De entre todo el folklore criptozoológico y las leyendas urbanas que vivieron un tremendo auge durante el pasado siglo XX y el presente XXI, hay dos criaturas que sobresalen por encima de las demás. Una de ellas es claramente el Yeti, en todas sus variantes tipológicas y geográficas. La otra es, sin lugar a dudas el Mothman. ¿Pero qué es exactamente esta criatura? ¿Por qué los eventos de Point Pleasant influyeron tanto en la creación de esta gran historia? ¿Qué papel jugó John Alva Keel en todo el asunto? ¿Verdaderamente nos encontramos ante una criatura sobrenatural? Hagamos un pequeño viaje juntos para ver qué da de sí este tema, uno de los más apasionantes que se han tratado en los últimos cincuenta o sesenta años.
Para empezar, y aunque pueda parecer obvio, paso a aclarar qué es – o mejor dicho, qué entienden los creyentes en la historia que es – el Hombre Polilla o Hombre Búho. Estaríamos frente a una criatura humanoide alada, de color negro y con dos enormes ojos rojos en una cabeza que parece directamente encajada en el tronco. Por si su grotesca forma no infundiera suficiente temor, además se le atribuyen algunas cualidades que se escapan de nuestra comprensión. Y es que cuando aparece se producen una suerte de fenómenos paranormales, como estados alterados de conciencia que pueden afectar a los testigos. Además, sus contadas entradas en escena coincidirían con la de ovnis y con las de los enigmáticos “hombres de negro”, término que acuñó precisamente John Alva Keel.
Representación del Mothman, uno de los seres criptozoológicos por excelencia.
Más allá de eso, se le encuadra dentro de las criaturas criptozoológicas, aunque sería un caso especial. ¿Por qué? Pues por toda la leyenda que se ha creado a su alrededor. Estaríamos, de ser esta apreciación la correcta, ante un ser totalmente convencional dentro de los parámetros de la Zoología actual, que ha sido transformado por testigos, investigadores y habladurías en un espécimen de una especie desconocida y aparentemente terrible, de enorme tamaño y con intenciones nada claras.
El origen
Para encontrarnos con él por primera vez, debemos ir hasta Virginia Occidental, en el año 1966. Era la noche del 14 al 15 de noviembre y un par de jóvenes matrimonios, formados por Linda y Roger Scarberry y Mary y Steve Mallette, viajaban en coche – concretamente un Chevrolet de 1957 – por el área TNT, denominada así por haber albergado un complejo dedicado a la fabricación de munición durante la Segunda Guerra Mundial, a unos once kilómetros de la citada localidad de Point Pleasant y que por aquel entonces era lo que hoy se llama un picadero para enamorados. Los cuatro creyeron ver entre las sombras a un ser «de apariencia humana, pero más grande, alada y con brillantes ojos rojos». Lógicamente asustados, aceleraron la marcha para dejarla atrás. Seguro que no esperaban un segundo encuentro un poco más adelante, cuando el mismo ser u otro similar persiguió al coche a una velocidad «superior a los 160 kilómetros por hora, sin batir las alas». Una velocidad ciertamente asombrosa.
Podemos imaginar la cara del Sheriff Milard Halstead al tener noticias de lo que acababa de suceder en el área TNT. Como era de suponer, la vuelta al lugar de los hechos no dio ningún resultado, pero el miedo reflejado en las caras de los cuatro testigos hacen que Halstead se tome en serio sus declaraciones. Al día siguiente se convocó una rueda de presa en el Palacio de Justicia, donde se difundió la noticia. Era el 16 de noviembre y un diario de Ohio – The messenger – se interesó por la historia, y la periodista y corresponsal en Point Pleasant Mary Hyre se dirigió a los jóvenes para indagar sobre el insólito encuentro, que dio pistoletazo de salida a las crónicas de la agencia AP sobre el asunto. Bastante curioso es que a algún avispado periodista se le ocurriera el mote de Hombre Polilla gracias a las aventuras de Batman, encarnado por un ya desaparecido y añorado Adam West.
Mary Hyre mantendría durante años que recibía visitas de unos extraños hombres vestidos de negro que intentaban disuadirla de publicar más artículos sobre la extraña criatura de Point Pleasant. Además, había algo que la atormentaba. Un extraño sueño que se repetía una y otra vez. En él, era capaz de ver como el Silver Bridge, en la entrada de la localidad, se derrumbaba. La propia Mary caía siempre junto al puente, y nadaba entre paquetes de regalos. Unas visiones ciertamente extrañas.
