Sonambulismo: desde la racionalidad a sus manifestaciones más oscuras

Como trastornos del comportamiento durante el sueño, las parasomnias no tienen por qué influir de forma significativa en la vida de quienes las sufren o de quienes están a su alrededor. Dentro de ellas, el sonambulismo es de las más comunes, pudiendo afectar a un porcentaje significativo de la población de forma puntual. En prácticamente la totalidad de las ocasiones, los actos de los sonámbulos son totalmente inofensivos. Aunque pueden hacer cosas sorprendentes, incluso peligrosas. Los hay que incluso han llegado a matar sin ser conscientes.

Si hay algo tan universal como la muerte entre los humanos y buena parte de los seres vivos, eso es sin duda el actor de dormir. Algo tan necesario como involuntario puede traer consigo toda una amalgama de dolencias y disfunciones que pueden alternar en grado desigual la calidad de vida. En tiempos tan trascendentales como los actuales, en los que buena parte del género humano está viviendo un verdadero episodio de incertidumbre, el sueño se ha visto alterado. Pero aquí se tratará de una parasomnia muy concreta, que en determinadas ocasiones arroja casos muy chocantes, y que en un número escaso han llevado a muertes de manos, precisamente, de esa persona que está durmiendo.

En primer lugar, hay que enmarcar el sonambulismo dentro de la historia, la cultura y la ciencia, para saber mejor de qué se está hablando. Gracias a los avances en el campo científico y a los muchos estudios al respecto, se puede decir que el sonambulismo es un trastorno común en niños y adolescentes, algo menor en los adultos, que suele producirse en las primeras etapas del sueño, en el sueño de ondas lentas, conocido como sueño profundo o sueño NOREM1. Los movimientos que puede realizar el sonámbulo tienen una complejidad variable, y más adelante se verán ejemplos de casos bastante sorprendentes, antes de abordar la temática de la muerte.

El sonámbulo está dormido profundamente, pero su nivel de alerta parece ser suficiente para desenvolverse en el entorno donde se mueve. Una vez despierto, no recuerda nada del episodio vivido. En contra de lo que suele decirse a nivel popular, despertar a una persona en medio de momentos así no es perjudicial, más allá de la lógica confusión debida a la situación.

¿Por qué se producen estos episodios? Eso, como tantas otras cosas relacionadas con el sueño, es un absoluto misterio. Lo más probable es que sea debido a un mal funcionamiento del cerebro, y no hay ningún tratamiento efectivo. Lo único que se puede hacer es tratar de acompañar a quien se ve inmerso en un momento así, asegurarse de que no se haga daño o tratar de reconducirlo a su habitación o, en casos de fuerza mayor, despertarlo y hacerle comprender que no ocurre nada extraño.

Entre el 15 y el 20% de la población ha sufrido o sufre de sonambulismo. Aunque es usual su aparición durante la niñez o la adolescencia, hay quien lo desarrolla en plena edad adulta, puede que de la mano de procesos febriles o un uso indebido o abusivo de alcohol o ciertos medicamentos y drogas. Debido a su mayor fuerza y capacidad, un adulto es más peligroso para sí mismo o para los demás si un episodio se descontrola.

Establecer los datos fehacientes en cuanto a la prevalencia es complicado, aunque hay varios estudios epidemiológicos que apuntan hacia una misma dirección. El sonambulismo aparece de forma ocasional en el 20-40% de los niños, y de forma frecuente en el 3%, especialmente entre los cuatro y ocho años de edad. Por grupos de edad, la prevalencia del sonambulismo es de alrededor del 3% en niños menores de 3 años, y aumenta progresivamente hasta el 11% entre los 7 y 8 años, y el 13,5% a los 10 años. Posteriormente declina al 12,7% a los 12 años, para ir disminuyendo rápidamente durante la adolescencia, hasta llegar al 2-4% en la edad adulta.

El componente hereditario de esta parasomnia es fácilmente constatable, pero las cifras varían según los estudios. Las cifras más altas rondan la detección de antecedentes familiares en un 80%, con una prevalencia en los hombres, aunque hay casos especialmente llamativos entre mujeres.

En 2014, Peter Buchanan, del Hospital Real Alfredo de Sydney, narró a la Asociación del Sueño Australiana cómo uno de sus pacientes, una respetable mujer de mediana edad, con una pareja estable, dejaba la casa en medio de ataques de sonambulismo y tenía relaciones sexuales con extraños. Su pareja empezó a sospechar y y finalmente fue testigo de una de estas salidas y sus consecuencias.

Él sabía que su mujer sufría de cierto sonambulismo y había evidencia circunstancial, incluyendo la inexplicable presencia de condones en la casa“, dijo Buchanan en la conferencia.

