“The Kindly Killer”: La historia no acabada de Dennis Nilsen

Dennis Andrew Nilsen era alguien aparentemente normal. Quizá algo reservado, pero nadie o casi nadie le adjudicaba comportamientos extraños. Era funcionario público y llevaba una doble vida que se destapó de un día para otro, desatando una oleada mediática llena de amarillismo en el Reino Unido. Antes de todo eso, se ha de señalar que este hombre nació en la localidad de Fraserburgh (Aberdeenshire, Escocia) el 23 de noviembre de 1945, en el seno de un matrimonio que no pasaba por sus mejores momentos y que acabó en un divorcio. Previamente a desarrollar toda esta parte de su vida, antes del comienzo de su actividad criminal, se mostrará un escueto resumen para ayudar a comprender por qué es conocido

Dennis Nilsen asesinó a 15 hombres jóvenes entre 1978 y 1983 en Londres (Inglaterra). Cometió todos esos crímenes con total oportunidad, repartidos entre dos localizaciones que se corresponden con sus dos residencias habituales. Igualmente, intentó cometer varios asesinatos más que quedaron como tentativas, ya que sus potenciales víctimas pudieron huir de sus garras. En 1983 fue descubierto de forma bastante peculiar, siendo posteriormente juzgado por el homicidio de seis de esas muertes y con otras dos penas por intento de homicidio, siendo llevado a los juzgados de Old Bailey1.. La sentencia fue ejemplar: cadena perpetua que fue dictaminada el 4 de noviembre de 1983, con la recomendación de cumplir un mínimo de 25 años. Años más tarde se le trasladó a la HM Prison2., una cárcel de máxima seguridad en Full Sutton en East Riding de Yorkshire (Inglaterra). Finalmente, el 12 de mayo de 2018 murió en aquella cárcel, por motivos que no quedaron muy claros en un primer momento, pero atribuidos a causas naturales.

Hablando de su modus operandi, este es un punto que ha suscitado habladurías en todas estas décadas. Siempre actuaba de forma similar. Atraía a las mismas mediante engaños y las llevaba a su casa, para luego estrangularlas o ahogarlas de una u otra forma. Tras matar a sus víctimas, Nilsen llevaba a cabo una especie de ritual en el que bañaba y vestía a los cadáveres, los conservaba durante un periodo de tiempo de menor o mayor duración y finalmente los escondía en bolsas o diseccionaba y quemaba en una hoguera.

Una vez que su caso se hizo pública la identidad de Nilsen y se fueron conociendo sus atroces crímenes, el otrora policía y funcionario recibió los apodos de “Muswell Hill Murderer” (por haber admitido matar varias veces en el distrito de Muswell Hill, en el Norte de Londres) y “The Kindly Killer” (“el asesino amable”) en referencia a su método ceremonial de asesinar que él mismo consideraba bastante humanitario.

Recorrido vital y primeros crímenes

Dennis Nilsen era hijo de noruego y de escocesa. Tuvo dos hermanos. En no pocas ocasiones se mantiene el mito de que los asesinos en serie tuvieron infancias marcadas por la tragedia o por eventos que marcaron a todos los niveles el devenir de los acontecimientos posteriores. En el caso de Nilsen, esto también está presente, aunque no de forma tan marcada como con otros individuos.

En su familia había soldados y pescadores. Ya se ha mencionado que el matrimonio formado por sus padres acabó en divorcio. El alcoholismo del padre tuvo bastante que ver. Tras siete años aguantando esta situación, la madre de Nilsen3. se llevó a sus tres hijos a casa de sus padres. Así, la figura del abuelo, llamado Andrew Whyte, cobró un protagonismo desmedido. El desarraigo emocional dio paso a una crianza muy basada en la religión, estricta a más no poder, lo que llevó al pequeño Dennis a convertirse en un niño retraído y alejado de sus iguales. Para Andrew, prácticamente todo era un pecado e iba en contra de la que debería ser una moral intachable. Como se verá posteriormente, ahí pudo pasar algo más, como confesó Nilsen. Porque, como con casi todas las informaciones que se darán en estos párrafos, es el propio asesino la fuente principal de la misma, gracias a todas sus declaraciones y sus dos autobiografías.

La muerte de Andrew Whyte supuso un antes y un después para su nieto. Algo hizo un click en su cabeza cuando vio el cadáver de su abuelo en la mesa de la cocina de su casa. Nadie le explicó que aquel cuerpo inerte y frío que debían velar había sufrido un infarto fulminante, y nadie le preparó para un encuentro tan cercano con la muerte, a pesar de vivir en un entorno marítimo en el que en no pocas ocasiones las salidas de los pescadores acababan en tragedia. Desde aquel día, amor y muerte formaron un extraño binomio en la psique de Dennis Nilsen, que se manifestaría décadas después.

En la pubertad hubo un nuevo factor que afectó a su vida. El chico era homosexual, y su crianza estricta le impedía manifestar esta faceta de su personalidad. A los quince años abandonó el colegio, y en una decisión repentina se alistó al ejército. Durante la siguiente década viajó por media Europa y Oriente Medio en el cuerpo de abastecimientos. Aprendió a trinchar y descuartizar reses con un cuchillo, pero a los veintisiete años finalizó su servicio de forma voluntaria con rango de cabo y una condecoración. Todo aquello no le satisfacía. Había un vacío que no podía llenar.

Lo siguiente fue probar suerte en la policía, por lo que en 1972 se incorporó a la Policía de Londres, pero tampoco encontró su sitio. Finalmente, trabajó como funcionario del Ministerio de Trabajo para la Oficina de Empleo de Denmark Street4..

