Las futuras pandemias podrían evitarse si se pone fin a prácticas insostenibles como la deforestación y el comercio de vida silvestre a escala industrial. Estas conclusiones se desprenden de un informe sobre la biodiversidad mundial. El costo de hacerlo es muy elevado, eso es innegable, pero podría ayudar a salvar miles o millones de vidas frente a futuras pandemias de provocadas por zoonosis, principal hipótesis tras el auge de la covid-19.
Millones de personas viven o trabajan en estrecho contacto con animales salvajes que portan enfermedades, y estas industrias no están debidamente reguladas. Cuanto más gente tala los bosques para la agricultura, por ejemplo, más se introducen en los hábitats de los animales y así entran en contacto regular con la fauna silvestre, gran parte de ella portadora de enfermedades. En informe al que se hace mención pretende dar visibilidad a esta poblemática y establecer un marco de debate y cooperación para proponer soluciones a estos problemas.
Controlar el comercio mundial de vida silvestre y reducir el cambio de uso de la tierra costaría entre 40.000 y 58.000 millones de dólares al año, según este informe. Una cantidad que para muchos sería inasumible, quizá porque hasta ahora no había surgido una eventualidad de proporciones globales como la actual pandemia, con sus consiguientes efectos económicos y sociales. De hecho, se estima que desde julio la pandemia de la covid-19 ha costado a la economía mundial entre 8 y 16 trillones de dólares.
Antes de la crisis actual, las pandemias en total costaban 1 billón de dólares al año, incluyendo los costos de tratamiento y las pérdidas económicas y de productividad.
“Es un retorno económico de la inversión realmente increíblemente eficiente, vamos a ver si podemos hacerlo bien“, dice el autor del informe Peter Daszak, de la EcoHealth Alliance en Nueva York.
El informe fue publicado por la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
Casi todas las enfermedades pandémicas que se conocen proceden de un animal, dice Daszak. Hasta ahora la explicación más aceptada es que el coronavirus SARS-Cov-2 se originó en una colonia de murciélagos en China. “El VIH surgió de la caza de chimpancés“, dice Daszak, y los recientes brotes de ébola se derivaron de la caza de primates silvestres.
Muchas de las prácticas más nocivas están impulsadas por las prácticas de consumo que son predominantemente occidentales. La razón principal por la que se están construyendo carreteras en las selvas tropicales de Indonesia es para suministrar aceite de palma. El aceite de palma se utiliza en muchos productos alimenticios, como el pan envasado, el helado y la mantequilla de maní. Sin mencionar la sobreexplotación de la selva y todos los daños que conlleva (extinción de especies endémicas) para obtener aceite de coco.
Otro de los grandes problemas es la venta de animales salvajes como mascotas y alimentos, que sólo se analizan para detectar muy pocas enfermedades. Estados Unidos es el principal país exportador de vida silvestre, ilegal en muchas ocasiones. El riesgo es evidente, y el informe apunta a la necesidad de legislar la actividad, o directamente a prohibirla.
Una enorme parte de la población en China está expuesta a un gran número de enfermedades, por si modo de vida o el ámbito geográfico en el que desarrollan su actividad diaria. Se trata de personas que viven cerca de las cuevas que son hábitats de murciélagos, muchos se refugian en estas cuevas para protegerse de lluvias, muchas cazan y comen murciélagos, también utilizan las heces de los murciélagos como medicina. Todas estas prácticas causan que muchas personas se conviertan en foco de contagio de distintas cepas de coronavirus.
Los estudios de anticuerpos en personas en China sugieren que más de un millón de personas cada año se infectan a través de murciélagos con coronavirus relacionados con el que alimenta la actual pandemia. La gran mayoría de estas exposiciones no causan brotes importantes, pero cada una conlleva un riesgo. Ese factor ha explotado durante finales del año pasado y el presente 2020, poniendo de manifiesto una realidad ignorada, deliberadamente o no, por el resto del mundo.
Los mercados de vida silvestre, como el que estuvo implicado en la temprana propagación de covid-19, también son un factor si no están bien regulados. A menudo múltiples especies se alojan juntas en cuartos cercanos y los dueños de los puestos viven en el lugar con sus familias.
El informe se presentará en la próxima gran reunión del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que tendrá lugar en China en 2021, después de haber sido aplazada debido a la pandemia. En esta reunión se establecerán los objetivos de protección a la biodiversidad mundial para la próxima década.