La hipnopedia: entre la ficción, la ciencia y el descrédito

Un mundo feliz, de Aldous Huxley, es uno de esos libros que siguen estando de actualidad, a pesar de haber sido escrito hace 86 años. Unos tiempos tan difíciles como los que vivimos, en los que tanto la censura como lo políticamente correcto están muy presentes, hacen que muchos valoren en su justa medida las palabras de algunos de los grandes visionarios del pasado, a los que se sigue tachando de tremendistas, pero cuyas visiones distópicas se parecen cada vez más al mundo de finales de 2018. Dentro de esa sociedad tan estricta imaginada por el británico, hay una técnica de control de la población que parece especialmente sutil, pero que ha sido investigada y sigue siendo objeto de debate. Se trata de la hipnopedia, o la educación a través del sueño. Una de esas feroces críticas que subyacen en el libro es precisamente esa: sería un método de manipulación según el cual se introducen en los cerebros infantiles pequeñas frases memorizables, con el objetivo de condicionar el comportamiento futuro.

La ciencia ficción ha tratado de responder a la misma pregunta que la ciencia se hace desde finales del siglo XIX. Sin ir más lejos, el propio Sigmund Freud propuso en su momento que el subconsciente era capaz de registrar y procesar estímulos durante el sueño. Uno de los que creyó a pies juntillas en esta teoría fue Alois Benjamin Saliger, quien en 1927 lanzó un invento “revolucionario”: el Psycho-Phone, que utilizaba la premisa de Freud y la llevaba a la vida diaria de sus pacientes. ¿En qué consistía exactamente? El propio Saliger lo expresaba así:

«Se ha demostrado que el sueño natural es idéntico al sueño hipnótico y que durante el sueño natural la mente inconsciente está muy receptiva a la sugestión».

El fonógrafo del inventor incorporaba mensajes de autoayuda como “tengo una personalidad fascinante y atractiva” o “irradio amor hacia los demás”, que tenían como objetivo inspirar y aumentar la autoestima de aquellos que la pusieran junto a su cama. Una verdadera pena que la invención del electroencefalograma en los años cincuenta desacreditara totalmente el aparato, ya que el registro de ondas cerebrales sirvió para comprobar que tales frases no influían de ninguna forma en la actividad cerebral de los que se exponían a dichas frases. A pesar de ello, la hipnopedia – concepto inventado por Huxley, pero no usado por primera vez por él, como se verá a continuación – ha continuado dando que hablar hasta nuestros días.

La polémica nacida de la ciencia ficción y su uso en la Guerra Fría

El papel trascendental de la ciencia ficción en la literatura y en el devenir de la tecnología es algo incuestionable. Sin visionarios como Julio Verne o Hugo Gernsback quizá habríamos tardado mucho más en contar con las máquinas automáticas de empaquetado, los plásticos, las juke-box, los altavoces, los fertilizantes líquidos, las grabadoras en cinta magnetofónica, el microfilm, máquinas expendedoras de comida y bebida, descontaminantes bacterianos por irradiación, energía solar, veloces aeronaves, gases para incrementar el apetito, aparatos que transcriben los pensamientos, tejidos de vidrio, o ingenios para aprender mientras se duerme…

Todos estos avances, y muchos más, aparecían precisamente en una de las obras de Gernsback, que todo sea dicho, no es de las más recordadas dentro del género – su talento como editor no se correspondía con su habilidad con la pluma –, pero que fue uno de los ejemplos que tomó Huxley para su obra distópica. Se trata de Ralph 124C41+, que fue publicitada como “Un romance del año 2660”. Fue serializada en doce partes en la revista Modern Electrics – revista de su propia creación – entre 1911 y 1912, y su protagonista era un Edison del siglo XXVII que iniciaba un periplo para devolver a la vida a su amada, asesinada por el gigante marciano Llysanorh.

Sin entrar en demasiados detalles, la novela de Gernsback es recordada por la lista de inventos que ofrece, entre los que destaca la televisión, que ya había sido imaginada antes pero que vería la luz poco después de la publicación de Ralph 124C41+. La obra tuvo varias reediciones, y en la de 1950 el autor valoraba esa capacidad profética que tanto da que hablar entre los profanos. Señalaba que algunas de sus visiones que aparecen en la obra ya eran realidad en los cincuenta y que todas ellas serían comunes para 2660. Desde luego, no sería ese un futuro nada halagüeño si permite que se introduzcan mensajes subliminales en el cerebro mientras se duerme.

Llámese hipnopedia o de cualquier otra forma, lo cierto es que el asunto trajo cola en el ámbito científico. ¿De verdad es posible aprender durante el sueño? O, mejor aun para ciertos intereses, ¿se podía influir en el comportamiento de la población mientras dormía? La Corporación RAND experimentó al respecto durante la década de los cincuenta, con Charles W. Simon y William H. Emmons a la cabeza. El electroencefalograma facilitaba la medición de ondas cerebrales durante el sueño, y entre 1954 y 1956 se usó para comprobar si unos voluntarios podían aprender en ese estado. Al parecer, se aprendía hasta un 30% de lo estipulado, pero solo si se mostraba el material durante la relajación previa al sueño, cuando se producían las ondas alfa. Un varapalo más para la hipnopedia.

La ya desaparecida URRS también tuvo muy en cuenta esta materia. Lo primero que se pretendió comprobar fue que se podían aprender palabras extranjeras mientras se duerme. En 1965, un médico llamado Balkhashov trató de aprender italiano durante el sueño. La cosa no debió salir nada bien, pues tuvo fuerte malestar mental tras el autoexperimento. Eso sí, una vez finalizado el proceso aseguraba poder traducir artículos médicos escritos en italiano. Un filón eso de aprender idiomas mediante el subconsciente.

