Si un astronauta aterrizara en Marte, se encontraría con un desierto frío, seco, polvoriento, sometido a un bombardeo constante de rayos cósmicos y con una atmósfera irrespirable. Por eso, la única forma de permanecer allí es contar con un hábitat que le proteja y le aísle. Al mismo tiempo, este «hogar» tiene que ser lo suficientemente ligero y fácil de transportar como para ser enviado desde la Tierra, y además fácil de montar en un entorno tan hostil y con herramientas relativamente ligeras.
Recientemente, varios expertos han estado trabajando en este asunto en apoyo a la misión de la NASA de enviar una misión tripulada a Marte. Tal como ha informado la NASA en un comunicado, después de pensar en varias opciones en el Estudio de Diseño de Ingeniería de Langley, una de las que parece más prometedora pasa por usar un material poco habitual en la construcción terrestre: el hielo.
«Primero trabajamos en identificar las necesidades, objetivos y limitaciones de la misión. Después, propusimos un montón de soluciones absurdas y creativas. Por último, convergimos en la solución del hogar de hielo», ha dicho en el comunicado de la NASA Kevin Vipavetz, ingeniero de sistemas de Langley.
El diseño de hielo, conocido como «Mars Ice Dome» (cúpula de hielo de Marte), es básicamente un toroide (o sea, un dónut), rodeado por una capa de hielo y agua. Es ligero (cuando está vacío) y puede ser fácilmente transportado y desplegado. Antes de que la tripulación llegue, puede ser llenado poco a poco con agua de Marte, bastante abundante en el subsuelo marciano.
Tiene otras importantes ventajas. Por una parte, el agua y el hielo son un escudo idóneo contra los rayos cósmicos (gracias a su alto contenido en hidrógeno). Por otra, el escudo es a la vez un almacén para el suministro de los astronautas y para las naves espaciales.
Otra solución clásica contra la radiación sería enterrar el hábitat. El problema es que esto requiere maquinaria pesada capaz de excavar el terreno. Frente a esto, la «Mars Ice Dome» se vale del hielo para frenar la radiación. Y además permite que la luz pase a través de sus paredes, permitiendo que el interior esté iluminado.
«Todos los materiales que hemos escogidos son translúcidos, de forma que una parte de la luz del día pueda atravesar las paredes y te sientas como si estuvieras en casa y no dentro de una cueva», ha dicho Kempton. Y no solo eso, en principio será posible instalar invernaderos en el interior.
La parte de los materiales ha sido un reto. «Los materiales tendrán que soportar muchos años de uso en el duro ambiente marciano incluyendo radiación ultravioleta, radiación de partículas cargadas, quizás algo de oxígeno atómico, percloratos y también tormentas de polvo (aunque no tan fieras como las de a película The Martian», ha explicado en el comunicado de la NASA Sheila Ann Thibeault, investigadora en Langley.
Otro factor clave es la cantidad de agua que se puede extraer de Marte. Los expertos han indicado que sería posible llegar el hábitat a una velocidad de un metro cúbico al día, lo que permitiría que el hábitat se llenara en 400 días. Si se pudiera extraer más agua, el mismo diseño podría aumentar de tamaño.
En el interior, está previsto que los espacios de trabajo sean flexibles, de forma que las tripulaciones puedan trabajar con robots sin necesidad de llevar trajes presurizados.
El aislamiento térmico es otro de las claves. Para evitar el frío marciano, el hábitat cuenta con una capa rellenada con aire marciano (básicamente compuesto por dióxido de carbono), para actuar como aislante entre el interior del habitáculo y el hielo del escudo.
Aunque aún falta mucho para que se concreten los detalles de la futura misión tripulada a Marte, para Kempton es tan importante pensar en el habitáculo como escudo protector para los astronautas como en su papel como hogar: «Después de meses viajando por el espacio, sería genial que cuando llegaras a Marte supieras que hay un nueva casa lista para ti».