Ya en aquellos años, su obsesión con la muerte empezó a manifestarse. Nilsen sentía una atracción insana hacia la muerte, tanto que fantaseaba consigo mismo, escenificando performances en las que fingía ser un cadáver mientras se cubría con polvos de talco, se enrojecía los ojos a propósito apretándoselos con sus propios dedos y simulaba dejar de respirar. El problema llegó cuando extendió esas fantasías hacia otras personas. Así, sus salidas nocturnas a bares de ambiente del Soho o de Camden Town se convirtieron en sutiles cacerías en las que también esperaba saciar su otra gran necesidad: la de tener compañía.

Hay un detalle muy llamativo que a la postre se ha debatido bastante, y ese es cómo pudo tener un compañero de piso durante años y soportar esa pulsión que no tardaría en explotar. David Gallichan convivió con Nilsen desde 19755., pero jamás sospechó de las actitudes y actos de Dennis, aun cuando este ya había comenzado a esconder víctimas bajo el suelo.

Llegó así la Navidad de 1978. En víspera de Año Nuevo, Nilsen salió de casa y se dirigió al pub Cricklewood Arms, Allí estaba Stephen Holmes, un chico de catorce años al que convenció para que le acompañara a casa. El menor de edad estaba a punto de convertirse en el primer muerto de un total de quince, al menos que se sepa hasta ahora. A la mañana siguiente, Dennis unió sus dos fascinaciones (el amor y la muerte) con su miedo más profundo (el abandono). Temiendo no volver a coincidir jamás con Holmes, el funcionario cogió una corbata y estranguló al adolescente. Éste se resistió, pero su agresor metió su cabeza en un cubo de agua y acabó con el asunto. Justo después comenzó con un cuasiritual que se repetiría posteriormente. Cogió el cadáver y lo tumbó en la cama, durmiendo junto a él. Luego escondió el cuerpo bajo la tarima para que Gallichan no descubriera nada, y finalmente quemó y enterró el cuerpo en el jardín de su casa, ocho meses después. A pesar de ser verdaderamente sorprendente, encubrir algo así todo ese tiempo tiene un mérito fuera de toda duda. Aquella experiencia asustó a Dennis, que trató de ignorar esa compulsión, pero volvió a suceder.

Kenneth Ockendon, un turista canadiense de visita en la capital londinense, estaba en un pub del Soho el 3 de diciembre de 1979, cundo Nilsen se acercó a él y se ofreció para ser su guía por la ciudad. Por una cosa u otra, acabaron de nuevo en el piso del asesino. El final fue el mismo que con el caso anterior, pero esta vez el arma homicida fue un cable. Una vez muerto, Nilsen hizo lo mismo que con el menor: lo lavó, vistió y durmió con él.

Al día siguiente, metió el cuerpo en un armario y al regresar del trabajo lo sentó en una silla de la cocina y comenzó fotografiarlo con su cámara Polaroid. Otra vez el miedo al abandono le llevaron a acabar con otra vida y a conservar el cuerpo. Quería tener un recuerdo suyo en distintas posiciones. Durante dos semanas, Nilsen convivió con el cadáver de Kenneth en una rutina que incluía ver la tele o comer en la mesa. Cuando llegaba la noche, lo ocultaba bajo el suelo del piso. Gallichan seguía sin tener ni idea de lo que estaba pasando.

Durante los siguientes dos años, Dennis continuó seduciendo y asesinando a hombres. Las intenciones del asesino tenían mucho que ver con sus pulsiones sexuales, aunque no todas sus víctimas eran atraídas mediante la seducción. Algunos eran vagabundos, personas con necesidades, que veían en Dennis una cara amable que les ofrecía comida y techo. Matar se convirtió en un hábito para el funcionario, un “trabajo” que combinaba con su tarea diaria en la oficina de empleo y con sus salidas nocturnas. Casi aquel que cruzaba el umbral de su puerta no salía con vida.

En 1981 se mudó a su nueva dirección en Cranley Gardens6., donde continuó con sus particulares actividades hasta 1983. A principios de febrero de se año, concretamente el día 8, varios vecinos de su edificio advirtieron que sus lavabos estaban atascados. Llamaron al fontanero Michael Cattran7., que acudió rápidamente a aquel número 23 e hizo un macabro descubrimiento. Allí había trozos de carne y huesos que aparentemente parecían humanos. Aquello alertó inmediatamente a Cattran, que alertó a la policía. Pero aquí entran en juego las típicas contradicciones entre versiones, que además están separadas por 38 años. En este sentido, la miniserie “Des”, recientemente emitida por la cadena británica ITV, Cattran – interpretado por Tony Way – alertó a los periodistas de The Daily Mirror porque aseguraba que la policía no le creyó en un primer momento. La crónica contada por el fontanero recoge que avisó a su jefe, un tal Gary Wheeler, y que ambos convinieron volver al día siguiente por la mañana, para comprobar que aquellos restos eran efectivamente humanos. Para su sorpresa, los mismos habían desaparecido cuando llegaron allí. A pesar de ello, Cattran hizo todo lo posible por demostrar que decía la verdad, así que rebuscó en las tuberías hasta dar con más restos. Con más restos listos para ser analizados, era el turno del inspector Peter Jay8..

