Ewen Cameron: cuando reprogramar la mente se convierte en una obsesión peligrosa

En plena Guerra Fría, la escalada de tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética tuvo muchos frentes que son fuente constante de debate y de hipótesis conspirativas. Igualmente, en ella participaron multitud de personajes que siguen en la sombra, y que cometieron atrocidades que no han sido debidamente reconocidas a nivel internacional. Una de las figuras más polémicas al respecto, y que sigue acaparando titulares, es el doctor Ewen Cameron.

Ken Hollings no pudo definir mejor al doctor Cameron en su libro Bienvenidos a Marte: Si algo es el doctor Ewen Cameron, es un tipo confiado1. Amparado por la OSS primero y por la CIA después, no tuvo ningún tipo de remordimiento a la hora de encontrar la solución al gran problema que se planteó durante toda su vida: ¿cómo se podría reprogramar la mente de los enfermos mentales de forma totalmente efectiva?

Lana Ponting tenía solo 16 años cuando un psiquiatra de renombre mundial le dio LSD y metanfetamina en una serie de experimentos de lavado de cerebro en 1958. A sus 78 años, Ponting fue una de las múltiples víctimas del doctor Cameron. En su caso concreto, tuvo que pasar un mes en el Instituto Allan Memorial de la Universidad McGill en Montreal bajo el cuidado del doctor. Los registros médicos dicen que Ponting recibió un cóctel de drogas que también incluía barbitúricos y antipsicóticos utilizados para “explorarla”. Estaba atada mientras los médicos observaban su comportamiento y reacciones.

Lo que se denominó “experimentos de depatterning” más tarde se convirtió en un escándalo internacional cuando se reveló que Cameron recibió fondos encubiertos de la CIA como parte de su programa de control mental MKUltra.

Ni siquiera sabía quién era la mitad del tiempo“, dijo Ponting. “Era casi como una cárcel. Fue horrible“.2

Tanto Lana Ponting como otras muchas personas esperan recibir una compensación si se certifica una solicitud de demanda colectiva presentada en Montreal este año. La misma se presentó en enero de 2019 en el Tribunal Superior de Quebec en nombre de cualquier persona que se sometiera a los experimentos de Cameron en el instituto donde trabajaba el doctor entre 1948 y 1964. La demanda también incluiría a cualquiera que tuviera un familiar que se sometiera a procesos y tratamientos similares.

No se habla de casos aislados, sino de un número de varios centenares de víctimas. Víctimas a las que se las privaba de sueño, se les aplicaban sesiones de electroshock o cócteles de drogas alucinógenas y un LSD sobre el que se empezaba a experimentar de forma activa como potencial método de control mental. Todos esos procedimientos dejaron secuelas a largo plazo en más de uno de los pacientes, muchos de ellos con síntomas de amnesia desde entonces.

El caso de Lana Ponting se desencadenó por su mala conducta. Era propensa a escapar de casa, por lo que su padre la llevó a un tribunal de menores, que sentenció que debía pasar un tiempo en el Allan Memorial Institute. Los registros médicos que se han conservado sobre su caso la describen como “terca y antagónica” y dijeron que sus padres desaprobaban a sus amigos.

Creo que estaba pasando un mal momento con mis padres. Un adolescente rebelde, o lo que sea“, dijo Ponting.

Obviamente, en principio se negó a tomar los tratamientos a base de drogas. Al resistirse, quienes se encargaban de suministrarle estos tratamientos usaron correas en sus brazos y tobillos para sostenerla sobre una mesa mientras le inyectaban las dosis prescritas por Cameron. Pasado el tiempo establecido para su estancia, Lana salió de la institución, con una huella imborrable en su psique, que perdura hasta hoy. De hecho, asegura que no recuerda absolutamente nada de los dos años posteriores a la finalización de su estancia en el Allan Memorial. Debido a la falta de compensaciones, y habiéndose documentado de todo lo concerniente a los programas secretos que allí se llevaban a cabo, Ponting utilizó las leyes de libertad de información para obtener copias de sus registros médicos. Detallan el mes que estuvo en el hospital e incluyen notas de Cameron.