El médico le hizo una serie de pruebas a la paciente y diagnosticó su enfermedad como “sexo dormido”2 o “sexsomnia”. Ésta es una condición completamente distinta del sonambulismo. Se considera una perturbación del sueño llamada desorden del comportamiento REM. Cuando una persona cae en la fase más profunda del sueño, el momento en que soñamos o REM, su cuerpo permanece inmóvil. Esto no ocurre en el caso del “sexo dormido”, pues la persona que lo sufre puede en efecto actuar lo que sueña.

Hay un segundo ejemplo que llama mucho la atención de los expertos y que cada cierto tiempo vuelve a la palestra de la opinión pública. Es el caso de Lee Hadwin, el galés apodado “el artista del sueño”, incapaz de realizar su arte mientras está despierto, pero un genio mientras duerme. Siempre ha asegurado que sus dotes despertaron cuando tenía cuatro años, y desde entonces no ha dejado de sorprender a propios y extraños. Él mismo ha relatado en alguna ocasión que también ha tenido bloqueos creativos – uno que duró de los 19 a los 21 años –, pero que después continuó con su labor ininterrumpidamente. Según se producía el auge de su fama, los medios se hicieron eco de una serie de vídeos en los que se puede ver cómo trabaja este insólito artista. Son muy fáciles de encontrar. Tal es la fama de Harwin que sus cuadros se venden a precios muy importantes, bien a través de su página web o en diversas subastas.

Como ven, este par de ejemplos sirve para ilustrar el cariz de extrañeza que puede ocasionar esta parasomnia en determinadas circunstancias, y aunque ahora es posible probarlas y determinar hasta cierto punto las razones por las que se producen, esto no fue siempre así.

La cultura del sonambulismo: misticismo, brujería o psicoanálisis

Una parasomnia tan extendida como el sonambulismo ha estado presente durante toda la historia, aunque no siempre como objeto de estudio médico. Desde la literatura (en Macbeth, por ejemplo, cuando en el Acto V, escena I, Lady Macbeth camina dormida y recuerda emocionalmente los asesinatos de Lady Macduff, Banquo, y Duncan, incriminándose a sí misma en el proceso), el cine (El gabinete del Doctor Caligari o Fenómenos, de Darío Argento) o la filosofía (el Dr. Carl Reichenbach y su teoría de la “Fuerza Ódica”), se hace patente el interés que ha despertado y despierta una dolencia tan fascinante.

Durante la antigüedad o la Edad Media, no sería extraño relacionar eventos así con fuerzas trascendentes, mensajes sobrenaturales provenientes de dioses o espíritus, e incluso con las artes oscuras propias de la brujería. A la impresión y el desconocimiento propios de ser testigos de momentos así, se ha de añadir el desconocimiento, las creencias, supersticiones, folclore y miedos propios de cada lugar y momento concreto.

Hay ejemplos concretos fácilmente rastreables a lo largo de la historia. Es el caso de Jane C. R., cuyo caso se relata en Account of Jane C. R, Springfield sonambulist, libro escrito por L.W. Belden en 1834. En él se cuenta cómo los episodios de sonambulismo de Jane hicieron que la familia a la que servía, los Stebbins, la liberaran de su trabajo durante el día. La razón es que trabajaba con inusual eficacia y dedicación cuando estaba dormida. Era capaz de poner la mesa, servir la leche o el vino, cortar el pan y cocinar una comida completa para la familia. Podía meter el hilo por el ojo de una aguja y remendar una prenda. Si todo esto parece poco, en la misma fuente – quizá con dudosa exaltación de unas capacidades asombrosas – se asegura que escribía hermosos poemas, páginas llenas de una prosa sofisticada, y cantaba canciones con una entonación perfecta. Finalmente, se narra que en un experimento que hizo uno de los doctores mesméricos que trataron a la joven, ésta fue capaz de adivinar, con una venda en los ojos, las fechas de varias monedas que alguien sostenía a lo lejos.

En otro caso que merece atención, se ha de viajar a la Nueva York de 1794, concretamente a la localidad de Marcellus. En aquel año nació Rachel Baker, que era hija de una familia religiosa, una de tantas que poblaban el lugar. Al parecer, se trataba de una chica tímida, que sin embargo desarrolló una enorme capacidad oratoria según se desarrollaban sus episodios de sonambulismo a lo largo de los años. Sus sermones se hicieron tan importantes y útiles que un distinguido doctor de la época, llamado John H. Douglass, la invitó en 1813 a Nueva York para que la examinara el doctor Mitchil, un experto que había atendido varios casos como el que presentaba. Baker era conocida como “La Predicadora Durmiente”, capaz de reunir espectadores y discípulos que se sentaban alrededor de su cama para escuchar sus “ejercicios nocturnos”, a veces arrastrando multitudes de más de 300 personas, según Benjamin Reiss, que incluyó su caso en Wild Nights: How Taming Sleep Created Our Restless World3