La Policía arribó inmediatamente, con Jay a la cabeza, y se llevó los restos para su identificación. Tras varias pruebas, el forense confirmó que se trataba de tejido humano, concretamente de la mano de un hombre. Una vez que Jay volvió al edificio, y sabiendo que probablemente el atasco viniera del piso superior, se comenzó a interrogar a sus vecinos. Así se topó con Dennis Nilsen, que en un primer momento se mostró sorprendido, fingiendo no saber nada. Aquella actuación no engañó a Jay, que subió al piso de Nilse, que desprendía un olor nauseabundo.

¿Dónde está el resto del cuerpo?”, preguntó el agente. Nilsen contestó tras unos breves instantes: “En dos bolsas de plástico en el armario de la otra habitación. Se lo mostraré”.

Varios policías entraron en el piso para registrarlo a fondo. Nilsen dejó claro desde el primer momento que todo aquello era, según sus palabras, “una larga historia”. Quería eludir las explicaciones en su propia casa. Quería colaborar, pero estando en comisaría. Eefectivamente, allí había más restos mortales. Por si aquellos hallazgos no eran suficientes, el asesino confeso destapó su carrera criminal durante el trayecto hasta la jefatura, cuando uno de los agentes le preguntó: “¿Estamos hablando de un cuerpo o de dos?”. “Quince o dieciséis desde 1978”, contestó el detenido. “Vamos a aclarar esto. ¿Nos está diciendo que desde 1978 usted ha matado a dieciséis personas?”. “Sí. Tres en Cranley Gardens y unos trece en mi anterior dirección, Melrose Avenue, 195, Cricklewood”. Quince asesinatos, confesados desde el primer momento, por un tipo que parecía perfectamente normal y que mostraba una frialdad fuera de lo común. Quedaba por delante una investigación que estaría llena de presiones y de atención mediática, lo que adelantó demasiado los acontecimientos, no permitiendo que Nilsen fuera juzgado por todos los crímenes que dijo cometer.

Víctimas, juicio y sentencia

Hasta ahora, aquí se han nombrado a las dos primeras víctimas de Nilsen. A pesar de ello, Holmes no fue identificado hasta 2006, dándosele hasta entonces como desaparecido. Al menos, en su caso pudo demostrarse la culpabilidad de Nilsen, aunque fuese a posteriori. No ha ocurrido lo mismo con todos los casos. También fue Holmes el único que fue diseccionado antes de ser quemado en una hoguera. Entre el adolescente y Kenneth Ockendon, su segunda víctima, Nilsen intentaría asesinar a un estudiante de Hong Kong que había conocido en el West End. Este chico no emprendió acciones judiciales cuando fue interrogado por la policía, por lo que Nilsen quedó en libertad sin cargos. Otras agresiones del mismo tipo se sucedieron a lo largo de aquellos cinco años, sin que pudiera demostrarse la implicación material del funcionario.

Kenneth Ockendon fue estrangulado el 3 de diciembre de 1979 con el cable de unos auriculares mientras escuchaba música. La tercera víctima fue Martyn Duffey, otro menor de edad, esta vez de 16 años, que vivía como un sintecho y que que procedía de Birkenhead (Merseyside, Inglaterra). Nilsen dio con él durmiendo en una estación ferroviaria de Londres cuando regresaba de una conferencia sindicalista en Southport, y le ofreció cama en su casa. El 17 de mayo de 1980 lo ahogaría en el fregadero de su cocina y posteriormente lo bañaría. Dos días después, lo ocultó debajo de la tarima de su casa.

William Sutherland era un escocés de 26 años procedente de Edimburgo, era padre de un hijo. En el momento del crimen, de cuando en cuando se dedicaba a la prostitución cuando conoció por casualidad a Nilsen en un pub cerca de Picadilly Circus. Nilsen lo mató el 20 de agosto de 1980, aunque no recordaba cómo había ocurrido. Posteriores exámenes confirmaron que lo había estrangulado con sus propias manos.

A continuación hay un gran lapsus en lo que se refiere al nombre de las víctimas. Desde la quinta hasta la onceava, todas son anónimas a día de hoy. A esa quinta persona la mató en septiembre de 1980 tras conocerla en el pub Cricklewood Arms. Según Nilsen, se trataba de un obrero irlandés de manos rugosas que vestía un traje viejo y abrigo, y cuya edad estimó entre los 27 y 30 años. La sexta era un prostituto delgado, de entre 20 y 30 años, de aproximadamente 1,78 m de estatura con probable ascendencia mexicana, filipina o tailandesa. Acabó con su vida en octubre de 1980 tras encontrarse en el pub Salisbury Arms de Londres. El séptimo infortunado cayó en las manos de Nilsen en noviebre de ese mismo 1980. Fue descrito como un “vagabundo” de unos veintipocos años de edad, no identificado, a quien encontró durmiendo en una puerta al comienzo de la calle Charing Cross Road. Estaba hambriento y le faltaban varios piezas dentales. Nilsen y el joven tomaron un taxi hasta Melrose Avenue. Esa misma noche la víctima fue estrangulada hasta la muerte mientras dormía. Su asesino recordó que mientras lo mataba, el joven no dejó de zarandear sus piernas como si estuviera pedaleando. Nilsen supuso que la vida de esta nueva víctima había estado marcada por mucho sufrimiento y dijo que matarlo fue tan fácil como robarle caramelos a un niño. En ese período, en el que el asesino se mostraba especialmente activo y voraz, intentó acabar de forma similar con otra vida. Concretamente, el día 10 de noviembre de 1980. Por suerte, este joven se despertó sintiendo que lo estaban estrangulando y se defendió, huyendo de la casa. A pesar de haber llamado a la policía inmediatamente después, los agentes no emprendieron ninguna acción, pues todo se atribuyó a una pelea doméstica entre dos amantes del mismo sexo.

