Fin al misterio de las instalaciones de investigación solar que cerraron de forma misteriosa y sin previo aviso. Tras dos semanas de polémicas y teorías de todo tipo, el asunto ha quedado en un crimen de esos que revuelven el estómago: descarga y distribución de pornografía infantil. Hubo especulaciones de todo tipo: ovnis, una posible catástrofe global provocada por un estallido solar o un caso de espionaje proveniente de China. Todo cabía en este caso. Y los rumores no dejaron de aumentar cuando se supo que el FBI estaba involucrado.
Pero todo tenía un motivo. Una orden de registro emitida el 10 de septiembre explica cómo agentes encubiertos de la agencia comenzaron a registrar tres direcciones IP provenientes del observatorio, que descargaban y distribuían pornografía infantil. El caso era seguido desde julio, por lo que los agentes contactaron con el director del lugar, descubriendo que uno de los puntos de acceso inalámbrico estaba dentro del Telescopio Dunn y que el sospechoso estaba activo en la red entre las 17:30 p.m. y las 18:00 p.m.
A finales de agosto, el jefe del observatorio dio con un portátil negro dentro de las instalaciones, oculto para no ser hallado. Enseguida alertó a los federales, por lo que se precipitaron lo acontecimientos, dando lugar a todo el asunto del cierre y el posterior revuelo mediático. ¿Quién era el sospechoso? Un conserje que llevaba poco más de un año trabajando en el lugar. Ante el acoso de la investigación, llegó a decir que había un asesino en las instalaciones, lo que produjo la evacuación del personal. Pero todo se ha aclarado, para desgracia del nutrido grupo de especuladores que no paraban de lanzar atrevidas acusaciones contra el FBI y el gobierno estadounidense. Para otra vez será. Fin al misterio.