Los pormenores del estudio son desconocidos, pero concluyeron que Rachel “hablaba desde el último de los siete niveles del sueño, ese en el que se tiene la habilidad para predicar y para dirigirse al ser supremo”. La repercusión pública de estos estudios entre la comunidad de Marcellus es desconocida, pero tras ellos Rachel Baker fue internada en un convento para jovencitas donde siguió dando sermones mientras estaba dormida. Charles Mais, un estenógrafo, anotó buena parte de los sermones de Rachel y después los publicó en un volumen titulado Rachel’s sermons4, en 1814.

Más arriba se mencionó la “Fuerza Ódica”, una suerte de hipótesis a medio camino entre la pseudociencia y la filosofía que durante el siglo XIX fue formulada por Karl von Reichenbach, químico, geólogo, metalurgista, naturalista, industrialista, filósofo, y botánico alemán. Con esa fuerza trató de explicar la electricidad, el magnetismo y el calor, todas provenientes de esa fuerza o energía de vital primordial que investigó durante los últimos años de su vida. Su planteamiento era una suerte de perfeccionamiento de hipótesis anteriores, como las de Emanuel Swedenborg o Franz Anton Mesmer.

En cuanto al primero de ellos, su padre sostenía que los ángeles y los espíritus estaban presentes en el mundo de los vivos, creencia que marcó a Emanuel y su pensamiento de por vida. Swedenborg fue científico, inventor, anatomista, minero, astrónomo e ingeniero. A partir de sus cincuenta años, específicamente después de una revelación que tuvo durante la Pascua de 1744, comenzó a dedicar su tiempo y trabajo a las visiones y revelaciones en sueños que lo acompañaron durante el resto de su vida.

Según sus escritos, él tenía la capacidad de visitar el cielo y el infierno, hablar con espíritus, ángeles y demonios. En 1730, a la edad de 42 años, decidió desarrollar una teoría que fundamentara la relación de la materia y el espíritu, sosteniendo que el alma poseía una cualidad material. A partir de todo esto estudió la estructura de la materia y el proceso de la creación del universo. Dentro de su vasta obra figuran libros que relacionan los ámbitos más extraños y dispares; un ejemplo es Regnum Animale, que hace una análisis sobre cómo están relacionadas la anatomía y el alma humana u Opera philosophica et mineralis, que habla de relación existente entre la filosofía y la metalurgia. En su tratado Principia, establece su método filosófico, que incorpora la experiencia, la geometría y la razón. Sus libros más conocidos son Conversaciones con los ángeles y su diario de sueños5, texto que estuvo perdido mucho tiempo, hasta que en 1850 se fue encontrado en la Biblioteca Nacional de Suecia.

El segundo es un viejo conocido6, denostado por sus trabajos en torno al “magnetismo animal”, que anticipó en cierta forma a la hipnosis. Sus indagaciones al respecto comienzan cuando el jesuita Maximilian Hell le hace partícipe de un tratamiento a base de imanes, hipótesis que Paracelso desarrolló más que nadie hasta entonces afirmando que, debidamente aplicado, el imán podía conducir su fuerza a través de todo el cuerpo humano, adelantándose sin saberlo a la corriente eléctrica.

Como científico, Mesmer sabía que debía buscar una explicación lógica y causal a todo el asunto, por lo que vino de nuevo a su mente su tesis doctoral, que versaba sobre la acción de los planetas y los astros sobre el hombre. Aquel trabajo se tituló De Planetarium influxu, y planteaba la existencia de una fuerza misteriosa que penetra en todo el Universo, incluyendo por supuesto a los seres humanos. En aquellos años de estudiante, el nombre de tan enigmática energía era gravitas universalis, la fuerza de gravitación universal.

Este fluido comenzó siendo una idea meramente filosófica. Entre el macrocosmos y el microcosmo había una relación material, más allá de lo meramente observable. Las estrellas y las personas, el alma y el cosmos, todo estaba atado de una forma u otra. Su convicción cada vez más ferviente de que el imán posee dones por descubrir le hacen experimentar con más ahínco, transmitiendo esa corriente magnética a otros objetos, inanimados algunos. Utensilios de todo tipo, cuberterías, agua… Todo era magnetizado a fin de lograr resultados favorables. La idea consistía en transmitir esa fuerza con conductores, embotellarla y almacenarla en acumuladores. Esta fuerza imaginada por Mesmer acabó siendo el magnetismo animal que tan célebre le hizo, hasta que fue desprestigiado por el rey francés Luis XVI, que nombró en 1784 una comisión de investigación. La sociedad médica y la Academia francesa entraron en escena, y entre los miembros propuestos para juzgar el mesmerismo hubo verdaderas celebridades mundiales: entre otros, Antoine Lavoisier, el renovador de la química; el botánico Adrien Jussieu; Benjamin Franklin, inventor del pararrayos; Jean Sylvain Bailly, astrónomo y futuro alcalde parisino y Joseph-Ignace Guillotin. El destino del magnetismo animal estaba sentenciado: pseudociencia. Al igual que le pasaría a la Fuerza Ódica a posteriori.