En una carta del 10 de mayo escrita después de su liberación del instituto, Cameron le contó a su nuevo médico lo que sucedió tras darle LSD y óxido nitroso (gas de la risa).

Se había puesto bastante tensa y extremadamente violenta cuando se le dio el óxido nitroso“, escribió. “Salió de su estado de confusión, llamando a su padre y siguió llamándolo y llorando por él en algún momento posterior“.

Algunos de los antiguos pacientes de Cameron recibieron unos 100.000 dólares del gobierno canadiense en 1992. Se habla de unos setenta y siente beneficiados, pero son muy pocos en comparación con el potencial número de víctimas. De hecho, muchos solicitantes fueron rechazados en aquella época, porque no pudieron demostrar con sus registros médicos que fueron sometidos a los experimentos. Lana Ponting está entre esas personas que nunca han recibido compensación alguna. Su lucha, como la de otras muchas víctimas y familiares, sigue vigente y de actualidad. Todo porque los gobiernos estadounidense y canadiense financiaron los trabajos de Ewen Cameron entre los años 1950 y 1964. Unos trabajos en los que la ética y los derechos humanos quedaron en un segundo plano por ese recurso tan manido como “el avance de la ciencia”.

El psiquiatra escocés y su sueño de reprogramar el cerebro

Naomi Klein escribió en su libro La doctrina del shock que la investigación de Ewen Cameron y su contribución al proyecto MKULTRA en realidad no versaba sobre el control mental y lavado de cerebro, sino sobre “diseñar un sistema con base científica para la extracción de información de fuentes resistentes. En otras palabras, tortura“.3

Es una visión más sobre la verdadera naturaleza de los trabajos que se realizaron durante año en el Allan Memorial, pero que no fueron más que la consecuencia última de un camino que comenzó años antes, cuando el doctor Cameron asistió a los juicios de Núremberg en calidad de psiquiatra.

Nacido en Escocia en 1901 e hijo de un ministro presbiteriano, Donald Ewen Cameron siempre mostró una ambición feroz. Su meteórica carrera y su destreza llamaron la atención de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precursora de la CIA. Le reclutaron mientras que se establecía como director del Allen Memorial mientras la Segunda Guerra Mundial seguía su curso, en 1943. Ya por entonces había sido el primer presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, así como presidente de la contraparte norteamericana psiquiátrica y canadiense. Desde luego, alguien así llamaba la atención de las autoridades, que tiraron de él con un primer encargo bastante especial.

En 1945 Allen Welsh Dulles – primer director civil de la CIA – le pidió que acudiera a Alemania con una misión muy específica: examinar a Rudolf Hess. No va solo, sino que le acompaña un colega del Allan Memorial, el neurólogo Wilder Penfield. El objetivo era saber si el estado mental de Hess era apropiado para someterlo al Tribunal Militar Internacional para responder por los crímenes contra la humanidad cometidos durante el régimen nazi. Tiempo después, el propio Cameron declaraba que una “epidemia psicológica como el nazismo solo podría darse cuando la humanidad ha perdido la confianza en un sistema diseñado para vivir que había parecido suficiente durante décadas4.

Los trabajos junto al Stellvertreter des Führer arrojaron que estaba perfectamente capacitado para someterse a juicio. Sin embargo, algunos expertos señalarían desde entonces que Hess sufría signos de esquizofrenia, que ni Cameron ni los otros expertos que le revisaron pusieron de manifiesto, puede que porque no quisieran hacerlo. Esa es una cuestión que sigue en entredicho.

