efecto Eureka, es el lugar donde hay que mirar con más detenimiento. Es muy probable que todos los lectores hayan vivido un momento similar, que suele empezar de esta forma: tras un periodo prolongado de estrés o presión debido a un problema X, se decide dejarlo aparcado para evadirse del mismo. Posteriormente, en un determinado momento, algo se detona en nuestro interior y la solución aparece claramente. Es una sensación subjetiva, pero muy poderosa, de que hemos tenido un pálpito, una señal, una “ayuda” en definitiva. Pero en muchas ocasiones atribuidas a algo externo, cuando realmente está en nuestra propia psique, aunque oculta, o bien en ese exterior, pero transmitido a nuestro ser interno sin ser conscientes de ello. ¿La idea ya subyacía en nuestra mente o nació de manera inexplicable y súbita?

John Kounios, investigador de la Universidad de Drexel (EE.UU), establece que hay dos mecanismos para la solución de problemas basados en el efecto Eureka, tal como dejó plasmado en su obra The Eureka Factor, escrita junto a su colega Mark Beeman: «De manera consciente y metódica, por análisis; y de forma repentina e inesperada, por inspiración».

Está convencido de que las ideas nacen en el hemisferio derecho del cerebro, en el giro temporal superior. Así lo mostró en un estudio presentado en la revista PLOS Biology, donde señala a las neuronas de ese área en concreto, que forman conexiones y hacen relaciones entre conceptos distantes y nos permiten entender metáforas, por ejemplo. Otra de las conclusiones de ese estudio es que, a pesar de lo que podamos pensar, el cerebro sigue muy activo aunque pensemos que no está haciendo nada en especial. El descanso o la evasión mental son fuertes fuentes de inspiración, aunque algunos se sientan inútiles cuando “dejan la cabeza en blanco”.

Fenómenos oníricos

Otro de los grandes anhelos de muchas personas es dominar completamente los sueños, ser parte activa de él y moldearlos a voluntad. Y en ese deseo caben también las mentes creativas. Trazar un paralelismo entre sueño lúcido y genio creativo no es tan difícil, al menos si se trata como una hipótesis más. Dentro de este fascinante mundo paralelo caben los ángeles y los demonios, los espíritus y los extraterrestres, el folclore y el esoterismo. Todo tiene un papel simbólico que parte de nuestra psique más profunda, del subconsciente, de las creencias y las vivencias. Todo se junta y da forma a las más variadas secuencias y escenas oníricas que desconciertan, atemorizan o alegran y que desgraciadamente se olvidan en muchas ocasiones tras despertar. La precognición, la telepatía o el sueño compartido se unen igualmente de forma extraña.

La precognición onírica ha sido estudiada desde las primeras décadas del siglo XX. Dentro de las diversas aportaciones al respecto, cabe destacar las de la doctora Louisa Rhine, que logró reunir más de 7.000 casos de este tipo. Conocida como “la primera dama de la parapsicología”, la Dra. Rhine se doctoró en botánica en la Universidad de Chicago. Tras trabajar como investigadora en fisiología vegetal en el Instituto Boyce para la Investigación de Plantas en Yonkers, Nueva York, Rhine se mudó a Morganton, Virginia Occidental, donde tanto ella como su esposo enseñaron en la Universidad de Virginia Occidental. Allí se interesaron por la parapsicología y se unieron al Dr. Walter Franklin Prince de la Sociedad de Investigación Psíquica de Boston. Tras unos años de inactividad, volvió a la actividad en 1948, enfocándose completamente en experiencias psíquicas. Analizó miles de experiencias a partir de las cartas que muchas personas le enviaron, sentando las bases para su clasificación de fenómenos.

¿Qué hipótesis barajaba la Dra. Rhine? Según ella, solo sería posible acceder a este tipo de información precognitiva cuando las “defensas intelectuales” bajan. El inconsciente debe tomar el control mientras dormimos. La información dada de forma simbólica protege a las personas de los posibles daños a la estabilidad psicológica. Si esas precogniciones se dieran durante la vigilia podrían dañar la psique, por lo que solo se codifican en el sueño.

