Precrimen: de Philip K. Dick al 2019

Cuando aconteció aquel fatídico 11 de septiembre de 2001, pocos podían prever cuánto iba a cambiar el mundo. Desde entonces, la obsesión por la seguridad ha alcanzado cotas inimaginables, hasta tal punto de vulnerar la privacidad en pos de una “tranquilidad” al servicio de intereses económicos y gubernamentales. En este nuevo escenario, las predicciones de Philip K. Dick sobre el conocido como “precrimen” se han convertido en realidad.

El término «predicción de crimen» hace alusión al mundo de Minority Report, donde la policía hacía uso de la clarividencia de tres personas denominadas ‘precogs’, capaces de ver el futuro y todos los crímenes que tendrán lugar en él. Con una capacidad tan insólita, la policía no dudaba en detener al criminal o criminales antes de que éstos lo fueran y, con ello, conseguían reducir el crimen en un 99.9%. Una tasa de acierto increíble, con un margen de error casi nulo, que pasaba por encima de cualquier cuestión ética o de otro tipo.

Cierto que la tasa de crimen se reduce espectacularmente, pero el sistema no es perfecto. En contadas ocasiones, las visiones de los precognoscientes son incompletas, otras contradictorias, por lo que se consideran anomalías. Pero nada más lejos de la realidad. Dick pretendía mostrar con ese argumento que no todo está determinado, por muy medible que sea. Ni tan siquiera un sistema potencialmente infalible está libre del error. Porque al fin y al cabo todo giraba alrededor de una pregunta: ¿está todo determinado? ¿No hay margen para la elección o el libre albedrío? Estas preguntas siguen vigentes sesenta y tres años después de que Dick indagara en aquellas cuestiones en el corto El informe de la minoría. El mundo sigue girando mientras la obsesión por el crimen crece. Ya no hay casi nada de ciencia ficción en ese relato, sino realidad.

La idea del precrimen está íntimamente relacionada con otra que también es muy real, y que fue predicha un poco antes, concretamente en 1949, cuando George Orwell publicó una de las ficciones distópicas por excelencia, como lo es 1984: el Gran Hermano que todo lo ve, que todo lo sabe, que supuestamente vela por nuestros intereses, pero que tiene su propia agenda oculta y unos objetivos que pasan por dominar a las masas. El propio Orwell exploraba las posibilidades de que la sociedad conociera un régimen parecido en una carta enviada a un líder sindicalista estadounidense:

«Mi última novela [1984] no constituye un ataque contra el socialismo o el Partido Laborista inglés (al que yo sostengo). Quiere describir las perversiones a las que se ve expuesta una economía centralizada y que ya han sido realizadas parcialmente por el comunismo y el fascismo. Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo (si se tiene en cuenta que el libro es una sátira) es que puede ocurrir algo parecido. También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en los cerebros de los intelectuales en todas partes del mundo y he intentado llevar estas ideas hasta sus lógicas consecuencias.»

Un argumento el anterior que ha ido más allá del pensamiento político de tal o cual país, incluyendo otro tipo de intereses, sobre todo económicos. Porque, al fin y al cabo, tanto la sociedad como la política y la economía siempre han ido de la mano, y más aún en este mundo globalizado y lleno de grandes corporaciones. Parte de ese mundo de 1984 está presente treinta y cinco años después, y gran parte de la culpa recae sobre aquel fatal y tristemente inmortal 11 de septiembre de 2001. Las imágenes y vídeos hablaron por sí solos, haciendo al mundo partícipe de una catástrofe sin precedentes, en el que un símbolo del poder estadounidense y capitalista se venía irremediablemente abajo, llevándose consigo las vidas de (oficialmente) 3.016 personas, y dejando 6.000 heridos.

¿Qué ocurrió a partir de entonces? Al Qaeda, las guerras de Afganistán e Irak… El panorama geopolítico e internacional se plagó de amenazas que indujeron a la opinión pública a ver sospechosos o culpables en todas partes. Igualmente, trajo consecuencias de otro tipo, y de tipo tecnológico. El auge de Internet o de las redes sociales fue acompañada de la necesidad de vigilancia, pues actualmente es en esos medios donde se gestan multitud de crímenes de todo tipo. Había que ir un paso más allá, y el mundo digital devino en un nuevo campo de batalla.

En la mente humana, al igual que en la sociedad, se da la (falsa) dicotomía de dividir absolutamente todo en polos opuestos, generalmente bueno o malo. La dualidad es un rasgo que ha influido en la historia de la civilización desde sus orígenes hasta hoy. Arriba y abajo, luz y oscuridad, vida y muerte, vencedores y vencidos. Son temas arquetípicos, pero extrapolables a cualquier evento que acontezca, más aún si hay quienes alientan opiniones hacia uno u otro lado.