Esta experiencia con los crímenes de guerra del nazismo dejó huella en el doctor, que regresó a su institución con la intención de experimentar con los últimos diseños de magnetófonos, como una forma de automatizar las terapias. Entre ellos, el Cerebrofono5, que pretendía ayudar a interiorizar conocimientos de forma rápida. Fue otro de los inventos que pretendían ahondar en el terreno de la hipnopedia, o la educación a través del sueño6

Su obsesión siempre fue hallar una forma rápida de tratar las enfermedades mentales. Su uso de inventos como el descrito anteriormente le revelan que la educación como forma de modificación de la conducta es muy atractiva, lo que llevó al doctor a experimentar con los mecanismos básicos detrás del proceso de aprendizaje con el objetivo de dar con ese proceso automatizado de tratamiento de enfermedades mentales. Desde entonces, indagó en la denominada “conducción psíquica”. ¿Cómo se podría definir este término? La conducción psíquica hacía que los pacientes se sometieran a un mensaje de audio continuamente repetidos en una cinta, en bucle, para alterar su comportamiento. En la conducción psíquica, los pacientes se exponen a menudo a cientos de miles de repeticiones de una sola declaración en el transcurso de su tratamiento. Constituyó una forma básica de lo que después se entendería como desprogramación, que buscaba romper la personalidad del sujeto.

Ya por aquel entonces, a finales de los años 40, el conocido como Código Núremberg ideado por el psiquiatra norteamericano Leo Alexander ya recogía las diez famosas recomendaciones para la experimentación con humanos7. Como es de suponer, el inicio de la Guerra Fría está minado de infracciones del código, por parte de ambos bandos en liza. Buena prueba de ello es el Proyecto Manhattan, como también los trabajos del doctor Cameron.

Las terapias novedosas en lo que concierne a la conducción psíquica empiezan a mezclar la repetición masiva de instrucciones con dosis cada vez más elevadas de LSD. Y, por supuesto, el electroshock. Administraba estas descargas varias veces al día, a niveles de hasta treinta veces el uso del choque normal. Bajo su punto de vista, aquellas torturas no parecían ser dañinas para el avance científico. Durante años estuvo convencido de que ganaría el Nobel si se salía con la suya en el propósito de reiniciar la mente. De hecho, ni siquiera dudaba en hacer públicos sus avances en este campo. Un ejemplo muy ilustrativo apareció en un artículo de 1960 para la revista Comprehensive Psychiatry, donde detalló los efectos de su terapia de electroshock en unos de sus desafortunados pacientes:

El paciente pierde todo recuerdo en el hecho de que antes poseía una imagen espacio-temporal que servía para explicarle los acontecimientos del día. Con esta pérdida desaparece toda ansiedad. En la tercera etapa, su alcance conceptual se limita a unos pocos minutos y a eventos enteramente concretos. Ofrece algunas preguntas o incluso se cuestiona tímidamente algunas cosas, pero no puede conceptualizar dónde está, ni reconocer a los que lo tratan…

De lo único que habla el paciente es de sus sensaciones del momento, y lo hace casi exclusivamente en términos muy concretos. Sus observaciones no están totalmente influidas por los recuerdos previos, ni están gobernadas en modo alguno por escenarios anticipados. El sujeto simplemente vive el presente inmediato. Todos los síntomas esquizofrénicos han desaparecido. El sujeto tiene una amnesia completa de todos los acontecimientos de su vida8.

Tampoco es que ocultara sus intenciones. Hollings señala que, al igual que usaba las revistas médicas para exponer su trabajo, previamente hacía lo mismo en publicaciones más prosaicas, de corte generalista, como Weekend, donde hablaba sin tapujos del condicionamiento psicológico como un lavado de cerebro con beneficios muy atractivos:

Los doctores del hospital Allen están haciendo que las mentes enfermas se restablezcan. Pero deben afrontar los mismos problemas que los lavacerebros profesionales. Los prisioneros de guerra resisten los intentos de adoctrinamiento y casi todos los pacientes intentan defenderse contra el desagradable impacto de su voz grabada, intentando deliberadamente no escucharla o creyendo que no es suya, sino de otro9.

