En 2011, un equipo de exploración halló los restos fósiles de varios homínidos en el desierto de Djurab, entre los que se incluía un cráneo muy bien conservado de Sahelanthropus tchadensis. Una especie que vivió durante el momento crítico en que nuestro linaje humano se separó de los chimpancés.
Este cráneo era diferente al de otros homínidos. Por la posición del agujero occipital donde se inserta la columna vertebral, los arqueólogos determinaron que esta especie era capaz de pararse sobre sus dos piernas. Sin embargo, dicho hallazgo no fue concluyente hasta que se encontró el fémur y los brazos del homínido hace un par de semanas. Estos huesos, no descritos anteriormente, corresponden al fémur izquierdo y al cúbito derecho del S. tchadensis.
La anatomía del fémur claramente indica bipedismo, pues a juzgar por las marcas, este hueso parece haber soportado todo el peso de un cuerpo. Lo que respalda la teoría de que los primeros homínidos desarrollaron la capacidad de caminar poco después de que los humanos y los simios se separaran.
“El extremo distal de la rodilla está alineado por debajo del centro de gravedad del cuerpo. Ese es un signo de bipedalismo habitual”, dijo Jean-Renaud Boisserie, investigador en la Université de Poitiers.
Pero, curiosamente, el antebrazo del Sahelanthropus muestra que todavía pasaba mucho tiempo en los árboles. Los huesos del brazo revelan que este primer homínido usó una técnica de escalada de agarre para mantener un estilo de vida híbrido. Lo que significa que caminaba regularmente, y cuando se cansaba, trepaba para estar más seguro.
Se desconoce si esta técnica persistió durante unos 3 millones de años, pero es lo más probable. De allí que la mayoría piense que el ser humano empezó a caminar hace poco tiempo. Pero es un hecho que ya había especies bípedas para cuando el Australopithecus afarensis empezó a moverse.
Los investigadores creen que estos primeros homínidos caminaban por áreas menos boscosas y más ricas en pastos. Con lo cual se vieron forzados a mejorar su movilidad para sobrevivir.
Toda la evidencia arqueológica parece respaldar esta teoría, pero muchos científicos todavía se niegan a aceptarla. Para ellos, el S. tchadensis nunca fue ni será parte de nuestro linaje humano.
Hasta ahora, este primer homínido no pertenecía a ningún linaje. Vivió tan cerca de la divergencia entre los humanos y los simios que no se sabe realmente de dónde procede. Sin embargo, su fémur mostró muchas similitudes con otras especies de homínidos humanos.
Por supuesto, estos datos no son concluyentes. Pero lo importante aquí no es saber si el primer homínido en caminar fue también el primer humano. Lo verdaderamente relevante es que el arte de caminar erguidos es algo que heredamos (o copiamos) hace millones de años.