La investigación estuvo a cargo de Claudine Gravel-Miguel y Jamie Hodgkins de la Universidad Estatal de Arizona (ASU); Caley Orr, graduado de doctorado en ASU y paleoantropólogo y anatomista de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado; Fabio Negrino, de la Universidad de Génova; Stefano Benazzi, de la Universidad de Bolonia; e investigadores de la Universidad de Montreal, la Universidad de Washington, la Universidad de Ferrara, la Universidad de Tubingen y el Instituto de Orígenes Humanos. Fue publicada en Scientific Reports.
Todo empezó en el año 2015 en Arma Veirana, una cueva en los Alpes de Liguria en el noroeste de Italia. Empezaron en la boca de la cueva, en donde encontraron restos de comida y herramientas de piedra. Sin embargo, necesitaban más información para completar el historial de ocupación de la misma, así que en el 2017 abrieron nuevas secciones de la cueva para investigación.
Las excavaciones y el análisis de los resultados de la investigación acerca de estas prácticas mortuorias nos dan una idea acerca de cómo era la estructura social de las sociedades más antiguas. En este caso, el tratamiento funerario infantil proporciona información acerca de que los bebés también eran considerados individuos con moralidad e influencia sobre el grupo, pues reciben una sepultura con las mismas características de cualquier otro humano de esa sociedad.
Cuando los investigadores se adentraron más en la cueva, empezaron a conseguir conchas perforadas que fueron analizadas posteriormente en el laboratorio. Pocos días después de encontrar la primera cuenta, Gravel-Miguel dio con los restos de la bebé.
“Estaba excavando en la plaza adyacente y recuerdo que miré y pensé ‘es un hueso extraño’. Rápidamente quedó claro que no solo estábamos mirando un cráneo humano, sino que también era de un individuo muy joven. Fue un día emotivo”.
Tras semanas de excavación, lograron desenterrar todos los restos de Neve, como la bautizaron los investigadores. Un estudio de su estructura reveló que Neve falleció entre 40 y 50 días después de nacer y que atravesó un periodo de estrés que hizo que sus dientes dejaran de crecer entre 47 y 28 días antes de nacer. Según un análisis de carbono, la madre de la bebé había estado alimentándola en su útero con una dieta basada en tierra.
En la tumba, descubrieron más de 60 cuentas de conchas perforadas y cuatro colgantes de conchas. Si de por sí los entierros infantiles eran raros, más aún lo eran los adornos. Así lo expresó Hodgkins:
“Hay un registro decente de entierros humanos antes de hace unos 14.000 años, pero el último período del Paleolítico superior y la primera parte del Mesolítico son menos conocidos en lo que respecta a las prácticas funerarias. Los entierros de bebés son especialmente raros, por lo que Neve agrega información importante para ayudar a llenar este vacío”.
Sobre los adornos de la tumba, se encontró que habían sido cuidadosamente seleccionados y colocados. También se descubrió que algunas cuencas exhibían un desgaste, lo que indica que fueron transmitidos a la bebé por el resto de los miembros del grupo.
El descubrimiento de Neve fue de gran importancia para comprender la evolución de los humanos como especie, pues el tratamiento de los bebés como personas completas posee un origen profundo orígenes en la cultura ancestral de pueblos que emigraron a Europa y los que emigraron a América del Norte.