La octava víctima era un “hippie” de cabellos largos, de entre 25 y 30 años, a quien había conocido en el West End tras el cierre de los pubs. Lo asesinó entre noviembre y diciembre de 1980 y retuvo su cuerpo debajo de las tablas de su casa hasta que decidió sacarlo y cortarlo en tres pedazos, los cuales volvió a esconder en el mismo sitio. Un año más tarde, los extrajo para quemarlos en una hoguera. Declaraciones posteriores de Nilsen, recogidas en la prensa y en la autobiografía escrita por Brian Masters, dejan abierta la posibilidad de que esta víctima fuese una mera invención del asesino, cuyos delirios se acrecentaron en aquel año, como se puede comprobar. El noveno joven era un escocés de 18 años y ojos azules, no identificado, que vestía chándal verde y zapatillas de deporte. Lo conoció en el pub Golden Lion el 4 de enero de 1981. Lo asesinó en su casa después de que ambos hubieran participado en un reto para saber quién de ellos resistía en pie bebiendo alcohol. El décimo era de Belfast, según Dennis. Tenía unos 20 años, era delgado y lo conoció en el West End al cierre de los bares. Lo estranguló con una corbata y seguidamente lo colocó debajo de la tarima de su piso en febrero de 1981. Finalmente, la onceava tampoco fue identificada, pero su estética era claramente “skinhead” y se trataba de un tipo muy musculado, de casi 20 años, a quien conoció en un puesto de comida en Leicester Square en abril de 1981 y sedujo con engaños y promesas de comida y alcohol. Nilsen recordó que su víctima llevaba una chaqueta de cuero negro y un tatuaje en su cuello en el que se leía “cut here” [cortar por aquí], y que alardeaba de lo fuerte que estaba y lo mucho que le gustaba pelear. Nilsen logró que se emborrachara y le estranguló. Tras matarlo, colgó su torso en su habitación durante un día y una noche antes de ocultarlo debajo las tablas. Posteriormente, Nilsen alegaría que esta víctima había sido otra invención suya. Cierto o no, parece que nunca quedará claro.

Sí que se conocen los nombres de las cuatro víctimas restantes. Estas fueron Malcolm Barlow, John Howlett, Graham Allen y Stephen Sinclair. El perfil era siempre similar. Jóvenes, en situaciones vitales complicadas o en ambientes nocturnos. Tras mudarse de su casa en Muswell Hill en octubre de 1981, Nilsen conoció a un estudiante en un bar de Soho en Londres a quien invitó a pasar la noche en su casa. A la mañana siguiente, el joven se despertó con desorientado y sin recordar lo ocurrido la noche anterior, por lo que fue al médico al notarse moratones en el cuello. El médico le reveló que parecía como si alguien lo hubiera querido estrangular y le aconsejó que fuera a la policía. Sin embargo, temeroso de que su orientación sexual acabase saliendo a la luz, el estudiante optó por no seguir adelante. Tras este fallido intento de asesinato, Nilsen conoció a un drag queen en un pub de Camden Tow, que igualmente logró escapar de él. Estos dos intentos de asesinato ocurrieron antes de la muerte de John Howlett, la víctima número trece. Con Howlett comenzó la costumbre que a la postre llevaría al funcionario a prisión, pues tras descuartizar el cuerpo, tiró algunos de sus órganos por el inodoro.

Allen se encontró con su asesino mientras intentaba parar un taxi en Shaftesbury Avenue en septiembre de 1982. Nilsen lo invitó a venir hasta su casa para cenar, donde lo estrangularía con unas ligaduras mientras se comía una tortilla que le había cocinado. Transcurridos tres días, decidió descuartizarlo. Su cuerpo fue identificado gracias a registros dentales y una antigua fractura en la mandíbula, detalle que aparece en la miniserie británica recientemente emitida. Más tarde, pedazos disecados de su carne y pequeños huesos de su cuerpo vendrían a bloquear las cañerías en Cranley Gardens. A pesar de todo esto, este crimen no estuvo entre los seis por los que Dennis fue juzgado y sentenciado a cadena perpetua.

Su último asesinato canónico fue el de Sinclair, de 20 años, adicto a la heroína con tendencia a autolesionarse. Verdugo y víctima se encontraron en Oxford Street y Nilsen le compró una hamburguesa. Seguidamente, lo invitó a que le acompañase hasta su casa en Cranley Gardens. El chico fue estrangulado con una corbata y una cuerda el 26 de enero de 1983. Acto seguido, Nilsen yació junto al cuerpo de su víctima hasta quedarse dormido. A la mañana siguiente, lo descuartizaría, colocando la cabeza, el torso superior y los brazos en la sala de estar y escondiendo el torso inferior y las piernas debajo de la bañera. Sus restos sirvieron para que Cattran acudiera al lugar y diera la voz de alarma.