En el asunto de la vigilancia masiva no es distinto. En estos días grises y cada vez más imprevisibles, se tienen en cuenta absolutamente todos los matices posibles para catalogar a cualquier individuo particular como potencialmente peligroso, al igual que se pueden conocer sus gustos particulares en música o lectura, su deporte favorito, qué tipos de películas le gustan, o qué ideología política tiene. Todo para acceder con mayor eficacia a su vida, a su mente o a su bolsillo. Hasta cierto punto, eso da igual, pues lo importante en sí es esa intrusión en el ámbito privado, que ya no tiene límites, más allá de los que impongan la ética y las leyes, pues la tecnología ya ha cruzado el límite y es capaz de registrar cualquier movimiento.

Vigilancia sin fronteras

¿Recuerdan los lectores a un tal Edward Snowden? Se trata de aquel consultor que se vio obligado a vivir en el exilio y oculto tras filtrar a la prensa la existencia de varios programas de alto secreto de la NSA norteamericana, dedicados a la vigilancia masiva de la población, entre ellos los ya famosos PRISM y Xkeyscore. Sus declaraciones, que vieron la luz por primera vez en junio de 2013 a través de los periódicos The Guardian y The Washington Post, dieron la vuelta al mundo e hicieron patente lo que se sabía desde hace décadas: la vigilancia gubernamental es un hecho. Lo único que hizo falta para prender la llama definitiva fueron aquellos atentados de 2001.

De aquellos acontecimientos nació el primero de los programas mencionados, conocido oficialmente como «SIGAD US-984XN», que nació en 2007 gracias al presidente Bush y la aprobación de la siempre polémica Protect America Act. Según se pudo conocer gracias a las explicaciones de Snowden, PRISM recoge y almacena comunicaciones de Internet a partir de las demandas que la NSA emite a las empresas de Internet, como Google, amparándose en la Ley de enmiendas a FISA (Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera) de 2008, para que las compañías entreguen todos los datos que coincidan con los términos de búsqueda aprobados por el tribunal FISA. La filtración masiva afectó a grandes empresas de Internet, como Facebook, Microsoft o Apple, que sin embargo siguen estando fuertes y bien posicionadas, al margen de polémicas puntuales que pronto son olvidadas por esa gran mayoría que vive inmersa en el mundo que estas compañías están ayudando a crear, basado en la economía del tiempo, de la distracción, del ‘like’ y de la búsqueda de satisfacción inmediata.

Las filtraciones de Snowden casi le costaron la vida en su momento, además de la libertad, pero fueron mucho más allá, pues dieron razón a los teóricos de la conspiración que llevaban décadas barruntando la posibilidad de la existencia de la famosa red ECHELON, legendaria red de espionaje secreta de comunicaciones por satélite que encontró su veracidad definitiva gracias en parte al valor del analista, adalid de la justicia para unos y cibercriminal por antonomasia para otros. La dualidad no entiende de épocas ni lugares, como ya se señaló. El otro gran culpable del destape de esta red fue el periodista Duncan Campbell, que ya en 1988 señaló su existencia, siendo tildado de cospiranoico, un adjetivo cada vez menos dado a bromas.

ECHELON fue creada en colaboración por el Reino Unido y Estados Unidos en la década de los sesenta, concretamente en 1966, siendo la precursora de la red de vigilancia mundial con la que se cuenta actualmente. En 1965 se lanzaron los primeros satélites de comunicación, sirviendo como lanzadera a este proyecto, que en un primer momento llevó el nombre en clave FROSTING, y contenía dos subprogramas, TRANSIENT y el ECHELON, cada uno destinado a interceptar comunicaciones por satélite de un lado del mundo, siendo el primero destinado principalmente a vigilar a la Unión Soviética y el segundo al mundo occidental.

ECHELON, o Proyecto P415, interceptaba las conexiones satelitales y las llamadas telefónicas, de télex, de telégrafo y las señales de ordenador. El diseño del programa buscaba establecer un sistema automático de vigilancia electrónica global para escuchar en todo el mundo y a todos los ciudadanos. Comenzó a funcionar en Cornualles, en la localidad de Bude, con la misión de hacer seguimientos de señales a través de satélites situados sobre el océano Atlántico. Posteriormente se dio el salto a Yakima (Seattle), para vigilar las comunicaciones a través del Pacífico. Todo, por supuesto, bajo el auspicio de la NSA.

Por supuesto, cada vez que se da un tipo de filtración a esta escala, se niega la mayor. Pero ante la lluvia de evidencias, el Parlamento Europeo decidió crear una comisión para investigar la red ECHELON el 5 de julio de 2000. La motivación fue el informe titulado Capacidades de Intercepción 2000, en el que se informaba del uso de información recolectada por la red ECHELON para fines comerciales de los países UKUSA (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda).