La telepatía onírica es tanto o más desconcertante que la precognición. l neoyorquino Montague Ullman, fundador del Dream Laboratory en el Maimonides Medical Center y que desarrolló su actividad desde los años cuarenta, tomó como punto de partida lo establecido por Demócrito, que decía que los átomos emiten imágenes de sí mismos, a su vez compuestas de otros átomos. Esas proyecciones podrían transmitirse a un soñador siempre y cuando estén cargadas de emociones, por lo que solo son posibles si pertenecen a entes vivos. Por su parte, el biólogo Jeremy Narby especula en su libro The Cosmic Serpent que una comunicación entre ciertas plantas y chamanes del Amazonas podría ocurrir a nivel molecular, incluso puede que a través del ADN. Cómo y por qué sigue siendo algo desconocido.

Ullman, experto en el sueño, señalaba en sus estudios a la posibilidad de que todo tuviera una explicación evolutiva: «La telepatía onírica puede concebirse como el medio original para mantener los lazos comunicacionales en los periodos simbióticos tempranos de todas las especies mamíferas, cuando los canales ‘ordinarios’ no logran cruzar la división temporal y espacial entre padres e hijos».

También hay espacio para el sueño compartido dentro de las incógnitas del sueño en general, y del lúcido en particular. Hart (Towards a New Philosophical Basis for Parapsychological Phenomena, 1965) define los sueños compartidos como «aquellos en los que dos o más soñadores se sueñan en una situación en común en el tiempo-espacio, e independientemente recuerdan sus alrededores, su conversación o sus interacciones dentro del sueño».

Estas experiencias compartidas serían el objetivo más ambicioso de los onironautas, personas que individualmente o en grupos se entrenan para alcanzar mayores cotas de lucidez. Existe toda una literatura en torno a este fenómeno, Stephen LaBerge, psicólogo de la Universidad de Stanford y fundador del Lucidity Institute, el mayor gurú y experto al respecto. Sus ideas, basadas en el estudio de los sueños lúcidos y compartidos, llegan a una conclusión que está a caballo entre la ciencia ficción y la física cuántica: la realidad (entendida como las percepciones en su conjunto) podría ser el resultado de una sucesión continua de sueños consensuados, que dan una estructura ordenada al universo. De ahí que a veces haya dificultades evidentes entre diferenciar lo “real” del “sueño”.

Diversas cosmogonías apuntaban a algo parecido: pertenecemos a los sueños de alguien o algo. Muchas confesiones religiosas hacen de la Creación un acto de la voluntad y la imaginación de un dios concreto. Cada arquitecto moldeó el mundo de forma diferente, aunque con el mismo resultado final: todo lo conocido, observable o no. Los sueños lúcidos permiten asumir ese rol principal, moldeando al antojo de cada cual ese microcosmos que le espera al descansar. ¿Es posible que un pensamiento fronterizo como este sea posible?

Más allá de fenómenos como los presentados aquí, de concepciones mitológicas, simbólicas, filosóficas o científicas, hay claves ocultas que explorar. Claves que investigar, que plantear y que tratar de aclarar dentro de lo posible. Estos párrafos introductorios no tienen otro objetivo que ser una pequeña introducción a una temática que próximamente será presentada y desarrollada como es debido.

El sueño, la inspiración, la creatividad, el aprendizaje, la excelencia y el afán de superación. Todo conjugado misteriosamente, en situaciones que se han etiquetado de muchas formas a lo largo de la Historia, casi siempre acudiendo a sus extraordinarios resultados, pero que pueden ser explicadas si atendemos a la neurociencia, a la psicología o la sociología. Aunque todo ello no le quita ni un ápice de misterio a esa frontera invisible entre lo “real” y lo “onírico”, una barrera que se puede difuminar y que juega un papel capital en la andadura vital.

Fuentes:

  • – Jung-Beeman M, Bowden EM, Haberman J, Frymiare JL, Arambel-Liu S, Greenblatt R, et al. (2004) Neural Activity When People Solve Verbal Problems with Insight. PLoS Biol 2(4): e97. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.0020097.
  • – LaBerge, Stephen y Rheingold, Howard. Exploración De Los Sueños Lúcidos, Arkano Books, 2016.
  • – Shermer, Michael. Las fronteras de la Ciencia. Entre la ortodoxia y la herejía, Alba Editorial, 2010

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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