El Birmingham Mail informa de que Michael Richardson, de la Biblioteca de Colecciones Especiales de la Universidad de Bristol, estaba examinando algunos volúmenes publicados a principios del siglo XVI escritos por Jean Gerson (1363-1429), un notable teólogo y reformador de la Iglesia. Richardson, al abrir uno de los volúmenes, vio algo curioso. Encontró siete fragmentos de un manuscrito que había sido encuadernado en el libro. Intrigado, los estudió y, según la BBC, «reconoció varios nombres artúricos».
Richardson sospechaba que los pedazos del manuscrito versaban sobre las leyendas artúricas.El bibliotecario contactó de inmediato con la Dra. Leah Tether, figura destacada en la International Arthurian Society, grupo dedicado a la investigación de las leyendas, la historia y la literatura sobre el Rey Arturo. La Dra. Tether reclutó inmediatamente un equipo de especialistas para investigar los fragmentos, y se sorprendieron ante lo que descubrieron. El Irish Examiner informa de que «se cree que siete pedazos provienen de la secuencia de textos en francés antiguo conocida como Ciclo de la Vulgata o Ciclo de Lanzarote-Grial, que se remonta al siglo XIII».
Estos son algunos de los textos más importantes de la tradición artúrica y fueron utilizados por Thomas Mallory en su influyente obra Morte d’Arthur (1485), que popularizó la historia del rey Arturo, Merlín y la Mesa Redonda más que cualquier otro libro. Los pedazos de las páginas parecen narrar la historia de Merlín, pero según la BBC hay “diferencias sutiles pero significativas respecto al relato tradicional”.
El escriba que escribió el manuscrito proporciona más detalles de los que aparecen en otros textos conocidos, como la obra de Geoffrey of Monmouth (siglo XII), sobre Merlín y sus aventuras. Significativamente, las muertes de algunos personajes son diferentes a las de los relatos tradicionales y hay descripciones más detalladas de algunos eventos clave, como las batallas.
Los investigadores están intrigados respecto a cómo los fragmentos acabaron encuadernados en un libro impreso en Estrasburgo, entonces parte del Sacro Imperio Romano, y cómo fueron a parar finalmente a Bristol. Parece que las páginas sueltas probablemente fueron encuadernadas en el libro en Inglaterra. Los expertos han observado que existe una fuerte conexión entre la zona de Bristol y las leyendas artúricas. Este hecho podría apuntar a que los fragmentos provengan de un período anterior.