Según el doctor Karl Reichenbach, esta fuerza – cuyo nombre proviene del dios nórdico Odín, y cuya denominación de “Ódica” acuñó en 1845 – combinaba electricidad, magnetismo, y calor, emanando de buena parte de las cosas que existen en el Universo, incluyendo humanos, plantas, e imanes. Como teoría, trató de hacer de ella una concepción vitalista única, en un extensísimo artículo titulado Investigaciones de magnetismo, electricidad, calor y luz en su relación con las fuerzas vitales, que apareció en la edición especial del respetado diario científico Annalen der Chemie und Physik7.

Como avance a los autores citados anteriormente (uno con sus teorías universalistas y místicas y el otro con su fuerza magnética canalizada devenida finalmente en el desarrollo de la hipnosis), el científico alemán conectó el desorden a las fases lunares, indicando que los “lunáticos” sonámbulos que estudiaba eran afectados más durante la luna llena. En su investigación, algunos de los sonámbulos estudiados precariamente se subían a precipicios altos para alcanzar la luna. Aunque bien recibidas en círculos ocultistas, sus teorías fueron criticadas masivamente por el mundo de la ciencia y desde entonces han sido dejadas en ese cajón maldito que guarda todo lo considerado como pseudociencia.

Con el posterior desarrollo de la psicología, todos los caminos suelen conducir a Sigmund Freud. Tras todos los pasos intermedios, él fue quien revolucionó los estudios sobre la mente humana, y por supuesto que se interesó por el mundo de los sonámbulos. Fue hacia 1915. Para el padre del psicoanálisis, el sonambulismo es una clara manifestación del inconsciente. El inconsciente ya no es un “subconsciente”, situado sobre o más allá de la consciencia, sino que se convierte realmente en una instancia a la cual la conciencia no tiene acceso, pero que se le revela en una serie de formaciones como los sueños, los lapsus, los chistes, los juegos de palabras, los actos fallidos y en los síntomas. El inconsciente, según Freud, tiene la particularidad de ser a la vez interno al sujeto (y a su consciencia) y exterior a toda forma de dominio por el pensamiento consciente.

El inconsciente freudiano es un sistema psíquico que tiene contenidos y que posee mecanismos que se pueden describir como específicamente inconscientes; es un sistema que se rige por leyes y posee una economía de energía que le son propias. De esta forma, y como resumen de su desarrollo teórico, conectó el sonambulismo con la satisfacción de los deseos sexuales reprimidos, como pasó con otras manifestaciones de afecciones mentales que observó a lo largo de los años. También teorizó que los sonámbulos están intentando regresar al área en la que solían dormir cuando eran niños.

Todos estos casos, hipótesis y teorizaciones fueron un preludio de lo que hoy se conoce sobre las parasomnias. Ahora la neurociencia, la psicología y los estudios polisomnográficos han tomado el relevo de todo lo contado anteriormente, citado o no en estas páginas. Ahora toca adentrarse en el lado más sorprendente, y a veces perverso, del sonambulismo. Si bien no suele ser común, existen determinados casos en los que un episodio de esta dolencia puede acabar en tragedia, y no precisamente para quien la sufre – que también, por las consecuencias que tienen – sino para quienes están a su alrededor.

Cuando los sonámbulos matan

El repaso a algunos de los criminales homicidas que tuvieron la desgracia de cometer tales actos durante el sonambulismo suele comenzar con el caso de Kenneth Parks, quizá el más mediático. Pero aquí comenzaremos por otro que también ha vertido ríos de tinta, como el de el inspector jefe de la Sûreté Nationale – antiguo nombre de la actual Police Nationale francesa – Robert Ledru. En el mes de junio del año 1887 tenía treinta y cinco años y un prestigio fuera de toda duda. En aquel momento, Ledru investigaba la desaparición de unos marineros, y se dirigió a su puesto de trabajo en la comisaría de Le Havre. Allí fue informado de la aparición de un cadáver en la playa.