Lo de ocultar sus huellas no iba con él. Teniendo apoyos tras de sí, y una fuente de financiación estable y duradera, creía tener carta blanca para obtener su milagrosa cura. La CIA financiéndole a través de la Society for the Investigation of Human Ecology desde 1957, Cameron combinó todo lo anterior con privaciones de sueño cada vez más salvajes. Asñi nació su infame Habitación del Sueño, una cámara de privación sensorial, totalmente insonorizada, en la que encerraba a individuos con gafas oscuras y brazos y piernas forradas con tubos de cartón para que perdieran la percepción de sus cuerpos. Allí, los pacientes no tardaban en no saber dónde estaban o quiénes eran. Incluso para confundirlos más Cameron ordenó mezclar las comidas. Y hacía servir sopa en el desayuno y leche con cereales para la cena. Algunos de sus pacientes pasaron semanas en ese estado, para ver hasta dónde se perdía la noción de la propia personalidad. Constantes interrupciones del sueño y dosis de curare – una neurotoxina paralizante procedente de varias plantas de América del Sur – fueron comunes hasta que la financiación cesó en 196110. Por supuesto, por el camino Cameron formó parte del famoso Proyecto MK ULTRA, aunque la CIA le obligó a guardar silencio una vez que dejó de contar con sus servicios.

Cameron jamás se molestó en disculparse con los pacientes a los que había arruinado la vida. Donald Ewen Cameron murió en 1967. Su deceso se produjo durante la escalada a una montaña. Tan pronto como se supo que había muerto, su familia quemó todos los archivos que este hombre conservaba en su poder.

Las primeras filtraciones no se hicieron esperar, llegando a finales de los años setenta. Las revelaciones de tortura mental en cientos de pacientes canadienses aparecieron por primera vez a fines de la década de 1970 y luego fueron objeto de cuatro documentales de Fifth Estate que expusieron el papel de la CIA y el gobierno federal en la financiación de experimentos de lavado de cerebro durante la Guerra Fría11. En ese momento se filtraron detalles del acuerdo entre agencia y psiquiatra, lo que condujo a una demanda masiva contra la agencia presentada por un grupo de ex pacientes de Cameron. Quizás más importante, los documentos publicados revelaron que cientos de inconscientes y voluntarios aceptaron pasar por sus manos.

Es así como se llegó a la demanda colectiva de 2018, contra el gobierno canadiense. El objetivo de los demandantes es que el Estado admita públicamente su participación en esos hechos, pida perdón por ello y se comprometa a impedir que algo así ocurra nuevamente.

Alan Stein, quien ha representado a numerosos supervivientes de los experimentos de Cameron en el Allan Memorial, dijo a CBC News que los sucesivos gobiernos federales han exigido acuerdos de confidencialidad en al menos cinco de los casos que ha resuelto en las últimas décadas.

Si no hubieran sido confidenciales y los acuerdos tuvieran la publicidad que deberían haber tenido, muchas de las víctimas se habrían presentado y acudido a los tribunales12

Alison Steel, hija de la víctima Jean Steel y una de las clientas de Stein, también cree que la cláusula de confidencialidad impuesta por el Departamento de Justicia limita la posibilidad de que futuras víctimas puedan presentarse. En febrero de 1957, Jean Steel llegó al Allan Memorial Institute con un caso grave de depresión posparto. Estuvo entrando y saliendo del hospital psiquiátrico durante más de tres años. Por supuesto, Steel recibió dosis de LSD y otras drogas experimentales, estuvo obligada a escuchar mensajes grabados en bucle, además de las terapias intensivas de choque y comas inducidos por drogas donde dormía durante semanas.

Alison Steel dijo que su padre le dijo que “una vez cuando trató de recuperar a [Jean], ella trató de saltar del coche”.

Stein señaló que el gobierno federal es consciente de que la mayoría de las víctimas y sus familias no tienen los recursos para iniciar demandas individuales contra el gobierno por la tortura mental que sufrieron sus familias. Por ello, es difícil saber cuántas víctimas sufrieron realmente las terapias de Ewen Cameron. Puede que esta demanda colectiva alivie el mal que produjo, aunque sea en parte.

Fuentes:

Bibliografía

  • Boese, Alex. Elephants on Acid: The most outrageous experiments from the history of science, Pan Macmillan, 2011.
  • Collins, Anne. In the Sleep Room: The Story of the CIA Brainwashing Experiments in Canada, Key Porter Books, 2001.
  • Hollings, Ken. Bienvenidos a Marte. Fantaciencia en Estados Unidos: 1947-1959, Reediciones Anómalas, 2020.
  • Klein, Naomi. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, Planeta, 2012.

