Los antiguos artistas rupestres se sentían atraídos por las cámaras con eco. Los miembros de las primeras comunidades agrícolas de Europa pintaron imágenes en refugios rocosos donde los sonidos rebotan en las paredes y en el campo circundante, dicen los investigadores. Los refugios de roca que carecen de estos efectos fueron desechados, al menos en el centro del Mediterráneo, informan la arqueóloga Margarita Díaz-Andreu (izquierda), de la Universidad de Barcelona, y sus colegas en el Journal of Archaeological Science de Julio. En los paisajes con muchos sitios potenciales de arte rupestre, “los pocos refugios elegidos para ser pintados eran aquellos que tienen propiedades acústicas especiales”, dice Díaz-Andreu.
Algunos cazadores-recolectores y grupos de agricultores estudiados durante los últimos dos siglos creyeron en los espíritus que habitan en las rocas y revelan su presencia a través del eco. Pero la evidencia acústica de propiedades especiales del eco en sitios de arte rupestre es rara.
El equipo de Díaz-Andreu estudió dos sitios de arte rupestre entre 2015 y 2016. Baume Brune es un acantilado de un kilómetro de longitud en el sureste de Francia. De 43 cavidades formadas naturalmente en el acantilado, sólo ocho contienen pinturas que incluyen figuras arborescentes y animales con cuernos.
El arte rupestre en el Valle de Ividoro, en la costa este de Italia, aparece en una sección de 800 metros de longitud de una garganta. Sólo tres de sus 11 refugios naturales contienen imágenes pintadas. Los investigadores generalmente fechan estas pinturas francesas e italianas entre aproximadamente 6.500 y 5.000 años, varios miles de años después de que la Edad de Piedra hubiera terminado, dice Díaz-Andreu.
Para investigar la acústica de los refugios decorados y los no decorados, los investigadores desarrollaron una nueva técnica para determinar la dirección, la intensidad y el momento, de las ondas acústicas que llegan a un punto determinado desde todas las direcciones. Un micrófono especial conectado a un grabador digital midió las propiedades acústicas de los ecos emitidos por globos de aire que salían al exterior de cada refugio de rocas. Esta configuración se trasladó a varios puntos fuera de las cuevas para grabar el alcance acústico de los sonidos reflejados. Las mediciones de eco en Francia se realizaron a distancias entre 22 y 36 metros de los acantilados. Debido a un terreno más irregular en Italia, las mediciones se realizaron a distancias entre 77 y 300 metros.
A continuación, los datos acústicos se transformaron en 3-D; las representaciones de los ecos a cámara lenta, mediante círculos en movimiento, indicaban dónde se originaban las reflexiones del sonido. En ambos sitios, los abrigos con pinturas rupestres mostraron mejores propiedades resonantes que los refugios sin decorar, dice Díaz-Andreu. Y en cada lugar, el refugio que mejor reflejaba los ecos tenía el mayor número de pinturas.
Los ecos que rebotan en los acantilados de roca escarpada al borde de tres lagos en el norte de Finlandia también atrajeron a los artistas antiguos. Los investigadores tomaron mediciones acústicas en tales acantilados desde 2013 a 2016. Los micrófonos colocados en barcos situados en diferentes puntos de los lagos midieron las ondas de sonido generadas, en la mayoría de pruebas, con una pistola de fogueo. Estas pinturas finlandeses datan entre alrededor de 7.200 y 3.000 años atrás.
Los creadores de arte rupestre también parecen haberse centrado en los sitios donde los ecos abundaban, dice el arqueólogo Paul Pettitt, de la Universidad de Durham, en Inglaterra. Por ejemplo, muchos de los dibujos y grabados de animales de la cueva Niaux, en Francia, y datados entre 14.000 y 12.000 años de antigüedad, se hallan en una cámara donde los sonidos del eco son muy fuertes.
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