‘Xenobots’: crean a los primeros robots orgánicos vivos

Son novedosas máquinas vivientes“, explica Joshua Bongard, uno de los autores de la investigación y experto en informática y robótica de la Universidad de Vermont. “No son un robot tradicional, ni una especie conocida de animales. Es una nueva clase de artefactos: un organismo vivo y programable“, afirma este científico.

Estas nuevas criaturas fueron diseñadas en una supercomputadora por Bongard y su colega Sam Kriegman, en la Universidad de Vermont, y luego ensambladas y probadas por los biólogos Douglas Blackiston y Michael Levin en la Universidad de Tufts. Un diseño concebido desde sus etapas iniciales, con gran variedad de formas.

Los resultados de esta nueva investigación —que por primera vez “diseña máquinas completamente biológicas desde cero”— fueron publicados este 13 de enero en la revista especializada PNAS.

Estos ‘xenobots’ de un milímetro de ancho, capaces de moverse hacia un objetivo y de curarse a sí mismos después de ser cortados, podrían trasladar una carga útil, como por ejemplo un fármaco que deba llevarse a un lugar específico dentro de un paciente.

Podemos imaginar para estos robots vivos muchas aplicaciones útiles que otras máquinas no pueden hacer“, afirma otro autor de la investigación, Michael Levin, jefe del Centro de Biología Regenerativa y del Desarrollo en Tufts. Entre ellas, buscar partículas contaminadas con radiación, recolectar microplástico en los océanos, viajar por las arterias y limpiarlas.

Es un paso hacia el uso de organismos diseñados por computadora para la entrega inteligente de medicamentos“, añade Bongard.

Durante meses de procesamiento en el clúster de supercomputadoras Deep Green, en la Universidad de Vermont, los informáticos utilizaron un algoritmo evolutivo para crear miles de posibles diseños para estas nuevas formas de vida.

La computadora estuvo ensamblando cientos de células simuladas en innumerables formas y resultados corporales, intentando lograr la tarea asignada por los científicos: la locomoción en una dirección. Se seleccionaron los diseños más prometedores para la prueba.

Luego, el equipo de Tufts transfirió los diseños a formas vivas. Primero recolectaron células madre de los embriones de ranas africanas, de la especie Xenopus laevis (de ahí el nombre de ‘xenobots’). Las separaron en células individuales y las dejaron incubar. Luego, usando unas pinzas y un electrodo diminutos, las células fueron cortadas y unidas bajo un microscopio, en una aproximación cercana a los diseños elaborados por la computadora.

Una vez ensambladas, las células comenzaron a trabajar juntas. Se utilizaron dos tipos de células de rana: de la piel, que formaron una arquitectura más pasiva, y del músculo cardíaco, que experimentaron las contracciones. Gracias a estas últimas, se creó un movimiento ordenado hacia adelante, según lo guiado por el diseño de la computadora, que permite que los robots se muevan por sí mismos.

Se demostró que los ‘xenobots’ pueden moverse de manera coherente y explorar un entorno acuoso durante días o semanas, impulsados por depósitos de energía embrionaria. Pruebas posteriores demostraron que los grupos de estas ‘máquinas vivas’ se movían en círculos, empujando los gránulos hacia una ubicación central. Algunos de los ‘xenobots’ fueron construidos con un agujero en el centro para reducir la resistencia. En versiones simuladas de estos, los científicos pudieron utilizar ese agujero como ‘depósito’ para transportar con éxito una sustancia u objeto.

Parece un primer paso, desde luego muy prometedor. No es la primera vez que se habla de usar la tecnología microscópica para mover cosas de un lugar a otro o buscar daños en organismos. Pero, al menos hasta ahora, casi siempre se trataba de nanobots, totalmente artificiales y movidos por control remoto o mediante algún algoritmo que mediara en sus acciones. Esas expectativas han dado lugar a otro tipo de “ser”, que quizá no sea nunca inteligente y siempre se mueva por voluntad de otros, pero que al fin y al cabo está vivo.

La capacidad de crear vida es una cualidad que hasta no hace mucho – y así sigue reivindicándose desde grupos de tipología muy variada – era exclusiva de la divinidad. Tomar algo que antes no existía y moldearlo según los propios gustos. Con una intención y un propósito. A pesar de que el debate ético, mora, religioso, político y filosófico sigue vigente (y sin visos de acabar a corto o largo plazo), el avance científico sigue probando que el ingenio humano es capaz de rebasar cualquier límite impuesto por doctrinas, que por otra parte son igualmente creaciones netamente humanas. La literatura o el cine lo habían imaginado. Llegaron las posibilidades de editar genes, de combinar especies, e traer de vuelta a especies ya extintas, y más cuestiones fronterizas y a la vez problemáticas para determinados grupos. Esa etapa, si es que no había sido superada ya, acaba de quedar atrás, quizá de forma definitiva, en forma de combinación entre material orgánico y sintético. Los ‘xenobots’, como los ha bautizado el equipo que los ha creado, son una realidad.

https://www.pnas.org/content/early/2020/01/07/1910837117

https://www.uvm.edu/uvmnews/news/team-builds-first-living-robots

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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