Recursos web:

  • La doctrina del shock – doblado al español y completo. Conferencia de Naomi Klein. https://www.youtube.com/watch?v=Nt44ivcC9rg
  • Mind Control: America’s Secret War. https://www.youtube.com/watch?v=A6Of0o0PCu4
  • https://www.misteriored.com/la-hipnopedia-entre-la-ficcion-la-ciencia-y-el-descredito/
  • https://www.sciencedirect.com/journal/comprehensive-psychiatry
  • http://documents.theblackvault.com/documents/mkultra/mkultra4/DOC_0000017468/DOC_0000017468.pdf
  • https://www.theguardian.com/film/2020/feb/13/eminent-monsters-a-manual-for-modern-torture-review-moazzam-begg
  • https://www.cbc.ca/news/canada/canadian-government-gag-order-mk-ultra-1.4448933
  • https://www.sciencedirect.com/journal/comprehensive-psychiatry/vol/5/issue/1
  • https://www.cbc.ca/news/canada/manitoba/mkultra-allan-winnipeg-cameron-1.5410817

Notas

1 Holling, Ken, 2020: 78. Bienvenidos a Marte. Fantaciencia en Estados Unidos: 1947-1959. Reediciones Anómalas.

2 Annable, Kristin. Winnipeg woman brainwashed in Montreal psychiatric hospital hopes new year brings new compensation, CBC News, enero de 2020. https://www.cbc.ca/news/canada/manitoba/mkultra-allan-winnipeg-cameron-1.5410817

3 Klein, Naomi, 2012: 39. La doctrina del shock, Planeta.

4 Hollings, Ken, 2020: 79.

5 Un inventor llamado Max Sherover anunció que comercializaría una máquina comercial de aprendizaje automático mientras se dormía, que llamó Cerebrograph. Era una combinación de tocadiscos, reloj y micrófono de almohada. Sherover consiguió testimonios de celebridades como la estrella de la ópera Ramón Vinay, quien afirmó que el dispositivo lo ayudó a memorizar sus líneas. Sin embargo, el gadget nunca atrapó al público, ni siquiera cuando Sherover lo relanzó con un nuevo nombre, el Dormiphone. Para saber más, consultar Boese, Alex. Elephants on Acid: The most outrageous experiments from the history of science, Pan Macmillan, 2011.

6 Ruiz Herrera, Félix, 2018. La hipnopedia: entre la ficción, la ciencia y el descrédito. Misteriored.com https://www.misteriored.com/la-hipnopedia-entre-la-ficcion-la-ciencia-y-el-descredito/

7 Entre las recomendaciones estaba la más famosa, la que recogía la necesidad del consentimiento voluntario del participante. Otra regla a la que se suele aludir – por su ausencia en muchos experimentos de ese periodo – es la que alude a que es necesario evitar todo sufrimiento físico y mental innecesario y todo daño. El Código de Núremberg fue publicado el 20 de agosto de 1947.

8 Cameron, Ewen. Comprehensive Psychiatry 1, 26–34. Production of differential amnesia as a factor in the treatment of schizophrenia. https://www.sciencedirect.com/journal/comprehensive-psychiatry/vol/5/issue/1

9 Hollings, Ken, 2020: 249.

10 Collins, Anne. In the Sleep Room: The Story of the CIA Brainwashing Experiments in Canada, Key Porter Books, 2001.

11 The Sleep room: CIA-funded experiments on patients in Montreal hospital (1998) – The Fifth Estate. https://www.youtube.com/watch?v=TKLy1ALj3Pc. Otra buena opción para conocer más detalles sobre las actividades de Cameron es el documental Tortura: vidas desgarradas, de La noche temática de Televisión Española, estrenado este mismo año.

12 Cashmore, Harvey; Ellenwood, Lisa y McKeown, Bob. Trudeau government gag order in CIA brainwashing case silences victims, lawyer says, CBC News, diciembre de 2017 https://www.cbc.ca/news/canada/canadian-government-gag-order-mk-ultra-1.4448933

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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