Se trataba de André Monet, propietario de una boutique parisina, que estaba en Normandía de vacaciones. El pobre infeliz había recibido un disparo. Ledru acudió a la escena del crimen, y observó un conjunto de huellas alrededor del cuerpo. Unas se acercaban y otras se alejaban. Un examen más pormenorizado le permitió percatarse de un pequeño detalle: las huellas correspondientes al pie derecho presentaban menor profundidad que las del izquierdo, lo que podía indicar la ausencia del pulgar. Eso hizo sospechar al inspector, aunque nadie supo entonces por qué.

Mandó sacar moldes en yeso para evitar que la pleamar los borrara y se sentó en una roca a esperar el resultado sin querer interrogar a posibles testigos entre pescadores, ladronzuelos y vecinos de los alrededores. En su mente, ya sabía quién era el asesino, y los resultados de los moldes le reafirmaron en su idea. Una vez recogido el cadáver, y con el escenario vacío, únicamente Ledru quedó allí, asegurando a sus compañeros que el caso quedaría resuelto al día siguiente.

Al día siguiente, su comisario le pidió respuestas. En ese momento, el inspector miró el proyectil que mató a Monet y sacó su revólver Zig-Zag germano de seis tiros, abrió el tambor y se lo mostró a su jefe: usaba el mismo calibre que esa bala y sólo tenía cinco cargas. Para que su confuso razonamiento quedara claro, se quitó el zapato derecho, mostrando que le faltaba el pulgar.

Posteriormente realizó la misma confesión ante sus superiores en París, donde reafirmó punto por punto lo mismo que le dijo a su comisario, añadiendo que esa mañana despertó con los zapatos, calcetines y ropa mojados. Era lo único que podía añadir, ya que decía no recordar absolutamente nada. Aduciendo a su condición de sonámbulo, Ledru reconstruyó los pasos que dio en esa noche en la que encontró a Monet en la playa y lo mató. Obviamente, todo era hipotético, pues nadie había visto nada, ni el propio autoinculpado podía asegurar que los acontecimientos ocurrieran de esa forma.

A Ledru no le quedó más remedio que pedir su encarcelación, y la Sûreté cerró el caso ante la falta de pruebas, dando a Ledru por culpable. Se cuenta que le encerraron en una celda bajo observación y dejándole a mano una pistola con balas de fogueo, a ver qué pasaba. Sorprendentemente, una noche el supuesto homicida se incorporó sonámbulo, cogió el arma y disparó contra uno de los guardias que vigilaban sus reacciones nocturnas antes de tumbarse otra vez y seguir durmiendo. Sus días acabaron mientras estaba recluido en una granja a las afueras de París, donde murió en 19378.

El caso de Ledru, si bien muy sorprendente, no es el único. De hecho, entre el suyo y los más actuales hay un número comprendido entre setenta y ochenta, aunque en muchos de ellos las fuentes, los testimonios y los análisis realizados pueden llevar a confusión o fallos de diagnóstico. Uno de esos casos mal identificados, y que a veces se asocia con el sonambulismo es el de Wayl Gnypiuk. Al parecer, sufría terrores nocturnos debido probablemente a su encierro en un campo de concentración nazi. En uno de esos episodios – previa ingesta de alcohol y teniendo problemas familiares y económicos –, mató a Louise Surgey, una antigua amiga, por asfixia, descuartizando su cadáver y esparciéndolo por un bosque cercano. Fue ahorcado en Lincoln el viernes 27 de enero de 19619.

Otro de los casos que se suele meter en esta lista es el de el sargento Willis Boshears. En la noche de Año Nuevo de 1961, este veterano de la guerra de Corea afincado en Reino Unido se emborrachó en el bar del Hotel Bell, probablemente afectado por no poder estar junto a su mujer e hijos, afincados en Ayr (Escocia). Allí, y siempre según las pesquisas que se hicieron posteriormente, pasó un rato junto a la joven de 20 años Jean Constable y un amigo suyo llamado David Sault. Luego se fueron al apartamento de Boshears, donde la chica habría tenido relaciones sexuales con ambos individuos de forma consecutiva. Sault se marchó, pero la chica se quedó en el apartamento. En algún momento entre las 12:30 y la 1:00 a.m., Boshears sintió “dedos arañando su boca”. Estaba encima del cadáver de Constable. No recordaba haberla estrangulado, pero sus manos todavía estaban alrededor del cuello de la ya fallecida chica. Cogió a Jean, quemó su pelo, la bañó, la vistió y la colocó en una de las habitaciones.

A la mañana siguiente, pensó que todo había sido un sueño muy vívido, una pesadilla muy extraña y realista. Al encontrar de nuevo el cuerpo y comprobar lo que había ocurrido, trató de destruir más pruebas y arrojó el cuerpo a una zanja, donde un camionero lo encontró el 3 de enero.