Una vez montado el caso en su contra, desde instancias superiores a las de los inspectores encargados del caso llegaron órdenes de que el asunto se zanjase a la mayor brevedad. Aquí hay aspectos bastante controvertidos y polémicos a tener en cuenta. El primero es evidente, y es que se pudo demostrar la culpabilidad de Nilsen, pero solo parcialmente. Muchas víctimas quedaron sin identificar, a pesar de los indicios que él mismo dio a los investigadores. La prensa jugó un papel destacado en este aspecto. Asombró mucho la impunidad con la que el funcionario actuó durante un lustro. Eso, unida al incesante chorreo de titulares y artículos de prensa, radio y televisión, obligaron a trabajar a marchas forzadas para montar un caso que fuese satisfactorio para todas las partes. Obviamente, tanto Peter Jay como el resto de su equipo jamás quedaron satisfechos. Pero hubo un acuerdo forzado para acallar las habladurías a la mayor brevedad

El juicio comenzó el 24 de octubre de 1983. Las acusaciones eran las ya mencionadas: seis asesinatos y dos más en grado de tentativa. Nilsen tuvo varios letrados durante todo el proceso, cambiando en más de una ocasión de abogado defensor. Como era de esperar, una de las partes centrales de la defensa fue demostrar el estado mental del acusado, al que se pretendía escudar en una “responsabilidad disminuida” debido a una anormalidad en si psique que le impedía ser consciente en todo momento de lo que hacía y de planificar los asesinatos. Sin embargo, la forma fría y calculada que tuvo de detallar sus crímenes evidenciaban todo lo contrario. La falta aparente de remordimientos que siempre exhibió tampoco ayudó9.. El juez Croom-Johnson tuvo que escuchar a varios expertos psiquiatras y forenses para tratar de dilucidar hasta qué punto una u otra parte tenían razón. Los testimonios de los supervivientes a los ataques de Nilsen fueron clave. Describieron al acusado como un hombre “muy amable” que se volvía muy agresivo de forma repentina. Alguien que les ofrecía comida, techo y buen trato, pero que se revolvía cuando bajaban sus defensas10. .

Finalmente, el juez zanjó ella asunto de la siguiente manera:

Existen personas malvadas que cometen actos malvados. El asesinato es uno de ellos. El tener defectos morales no excusa a Nilsen. Una naturaleza desagradable no debe identificarse con un desarrollo mental detenido o retrasado”.

Habiendo oído todo lo anterior, el jurado declaró a Dennis Nilsen culpable de todos los delitos el día 4 de noviembre. El juez Croom-Johnson lo condenó a cadena perpetua, recomendando que su paso por la cárcel no fuese menor de 25 años11.. A la postre, el condenado pasó el resto de sus días allí. Pero no desaprovechó la ocasión para dar testimonio de todo lo acontecido durante aquellos cinco años en los que se convirtió en una amenaza sensible pero letal para aquellos desgraciados que daban con él. Escribió varios diarios en los que recordó y describió los detalles más macabros de cada crimen. La posterior adjudación en 2006 del asesinato de su primera víctima, Stephen Holmes, dio al traste con cualquier opción de obtener una libertad condicional. El preso murió el 12 de mayo de 2018, sin que se dieran muchos detalles al respecto. Según confirmó un portavoz del servicio de prisiones, sufrió una embolia pulmonar y una hemorragia retroperitoneal relacionada con la rotura del aneurisma. No fue una muerte agradable.

Todavía quedan detalles no contados en esta historia. A pesar de que Nilsen fuese condenado sin ningún tipo de duda por parte del jurado, sus esfuerzos por contar su historia estaban lejos de acabar. De hecho, comenzaron en cuanto fue detenido, cuando comenzó a tener correspondencia y visitas con Brian Masters, autor de la que sería su primera autobiografía, Killing for company.

Las autobiografía y Des

En 1983, Brian Masters conoció a Dennis Nilsen. En un primer momento, y ante las más que evidentes opciones de obtener una buena historia, Masters carteó al asesino, sin esperar que este contestase afirmativamente. Para su sorpresa, Nilsen dijo poco menos que dejaba su vida en sus manos. Inmediatamente después, comenzaron las cartas, y las visitas de una hora en las que Dennis contaba todo lo que escondía, mientras Masters escuchaba y anotaba todo y trataba de no inmiscuirse demasiado en el asunto, algo nada fácil de conseguir, según sus propias declaraciones. Era un asunto muy polémico, ya que las motivaciones de uno y otro eran muy diferentes. El aesino quería contar su historia, y no dejar que la prensa contase lo que le viniera en gana. Era una forma poética de “hacer justicia a sus víctimas”. No era redención ni remordimiento. Simplemente, un aséptico ejercicio en el que además compartía experiencias sobre su vida y reflexiones subjetivas sobre otros temas triviales. Todo se tradujo en la publicación de Killing For Company, un libro que causó revuelo cuando ahondó en la psique y motivaciones de Nilsen y por la supuesta simpatía, al menos para algunos, que Masters mostraba por el asesino. En este extracto del prólogo del libro, y como una dramatización de los asesinatos de Nilsen, Masters aborda lo que era pasar tiempo en compañía de un asesino en serie confeso.

Mi propia participación en el caso comenzó casi inmediatamente después del arresto de Nilsen. Era obvio que alguien tendría que escribir un relato de los crímenes y el juicio, y pensé que tal vez podría intentar tal empresa. Le escribí a Nilsen que estaba en prisión preventiva en la prisión de Brixton, diciéndole que agradecería la oportunidad de analizar el caso, pero que no lo haría sin su cooperación, lo cual era bastante cierto: una historia de tijeras y pegamento no tendría ningún valor. Mi primera carta de él comenzaba con una frase desconcertante: “Estimado señor Masters, dejo el peso de mi vida sobre sus hombros”.

Siguieron ocho meses de contacto antes del juicio. Por lo menos tres veces a la semana recibía una carta muy escrita en papel de cartas de la prisión, demostrando un afán por no desperdiciar espacio, y presumiblemente había sido aprobada por la censura. Mis respuestas fueron más pausadas y anodinas. Además, recibí de él una orden de visita cada pocas semanas. Durante una hora, Nilsen y yo nos sentamos uno frente al otro en una mesa cuadrada de madera, con un cenicero entre nosotros. Llenó más de 50 cuadernos de ejercicios carcelarios con reminiscencias y reflexiones, no solo sobre sus crímenes, sino sobre política, literatura, infancia, ejército y desprecio por la sociedad organizada.

