Son decenas de miles y se encuentran en el desierto de Namibia. Se trata de extrañas «calvas» circulares, de entre 2 y 35 metros de diámetro, que horadan las polvorientas praderas africanas del desierto de Namibia, justo entre Angola y Sudáfrica. La población del sur de Angola cree que se trata de las pisadas de los dioses: en su interior no crece la hierba, pero muchos de ellos están rodeados por un anillo de vegetación más alta que la de alrededor, una especie de corona verde que marca el perímetro de la zona seca.
Su origen ha sido todo un misterio. Pocos científicos han podido estudiarlos en detalle porque la zona donde se ubican es de difícil acceso —la población más cercana se encuentra a unos 200 kilómetros— y porque las temperaturas alcanzan los 45° centígrados durante el día, mientras que por las noches caen hasta los cero grados. Fenómenos similares se producen en bosques y praderas de casi todo el mundo, pero sólo de forma ocasional y, además, es sabido que muchos de ellos se crean por la acción de varias clases de hongos, que afectan de esta extraña forma al crecimiento de la vegetación. Pero lo que sucede en el desierto de Namibia es algo completamente diferente.
En el año 2012, el biólogo Walter Tschinkel, descubrió que los círculos africanos siguen una especie de «ciclo vital» que los hace aparecer y desaparecer con regularidad y sin motivo aparente. Los de mayor tamaño pueden persistir incluso más tiempo de lo que dura una vida humana. Pero su estudio no consiguió resolver el misterio.
Hasta ahora se han expuesto varias teorías sobre su formación. Una de las más populares fue planteada por un equipo de la Universidad de Hamburgo que proponía que una especie de termitas de arena se alimentaba de las raíces de los pastos, causando la muerte de la vegetación y creando los círculos. Otros investigadores también los han achacado a la acción de los roedores. Incluso han llegado a culpar a los hidrocarburos que emanan de las profundidades de la tierra o al denominado «crecimiento autorregulado» de la hierba: un fenómeno extensamente observado en la naturaleza (especialmente en ambientes donde el agua escasea), pero cuyos mecanismos siguen siendo objeto de discusión a día de hoy.
Durante los últimos quince años la fama de los “círculos mágicos” del desierto africano ha traspasado tantas fronteras y continentes que el parque NamibRand Nature Reserve ha recibido la visita de muchos turistas. Estos visitantes anónimos han contribuido a la conservación de los círculos de hadas “adoptando” uno por 50 dólares. Una vez “adoptado”, sus nuevos “padres” reciben su longitud y latitud para poder verificar y seguir su estado, en directo, vía Google Earth.
Ahora, según informaciones publicadas por el diario español ABC , un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton y la Universidad de New Jersey , capitaneado por Corina Tarnita , acaba de publicar en la prestigiosa revista Nature un estudio que asegura poner fin al enigma de los célebres círculos de Namibia. Estos científicos han conseguido reconciliar el crecimiento autorregulado y la acción de las termitas en una serie de simulaciones informáticas validadas con datos de campo de cuatro continentes.
Dichas simulaciones revelan que, en lugar de competir entre ellas, ambas explicaciones se combinan para dar como resultado esos extraños patrones circulares que tanto han dado que pensar a los científicos. En efecto, su estudio demuestra que tanto las colonias de termitas de arena como la hierba son igualmente responsables, a través de sus interacciones, de tan curiosos círculos de vegetación a gran escala.
Los autores concluyen que se deben considerar, a la vez, múltiples mecanismos de autoorganización ecológica cuando se trata de explicar estas características del paisaje tan regularmente espaciadas.
http://www.nature.com/nature/journal/v541/n7637/full/nature20801.html