Boshears había sido visto con los dos jóvenes, por lo fue detenido muy rápidamente y señalado como principal sospechoso. Se declaró inocente y afirmó estaba dormido cuando cometió el crimen. “No hubo disputas ni discusiones. En ningún momento hice ninguna insinuación o avance sexual hacia ella, ni tuve ningún deseo de matarla o dañarla de ninguna manera”.

Boshears fue juzgado en un tribunal civil inglés, donde un jurado emitió un veredicto de no culpable en tres horas. Puede que este episodio tenga algo que ver con alguna parasomnia, aunque lo lógico sería pensar en algo relacionado con el delirium tremens ocasionado por la ingesta de alcohol. Sin más indicios que aportar, el caso quedó cerrado10.

Sí que hay algunos de ellos que han tenido repercusiones legales evidentes, y han sido estudiados, sentando las bases de una realidad insólita que se presenta cada cierto tiempo. Como el de Kenneth Parks, ocurrido en 1987. En ese momento, el australiano de 23 años estaba felizmente casado tenía una hija. Tenía graves problemas de adicción al juego, que le habían hecho contraer cuantiosas deudas que no podía pagar. El 24 de mayo se subió a su coche y condujo desde Pickering, Ontario, hasta Scarborough. Esas dos localidades estaban a unos 23 kilómetros de distancia, y el destino de ese trayecto era a la casa de sus suegros.

Al llegar, cogió una herramienta del coche, entró en la casa y asesinó a su suegra, hiriendo de por el camino a su suegro. Esto ocurrió mientras estaba dormido, o eso adujo él en todas sus declaraciones y el posterior juicio. Durante el camino de regreso a su hogar, despertó y vio sus manos manchadas de sangre. Acto seguido condujo hasta una comisaría y declaró textualmente: “creo que he matado a alguien… con mis propias manos”.

Los indicios apuntaban a que el móvil del crimen eran precisamente las deudas contraídas y la búsqueda de algún tipo de seguro vital con el que saldarlas. En un primer momento, se pidió para él una cadena perpetua y fue sujeto de pruebas psiquiátricas cuando esgrimió la hipótesis del sonambulismo. La encefalografía y la medición de las ondas de sueño a la que fue sometido reflejaron que sus ciclos de sueño cambiaban de manera rápida y brusca, encontrándose alteraciones compatibles con episodios de sonambulismos como el descrito. De una forma compleja, quizá hubiese sido capaz de conducir toda aquella distancia hasta casa de sus suegros, asesinarles y volver al coche, todo mientras permanecía dormido.

Al ser considerado una persona cuerda, y puestas todas las pruebas ante el jurado – declarándose inocente de los asesinatos pero culpable por fraude de una cantidad aproximada de 30.000 dólares, al parecer estafados a su jefe y su propia familia para cubrir deudas de juego, deuda que pagó íntegramente con los años –, la Corte Suprema de Canadá dictaminó su inocencia. La Corte falló el caso de Kenneth Parks aludiendo a que los sonámbulos no son culpables de sus actos, aunque sean asesinatos sangrientos, por lo cual fue absuelto en 1989. Pese a los repetidos intentos de la acusación por demostrar que todo el episodio de sonambulismo era una invención del acusado, que habría sido consciente en todo momento de lo que había hecho, su caso pasó a los archivos como una rareza judicial y médica.

Otro de los casos más famosos a los que se suele aludir cuando se habla de la relación entre sonambulismo y asesinato es el del británico Brian Thomas, muy reciente en el tiempo y que entra en cualquier reseña o clasificación de este tipo de crímenes. Los estudios a los que se le sometió en el lapso de un año permitieron probar que era inocente, a pesar de haber sido el autor material del crimen del que se imputó. Pero para conocer los hechos hay que remontarse a 2008, cuando Thomas (59 años) y su mujer Christine (de 57) se encontraban viajando por Gales con una autocaravana. Hicieron ese viaje para celebrar que ella había superado un cáncer recientemente. Se encontraban en la localidad de Aberporth el día en que sus vidas cambiaron dramáticamente.

Según se pudo corroborar por varios de los testigos consultados durante la investigación, el hombre tenía episodios de sonambulismo de cuando en cuando, que afectaban a la calidad del sueño de su pareja, por lo que solían dormir en camas separadas. Además, padecía Parkinson, pero había dejado de tomar su medicación. Las circunstancias hicieron que aquella noche de julio durmieran juntos, con un fatal desenlace. Previamente al asesinato, el matrimonio discutió con un grupo de jóvenes que escuchaban música con un volumen muy alto.

