Se trata de dos lascas de aproximadamente un centímetro de ancho, ambas de forma triangular y con señales de haber sido procesadas. Fueron encontradas en una muestra de sedimentos extraída en la parte central del lecho del Hurón, a 32 metros de profundidad.
El análisis por radiocarbono de las capas correspondientes de los sedimentos dio una datación de alrededor de hace 9.000 años. Esta cifra la corrobora el hecho de que entre hace 10.000 y 8.000 años el área no estaba sumergida, sino que era un pantano de tipo subártico.
Para determinar el origen de las piedras, que en su composición química llevan marcas únicas de su lugar de procedencia, los científicos las sometieron a un análisis con fluorescencia de rayos X y, de manera complementaria, a uno de activación de neuronas. Ambos indicaron que las lascas proceden del yacimiento de Wagontire, situado a unos 4.000 kilómetros al oeste del lugar del hallazgo.
En la prehistoria, la obsidiana —muy valorada por sus características únicas para la producción de pequeñas láminas cortantes— se transportaba a distancias considerables, a veces incluso de más de 1.000 kilómetros. Pero el recorrido de las lascas de Hurón es “extraordinaro”, afirman Lemke y sus colegas en un estudio publicado en mayo en la revista PLOS One.
“Teniendo en cuenta este patrón establecido de distribución espacial y cronológica, el descubrimiento […] no tiene precedentes. […] Estos especímenes representan el hallazgo confirmado más antiguo y más al este de obsidiana occidental en los Estados Unidos continentales“, señalan los autores.
El contexto en el que fueron descubiertos los objetos no muestra evidencia de un uso ritual o especial y sugiere que se utilizaban para la caza. En cuanto a cómo llegaron al noreste estadounidense, los arqueólogos opinan que pasaron por muchas manos, pero actualmente no se puede determinar si eso fue resultado de una casualidad o de un intercambio relativamente regular.
“Aunque los hallazgos reflejan probablemente la existencia de una extensa red de contactos a lo largo de paisajes recientemente descongelados a finales del Pleistoceno, es imposible saber si los pueblos del lago Hurón sabían realmente de dónde procedía la exótica piedra. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que no hay ningún proceso natural plausible que pueda explicar la presencia de lascas de obsidiana en este lugar“, escriben los científicos.
https://www.uta.edu/news/news-releases/2021/06/15/lemke-lake-huron
https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0250840#sec001