De la red se beneficiaron, entre otros, España. De hecho, miembros de ETA fueron detenidos gracias a la colaboración entre Estados Unidos y el gobierno de José María Aznar, parte de ese bloque colaboracionista de cara a las invasiones de Afganistán e Irak en misión oficial de derrotar a Al Qaeda y acabar con los regímenes criminales de esos países (además del asuntillo de las armas de destrucción masiva). Acciones estas últimas, por cierto, que finalmente se han llevado por delante a Julian Assange, del que poco o nada se sabe desde que fue finalmente detenido el 12 de abril del presente año. Otro de esos símbolos que se presta a opiniones dispares.

ECHELON continúa su andadura, dividiéndose en subprogramas como los mencionados y expuestos por parte de Snowden, y todo para cumplir ese argumento repetido hasta la saciedad: la seguridad es lo primero. Aunque sea a costa de la intimidad. Y cada poco tiempo se dan nuevas pruebas de ello. ¿Qué tiene que ver todo esto con el precrimen? Si unimos espionaje, agencias gubernamentales, empresas punteras y tecnología, se empezará a entender hacia dónde va el asunto.

Tecnología de vigilancia al servicio de la ley

«Un hombre de 29 años fue acusado de asesinar a su novia al sureste de China después de que un software de reconocimiento facial detectara que había intentado escanear la cara de un cadáver.»

Hace tan solo un par de semanas que muchos rotativos hablaban sobre esta sorprendente noticia, y desde esta web nos hicimos eco de ella. Según South China Morning Post, un hombre de 29 años fue acusado de asesinar a su novia en la provincia china de Fujian después de que un software de reconocimiento facial detectara que había intentado escanear la cara de un cadáver para solicitar un préstamo a una compañía de créditos online. El asesino intentó solicitar el préstamo con una aplicación llamada Money Station, que utiliza inteligencia artificial para verificar la identidad de los solicitantes. El software detectó que la mujer no movía los ojos y que la voz capturada por el micrófono del teléfono se correspondía con la de un hombre. La app detectó signos sospechosos y el software avisó a los empleados de la empresa, que analizaron la imagen y detectaron hematomas en el rostro de la mujer muerta, además de una marca roja alrededor del cuello.

Con los datos proporcionados por la imagen, la policía rastreó al asesino, que se preparaba para intentar quemar el cuerpo de la mujer. Tras la detención, se sospecha que estranguló a su novia con una soga después de que discutieran sobre dinero y ella amenazara con dejarlo. Luego cogió su teléfono y suplantó su identidad diciendo a los padres de la víctima que iba a “irse unos días para relajarse” y pidiendo un préstamo de 4200 dólares por Internet.

Este ejemplo es de los más recientes, pero cada vez se dan con más asiduidad. Lo que antes eran programas secretos, clasificados bajo el mayor secretismo posible, hoy es software al alcance de cualquier persona con acceso a un smartphone, lo que viene a ser prácticamente todo el mundo. Del uso estrictamente gubernamental se ha pasado paulatinamente al uso policial primero, y general después. Esta década por terminar ha sido testigo del avance de estas tecnologías precimen.

Snowden dio la voz de alarma, pero el mundo sigue su curso, y en él tiene tiene cabida esta tecnología, para bien y para mal. Por ejemplo, en 2014 comenzó su andadura Predpol, un sistema que ahondaba en esta idea de anticipación al crimen y que se instaló en más de media docena de ciudades norteamericanas. La primera ciudad en probar el programa fue Los Ángeles. Allá por 2012, la zona de prueba (Foothill) vio como los delitos a la propiedad se reducían en un 9%. Un éxito que fue adjudicado al algoritmo, cuyo funcionamiento se basaba en la probabilidad de que tal o cual crimen aconteciera en una determinada zona, agarrándose sobre todo a la inmediatez. Si ocurría un pequeño crimen en un lugar, era más o menos probable que ocurriera algo parecido en un pequeño margen de tiempo. Pequeños hurtos o asaltos a viviendas fueron la base del estudio de Predpol, que echaba mano de eso que se viene a conocer como Big Data y que determina nuestras vidas hasta límites insospechados. Actualmente, Predpol es considerada como una de las herramientas más eficaces y seguidas del mundo.

¿Por qué el Big Data? Porque reúne todo lo que es posible saber sobre la sociedad y los individuos que la componen. Guste o no, la información es poder, y quienes la manejan son los verdaderos dueños del mundo. El procesamiento de datos es un negocio redondo, en el que empresas públicas y privadas han encontrado un filón que se está explotando actualmente para fines de todo tipo, sobre todo comerciales, aunque también para detectar posibles crímenes.