No se conocen detalles exactos de cómo se desarrollaron los acontecimientos, pero posteriormente Thomas aseguró que en un primer momento, mientras dormía, sintió ruidos en la caravana. Se incorporó y vio que un joven había entrado y estaba sobre su mujer. Le gritó que se apartara y luego se lanzó contra él. Peleó con él y entonces sus recuerdos se quedaron en blanco. No era capaz de dilucidar qué pasó después. Lo único cierto es que al despertar cayó en la cuenta de que nadie había forzado la entrada de la caravana, por lo que solo él pudo acabar con la vida de su mujer. Su llamada de auxilio a la policía habla por sí sola: “Creo que he matado a mi mujer mientras dormía. Por favor, ayúdenme”.

Fue justo después cuando el doctor Chris Idzikowski hizo acto de presencia. Como director del Centro del Sueño de Edimburgo, fue llamado para que estudiara el caso de Thomas y dilucidara si había actuado por voluntad propia o todo había sido fruto de su parasomnia. Sus conclusiones sirvieron de base para que el juicio presentara finalmente un resultado favorable para el acusado. Encontró signos evidentes que demostraban que lo que decía Thomas en referencia a su historial médico era cierto. El doctor señaló que siempre era posible que un paciente exagerara su casuística o que la intentara simular, pero su diagnóstico probó que, sin lugar a dudas, Brian Thomas padecía sonambulismo11.

En noviembre de 2009, y tras diez de pruebas psiquiátricas y estudios del sueño, Thomas fue declarado inocente en su juicio. Pero el jurado dio un matiz importante: decidió que durante esos momentos en los que mató a su mujer no contaba con voluntad ni conciencia. Era incapacitado mental, pero únicamente mientras sufría su sonambulismo. Sin embargo, con este y otros casos siempre hay una duda que planea sobre quienes se acercan a ellos, y estriba en cómo era posible que el acusado supiera que había cometido el crimen mientras dormía si precisamente estaba dormido. La complejidad requerida para realizar determinadas acciones pueden poner en cuestión la posibilidad de que se trate de eventos totalmente involuntarios Aunque pueda parecer una cuestión un tanto problemática, genera una duda razonable en diversos investigadores a la hora de dar veracidad a este tipo de acciones.

Entonces, ¿por qué se producen? ¿Alguien puede ser realmente capaz de matar mientras está dormido? Hay algunas claves que podrían ayudar a establecer un marco teórico que apoye esta posibilidad, que a su vez debería volcarse en el ámbito legal, dada la proliferación – escasa, por suerte – de asesinatos de esta naturaleza. Características que se contemplan al principio de estas páginas resultan fundamentales, tales como la presencia de parasomnias en el historial clínico del individuo como de la familia. Igualmente, los episodios de estrés intenso y continuado pueden favorecer la aparición de brotes violentos en este tipo de personas. Precisamente, esto es algo que compartían los protagonistas de los casos sacados a colación en este pequeño muestrario. Curiosamente, la gran mayoría de los casos que han desembocado en sucesos funestos han sido provocados por hombres, detalle que quizá debería estudiarse con mayor atención.

El doctor Michael Cramer Bornemann12, del Instituto del Sueño de Minessota, fue quien desarrolló el primer laboratorio forense del sueño del mundo para ayudar en casos como los expuestos. Según esboza, durante el sueño el cerebro tiene diferentes fases de actividad conocidas como movimientos oculares rápidos, MOR, y etapas en la que no existen dichos movimientos, no-MOR. En el sueño MOR, el cerebro paraliza al cuerpo para evitar que “actuemos” como lo hacemos en los ensueños en momentos. En la transición al estado no-MOR, la actividad se reduce, la sinapsis del cerebro inicia un cambio que suele presentarse sin problemas en una persona sin problemas como esta parasomnia del sonambulismo, pero quienes sí lo presentan sufren un fallo que no termina de entenderse. La transición no se efectúa correctamente, por lo que hay ciertos procesos cerebrales que se llevan a cabo de la misma forma que cuando se está despierto. Quizá sea ahí donde se encuentre la raíz del problema, y puede que su posible solución.

Mientras tanto, casos parecidos van apareciendo a cuentagotas en las crónicas de sucesos, médicas o jurídicas. Jules Lowe, Scott Falater, William Pollard, Simon Fraser o Antonio Nieto, y así hasta los más de setenta casos de los que se tiene noticia. Son el lado más oscuro de una enfermedad que ha acompañado a la humanidad desde siempre, que ha fascinado a artistas, filósofos, pensadores o científicos y que acecha en el territorio donde se es más vulnerable a cualquier amenaza: en el de los sueños.