John Alva Keel, quien llegó en 1964 a Point Pleasant a investigar sobre el Hombre Polilla.
Los avistamientos y la llegada de Keel
Como no podía ser de otra forma, el evento narrado por los matrimonios Scarberry y Mallette solo fueron el inicio de una oleada que tuvo en vilo a Point Pleasant hasta diciembre de 1967. Curiosamente, un testimonio conocido a posteriori pareció dar la razón a lo narrado por ambas parejas. En concreto, fue Newell Partridge quien brindó ese relato paralelo. Según él, la noche del 14 de noviembre estaba preparando su cena cuando oyó a su perro ladrar. Partridge salió y caminó hasta los establos, y en los campos vio dos puntos rojos que se acercaban hasta su perro Bandit, al que no volvió a ver una vez que se lanzó en busca del origen de esos puntos.
Otro caso tuvo lugar el día 16, mientras la histeria colectiva se hacía fuerte en Point Pleasant. Los vecinos no estaban tranquilos, y creían a pies juntillas en las historias que se narraban ya en los periódicos. El matrimonio Raymond Wamsley, la señora Marcella Bennett y su hija Tenna iban en coche hacia la casa de los Thomas, a unos pocos kilómetros de la zona TNT. Una vez en las inmediaciones, al parecer vieron a un ser enorme de ojos rojos. Se inició una persecución que acaba con los testigos en casa de los Thomas, mientras el Mothman se asomaba a la ventana. Cuando la policía se personó en el lugar, no había ni rastro de la entidad.
Este par de ejemplos solo son una ínfima selección de los múltiples que barrieron la zona TNT y la localidad de Virginia Occidental, a la que el siete de diciembre llegó llegó el periodista John Alva Keel, quien con treinta y seis años estaba a punto de vivir una de las experiencias cumbre de su vida. La verdad es que trabajaba en un reportaje para la revista Playboy cuando llegó a sus oídos el caso del extraño monstruo alado. Sus palabras dieron testimonio de lo que era el lugar hasta aquel momento: «pequeña y tranquila ciudad de 6.300 habitantes, docenas de iglesias y ningún bar.» Un lugar apartado hasta que se hizo célebre. Keel, influido desde la juventud por escritores como Charles Fort, Aimé Michel o Ivan Sanderson, vio en la criatura alada su pasaporte a la investigación profunda de avistamientos extraños. Luego llegaría su célebre “The fliying sauce review”, pero en aquellos momentos se centró en los avistamientos del Mothman en la localidad, convertida en un circo mediático.
Todo aquel asunto era un filón que no podía dejar pasar. La casuística se diversificó, uniéndose al priopio Mothman los avistamientos de ovnis, mutilaciones de ganado o la presencia de los extraños “hombres de negro”. Keel se desplazó desde Nueva York hasta Point Pleasant para entrevistarse con todo el que tuviera referencias a esos sucesos. El resultado fueron decenas de habitantes por todo Virginia Occidental que aseguraban haber visto al humanoide en las inmediaciones del área TNT. Los acontecimientos se precipitaron el 15 de diciembre de 1967, día en el que el Mothman desapareció abruptamente. Coincidió con la tragedia del Silver Bridge, aquel puente con el que Mary Hyre soñaba cada noche, y que finalmente cayó debido a la “fatiga estructural de los materiales”, según la investigación oficial. En el derrumbe murieron cuarenta y seis personas, y John Alva Keel ya no estaba en el lugar, sino en Manhattan.
Años después, en 1975, llegaría The mothman prophecies, el mítico libro que sigue siendo objeto de deseo de los amantes de lo heterodoxo. En él, Keel aseguraba que los eventos que rodeaban a los avistamientos del Mothman se producían debido a que en Point Pleasant se abrió una especie de ventana a otra realidad. Todo lo que acontecía eran presagios del desastre de 1967, accidente que por otra parte no se pudo evitar, a pesar de que Keel sostuvo durante décadas que su correo estaba controlado y que recibió en Nueva York llamadas de personas que contaban sucesos que tendrían lugar en el futuro, como el asesinato de Luther King. Una pena, pues si fuera cierto todo el asunto de los augurios, se podrían haber evitado cuarenta y seis muertes trágicas.
¿La explicación mundana?
