El “Príncipe de las Tonterías”: Phineas Taylor Barnum, showman y embaucador

    Retrato de Phineas Taylor Barnum, el Gran Showman original.

Político, filántropo, editor o autor. Son solo algunas de las muchas ocupaciones que tuvo una de las mayores personalidades del siglo XIX. Siempre dijo ser showman por vocación y tener predilección por el dinero. Pero quizá sea más conocido gracias a sus exhibiciones de rarezas, un verdadero espectáculo de masas que atraía gente de todo tipo.

El dueño de esa mente privilegiada y con una capacidad innata hacerse notar y convertir todo lo que tocaba en dinero vino al mundo en 1810, en la localidad de Bethel, Conneticut. Hizo de la tomadura de pelo su arma por excelencia. Y eso que intentó llevar sus múltiples oficios de manera honesta. Pero aquello no parecía ir con él. Fue vendedor de comestibles y lotería o director de un pequeño periódico local. Nada que ver con las actividades que le harían famoso y que lograrían que su recuerdo traspasase las brumas del tiempo. Si había algo para lo que Barnum había nacido, eso era el espectáculo. Eso sí, el más bizarro de su época. Su American Museum estuvo lleno de rarezas de todo tipo. Unas verdaderas, otras falsas.

Contaba únicamente con veinticuatro años cuando se lanzó a exhibir su primera gran rareza, que por supuesto era un engaño. Se trataba de una mujer mayor y negra, que respondía al nombre de Joice Heath, y que según Barnum fue la niñera, nada más y nada menos, que del mismísimo George Washington. Sí, el primer presidente de los Estados Unidos, un hombre que nació en 1732. Si los visitantes hacían caso de la palabrería de Phineas, la mujer seguía viva a pesar de contar con ciento sesenta y un años. Una proeza que ningún humano había alcanzado y que aun sigue vigente, al menos que se sepa. Para darle algo de verosimilitud a su pregón, el empresario mostraba a todo el que quisiera verlo un documento de venta fechado el 5 de febrero de 1727, según el cual Augustine Washington – padre de George – vendía a Joice a su cuñada Elizabeth Atwood, cuando la niñera contaba con cincuenta y cuatro años. La pobre mujer era exhibida en un diván, con las piernas más altas que el cuerpo. Joice murió en 1836, y su verdadera edad no llegaba a los ochenta, a pesar de la publicidad que hacía Barnum respecto a su longevidad.

Esta solo es una pequeña muestra de la visión de negocios que poseía Barnum. Los grandes diarios de la Nueva York de su tiempo, como el Sun, el Times y el Herald dedicaron espacio a la historia de Joice, que fue visitada por miles de personas mientras estuvo con Barnum. Una primera mina de oro que el joven supo explotar y que le permitieron remontar el vuelo y lanzarse en busca de nuevas aventuras. Ya desde muy joven tuvo claro que el trabajo físico no era para él. Sus pequeñas actividades laborales labraron su carácter pícaro y sus habilidades negociadoras, además de su pequeña obsesión por la política, campo en el que estuvo activo durante toda su vida. No es de extrañar que estuviera en contra de legislar contra los juegos de azar.

El Barnum’s Americam Museum en 1858. Un verdadero fenómeno de masas del siglo XIX.

El ‘Príncipe de las Tonterías’

A Phineas Taylor Barnum se le suele atribuir de forma errónea una frase: «Nace un tonto por minuto». A pesar de que la misma fuera seguramente pronunciada por su rival Adam Forepaugh, ello no va en contra del pensamiento del showman. De hecho, se denominaba así mismo como “el Príncipe de las Tonterías”. Si algo sabía hacer era aprovecharse de la ignorancia ajena. Una pequeña etapa de viajes con un teatro ambulante le mostraron el camino que debía seguir posteriormente, a pesar de que fue un fracaso. El cantante afroamericano que protagonizaba los shows se escapó cuando pasaron por Carolina del Sur, dejándonos para la imaginación escenas impagables en las que Barnum se cubría la cara de negro para cantar. Lo que sea con tal de no devolver ni un solo dólar de las entradas.

En Nueva York lanzó el American Museum el primer día de enero de 1842, en la misma esquina de Ann Street y Broadway. Su primera gran estrella – y engaño, por supuesto – fue la conocida como Sirena de Fidji, en realidad un tronco de mono cosido a una cola de pez. El ser, supuestamente adquirido en tierras japonesas y avalado por un doctor llamado Griffin, hizo las delicias de los visitantes del lugar. Lástima que el doctor no era tal, sino Levi Lyman,abogado amigo de Barnum. Nada de humanoide criptozoológico, de esos que hoy inundan Internet. Incluso en eso nuestro empresario fue pionero. Una de las personas al frente del museo, Kathleen Maher, ha llegado a decir de él que «el nombre de Barnum tiene asocioaciones forzadas con tonterías y diversión; lo hiperbólico paralelo a lo austero; provocación del pensamiento e invitación a la controversia; acoger al cínico y desafiar e interesar al escéptico».

