Se llama Mike Hughes, tiene 61 años y está convencido de que la Tierra es plana. El estadounidense, que se define a sí mismo como científico, despegó el 24 de marzo a bordo de su cohete casero desde el desierto de California para probar su rocambolesca teoría. Y lo hizo hasta alcanzar los 571 metros de altura. Una cifra nada desdeñable para un chófer de limusina, que es su ocupación principal. Aterrizó en paracaídas en el desierto de Mojave y de una pieza, contra todo pronóstico. Es autodidacta y ante los medios de comunicación no ha dudado en asegurar siempre que sabe lo necesario sobre termodinámica y sobre mecánica. “Estoy cansado de que la gente diga que me eché para atrás y que no construí ningún cohete”, ha dicho Hugues.
A la prensa ha dicho que está bien, tranquilo y satisfecho de una misión que ha sido todo un éxito, afirma. A pesar de que, por ahora, no haya logrado demostrar que la Tierra sea plana. El plan de Hughes era despegar a finales de 2017, en noviembre, pero la Oficina de Tierras del estado de California se lo prohibió por cuestiones técnicas. Ahora lo ha conseguido y lo ha hecho a bordo de un cohete propulsado a vapor y fabricado en el garaje de su casa.