El libro de Keel volvió a la actualidad en 2002, cuando se estrenó en cines The mothman prophecies, que en España se tradujo como Mothman, la última profecía, protagonizada por Richard Gere. En ella, interpretaba a John Klein, redactor del Washington Post la contrapartida en la ficción de John A. Keel. Por supuesto, se presentó como una película “basada en hechos reales” y en su punto culminante, la caída del Silver Bridge, se redujo el número de víctimas hasta treinta y seis, debido a que su director – Mark Pellington – no quería reflejar tanta muerte en la cinta.
Un éxito que devolvió a la leyenda a las primeras páginas en el recién estrenado siglo XXI. Cuando Keel murió en el hospital Monte Sinaí de Nueva York el 3 de julio de 2009, probablemente era consciente de la repercusión que tuvo su investigación y su libro de 1975. Oficialmente, el Mothman original desapareció el 15 de diciembre de 1967, pero siguió haciendo de las suyas años después en otros lugares de EE.UU. Y en otros países como Chile, Inglaterra o Ucrania. Pero vayamos al fondo de la cuestión. ¿Era o es un ser real?
Desde el primer momento hubo voces que señalaron que las descripciones del ser por parte de los testigos podía ser exagerada o errónea. La llegada de Keel y la publicación posterior del libro solo habrían conseguido aupar el malentendido a la altura de una verdadera leyenda, un evento sin igual basado en algo totalmente explicable. Ayer mismo el escritor Óscar Fábrega me señaló este punto mientras comentaba por redes sociales la noticia que publiqué sobre lo último que se comenta en relación al Mothman.
Un ejemplar de grulla canadiense, señalada por la Universidad de Chicago como posible origen del Mothman.
En efecto, la Universidad de Chicago señala que nuestro humanoide no sería más que una grulla canadiense, un ave que podría llegar a medir entre metro y medio y dos metros, y que además posee una franja de color rojo en torno a los ojos. ¿Coincidencia? Desde luego, el sospechoso tiene papeletas de ser culpable de haber sido convertido en una criatura sobrenatural. Su majestuosidad y su tamaño, unido a la oscuridad de la noche y a una escasa iluminación eléctrica que incidiera en el detalle del rojo alrededor de sus ojos podrían perfectamente explicar la sensación de inquietud en los testigos. No digo en ningún caso que el testimonio original de los matrimonios Scarberry y Mallette fuera falso, solo que es posible que confundieran a un ejemplar de Grus canadensis con el grotesco ser que nació a raíz de esa noche.
El equipo de la Universidad de Chicago que ha hablado del asunto señala que se ha basado en los testimonios gráficos extraídos de los avistamientos – que no son muchos, dicho sea de paso – del Mothman para señalar a la grulla canadiense como culpable. ¿Entonces, como explicar todo lo sucedido con los testigos de la zona TNT y con las experiencias de Mary Hyre y John Alva Keel? Todo fue producto de la histeria colectiva producida por el primer avistamiento? ¿Hyre y Keel exageraron los eventos que rodearon al suceso del Silver Bridge?
Si fue así, Point Pleasant fue el escenario de un enorme malentendido. Determinar hasta qué punto exactamente coincidieron los eventos extraños con la realidad es imposible de determinar. Keel habló en su libro de hombres de negro, ovnis y otros eventos extraños que coincidieron en el tiempo con el Hombre Polilla. Testigos de todo Virginia Occidental aseguraron tener encuentros extraños. ¿Todo fue fruto por culpa de la dichosa grulla? ¿Una de ellas persiguió a los dos matrimonios a más de 160 km. por hora? ¿El mismo u otro ejemplar asustó a los Raymond Wamsley, a la señora Bennett y a Tenna antes de llegar a casa de los Thomas? Me temo que esta explicación no será satisfactoria para los creyentes en el ser. Un ser criptozoológico de esta envergadura no morirá así como así. Y menos aun mientras no se encuentren explicaciones convincentes a todos los avistamientos del mismo en aquellos dos años. De los posteriores no he hablado ni hablaré, porque ya están contaminados del germen original. Sólo queda hacerse una pregunta. ¿Qué ocurrió verdaderamente en Point Pleasant?
Fuentes:
– Keel, John Alva. Mothman: la última profecía. Punto de Lectura, 2002.
– http://www.paraview.com/mothman_central.htm
– https://www.vice.com/en_us/article/paqv9z/mothman-sightings-in-chicago
– http://mysteriousuniverse.org/2017/06/chicagos-current-mothman-flap-a-warning-says-expert/