El 21 de septiembre del año 2135, Bennu, un asteroide de casi 500 metros de diámetro, será el conejillo de indias para la prueba que la Nasa y EE.UU. planean en caso que un objeto tenga la posibilidad cierta de impactar a la Tierra.
Bennu, que a su vez es parte de la lista de objetos potencialmente peligrosos para el planeta, tiene una posibilidad de impacto contra nuestro planeta de 1 en 27.000 -considerado bajo-, lo que de ocurrir generaría una potencia equivalente a 80 mil bombas como la de Hiroshima. Por ello, la Nasa, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) y dos laboratorios de armas del Departamento de Energía ya tienen listo el plan de contingencia en caso que Bennu se desvíe de su rumbo. Se trata de HAMMER (“Martillo” en español, siglas de Hypervelocity Asteroid Mitigation Mission for Emergency Response), una nave de 8,8 toneladas que como objetivo primario tiene la capacidad de desviar a su objetivo, aunque de ser necesario también puede detonar una carga nuclear para destruir al peligroso objeto.
Según un artículo publicado en Acta Astronautica, la idea de HAMMER vino de un informe de 2010 del Consejo Nacional de Investigación sobre la defensa de la Tierra relacionado a objetos cercanos a la Tierra, o NEOs.
“Las dos respuestas realistas consideradas son el uso de una nave espacial que funcione como un ‘impactador cinético’ o un portador de explosivos nucleares para desviar al NEO”, describen los investigadores.
David Dearborn, del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de EE.UU., afirma que en caso que el asteroide sea suficientemente pequeño y es detectado a tiempo, efectivamente es posible desviarlo, aunque la carga no es tan flexible como la opción que entrega una bomba nuclear en caso que la detección haya sido tardía y sea necesario destruir al objeto.
La opción nuclear, aunque desechada por décadas por los científicos, finalmente terminó resultando una opción más realista, considerando las posibilidades de éxito y considerando que sólo un 30% de los asteroides que rondan cerca de la Tierra y que miden más de 140 metros están controlados.
Sin embargo, existe un problema: por ahora, HAMMER es sólo un plan que necesita ser aprobado y requiere autorización para su construcción, ya que su costo es muy alto. Sólo la misión OSIRIS-REx, lanzada en 2016 con el objetivo de estudiar a Bennu en agosto próximo, tuvo un costo de 800 millones de dólares.
Aún así, este paso es absolutamente necesario, ya que en julio de 2020, OSIRIS-REx capturará una muestra de Bennu y la traerá de regreso a la Tierra para ser estudiada en 2023. De esta forma, los científicos podrán analizar su composición y determinar cuál es la mejor manera de actuar con el asteroide, ya sea desviándolo o utilizando bombas nucleares.
El paso siguiente es la presentación del proyecto en julio de este año, en una conferencia para expertos en asteroides en Japón.