El peligro moral latente para mí era que sin darme cuenta podría convertirme en cómplice, como muchos sugirieron que era inevitable. No lo estaba, por supuesto, porque era consciente de ello, no ciego, pero pronto aprendí a evitar el uso de palabras que fácilmente podrían retorcerse en mi contra. Era importante que no “entendiera” al asesino, que puede sonar comprensivo y está preñado de peligro, pero que debería “comprender” lo que pasó y por qué, lo cual es seguro y neutral. Estas son diferencias sutiles y poco fiables, pero son importantes.

Nilsen no podía ver ni sentir que los humanos somos mucho más que lógica; son criaturas con imaginación, lo que les permite, más aún, les obliga a honrar y respetar lo que alguna vez fue una vida en pleno fluir. Fue esta misma indiferencia la que informó su comentario un día: “Sabes, te sorprendería lo pesada que es una cabeza humana cuando la levantas por el cabello”. Este era el hombre que había sido capaz de preparar el desayuno, untando con mantequilla una tostada y luego bajando el fuego de una olla que había estado hirviendo a fuego lento la cabeza de su última víctima durante la noche. Aún podía, antes de sacar al perro a pasear, comer su tostada.

Mirando hacia atrás ahora, son las paradojas las que perturban. Ya no estoy dispuesto a aceptar la falsa afirmación de Nilsen de que no sabía qué lo había llevado a ser un asesino. Ahora creo que lo disfrutó y la emoción que le produjo. Por qué debería disfrutarlo es otro asunto. La vacuidad moral es una respuesta insuficiente. Y sin embargo, cuando descubrí la carta que había sido escrita a los propietarios quejándose de los desagües bloqueados, reconocí inmediatamente la letra distintiva. Era de Nilsen. Llegaron los fontaneros y encontraron restos humanos. El asesino había planeado su propio arresto.”

Masters publicó varios libros más sobre asesinatos y asesinos en serie. Por ejemplo, uno sobre Jeffrey Dahmer12., a quien se comparó en más de una ocasión con Nilsen, pero esta obra centrada en el funcionario fue la que causó más controversia, como él mismo ha expresado. El libro se publicó originalmente en 1985 en la editorial Jonathan Cape Ltd, con varias reimpresiones y ediciones durante los años noventa, para finalmente contar con una nueva y muy reciente, que ha dado pie a la miniserie británica Des, que tiene a Masters como parte del trío protagonista.

Los tres episodios que se pueden ver en Starzplay y que fueron originalmente emitidos por ITV están protagonizados por David Tennant (Doctor Who, Jessica Jones…), que nos muestra a un Dennis Nilsen – Des, su apodo, da nombre a la serie – que desde el primer momento se come la pantalla mientras explica de forma fría todas las fechorías que ha cometido. La serie, escrita por Luke Neal y Kelly Jones y dirigida por Lewis Arnold, comienza directamente con el hallazgo de los restos por parte del fontanero Michael Cattran y cómo estos llevan directamente al asesino. El agente Peter Jay – interpretado por Daniel Mays – no tarda nada en arrestar a Nilsen y, a partir de aquí arranca un duelo dialéctico a lo largo de tres episodios para arrojar luz sobre los hechos.

Lo curioso de esta serie es que insertó en el desarrollo de la trama al biógrafo, interpretado por Jason Watkins. Masters es protagonista más, fascinado por el perfil de Dennis y que quiere adentrarse en la mente del criminal para escribir un libro sobre ello. No hay biopic, ni flashbacks, ni imágenes truculentas que puedan herir sensibilidades, y en eso la serie tiene un tacto exquisito, teniendo en cuenta el caso en que se basa. Lo fácil hubiera sido añadir un morbo innecesario, porque lo importante aquí es la psique de Des. Tanto la participación de Masters como la del inspector Jay llevan a los espectadores hasta la mente de un asesino que no deja apenas resquicios para bosquejar sus verdaderas motivaciones. Y en esto, Tennant tiene mucha culpa, ya que impregna al personaje de una frialdad y un manejo de la retórica que provoca escalofríos.

Para finalizar esta historia sin acabar, hay informaciones recientes que han coincidido – casualmente o no – con la emisión de la miniserie. Hay una segunda autobiografía de Dennis Nilsen a punto de lanzarse al mercado, y que una vez más ayudará a devolver a la actualidad a este personaje. Esta vez llevará por título History of a Drowning Boy (Historia de un chico que se ahoga) y está firmado por el propio Dennis, con un prólogo de Mark Pettigrew. Este lanzamiento editorial viene marcado por un legado en forma de 6.000 páginas llenas de notas que un diseñador gráfico de Bedfordshire ha recibido tras la muerte de Nilsen en 2018. Al parecer, este hombre mantuvo correspondencia con el asesino desde 1991, cuando le escribió “por curiosidad”. Ambos se convirtieron en “amigos por correspondencia” e intercambiaron unas 800 cartas. Además, este hombre visitó al preso hasta en setenta ocasiones y logró montar una nueva biografía a partir de todas las anotaciones heredadas.

Desde el primer momento, muchas voces se han alzado contra la editorial RedDoor Press, la encargada de editar este nuevo trabajo. No es para menos, ya que muchas familias siguen sufriendo décadas después, y no desean que todos esos sentimientos vuelvan a salir a la superficie, Las declaraciones al respecto se han multiplicado en los últimos días, y presumiblemente seguirán haciéndolo.

