Un gesto tan característico como el de echarse protector solar podría tener consecuencias desconocidas en el organismo humano. Y pronto llegará la época del año en la que más se usa, siendo casi imprescindible para los fanáticos del bronceado y para todos aquellos que gustan de pasar sus vacaciones estivales o sus días de descanso tomando el sol. La industria de los protectores solares es enorme. En los últimos años el hábito de usarlos solo en la playa se ha extendido a las ciudades, con una especie de pánico moderno, extendido también no sólo por cuestiones de salud sino por cuestiones estéticas.
Un nuevo estudio realizado en Estados Unidos investigó cómo interactúan los químicos fotoprotectores que emplean estos productos. Los resultados son un tanto preocupantes pues muestran que estos químicos entran al flujo sanguíneo. Esto no significa que sean dañinos. Simplemente por el momento no se sabe, pues el estudio sólo investigó hasta qué punto son permeables. Un nuevo estudio deberá investigar su toxicidad o la posibilidad de que estos químicos sean cancerígenos.
Se creía generalmente que por ser empleados en la superficie de la piel, estas sustancias no entraban a la circulación, pero no es así. Se infiltran a niveles que superan el umbral de la toxicología que tiene el FDA. Tres días después de la exposición, las personas seguían presentando sustancias como la avobenzona, la oxibenzona, el octrileno y otras.
Por el momento la situación mete en una suerte de aprieto al consumidor, pues se sabe que el el exceso de rayos ultravioleta produce cáncer, pero el remedio quizá también pueda tener efectos negativos. Hay que indagar más, y por parte de varios equipos independientes, para determinar qué hay de verdad en estos postulados. Mientras tanto, mejor no abusar, por si acaso.