Cierto, el American Museum tenía mucho más que su “freak-show”, pero no se dejen engañar. Casi todos los visitantes que iban a diario durante las quince horas que permanecía abierto se sentían atraídos por este espectáculo. Los siameses Chang y Eng, el primer “¿Qué es Eso?” Zip, o el afectado por enanismo Tom Thumb fueron solo algunas de sus atracciones. Barnum era parte activa de sus shows, siempre pregonando maravillas, prometiendo que os espectadores quedarían asombrados y asegurando que vivirían una experiencia inolvidable. Él era el protagonista principal, genio y figura. Creador de un espectáculo de éxito, que dio beneficios nada desdeñables durante décadas.

La influencia de las medias verdades y mentiras de Barnum – los “engaño-shows” o Barnumizing que tantas alegrías le dieron – fue tal que dio nombre a un efecto psicológico, que hoy conocemos como efecto Forer, aunque también puede leerse como falacia de validación personal o efecto Barnum. ¿En qué consiste exactamente? Imaginad una serie de frases generalistas que definen el carácter de una persona, su estado de ánimo o lo que le va a deparar el futuro cercano. Frases de esas que se leen en horóscopos o dicen los autodenominados “profesionales de la adivinación”. Pues bien, ¿cuántos de los lectores y lectoras han pensado alguna vez que le definen perfectamente y han llegado a creer que hay una fuerza misteriosa que conoce todos los misterios? Esto se puede aplicar a la astrología,a la grafología o a los test de personalidad, por ejemplo. Recientemente incluso se han aplicado estudios similares a organizaciones enteras, y no solo a personas individuales, con resultados muy parecidos.

Zip, el primer “¿Qué es Eso?”, un joven con microcefalia que se convirtió en una de las principales atracciones de Barnum.

Cada uno de nosotros es especial y nadie es como cualquier otro

Esto mismo dijo Barnum – bajo la interpretación de Hugh Jackman – en El Gran Showman, la película que pretende mostrarnos a un caradura intrépido, pero a la vez digno de admiración y capaz de mostrar valentía, determinación y bondad. Un hombre y una manera de entender el espectáculo. Maquiavélica para unos, eficaz para otros. Desde luego, a Barnum le valía todo si conseguía aquello que más anhelaba: protagonismo y dinero, mucho dinero.

En 1864 el American Museum fue presa de un incendio que pudo sofocarse, pero no tuvo la misma suerte un año después, cuando el 13 de julio de 1865 ardió completamente. Gran parte de los animales que albergaba perecieron en el incidente. El New American Museum, abierto en 1866, corrió la misma suerte, pero esta vez un par de años después. Luego vino, por fin, el circo ambulante bautizado como Barnum Circus.

Con sesenta años, Phineas decidió echarse a la carretera y ganarse a los clientes con su palabrería pueblo a pueblo. Promoción, publicidad, dinero y socios, pues supo rodearse de buenos compañeros, como William C. Coup, con quien se asoció durante unos años, o con el considerado padre del circo moderno: James Anthony Bailey, la otra mitad del tándem que creo el Barbum & Bailey Circus en 1881, cuyo primer gran reclamo fue Jumbo, un elefante que según aseguraban era enorme. Este circo sobrevivió hasta el mes de mayo del año pasado. Phineas murió en 1891 debido a las secuelas de un accidente cerebrovascular que sufrió el año anterior. El circo estuvo tras ello en manos de Bailey hasta su propia muerte en 1906 y luego bajo el mando de los hermanos Ringling, que ampliaron el nombre del espectáculo para obtener el de Ringling Brothers and Barnum & Bailey Circus, el circo más grande del mundo.

Político, filántropo y luchador contra la prostitución y el alcohol. Incluso crítico con la esclavitud, a pesar de regentar negocios que para muchos iban en contra de ese pensamiento. Este argumento fue usado contra él durante mucho tiempo, pero la verdad es que, más allá de su poca ética en cuanto a lucrarse gracias a las desgracias y deformaciones ajenas, también es cierto que dio a sus “freaks” una oportunidad de sobrevivir y de ganar dinero. Ahí está, por ejemplo, el citado Tom Thumb, que actuó ante la reina Victoria, Abraham Lincoln o ante el rey Luis Felipe I de Francia, se convirtió en rico e incluso fue masón, orden a la que entró el 3 de octubre de 1862. Con su muerte, perdimos a un Barnum único en el arte de la autopromoción, capaz de mostrar un producto único, contar una historia increíble y promocionar sus espectáculos hasta límites insospechados.

Fuentes:

  • Moros, Manuel. Seres extraordinarios, Edaf, 2003.
  • https://archive.nytimes.com/www.nytimes.com/learning/general/onthisday/bday/0705.html
  • https://nypost.com/2017/12/16/how-p-t-barnum-pulled-off-one-of-the-worlds-biggest-hoaxes/
  • https://www.smithsonianmag.com/history/true-story-pt-barnum-greatest-humbug-them-all-180967634/
  • https://www.theguardian.com/film/2017/dec/18/hugh-jackman-new-film-celebrates-pt-barnum-but-lets-not-airbrush-history-the-greatest-showman
  • https://barnum-museum.org/about/the-man-the-myth-the-legend/
  • http://www.historyvshollywood.com/reelfaces/greatest-showman/

Acerca de Félix Ruiz

Trabajador Social de formación y apasionado de las temáticas relacionadas con el misterio desde siempre. Redactor de noticias, escritor novel, lector compulsivo y buscador incansable de preguntas que compartir con todo aquel que sea curioso y quiera saber más.

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