De acuerdo con algunos adelantos, como el ofrecido por el diario The Sunday Times, la obra incluye la confesión de un ataque sexual a un soldado ebrio diez años antes de que cometiera su primer asesinato en 1978 y del estrangulamiento de al menos dos hombres más, crímenes que no eran del conocimiento de las autoridades y que no acabaron en muertes o denuncias. Además, en esta segunda biografía Nilsen niega haber practicado canibalismo – cosa que por otra parte siempre ha mantenido –, pero admite haber reflexionado sobre las “posibilidades culinarias” de sus víctimas, subraya el medio británico. También comenta que en alguna ocasión pensó alimentar a su perra con restos de alguna de las víctimas, pero no lo hizo por el cariño que profesaba por ésta. Es curioso. Un amante de los animales que acababa con vidas humanas sin miramientos.

Hay un último detalle escabroso que el asesino incluye. Al parecer, su relación con su abuelo aterno fue más estrecha de lo que cualquiera podría haber imaginado, y es que Nilsen confiesa haber sido víctima de abusos sexuales por parte de Andrew Whyte cuando tenía cinco años, en una especie de búnker abandonado de la II Guerra Mundial. Los recuerdos que menciona son vagos, pero no duda en atribuir la autoría de esos abusos a su abuelo, cuya muerte también marcó la psique del asesino. Que algunos detalle se deban a falsos recuerdos o directamente a invenciones de Dennis es algo que nunca se podrá demostrar, como pasó con algunas de sus víctimas, como ya se mencionó más arriba. A pesar de ello, su legado de terror está más de actualidad que nunca, para desgracia de las familias de sus víctimas, que consideran que el verdugo parece reírse de ellos desde el más allá. Teniendo en cuenta todo lo que se ha contado hasta aquí, se podría pensar más bien en que podría esgrimir una media sonrisa sardónica.

Fuentes:

  • Gadher, Dipesh: Serial killer Dennis Nilsen’s autobiography reveals ‘confessions’ from beyond the grave, The Times, 17 de enero de 2021.
  • Hill, Ben: Dennis Nilsen’s plumber caught serial killer after ‘pulling lumps of flesh the size of my fist out of his drain’, The Sun, 17 de septiembre de 2020.
  • Kakutani, Michik: Books of The Times; The Portrait of a British Serial Killer, The New York Times, 1993.
  • Masters, Brian: Killing for company: Case of Dennis Nilsen, Jonathan Cape Ltd, 1985. – Killing For Company: how Brian Masters met serial killer Dennis Nilsen, GQ Magazine, 17 de septiembre de 2020.
  • Nevin, Charles: Interview: Empathy for the devil: Brian Masters: He is tidy, dapper, bookish and has made friends with a serial killer. Charles Nevin on a biographer with murder on his mind, The Independent, 1993 (recuperado en 2011 y en 2020)
  • Nilsen, Denis y Pettigrew, Mark: History of a Drowning Boy, RedDoor Press, 2021.
  • Smith, Louie: Evil Scots killer Dennis Nilsen reveals three more victims in book published after death, Scottish Daily Record, 18 de enero de 2021.

Notas

1. El Tribunal Penal Central de Inglaterra y Gales, comúnmente conocido como el Old Bailey por la calle en que se encuentra, es un tribunal de Londres y uno de una serie de edificios que albergan el Tribunal de la Corona.

2. La HM Prison Full Sutton es una prisión para criminales de categoría A y B fundada en 1987 en el pueblo de Full Sutton, cerca de Pocklington en el East Riding de Yorkshire, Inglaterra. Full Sutton está activo y tenía unos 596 reclusos en septiembre de 2018. La función principal de la prisión es mantener, en condiciones de alta seguridad, a algunos de los criminales más difíciles y peligrosos del país.

3. El nombre de la madre de Dennis era Elizabeth Duthie Whyte. Su padre era un soldado noruego que había viajado a Escocia en 1940 como parte de las Fuerzas Noruegas Libres tras la ocupación alemana de Noruega. Después de un breve noviazgo, se casó con Elizabeth Whyte en mayo de 1942 y los recién casados se mudaron a la casa de sus padres.

4. Inicialmente, Dennin fue enviado a un la Oficina de Empleo en Denmark Street, donde su función principal era encontrar empleo para trabajadores no calificados En su lugar de trabajo, se sabía que Nilsen era un empleado tranquilo y concienzudo que participaba activamente en el movimiento sindical. En 1979, Nilsen fue nombrado director ejecutivo interino. Fue ascendido oficialmente al puesto de director ejecutivo, con responsabilidades de supervisión adicionales en junio de 1982, y trasladado a otra Oficina de Empleo en Kentish Town, donde continuó hasta su arresto.

5. En noviembre de 1975, Nilsen se encontró el joven de 20 años David Gallichan, que en aquel momento que era amenazado fuera de un pub por otros dos hombres. Nilsen intervino en el altercado y llevó a Gallichan a su habitación en el número 80 Teignmouth Road en el distrito de Cricklewood del norte de Londres. Los dos hombres pasaron la noche bebiendo y hablando; Nilsen se enteró de que Gallichan se había mudado recientemente a Londres desde Weston-super-Mare, Somerset. Eera gay, estaba desempleado y residía en un albergue. A la mañana siguiente, ambos aceptaron vivir juntos en una residencia más grande y Nilsen, utilizando parte de la herencia que le legó su padre, resolvió de inmediato buscar una propiedad. Varios días después, la pareja vio un piso vacío en la planta baja en 195 Melrose Avenue, también en Cricklewood, y decidieron mudarse. Antes de mudarse a Melrose Avenue, Nilsen negoció un trato con el propietario por el cual él y Gallichan tenían uso exclusivo del jardín en la parte trasera de la propiedad, lo que fue muy productivo en sus primeros crímenes.

