Una anomalía climática, que sucede una vez cada siglo aproximadamente, coincidió con el período en que tuvo lugar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), incrementando sustancialmente la cantidad de bajas entre todos los bandos del conflicto en el que perdieron la vida cerca de ocho millones y medio de personas, sugiere un estudio.
El trabajo, publicado este mes de septiembre (apareció el día 15) por la American Geophysical Union (AGU), utilizó muestras de hielo recogidas de los glaciares alpinos, los cuales conservan en su interior rastros de los sistemas atmosféricos remontables a los años en que se tuvo lugar el conflicto. Los autores de la publicación aseguran haber identificado un sistema meteorológico que provocó intensas lluvias acompañadas de vientos helados que se registraron en las zonas de conflicto en el continente europeo.
Precisamente, los autores del estudio sostienen que el período en que este fenómeno sucedió con mayor intensidad coincide o precede inmediatamente a las batallas más mortíferas de la I Guerra Mundial. Añaden que la anomalía se prolongó incluso hasta finales de 1919, contribuyendo a la propagación de la pandemia de la gripe española, responsable de tres millones de muertes en Europa y hasta cien millones a nivel global. Los investigadores sospechan que el frío alteró los patrones de migración del ánade real, un ave que sirve de reservorio natural del virus.
Las insólitas precipitaciones inundaron las trincheras y los cráteres de las bombas, provocando de esta manera trampas mortales conocidas como ‘tumbas líquidas’ que se tragaron desde vehículos militares hasta tropas y caballos.
El estudio concluye que la fatídica anomalía surgió como resultado de un sistema de baja presión que permaneció durante todos esos años en la región de Islandia, alterando la circulación atmosférica. Y como consecuencia, trajo hacia Europa humedad desde el Atlántico y aire frío desde el Ártico.
https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2020GH000277