Poco después, en 1966, la revista The International Jorunal of Clinical and Experimental Hypnosis publicó un resumen con las investigaciones soviéticas sobre hipnopedia. El autor tras estos experimentos, que abarcaban años, era el psiquiatra y sexólogo Abram Moiseyevich Svyadoshch, y usaba la hipnosis para informar a los participantes que oirían mensajes durante sus sueños. «Por la mañana lo recordará todo y será capaz de repetirlo todo literalmente», decía el mensaje. El psiquiatra relató en sus conclusiones que algunos de los sujetos podían recordar a la mañana siguiente hasta más de un 80% del texto que habían escuchado mientras dormían.

A pesar de la polémica, es innegable que el sueño juega un papel activo y fundamental en la consolidación del aprendizaje. Actualmente se entiende que lo que se aprende durante el día se graba en el hipocampo, para que durante el sueño estos recuerdos se transfieran a la neocorteza cerebral, donde se guarda la memoria a largo plazo. Durante el sueño, el cerebro recoge deliberadamente los recuerdos “útiles” y los lleva a esa especie de gran almacén. Lo que aun se desconoce a ciencia cierta es de qué forma se produce exactamente todo este proceso, aunque el cerebro sabe organizarse muy bien: la memoria declarativa, la que versa sobre hechos y datos, se consolida esencialmente durante la fase llamada sueño profundo o Sueño de Ondas Lentas (SOL), mientras que la memoria emocional y la procedimental se convierte en recuerdos a largo plazo sobre todo durante el sueño de Movimiento Ocular Rápido (MOR/REM). Una maquinaria perfecta al servicio de la humanidad. Un ordenador que lo controla todo, pero del que aun se trata de descubrir los resortes que activan sus más misteriosos usos.

Estado actual de la cuestión

Llegados a este momento, hay que decir algo que quizá sea desconcertante si los lectores han llegado hasta aquí: la hipnopedia se considera un bulo, pero a la vez hay estudios que parecen corroborar que tiene cierta veracidad. Para dar luz a esta contradicción solo hay que dar un paseo por Internet para descubrir que se sigue estudiando al respecto, y con ahínco. Al menos, en materia plenamente neurocientífica.

El año pasado, un grupo liderado por Thomas Andrillon, constató algo que ya parecía evidente: alguien dormido no puede concentrarse en lo que oye, y tampoco puede hacer conexiones explícitas, por lo que no puede aprender grandes textos de forma literal. Pero sí que puede memorizar patrones automáticos. De hecho, los sujetos localizaron secuencias ocultas con un éxito bastante mayor que el atribuible al azar. Esos recuerdos secuenciales se formaron durante la fase REM y el sueño ligero, probando que sí que es posible que la hipnopedia sirva, al menos de forma parcial y limitada.

Entrando en este 2018 a punto de finalizar, encontramos, por ejemplo, el estudio de un grupo de investigadores del Instituto de Neurociencias de la Universidad Libre de Bruselas. Phillippe Peigneux, director del grupo y del estudio en cuestión, ha demostrado lo que ya se ha mencionado sobre el cerebro: no puede agrupar sonidos y organizarlos secuencialmente, pero sí puede percibirlos.

Juliane Farthouat, colega de Peigneux, registró la actividad cerebral que refleja el aprendizaje estadístico de los sonidos, tanto en la vigilia como en el sueño de onda lenta. A los participantes se les expuso a flujos rápidos de sonidos, algunos al azar y otros estructurados. Los resultados reflejaron que durante el sueño hubo respuesta en la detección de sonidos aislados, pero no en los estructurados. Sin embargo, en la vigilia sí que hubo resultados positivos en ambos casos. ¿Conclusión? Lo sentimos mucho, pero no puedes aprender un idioma o la materia de tu próximo examen mientras duermes.

Aun así, que haya cierta capacidad de aprendizaje durante el sueño avala las teorías o las predicciones de Freud, Huxley o Gernsback. Por suerte, parece que la hipnopedia no puede usarse para controlar a la población, tal como estipulaba Un mundo feliz. Al menos, que se sepa hasta ahora. Porque es cierto que se ha experimentado al respecto y que se sigue haciendo. Como también es cierto que se piensa (y se puede, al menos teóricamente, aunque existen pruebas de que se ha intentado y se ha logrado, de una forma u otra) que es posible borrar recuerdos o implantar algunos falsos, o que se puede lograr aprender algo en muy poco tiempo, como Neo en Matrix. ¿De verdad estamos hablando de ciencia ficción, o estamos ante ciencia de vanguardia? ¿Alguna vez se han preguntado para qué tantos esfuerzos? El cerebro se considera la última frontera en el conocimiento de nuestro propio ser. ¿Pero todos los que estudian sus secretos lo hacen con buenas intenciones?

https://www.rand.org/pubs/authors/s/simon_charles_w.html

http://ajaggedorbit.blogspot.com/2017/01/ralph-124c41-hugo-gernsback-and-his.html

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/5341687

http://www.pbs.org/opb/historydetectives/investigation/psychophone/

https://www.nature.com/articles/s41467-017-00071-z

https://www.eurekalert.org/pub_releases/2018-08/uldb-lws080618.php

https://www.nature.com/articles/s41598-018-30105-5

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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