6. A mediados de 1981, el propietario de Nilsen decidió realquilar el 195 de Melrose Avenue, y le pidió a Nilsen que desocupara la propiedad. Inicialmente se resistió a la propuesta, pero aceptó una oferta de 1,000 libras por parte del propietario para desocupar la residencia. Se mudó al ático del mencionado número 23 de Cranley Gardens en el distrito Muswell Hill del norte de Londres el 5 de octubre de 1981. El día antes de abandonar la propiedad, Nilsen quemó los cuerpos disecados de las últimas cinco víctimas que había matado en esta dirección en una hoguera (la tercera que hizo en el jardín). Como en las dos ocasiones anteriores, y tal como se menciona en Killing for company y en la miniserie Des, Nilsen puso sobre los cuerpos un neumático viejo para disimular el olor a carne quemada.

7. Una de las últimas entrevistas realizadas a Michael Cattran apareció en el periódico The Sun hace pocos meses. En ella, el fontanero da buena cuenta de cómo halló los restos de carne que posibilitaron el arresto de Nilsen. Si los lectores quieren conocer los detalles, pueden consultar las fuentes.

8. Los asesinatos de Nilsen fueron descubiertos por Cattran, empleado de la empresa Dyno-Rod, Cattran informó sus sospechas a su supervisor, Gary Wheeler. Antes de dejar la propiedad, Nilsen y otro inquilino del edificio de nombre Jim Allcock se reunieron con Cattran para discutir la fuente de la sustancia. Al escuchar a Cattran exclamar cuán similar era la sustancia en apariencia a la carne humana, Nilsen respondió: “Me parece que alguien ha estado tirando su Kentucky Fried Chicken“. A las 7:30 a.m. de la mañana siguiente, Cattran y Wheeler regresaron a Cranley Gardens, momento en el que se había limpiado el desagüe. Ambos hombres llamaron de inmediato a la policía que, tras una inspección más cercana, descubrió más huesos pequeños y restos de lo que a simple vista parecía carne humana o animal en la misma tubería. Estos restos fueron llevados al depósito de cadáveres de Hornsey, donde el patólogo David Bowen informó a la policía que eran humanos y que un trozo de carne en particular era de un cuello humano que tenía una marca de ligadura. El inspector jefe Peter Jay y dos colegas optaron por esperar fuera de la casa hasta que Nilsen regresara del trabajo.

9. El fiscal Allan Green argumentó que Nilsen estaba cuerdo, tenía el control total de sus acciones y había matado con premeditación. Por su parte, uno de los abogados defensores, en concreto el que Nilsen tuvo en el juicio, Ivan Lawrence, argumentó que Nilsen sufría una disminución de la responsabilidad, lo que lo hacía incapaz de tener la intención de cometer un asesinato y, por lo tanto, debería ser condenado únicamente por homicidio.

10. El primer testigo que testificó para la acusación fue Douglas Stewart, quien declaró que en noviembre de 1980 se había quedado dormido en una silla en el piso de Nilsen y al despertar vio sus tobillos atados a una silla y a Nilsen estrangulándolo con una corbata mientras presionaba su rodilla contra su pecho. Stewart huyó. El 25 de octubre, el tribunal escuchó el testimonio de otros dos hombres que habían sobrevivido a los intentos de Nilsen de estrangularlos. El primero de ellos fue Paul Nobbs, un estudiante universitario que declaró haber acompañado a Nilsen a Cranley Gardens por alcohol y sexo y que se despertó en las primeras horas de la mañana con “un terrible dolor de cabeza”. Después de lavarse la cara en el baño de Nilsen, Nobbs notó que tenía los ojos inyectados en sangre y la cara completamente roja. Inmediatamente después de concluido el testimonio de Nobbs, Carl Stottor subió al estrado para contar cómo, en mayo de 1982, Nilsen había intentado estrangularlo y ahogarlo, antes de devolverlo “a la vida”. Relató cómo Nilsen había intentado repetidamente ahogarlo en su bañera mientras suplicaba en vano que le perdonaran la vida, y cómo más tarde se despertó para encontrar al perro mestizo de Nilsen lamiendo su cara.

11. Tras su condena, Nilsen fue trasladado a HMP Wormwood Scrubs para comenzar su sentencia como preso de Categoría. Nilsen no presentó una apelación. Posteriormente fue trasladado brevemente a HMP Parkhurst, antes de ser trasladado a HMP Wakefield, donde permaneció hasta 1990. En 1991, Nilsen fue trasladado a una unidad de prisioneros vulnerables en HMP Full Sutton por preocupaciones por su seguridad. Permaneció allí hasta 1993, cuando fue trasladado a HMP Whitemoor, nuevamente como preso de Categoría A, y con una mayor segregación de otros presos. La pena mínima de 25 años de prisión a la que Nilsen fue condenado en 1983 fue reemplazada por una pena de por vida por el ministro del Interior Michael Howard en diciembre de 1994. En 2003, Nilsen fue trasladado nuevamente a HMP Full Sutton, donde permaneció en hasta su muerte el 12 de mayo de 2018.

12. Masters, Brian: The Shrine of Jeffrey Dahmer, 1995.

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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