Fuentes:

Bibliografía

  • Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños, Anaya, 2011.
  • Noakes, Richard. Physics and Psychics: The Occult and the Sciences in Modern Britain (Science in History), Cambridge University Press, 2019.
  • Palma Roldán, Manuel Jesús. Somnium Tenebris. Tratado sobre pesadillas y sueños oscuros, Dilatando mentes Editorial, 2020.
  • Pareja Grande, Julia. Semiología onírica del sonambulismo: implicaciones patogénicas y clínicas, Universidad Complutense de Madrid, 2019.
  • Reiss, Benjamin. Wild Nights: How Taming Sleep Created Our Restless World, Basic Books, 2017.
  • Sacks, Oliver. Alucinaciones, Anagrama, 2012.

Recursos web

  • https://www.sciencefocus.com/the-human-body/the-minds-of-sleepwalking-killers/
  • https://www.lookandlearn.com/blog/15523/chief-inspector-ledru-the-policeman-who-caught-himself/
  • https://abcnews.go.com/Health/Sleep/violent-sleepwalkers-injure-kill-molest-sleep-experts/story?id=10290147
  • https://www.ninds.nih.gov/Disorders/Patient-Caregiver-Education/Understanding-Sleep
  • https://www.independent.co.uk/arts-entertainment/art/features/forget-tracey-emin-s-bed-meet-the-sleep-walking-artist-9977382.html
  • https://www.newscientist.com/article/dn6540-sleepwalking-woman-had-sex-with-strangers/
  • https://www.newscientist.com/article/dn18189-can-you-be-blamed-for-sleepwalking-crimes/
  • https://www.vice.com/en_uk/article/a38en8/the-weird-and-mystical-world-of-sleepwalking
  • https://borderlandsciences.org/project/od/article/Vassilatos_on_Reichenbach_Odic.html#Sect2
  • https://www.bbc.com/news/magazine-42267790
  • https://www.newyorker.com/magazine/1937/10/09/the-famous-female-somnoliquist
  • https://historycollection.co/12-sleepwalking-killers-history-will-make-want-lock-doors-night/6/
  • https://toronto.citynews.ca/2006/10/27/man-acquitted-of-sleepwalking-murder-running-for-school-trustee-in-durham/
  • https://news.google.com/newspapers?nid=2194&dat=19611014&id=zbgxAAAAIBAJ&sjid=quUFAAAAIBAJ&pg=4313,3428608=Ottawa
  • https://www.theguardian.com/society/2009/dec/05/sleep-disorder-brian-thomas

Notas:

1 Palma Roldán, Manuel Jesús, 2020: 69. Somnium Tenebris. Tratado sobre pesadillas y sueños oscuros, Dilatando mentes Editorial.

2 New Scientist. Sleepwalking woman had sex with strangers https://www.newscientist.com/article/dn6540-sleepwalking-woman-had-sex-with-strangers/

3 Reiss, Benjamin. Wild Nights: How Taming Sleep Created Our Restless World, Basic Books, 2017.

4 Sorprendentemente, se puede adquirir fácilmente ejemplares de este libro bajo el título The surprising case of Rachel Baker who prays and preaches in her sleep. El editor es Book on Demand Ltd. Y se trata de una réplica del volúmen original de 1814.

5 Un buen repaso a esta faceta onírica de Swedenborg se puede atisbar en esta web, donde se recogen ese diario de sueños (en inglés). http://www.theisticpsychology.org/books/dreams/journal-of-dreams.htm

6 El autor dedicó a la figura y obra de Franz Anton Mesmer una serie de artículos que fueron publicados en un corto lapso de tiempo en diversos medios: El mesmerismo: aproximación al hombre y su teoría (Misteriored.com, 30 de enero de 2019); La señorita Paradies, en manos del doctor Mesmer (https://vavel.media/es/author/RuizHerreraFelix, 5 de marzo de 2019) y Mesmeromanía: la fiebre del mesmerismo en Viena y París (Phenomena Magazine Año V – # 19 – Marzo de 2019).

7 La fuente consultada para esta cuestión ha sido Noakes, Richard, 2019: 33-43. Physics and Psychics: The Occult and the Sciences in Modern Britain (Science in History), Cambridge University Press.

8 Sobre el caso de Robert Ledru hay mucha información en Internet, e incluso un libro (totalmente descatalogado), escrito en 1963, que sin duda ayudó a que su caso llegase hasta nuestros días. El libro en cuestión es The two lives of Robert Ledru: An interpretative biography of a man possessed, de Frederick Oughton.

9 https://discovery.nationalarchives.gov.uk/details/record?catid=6858696&catln=6

10 https://sleepforensicmedicine.org/case-studies/confusional-arousals/

11 https://www.theguardian.com/society/2009/dec/05/sleep-disorder-brian-thomas

12 https://www.newscientist.com/article/dn18189-can-you-be-blamed-for-sleepwalking-crimes/

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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