Es un razonamiento muy básico. Todos los que han accedido alguna vez a Internet han dejado un rastro, una huella que se puede rastrear y seguir. Este acto afecta a todos por igual, criminales incluidos. El Big Data se alimenta de fuentes privadas como las de la policía, y también de otros datos que puedan ser encontrados públicamente en la web, lo que hace más probable que consiga una cantidad de información detallada que permita conocer al criminal, sus costumbres y sus posibles reacciones antes de que ocurran. En cuanto a las diferencias con el relato de Dick, el precrimen existente hoy se basa más en la prevención que en la premonición, por causas obvias. Aunque en el pasado (y actualmente) se haya investigado y experimentado en torno a la precognición y sus utilidades, la tecnología actual se encamina mayoritariamente a este crimen predictivo.

Los “mapas de crimen predictivo” utilizan Big Data para reconocer zonas propensas a que se cometan delitos. Yendo más allá, dan detalles de horas, temporadas, temperaturas y perfiles de individuos que se muestran más predispuestos para que se realicen actos ilícitos. Los softwares especializados en realizar estas predicciones son varios y muy demandados. A Predpol se han unido otros como COPLINK, DAS o Beware.

¿Es este el paso previo a una sociedad donde cada marcador biométrico identifique a cualquier individuo en cualquier momento y en cualquier lugar? Si se diera ese último paso, el periplo de John Anderton, protagonista de El informe de la minoría o Minority Report sería tan real como la vida misma.

En estos párrafos se ha incidido mucho en la existencia de opuestos, al menos en la mente colectiva. Pues aquí hay otro ejemplo, quizá el más determinante para el futuro más inmediato. La normalización de Internet y de las redes sociales es un arma de doble filo, pues si bien permiten una comunicación global fluida, también hace posible una recolección de datos personales a una escala inimaginable. Y por desgracia hay ejemplos muy claros sobre esta recopilación más o menos ilícita para fines comerciales, que afecta incluso a menores (Youtube acaba de ser condenada a pagar una multa millonaria por ello). La nueva elección va en dos direcciones: privacidad (con el necesario alejamiento de la tecnología social) o “seguridad”, con todas las posibles repercusiones derivadas del uso de estas herramientas. ¿Vuelve a ser blanco o negro?

Que algo sea beneficioso o perjudicial depende de muchos factores, aunque el más determinante es, una vez más, el uso que pretenda hacerse de ello. En una sociedad en el que todos los individuos son clientes y productos, al igual que potenciales criminales a mayor o menor escala, es necesario determinar hasta qué punto debemos dejar en manos de la tecnología y de intereses particulares el rumbo que tomará el mundo. Sin una concienciación real sobre esta problemática, quizá nos veamos abocados a algo parecido a lo descrito por Orwell o Dick. No es distopía, ni ciencia ficción, sino realidad.

Fuentes

Libros:

  • K. Dick, Philip. El informe de la minoría, incluido en Cuentos completos IV. Ediciones Minotauro: Barcelona, 2008.
  • Orwell, George. 1984. Traducción Miguel Temprano García. Barcelona. Editorial DeBolsillo. 2013.

Artículos

  • https://firstlook.org/theintercept/2015/08/03/life-unmasking-british-eavesdroppers/
  • https://www.washingtonpost.com/investigations/us-intelligence-mining-data-from-nine-us-internet-companies-in-broad-secret-program/2013/06/06/3a0c0da8-cebf-11e2-8845-d970ccb04497_story.html
  • https://www.scmp.com/news/china/society/article/3023964/chinese-murder-suspect-caught-ai-software-spotted-dead-persons
  • https://www.cnet.com/news/san-francisco-becomes-first-city-to-bar-police-from-using-facial-recognition/
  • https://www.theguardian.com/world/2013/jun/10/edward-snowden-army-special-forces
  • https://www.huffpost.com/entry/washington-post-prism-guardian_n_3402883?guccounter=1&guce_referrer=aHR0cHM6Ly9lcy53aWtpcGVkaWEub3JnLw&guce_referrer_sig=AQAAAHGjW4lxWJYmjKPKAyXh1_8xnq-UiGA32ZJC3upehL7u9o9QI8kkW6V69wkxAIGLQbr0bzwXPLdf8gtqEXoCba60tJLQW7G-IlpxLMnyrzDqYMHpqcG_X4Pg24sr45JBlFDvGtUaik0w_9Ki3WU_gDkW6SGa4p3qMrQmSe-jX9po
  • https://www.theguardian.com/world/2013/jun/06/us-tech-giants-nsa-data
  • Predict Prevent Crime | Predictive Policing Software
  • https://www.bbc.com/news/business-46017239

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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