Exorcizamus te, omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabólica.
Estos versos, que forman parte del Ritual Romano, vienen siendo proclamados desde 1614 como principal arma contra los demonios que deciden ocupar los cuerpos y vidas de todo tipo de personas.
El término exorcismo significa concretamente “juramento”, y básicamente la intención del ritual es tanto expulsar como hacer jurar al maligno que no volverá a causar mal alguno a su víctima.
Si bien es cierto que cuando oímos hablar de exorcismos pensamos más en las películas que en lo que en realidad sucede durante estos rituales. Tengamos en cuenta que para la iglesia católica los exorcismos son asuntos que no se toman a la ligera y hoy en día se suelen exigir análisis psiquiátricos que certifiquen que una supuesta víctima de posesión no esté padeciendo efectos típicos de algunos trastornos psiquiátricos, que por supuesto, no tienen absolutamente nada que ver con lo espiritual.
Cada caso debe ser cuidadosamente estudiado y sólo puede ser tratado por un exorcista designado por el propio obispo. Además, una vez en manos del exorcista, la víctima pasa por varios procesos preventivos, que incluyen plegarias, comulgar cada día, y otros ritos. Normalmente esto basta para devolver a la normalidad a un poseído. Pero a veces, no es suficiente, y deben pasar por un ritual intermedio, que consiste en una oración de liberación. Si aún así, el mal persiste, es cuando comienza el proceso de exorcismo, el cual puede llevar años. Pero siempre tengamos en cuenta que la media de casos graves es de 1 entre 100.000.
Y al menos en Europa esta cifra va a menos ya que muchas denuncias penales por violencia y daños físicos atribuidos a las sesiones de exorcismo están haciendo que muchos sacerdotes descarten la posibilidad de contactar con un exorcista ante un caso de posible posesión.
En 1999 el papa Juan Pablo II aprobó una actualización del ritual, adaptando los ritos para el nuevo milenio, aunque al día de hoy la mayoría de los exorcistas prefieren continuar utilizando el antiguo ritual romano, el cual aseguran, es más efectivo.
Los médicos y científicos no suelen ver con buenos ojos estas prácticas, aunque según muchos exorcistas, ellos colaboran plenamente con los médicos y no dudan ni un segundo en derivar un supuesto caso de posesión a la consulta médica.
En 2011 The British Medical Journal publicó un estudio que afirmaba que los síntomas de esquizofrenia todavía estaban siendo catalogados como posesiones demoníacas por algunos sacerdotes. El artículo se basaba más que nada en un caso de una paciente Madrileña de 28 años, Marta, la cual fue sometida a varios exorcismos y posteriormente se le diagnosticó esquizofrenia paranoide.
Aunque por supuesto, la esquizofrenia no podría hacer que una persona hable en arameo u otras lenguas en principio desconocidas para el sujeto. Este es uno de los aspectos más curiosos de las posesiones, aunque en la mayoría de casos tienen una explicación. Normalmente las posesiones se dan en personas con fuertes creencias religiosas tanto adoradores de la fe cristiana como personas que integran sectas satanistas o practicantes de magia negra. Estas personas suelen estar familiarizadas con escrituras sagradas antiguas y el hecho de haberlas memorizado no implica que dominen una lengua muerta.
De los casos más famosos con los que nos podemos encontrar, seguramente el primero es el de Annaliese Michel, este caso fue llevado a la gran pantalla como “El exorcismo de Emily Rose”, aunque la iglesia nunca aprobó el caso como una posesión ni designó a un exorcista, dos sacerdotes locales decidieron tomar las riendas del asunto, lamentablemente la chica murió tras años de sufrimiento y agotamiento físico y mental, sin que quedasen claras las causas de su muerte.
Pero sin dudas lo que marcó un antes y un después en nuestra percepción de lo que es un exorcismo fue la película El Exorcista. Basada en la novela de William Blatty, la historia se inspira en un caso de 1949, el cual llegó hasta Blatty a través de un periódico local. Aunque lo que explicaban los periódicos seguramente distaba de los hechos reales. Ya que el origen de todo es el diario de un sacerdote, Raymond Bishop. Años más tarde Thomas Allen recopilaba el supuesto diario junto a otros testimonios en el libro “Poseído”, que por cierto, fue publicado coincidiendo con el 20 aniversario de la película… curioso.
Según explica el libro de Allen, el exorcismo en sí se llevó a cabo en un hospital, luego de que el equipo médico no pudiese determinar el origen del comportamiento de aquel chico de 13 años. Fueron necesarios 30 exorcismos para poder liberar al niño, el cual pudo continuar con su vida y según entrevistas posteriores afirma no recordar absolutamente nada de los hechos.
Más allá del cristianismo, el fenómeno de las posesiones está presente en casi todas las religiones, y no siempre se las toma como algo negativo. En muchos cultos de origen africano, por ejemplo, los devotos danzan incansablemente invocando a los espíritus hasta que son poseídos y se expresan a través de ellos. También es el caso del espiritismo, en donde las entidades no siempre tienen un origen malvado.
Sin embargo, la mayoría de las veces el origen de este fenómeno no está en el inframundo, sino en nuestro cerebro, porque en pocos sitios hay más demonios que en nuestra propia mente.